sábado, mayo 08, 2010

Imaginación sonora

Por Eugenio Trías (ABC, 01/05/10):

1. La música siempre presupone materia fónica en perpetuo movimiento y vibración. Como dice Giacinto Scelsi, el sonido no necesita de la música, pero ésta no puede existir sin el sonido.

¿En qué se distingue la música de la materia sonora que presupone, con sus características físicas, su vibración de un medio elástico según longitudes de onda y frecuencias, con sus armónicos regulares e irregulares? ¿O se confunde con ese continuum no articulado, el que en cierto modo se descubre en la música electroacústica? La música introduce una mutación importante en ese continuum sonoro. Al apeiron (infinito) del sonido lo determina a través de la elaboración de la forma. De este modo la música alcanza una suerte de articulación de ese continuum. Sólo que esa articulación es de una naturaleza muy diferente de aquélla que en la lengua detectamos.

Ambas, música y lengua, tienen sustento fónico. Pero la fonética que soporta la lengua admite un desglose por unidades mínimas, según formas binarias de composición y tratamiento, a partir de rasgos fisiológicos que se destacan como filtros del sonido. Con esas unidades mínimas se promueve una articulación carente de significado, pero que hace posible éste. Sobre esa primera articulación cabalga una segunda en la que pueden determinarse unidades mínimas de carácter semántico (monemas), fundamento de palabras, frases, oraciones.

En música no hay tal doble articulación. El continuo sonoro subsiste; lo fonético no deja paso a lo fonológico; la foné es siempre preponderante. No se introduce un corte, una determinación discreta, mediante la cual se adoptan ciertos sonidos que pueden formar unidades mínimas, con los cuales poderse producir significación (a través de nombres, verbos, adverbios, adjetivos, etc.). En música, sin embargo, el infinito sonoro exige también una determinación formal. Pero ésta dimana de las propias características físicas del sonido. Podemos llamar a éstas las dimensiones sonoras. Y podemos desglosarlas en propiedades que derivan de la propia naturaleza física del sonido: las alturas, la duración, la intensidad, la dinámica, las formas de ataque, la distribución del sonido en el espacio, el timbre de las fuentes emisoras del sonido.

2. La música es, pues, sonido articulado, pero lo es de muy diferente naturaleza al modo en que interviene la (doble) articulación lingüística. Una articulación sui generis se añade, en música, a la materia sonora. Alcanza el nivel semántico al destacarse la compleja multiplicidad de dimensiones en que esa única articulación se despliega.

Eso conduce al desglose analítico de las propiedades sonoras. La articulación consiste en establecer una organización, una jerarquía, un conjunto de decisiones respecto al modo de vincular y combinar esas propiedades sonoras.
Hay, ante todo, un continuum sonoro siempre en movimiento, circulando en el tiempo, en continua vibración según frecuencias y longitudes de onda, con sus armónicos regulares e irregulares. El arte musical consigue dar determinación y límite a ese infinito a través de la organización de las dimensiones que en ese medio material se advierten. Esas dimensiones pueden ser especificadas en parámetros. Las diferencias de combinación, organización y jerarquía de esas dimensiones del sonido trazan los diferenciales musicales, las modalidades que cristalizan en convenciones culturales, en estilos de época, en formas creadoras individuales.

3. En principio se trata de propiedades físicas del sonido: timbre, intensidad, altura, duración. . . Derivan de la longitud de onda y de las frecuencias del espectro sonoro, así como de los armónicos que el sonido en su vibración promueve. Esas propiedades se abren a posibles medidas y mediciones. En este sentido pueden denominarse dimensiones del sonido.

Un gran mérito de la estética serial fue la determinación de los parámetros del sonido, su distinción, su posible jerarquización. Ante todo esas dimensiones deben ser enumeradas, aunque sea de manera muy sucinta. Me salen siete u ocho dimensiones (según las escuelas). Alturas (tonalidades, armonías, modos); duraciones (medidas, ritmos); timbres («color» específico del instrumento emisor); intensidades (piano / forte); formas de ataque (legato/staccato); dinamismo (lento/rápido); densidad de sonido (formas de saturación instrumental; estereofonía (distribución del sonido en el espacio).

4. Pero con esto no hemos dicho lo esencial respecto a esta definición de la música. Ésta es una materia siempre en movimiento, en el tiempo (foné-movimiento y foné-tiempo, si adoptamos expresiones -desplazadas- de Gilles Deleuze). La intervención creadora en las dimensiones de ese continuum sonoro notifica sobre la forma musical.
A diferencia de la lengua no puede decirse que una ruptura se produzca entre el medio material sonoro, siempre en movimiento, siempre en el tiempo, y las propiedades y dimensiones de las que pueden derivar los parámetros del sonido, y con ellos la forma -forma en el tiempo- que transforma ese sonido en sentido (musical), en virtud de elecciones creadoras del sujeto.

Hay un sujeto en la música; un sujeto que puede ser creador, intérprete, receptor, partícipe. Ese sujeto, con antenas sensoriales auditivas, conecta dos potencias, o fuerzas de ánimo, máximamente implicadas y compenetradas entre sí: la sensibilidad y sus pulsiones emocionales, acompasadas con el vibrar continuo de la materia sonora y de sus específicas propiedades y dimensiones; y la comprensión intelectual -pero también afectiva y sensorial- de la forma, en la que se plasman ideas musicales a través de la organización de las dimensiones del sonido.

Se sugiere la conjugación de la sensibilidad (y de la emoción) con el intelecto. ¿En virtud de qué fuerza, o mediante qué suerte de potencia del Ánimo? ¿Cómo puede constituirse esa unificación de lo que el sujeto «hace» o «padece»?
A esa potencia anímica propongo llamar la imaginación sonora. En cuanto a lo que resulta de esa unión, o al producto de esa conjugación, ese anillo que ata materia y forma, sensibilidad e intelecto (éste unido a emoción y sentimiento), eso puede llamarse símbolo sonoro.

5. En ese anillo tiene lugar el acto creador, el que alcanza significación estética, virtualmente artística, en el terreno sonoro; o bien dota al receptor, o al partícipe de la celebración, de un criterio estético.
Si bien creo que la música es algo más que un fenómeno estético, es una forma de gnosis, un despertar en la reminiscencia, en el recuerdo; un despertar en la lucidez, en el conocimiento de sí; un despertar que libera, que emancipa.

Lo simbolizado en ese símbolo sonoro, todo él impregnado de materia fónica, es siempre algo relativo al misterio que nos rodea (de nosotros mismos, del mundo, de lo sagrado; de la vida y la muerte; de la sexualidad, de la violencia, del horror).

El símbolo se esparce por todas las dimensiones del sonido: todas ellas son virtualmente simbólicas: los instrumentos, las intensidades, la dinámica. Todo nos habla, nos dice, nos significa (pero siempre sin palabras). Como decía Félix Mendelssohn, ese significar «sin palabras» es muchísimo más preciso que el significar lingüístico, que se halla repleto de ambigüedades. Todas las dimensiones del sonido tienen significación y sentido en todas y cada una de las elecciones y decisiones que sobre ellas se adopte, las acertadas y las que no lo son, las innovadoras o las rutinarias, las que trascienden su época y su cultura o las que se enclavan en un recodo del devenir histórico.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

domingo, mayo 02, 2010

Boicot al racismo en Arizona

Por Amy Goodman  (Democracy now!, 27/04/2010)

Escuche (en español)

Arizona fue el único territorio al oeste de Texas que se separó de la Unión y pasó a formar parte de la Confederación durante la Guerra Civil de Estados Unidos. Un siglo más tarde, luchó por el reconocimiento del feriado nacional en honor a Martin Luther King Jr. Esta semana, la gobernadora republicana del estado, Jan Bewer, promulgó una ley anti-inmigrantes. El proyecto de ley 1070 del Senado de Arizona autoriza al estado y a la policía local y estatal a detener, interrogar y arrestar a cualquier persona que sospechen que no es residente legal del estado. La ley es una invitación a la discriminación racial abierta y a la detención arbitraria.

La ley aparentemente establece la “aplicación cooperativa de las leyes federales de inmigración en todo el estado de Arizona”, y dispone que “un oficial del orden público puede arrestar a una persona sin orden judicial, si el funcionario tiene causa probable para creer que la persona cometió una falta pública que la haga pasible de ser expulsada de Estados Unidos”.

Por consiguiente, si un oficial de policía sospecha que una persona latina es inmigrante indocumentado, él o ella pueden detener a esa persona. Uno de los blancos a los que apunta esta ley son los trabajadores jornaleros. Es ilegal aceptar (o realizar) una oferta de trabajo en algunos establecimientos al borde de la carretera, e incluso la ley prevé que la “comunicación mediante un gesto o asentir con la cabeza” para aceptar una oferta de trabajo, es una ofensa pasible de arresto. La ley S.B. 1070 va más allá y facilita la denuncia anónima de comercios de los que se sospeche que tienen empleados indocumentados.

El Presidente Barack Obama denunció el proyecto de ley y afirmó: “Si no actuamos en forma responsable a nivel federal, dejaremos lugar a la irresponsabilidad de otros, y eso incluye, por ejemplo, los recientes esfuerzos en Arizona, que amenazan con socavar las nociones básicas de justicia y equidad que valoramos como estadounidenses, además de la confianza entre la policía y la comunidad que es tan importante para vivir en una sociedad segura. De hecho, ordené a los miembros de mi gobierno que sigan de cerca la situación y examinen las repercusiones que esta legislación pueda tener en los derechos civiles, así como también cualquier otro tipo de implicancias que pueda tener”.

Hay una fuerte reacción en contra de este proyecto de ley en Arizona y en todo el país. El congresista Raul Grijalva, demócrata de Tucson, Arizona, y co-presidente del Comité Progresista del Congreso, está al frente de la oposición a la polémica ley. Me dijo: “Es una licencia para la discriminación racial. Genera una condición de segunda clase principalmente para los latinos y las personas de color en el estado de Arizona…Arizona ha sido el laboratorio para este tipo de iniciativas racistas severas”.

Grupos legales están preparando impugnaciones a la ley. Sunita Patel es abogada del Centro por los Derechos Constitucionales. Según Patel, la ley “Permite a los organismos locales del orden público acceder no solo a las bases de datos del FBI, cosa que tradicionalmente han hecho, sino que también les permite sincronizarlas con las bases de datos de inmigración, que tienen fama de no ser confiables debido a los errores en el ingreso de los datos, debido a que tienen información incorrecta sobre la situación de ciudadanía de muchas personas…Y la ley está poninedo en marcha esta amplia red”.

Grijalva le está pidiendo al gobierno federal que se niegue a cooperar con Arizona. “Las cuestiones de inmigración son juridicción de la ley federal y si le pedimos al presidente que no coopere con la implementación de esta ley de Arizona mediante la Oficina de Seguridad Nacional, mediante la Patrulla Fronteriza, dando la orden de no detener y tomando una postura de no cooperación del gobierno federal de Estados Unidos y los organismos federales, le restaría sentido a gran parte de esta legislación y la volvería ineficaz”, dijo.

También pide que la gente boicotee a su propio estado: “Apoyo algunas sanciones económicas específicas dirigidas al estado de Arizona. Le pediremos a las organizaciones nacionales, a las organizaciones de la sociedad civil, religiosas y políticas que no realicen conferencias ni convenciones en el estado de Arizona. Que esta acción, esta legislación tiene que tener una consecuencia económica. Y las buenas organizaciones de todo el país, las organizaciones decentes que están de acuerdo con nosotros en que este proyecto de ley es abiertamente racista, que es inconstitucional y severo, que es injusto, deberían evitar realizar actividades económicas en este estado”.

La Asociación de Abogados de Inmigración Estadounidenses (AILA, por sus siglas en inglés) decidió trasladar su conferencia anual de 2010 de Arizona a otro estado. El miembro del Concejo Municipal de San Francisco, David Campos, dijo que Arizona “de un momento a otro retrocedió en el tiempo una generación en materia de conquistas de derechos civiles”. Campos está seguro de que su resolución, que pide a la ciudad que boicotee a Arizona, será aprobada. Se está considerando realizar boicots similares en Oakland, California, y El Paso, Texas. El periodista deportivo David Zirin apoya un boicot a los Diamondbacks, el mayor equipo de la liga de béisbol de Arizona.

Alrededor del 30 por ciento de la población de Arizona se autodefine como hispana. Fue un boicot el que finalmente obligó al estado a reconocer el Día de Martin Luther King Jr. Es lamentable que nuevamente se deba recurrir a tácticas similares.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Muchas dudas y alguna sospecha

Por Gabriela Cañas (EL PAÍS, 30/04/10):

Cuanto más escucho y reflexiono sobre el debate abierto en España por el uso del hiyab en un instituto público de Madrid, más dudas albergo. De momento, me pesan más los argumentos a favor de poner coto en las aulas públicas a esta prenda, pero este artículo trata de compartir argumentos, más que de encender mechas que no conduzcan a ninguna parte.

Najwa Malha era hasta hace un par de semanas una joven de origen marroquí completamente anónima que lleva años estudiando en el instituto público Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón. A mitad de curso y a punto de acabar la secundaria, la joven, que cumplía la norma del centro de no cubrirse la cabeza (impuesta con la idea de evitar la identificación entre bandas gracias a las gorras), decide usar el hiyab en clase contraviniendo la disciplina escolar. El centro le llama la atención y la aparta de clase. El entorno de la alumna, entonces, acude a los medios y convierte a una menor de edad (dato relevante en este suceso), en protagonista de una noticia de alcance nacional.

Prosigamos con los hechos. Los padres de varias alumnas que usan hiyab, incluido el padre de Najwa, declaran a los periodistas que éstas optan por esta prenda libremente. Algunos incluso comparan el gusto por el hiyab con un capricho o un mero acto de rebeldía adolescente. Si es así, ¿por qué debería permitirlo el centro que tiene reglas sobre la forma de vestir del alumnado? ¿Por qué tiene más derecho la niña del pañuelo a vulnerar las normas que el chaval que adora la gorra? ¿Y por qué la familia y su entorno (asociaciones islámicas incluidas) han convertido en una causa importante esta reivindicación aun poniendo en riesgo los estudios y la imagen de la joven?

Este asunto levanta pasiones porque el hiyab no es comparable a una gorra, pues en tal caso nadie le dedicaría la menor atención. Los padres (cristianos, judíos, musulmanes) suelen dirimir tales caprichos en la intimidad familiar. La cuestión es que el hiyab informa acerca de la identidad y las creencias religiosas de unas menores. Es una prenda que tiene su origen en los textos sagrados, que aluden a ella como símbolo de sometimiento al varón, y que marca sólo a las niñas (nunca a los niños), especialmente cuando adquieren su plena capacidad reproductiva. ¿Qué hay de malo en ello?, se argumenta. ¿A quién hacen daño esas niñas veladas? En principio, a nadie. Yo tuve que usar velo en misa cuando de pequeña iba a un colegio de monjas. Eso tampoco hacía daño a nadie. Ahora siento que fui sometida a una costumbre de connotaciones religiosas y machistas que considero injusta, además de ridícula e incómoda.

Se alega que se debe garantizar el derecho a la educación de la joven, pero nadie se lo está negando. Sólo se le está pidiendo que, en clase, cumpla las normas como el resto. En la escuela, los niños y jóvenes aprenden, además de matemáticas, a madrugar, a cumplir horarios, a pedir permiso para ir al servicio y a socializarse evitando determinadas prendas. Forma parte de la enseñanza. Muchos docentes creen, incluso, que cuanto más homogénea sea la vestimenta, menos conflictos hay en las aulas. Las señas de identidad políticas, religiosas o de bandas no fomentan el debate, sino que suelen enconarlo.

La libertad religiosa de Najwa y su familia también está garantizada. O debe estarlo. Nadie les niega el derecho a profesar su credo y a usar el hiyab; salvo que éste lo lleven a clase.

Percibo en todo este debate un cierto sentimiento de culpa hacia otras culturas. Es cierto que nuestro pasado colonialista y nuestro presente xenófobo no son las mejores cartas credenciales, pero nos hemos dotado de leyes y pautas de convivencia que han profundizado en la laicidad del Estado y, sobre todo, en la liberación femenina.

Es chocante tanta timidez a la hora de pedir que en nuestro suelo, se acaten nuestros principios. La igualdad es uno de ellos. Así que resulta difícil explicarle a Najwa que apoyamos la igualdad mientras hacemos excepciones con ella con una prenda que la marca de manera inequívoca y discriminatoria en la escuela pública. Dudo de la conveniencia de imponer una forma de vestir a mujeres adultas, pero en menores de edad y en centros públicos deberíamos ser capaces de predicar con el ejemplo.

Hay quien se escandaliza por defender una prohibición, pero estamos rodeados de ellas. No se nos permite, por ejemplo, provocar un escándalo en la vía pública a las tres de la mañana y nadie llama a la rebelión por ello en nombre de las libertades individuales.

¿Quiere esto decir que hay que regular el hiyab en las escuelas públicas? ¿Incluso prohibirlo? A lo mejor sí. Pero si, tras una reflexión serena, se decidiera en tal sentido, entonces, con carácter previo, reformemos la Ley de Libertad Religiosa y revisemos el acuerdo con la Santa Sede, profundicemos en la laicidad y pongamos coto a tanta ostentación de símbolos católicos en nuestra vida oficial y pública. Símbolos de una creencia religiosa, por cierto, que como la musulmana favorece tan escandalosamente la discriminación de la mujer. No es de extrañar que hasta la Conferencia Episcopal haya defendido el hiyab.

Por todo ello, frente a la defensa de la total tolerancia al velo, me surgen tantas dudas y me asalta la sospecha.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Ganar dinero apostando al desastre

Por Miguel Boyer, ex ministro de Economía y Hacienda de España (EL PAÍS, 30/04/10):

Las agencias de valoración tuvieron una gran responsabilidad en el período anterior a la actual crisis sobreponderando activos, empresas y solvencias, y, por tanto, contribuyendo en primera línea a la generación de burbujas desmesuradas en el sector inmobiliario y en las Bolsas en general, así como a una errónea confianza de los inversores y de las entidades de crédito. Fueron, sin duda -junto a la política de tipos de interés bajísimos de la FED, la desregulación financiera y los blindajes de los ejecutivos-, uno de los factores principales de la crisis.

En estos primeros meses de 2010 la orientación ha cambiado: los que exageraron el optimismo y la confianza en el auge pasado ahora exageran, notoriamente, el pesimismo sobre la solvencia de las deudas públicas y privadas de un cierto número de países. Lo mismo que hubo mucha gente que ganó dinero insuflando alegría a espuertas entre los inversores y los bancos, en esta delicada fase de incipiente recuperación económica y perentorias necesidades financieras, la propagación del pesimismo aumenta las primas de riesgo de los prestamistas de toda clase.

Es obvio que esto aumenta el coste de los créditos a los países que más los necesitan, neutralizando una parte del esfuerzo de los bancos centrales por mantener bajos tipos de interés, para impulsar la salida de la crisis. Es el paraíso de los especuladores bajistas.

El fenómeno más demostrativo de los vaticinios pesimistas interesados de este momento, es el de los que se están dedicando a propalar que el Estado griego va a una bancarrota irremediable y que los alemanes desean que salga de la Eurozona, tras lo cual Portugal, España e, incluso Italia, podrían estar en el borde del precipicio. Con esto han conseguido subir la prima de riesgo del bono a 10 años, respecto al alemán, en 6 puntos porcentuales para Grecia, 2 para Portugal y 1 para España, Italia y Reino Unido.

La probabilidad de que ocurra la catástrofe helena es despreciable y son todavía más ridículas las siguientes en la fila de las casandras contemporáneas.

Alemania hizo un buen negocio macroeconómico componiendo la Unión Monetaria, aunque no se le ha explicado al alemán medio para no escamar a los otros socios. Con una moneda común, el euro, Alemania ha evitado, las posibles devaluaciones de la lira, la peseta, etc. y una competitividad mayor de las exportaciones de Italia, España y otras. Por otro lado, un euro común a 15 países es más débil, respecto al dólar, que un marco alemán solitario, así que, también, se han beneficiado sus exportaciones a los Estados Unidos. El resultado ha sido magnífico para Alemania. En 1990, las exportaciones de Alemania representaban un 32% de su PIB, y las de Francia un 21%, las de Italia un 19%, y las de España un 16%. En el 2008, eran respectivamente, del 47%, un 26%, un 29% y un 26,4%. Esto es, mientras que el crecimiento de puntos de PIB de las exportaciones aumentaron en este periodo un 5 para Francia, 9 para Italia y 10 para España -no está anda mal-, en el caso de Alemania fue de 29 puntos.

Alemania no romperá la Eurozona, abandonando a Grecia, ni por su propio interés, ni por la lógica económica básica que la Unión Económica y Monetaria implica. Si entre los países de una Unión Monetaria, en la que se han perdido los mecanismos de ajuste más suaves -devaluaciones y política monetaria-, los países en mejor situación (superávit de balanza de pagos y menos paro), se negaran a auxiliar con créditos a un socio en dificultades, evitándole un calvario inhumano, la asociación saltaría por los aires por incongruente. Sería contrario a la lógica que se desplegó en Bretton Woods en 1944, cuando para suprimir aranceles y tener menos fluctuaciones de los tipos de cambio, se creó en contrapartida el Fondo Monetario Internacional (FMI), que diese crédito adecuado a los países en dificultades.

Merkel ha decidido no desgastarse explicando a su ciudadanía cuánto le conviene mantener la Unión Monetaria intacta, ya que la opinión general alemana está en una ideología diferente. Pero saltará, el 10 de mayo, con un paquete de ayuda a Grecia bastante mayor de lo previsto anteriormente.

Que no existen peligros de abandonos catastróficos, lo saben los interesados voceros del pesimismo, tan bien como los dirigentes de la Unión Monetaria europea. Pero están haciendo un buen negocio en el corto plazo: exactamente hasta las elecciones regionales del 9 de mayo, en Renania-Westfalia.

En este clima lleno de exageraciones negativas y de especuladores, me ha dolido que una agencia de rating de la importancia de Standard&Poor’s, haya contribuido a las ideas pesimistas -aunque sea levemente- pasando su rating para la deuda española de AA+, a sólo AA.

Lo ha hecho aduciendo que sus nuevas estimaciones de crecimiento medio del PIB español, para el periodo 2010- 2016, son del 0,7%, lo cual dificultará la reducción del déficit público y aumentará la deuda al 87,5% (en 2013), en vez del 74,1% programado por el Gobierno. También le preocupa a S&P’s la “baja capacidad de exportación” de España, debida a los crecimientos de los costes unitarios españoles en los años pasados.

Pero estas estimaciones del PIB son sensiblemente más bajas, incluso que las de instituciones independientes como el FMI -que suele tener un sesgo a la baja en sus predicciones sobre España- recién publicadas, que proyectan crecimientos del PIB del 0,9% al 1,7% entre 2011 y 2015, superiores, pues, a las de S&P’s.

Esta trayectoria del PIB y el ahora incipiente crecimiento del IRPF, más la subida del IVA, ayudarán a la reducción del déficit presupuestario, de modo que es poco probable que, partiendo de un 53% en 2009, la deuda llegue a alcanzar el 87,5%. Hay que tener en cuenta que una parte del ajuste se ha hecho ya automáticamente: el sector del “ladrillo” está en mínimos y el déficit de la balanza de pagos ha caído del 9,6% del PIB al 4,7% y eso manteniendo una tasa de inversión del 24% del PIB.

Si la demanda global va tirando en los próximos años, el crecimiento del empleo no ha sido problema en España históricamente, incluso en tiempos de menor peso de la construcción. El FMI espera que el consumo tendrá tasas positivas ya en 2010, lo mismo que la inversión en bienes de equipo y construcción no residencial, y es optimista respecto al crecimiento de las exportaciones españolas. En el periodo 2000-2008 -a pesar del impulso de la demanda interna- el crecimiento real de las exportaciones españolas fue del 4,3%, por delante del de Francia (3,9%), Alemania (3,5%) y el de Reino Unido (2,5%), y en los dos primeros meses de 2010 el crecimiento de las exportaciones (a precios corrientes) ha sido del 13%, frente a un 9,4% de Alemania y un 6,5% de Francia e Italia.

En cuanto a los que creen que el dinamismo de la economía española se debió a la aportación de la construcción residencial, pueden echar un vistazo al desglose de la aportación de las diversas ramas productivas en el año 2007, al crecimiento de un 4% del valor añadido real: 3,15 el sector servicios; 0,46 la industria; 0,18 la construcción de viviendas y 0,16 la construcción de infraestructuras y de edificios empresariales. El ladrillo creó muchos empleos que, por su baja productividad, aportaron poco al valor añadido total. Y además de consumir una buena parte de la inversión y estropearnos la balanza de pagos, fue culpable de una caída brutal del empleo que había creado antes de la crisis.

Dado que en 2009, la tasa media de paro en los servicios fue de 9,8%, la del sector industrial un 14% y la del sector de la construcción un 26%, no cabe duda de que, con la mitad de la construcción residencial, habríamos estado mejor.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

UE e Iberoamérica: fracaso del paternalismo

Por Araceli Mangas Martín, catedrática de Derecho Internacional Público y de Relaciones Internacionales en la Universidad de Salamanca (EL MUNDO, 30/04/10):

Una de las muchas paradojas que se perciben en Iberoamérica es el empeño por ignorar sus procesos integradores mientras se persiste en la retórica de erigir nuevas entidades. La sopa de letras es tan infinita como las combinaciones del alfabeto para hacer acrónimos. Algunos de esos procesos llevan casi medio siglo de andadura pero no han tenido avances sostenidos y languidecen o agonizan. Sólo Centroamérica está haciendo los esfuerzos más serios y persistentes de integración regional.

Hace unas semanas se acordó crear otra organización: la Comunidad de América Latina y Caribe (CALC). Esta tiene el detalle, frente a UNASUR, de englobar a todos los Estados latinoamericanos y los del Caribe. Allí, los sucesivos fracasos dan lugar a nuevas instituciones que dejan a medio terminar las anteriores conformando un milhojas. En la Unión Europea, por el contrario, las insuficiencias dan lugar a reformas pero no abandonamos la inicial organización de integración.

Algunas estrategias unilaterales sí han hecho carambola en la otra orilla del Atlántico. Por ejemplo, Venezuela abandonó la Comunidad Andina de Naciones, y tras ella, como un resorte, Bolivia, dejando a la moribunda CAN en una desaparición agónica. Tras hundir el CAN, Venezuela ha puesto sus ojos en Mercosur, apadrinada por un maquiavélico Brasil. El barco mercosureño, que zozobraba desde hace tiempo -entre otras cosas por el doble juego brasileño-, encalla ahora irremediablemente con la tropa que les llega… Con una sola jugada, dos organizaciones subregionales, ya tocadas, amenazan ahora con el hundimiento. Sin Estado fuerte ni organismo subregional que le tosa, Brasil juega a rancia potencia regional frente al multilateralismo eficaz.

La UE ha apoyado todos los procesos latinoamericanos con paciencia y fe misionera. Nos creemos nuestro modelo, aunque seamos críticos, pues nos ha funcionado con éxito aplastante: la UE es una garantía de paz y bienestar en el marco de una de las sociedades más igualitarias del planeta. Nuestro proceso regional es muy anterior a la globalización; gracias al espacio económico y social creado, nos hemos adelantado y resistido a un mundo global. Es la enseñanza que la UE trató de propagar, de forma tan persistente como inútil, con muchos recursos financieros, por tierras americanas.

La UE defiende el multilateralismo eficaz y, a ese fin estratégico, las organizaciones regionales y subregionales pueden facilitar nuevas oportunidades de estabilidad política, desarrollo económico y social y búsqueda de bienes públicos globales. Los procesos de integración pueden dar una respuesta a la necesidad de gobernabilidad regional y mundial, pero en América Latina y Caribe (ALC) su dispersión, junto con la escasa fortaleza y apoyo político y social, les hace ineficaces.

Una diferencia radical entre el proceso europeo de integración y los procesos latinoamericanos ha sido el consentimiento para compartir soberanía. Para la UE la soberanía es un valor relativo cuyo ejercicio se subordina a la consecución de bienestar en igualdad del conjunto de la población y con ello un verdadero respeto a los derechos humanos. Para los Estados de ALC, la soberanía es una noción absoluta a la que ningún valor se puede subordinar. Esa sacralización de la soberanía ha impedido romper la brecha de miseria material en la que viven sus pueblos.

Aunque a ambas orillas del charco hallamos valores compartidos, nos separa un océano conceptual: la democracia en ALC, cuando la hay, es una democracia electoral. Resulta casi grotesco pensar en una Carta Democrática común entre las dos orillas. Dejando a un lado la dictadura en Cuba y las autocracias populistas de los caudillos bolivarianos, los sistemas estatales de ALC, basados en ejecutivos autocráticos y débiles sistemas de responsabilidad y control parlamentario y judicial, son el obstáculo para llevar a cabo políticas macroeconómicas de desarrollo financiero y social y de redistribución de la renta.

En Latinoamérica no hay separación real de poderes y carecen de una administración imparcial, eficiente y transparente. La diferencia entre las naciones no es la riqueza en recursos materiales; el abismo hoy en día está originado por Estados bien organizados y Estados mal organizados. Hoy, en una economía abierta y globalizada, la ventaja competitiva internacional se funda en sólidas estructuras sociales y políticas que permitan la igualdad de oportunidades y una economía social emergente.

Parece evidente que un marco de integración debe ser una opción endógena sentida y querida por sus propios actores y que el apoyo de la UE no ha podido sustituir ni crear esa voluntad. No cabe fomentar lo que realmente no se desea y la UE debe afrontar una nueva estrategia que tenga en cuenta las necesidades reales de una región tan heterogénea que hace dudar sobre si es una región.

La Comisión no puede aferrarse a su propio modelo como elemento exportable. Debe aceptar sin más que ALC viene optando por etéreos acuerdos milhojas frente al método europeo de gestión centralizada de la unión aduanera, el mercado interior y las políticas comunes. Los dirigentes políticos latinoamericanos no tienen la cultura de la sumisión al Derecho como expresión de la voluntad general, no aprecian los engranajes institucionales ni confían en la ley como instrumento integrador. Su santa voluntad lo decide todo, incluida la perenne falta de equidad de sus sociedades.

La UE debería limitarse a acompañar las iniciativas endógenas de cooperación entre los Estados de ALC. No debe propiciar ni estimular nada que no obedezca al propio impulso y necesidades sentidas por la ciudadanía de esos países. Por ello las relaciones de la UE con los Estados que forman organizaciones subregionales no pueden seguir supeditadas al fortalecimiento de sus respectivos procesos de integración.

Claro que entre los Estados de América Latina y Caribe hay una interdependencia estratégica: tienen fuertes y señalados intereses mutuos en la globalización y sufren problemas comunes que les debilitan como región en un mundo global: zonas sin control gubernamental en las que se expande el crimen organizado (México, Colombia, Brasil, Guatemala…), la carencia de interconectividad de sus infraestructuras, inmensa riqueza en fuentes energéticas pero sin garantía de aprovisionamiento, amplia pobreza y exclusión social, etc. Para algunos Estados los recursos energéticos no son un instrumento para su desarrollo económico y social sino que son un arma política en las relaciones internacionales, ya sean subregionales o globales: sólo favorecen al poder dominante y no a la población, dueña inherente de esos recursos y riquezas naturales. Tienen, pues, problemas específicos y comunes a los que la cooperación transfronteriza puede dar solución y merecen la asistencia técnica y financiera de la UE en sus esfuerzos intrarregionales.

Si hay Estados de ALC que no desean la vía subregional, la quieren abandonar o estiman que mediante esa relación se ven perjudicados, la vía bilateral es plenamente legítima. Todos los instrumentos para la relación eurolatinoamericana son válidos: bilateral, subregional y birregional. Habrá que utilizarlos sin exclusiones ni condiciones. Las relaciones pueden tener una geometría variable y cohonestar mecanismos multinivel. La vía bilateral no debe ser vista como un fracaso de la subregional sino como la adecuada a situaciones diversas entre sí.

La UE no debe malgastar ni un euro más en formación y mantenimiento de estructuras institucionales. Debe cambiar su inútil estrategia, que repite como si fueran mantras en todos sus documentos. La vía subregional no puede mantenerse como prioritaria, pues ese empecinamiento ha llevado al colapso de las relaciones con muchos países de Iberoamérica.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Why Arizona Drew a Line

By Kris W. Kobach, a law professor at the University of Missouri at Kansas City and Attorney General John Ashcroft’s chief adviser on immigration law and border security from 2001 to 2003 (THE NEW YORK TIMES, 29/04/10):

On Friday, Gov. Jan Brewer of Arizona signed a law — SB 1070 — that prohibits the harboring of illegal aliens and makes it a state crime for an alien to commit certain federal immigration crimes. It also requires police officers who, in the course of a traffic stop or other law-enforcement action, come to a “reasonable suspicion” that a person is an illegal alien verify the person’s immigration status with the federal government.

Predictably, groups that favor relaxed enforcement of immigration laws, including the American Civil Liberties Union and the Mexican American Legal Defense and Education Fund, insist the law is unconstitutional. Less predictably, President Obama declared it “misguided” and said the Justice Department would take a look.

Presumably, the government lawyers who do so will actually read the law, something its critics don’t seem to have done. The arguments we’ve heard against it either misrepresent its text or are otherwise inaccurate. As someone who helped draft the statute, I will rebut the major criticisms individually:

It is unfair to demand that aliens carry their documents with them. It is true that the Arizona law makes it a misdemeanor for an alien to fail to carry certain documents. “Now, suddenly, if you don’t have your papers … you’re going to be harassed,” the president said. “That’s not the right way to go.” But since 1940, it has been a federal crime for aliens to fail to keep such registration documents with them. The Arizona law simply adds a state penalty to what was already a federal crime. Moreover, as anyone who has traveled abroad knows, other nations have similar documentation requirements.

“Reasonable suspicion” is a meaningless term that will permit police misconduct. Over the past four decades, federal courts have issued hundreds of opinions defining those two words. The Arizona law didn’t invent the concept: Precedents list the factors that can contribute to reasonable suspicion; when several are combined, the “totality of circumstances” that results may create reasonable suspicion that a crime has been committed.

For example, the Arizona law is most likely to come into play after a traffic stop. A police officer pulls a minivan over for speeding. A dozen passengers are crammed in. None has identification. The highway is a known alien-smuggling corridor. The driver is acting evasively. Those factors combine to create reasonable suspicion that the occupants are not in the country legally.

The law will allow police to engage in racial profiling. Actually, Section 2 provides that a law enforcement official “may not solely consider race, color or national origin” in making any stops or determining immigration status. In addition, all normal Fourth Amendment protections against profiling will continue to apply. In fact, the Arizona law actually reduces the likelihood of race-based harassment by compelling police officers to contact the federal government as soon as is practicable when they suspect a person is an illegal alien, as opposed to letting them make arrests on their own assessment.

It is unfair to demand that people carry a driver’s license. Arizona’s law does not require anyone, alien or otherwise, to carry a driver’s license. Rather, it gives any alien with a license a free pass if his immigration status is in doubt. Because Arizona allows only lawful residents to obtain licenses, an officer must presume that someone who produces one is legally in the country.

State governments aren’t allowed to get involved in immigration, which is a federal matter. While it is true that Washington holds primary authority in immigration, the Supreme Court since 1976 has recognized that states may enact laws to discourage illegal immigration without being pre-empted by federal law. As long as Congress hasn’t expressly forbidden the state law in question, the statute doesn’t conflict with federal law and Congress has not displaced all state laws from the field, it is permitted. That’s why Arizona’s 2007 law making it illegal to knowingly employ unauthorized aliens was sustained by the United States Court of Appeals for the Ninth Circuit.

In sum, the Arizona law hardly creates a police state. It takes a measured, reasonable step to give Arizona police officers another tool when they come into contact with illegal aliens during their normal law enforcement duties.

And it’s very necessary: Arizona is the ground zero of illegal immigration. Phoenix is the hub of human smuggling and the kidnapping capital of America, with more than 240 incidents reported in 2008. It’s no surprise that Arizona’s police associations favored the bill, along with 70 percent of Arizonans.

President Obama and the Beltway crowd feel these problems can be taken care of with “comprehensive immigration reform” — meaning amnesty and a few other new laws. But we already have plenty of federal immigration laws on the books, and the typical illegal alien is guilty of breaking many of them. What we need is for the executive branch to enforce the laws that we already have.

Unfortunately, the Obama administration has scaled back work-site enforcement and otherwise shown it does not consider immigration laws to be a high priority. It is any wonder the Arizona Legislature, at the front line of the immigration issue, sees things differently?

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

¿Nueva etapa EE. UU-Israel? (1)

Por Fawaz A. Gerges, profesor de Política de Oriente Medio y Relaciones Internacionales en la London School of Economics, Universidad de Londres. Traducción: José María Puig de la Bellacasa (LA VANGUARDIA, 29/04/10):

El segundo año del mandato de Obama empezó sin indicios de que la paz árabe-israelí fuera a figurar de forma destacada en su agenda de política exterior. El declive de su popularidad, unido a sus apuros para lograr que se aprobara una nueva legislación sanitaria, implicó que Obama carecía del capital político indispensable para dar pasos esenciales en el proceso de paz.

En marzo, el único logro de Obama se cifraba en un acuerdo para que Estados Unidos mediara en “conversaciones indirectas” entre Israel y la OLP, además de un compromiso de Israel de suspender “temporalmente” la construcción de asentamientos en Cisjordania. Minando la diplomacia estadounidense, Netanyahu reiteró que las cuestiones “fundamentales” relativas a la seguridad y el estatus territorial no entraban en las conversaciones. Y Obama accedió a regañadientes.

Se presuponía que la visita del vicepresidente Joseph Biden a Israel en marzo simbolizaría el creciente apoyo de su administración a la nueva ronda de conversaciones de paz y que disiparía los temores de Israel sobre el programa nuclear iraní. El equipo de Obama no preveía un importante avance como consecuencia de la visita de Biden.

El primer día de su visita a Israel, el ministro del Interior israelí anunció la construcción de 1.600 nuevas viviendas en Jerusalén Oriental, cuestión altamente conflictiva en el marco del proceso de paz. Estupefacta ante el anuncio, la Casa Blanca condenó la iniciativa por juzgarla un impedimento para la paz.

Según se ha informado, en una acalorada entrevista con Netanyahu, Biden le dijo: “La cuestión empieza a representar un peligro para nosotros”, significando con ello que corría peligro la seguridad de las tropas estadounidenses en el Gran Oriente Medio. En cuanto a Obama, consideró el anuncio “una bofetada”. Y los palestinos declararon que se ponía en peligro el impulso estadounidense a la reanudación de las conversaciones.

Aunque Netanyahu se disculpó por la inoportunidad del anuncio y precisó que se había tratado de una coincidencia fortuita, sus palabras no afectaron en la Casa Blanca, sobre todo después de que declarara que los asentamientos proseguirían según lo previsto. Al término de su visita, Biden subrayó que el anuncio había “atizado” la crisis palestino-israelí. “Personalmente, y a petición del presidente, he condenado – señaló Biden-inmediata e inequívocamente ese anuncio. Lisa y llanamente, amigos, hay ocasiones en que sólo un amigo se halla en condiciones de decir la verdad más dura”.

Las diferencias resultantes entre los gobiernos de Netanyahu y Obama llevaron a George Mitchell, enviado especial para Oriente Medio, a diferir indefinidamente su visita a la región.

En una conversación telefónica franca y prolongada con Netanyahu, Hillary Clinton expresó la honda preocupación y disgusto de su administración ante el anuncio israelí. Según el portavoz del Departamento de Estado, P. J. Crowley, la secretaria de Estado dejó claro que “Estados Unidos consideraba que tal anuncio enviaba un mensaje muy negativo sobre el enfoque israelí de la relación bilateral y era contraproducente con respecto al viaje del vicepresidente”. El mismo día, el Cuarteto emitía una declaración de condena de la iniciativa israelí por considerar que socavaba el proceso de paz.

El embajador israelí en Estados Unidos, Michael Oren, reconoció que la relación bilateral parecía hallarse en su punto más bajo desde 1975. Por su parte, David Axelrod, asesor de confianza de Obama, se refirió a los hechos diciendo que “socavaban los esfuerzos para llevar la paz a la región”. Desconcertado por la intensidad de tales reacciones, Netanyahu reiteró el compromiso de Israel a favor de la paz.

Ante las críticas recibidas, Netanyahu brindó una serie de medidas para restaurar la confianza, entre ellas la promesa de liberar prisioneros palestinos, la transferencia de un mayor control de Cisjordania a la Autoridad Palestina y la reducción del ritmo de construcción de asentamientos judíos en los barrios palestinos de Jerusalén Oriental. En correspondencia por estas señales positivas, Clinton accedió a enviar de nuevo a Mitchell a la región para ayudar a reanudar las conversaciones.

En su intervención ante el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC), Clinton dijo que el Estado judío debe adoptar “decisiones difíciles y necesarias” para alcanzar la paz. Clinton apremió a Israel a prolongar el plazo de diez meses de suspensión de la construcción de asentamientos a fin de incluir a Jerusalén Oriental y subrayó que “las conversaciones mediante los oficios de una figura de intermediación constituyen el primer paso hacia las negociaciones plenas”.

Netanyahu dijo, desafiante: “El pueblo judío construía Jerusalén hace tres mil años y el pueblo judío construye Jerusalén en la actualidad”.

La reciente reunión entre Obama y Netanyahu en la Casa Blanca, por lo demás, fue breve e infructuosa. Según se ha informado, Obama aludió a una serie de puntos a los que Israel debería prestar atención con vistas a reanudar el proceso de paz. Así, la prolongación del periodo de suspensión de los asentamientos, el cese de la edificación en Jerusalén Oriental y la retirada israelí de los territorios palestinos ocupados. Además, Obama trató de que Netanyahu aprobara las conversaciones indirectas sobre cuestiones esenciales como la seguridad y el estatus territorial.

Netanyahu se opuso a todas las demandas de Obama, remitiéndose al argumento de que tenía las manos atadas. Contrariado por la intransigencia de Netanyahu, Obama dio por finalizado el encuentro y optó por que la jornada siguiera su curso y Netanyahu fuera a almorzar con su familia. El hecho es que Netanyahu no cedió un palmo, mientras que Obama dejó bien claro que no le apetecía desempeñar el papel de anfitrión amable y solícito. En una reunión con congresistas estadounidenses, Netanyahu calificó las demandas de Obama de “ilógicas e irrazonables”, argumentando que retrasarían las conversaciones. Netanyahu volvió a su país con las manos vacías, y el secretario de prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo que la visita del primer ministro había sido un “rapapolvo” a su intransigente postura. En Israel, los medios criticaron a Netanyahu por su incapacidad para superar el punto muerto en su relación con Estados Unidos y calificaron el episodio vivido en Washington de humillación personal para el primer ministro. A su vuelta a Israel, no hubo declaración oficial, la oficina de prensa de Netanyahu emitió un breve comunicado que señalaba que “la postura del primer ministro es que no hay cambio en relación con la política israelí en Jerusalén”.

El carácter no concluyente de las reuniones en cuestión suscita diversos interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre Obama y el Gobierno israelí de Netanyahu. ¿Qué entraña la nueva postura de Estados Unidos? ¿Apunta en dirección de un enfoque más firme y enérgico con relación a Israel? ¿Ha llegado Obama a la conclusión de que no puede trabajar conjuntamente con la coalición derechista que gobierna en Israel?

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Astana, frontera remota

Por Josep Borrell, presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia, Italia (EL PAÍS, 29/04/10):

En los tiempos que nos toca vivir las amenazas son cambiantes y peor definidas que en el mundo dividido en bloques de la guerra fría. Y éstas se aprovechan de la permeabilidad de las fronteras y de la capacidad de las nuevas tecnologías de la comunicación. Hoy ningún país puede garantizar por sí mismo la protección total de sus ciudadanos y de sus intereses estratégicos.

Razón de más para justificar una Europa unida a la que el Tratado de Lisboa da nuevos instrumentos para desarrollar su política exterior. Pero hemos tardado mucho tiempo en conseguirlo. Y han emergido nuevos actores que hace poco eran desconocidos o inexistentes, cuya influencia geopolítica es mucho más grande de lo que imaginamos.

Además, tenemos sobradas muestras de cómo la inestabilidad de un país causada por el terrorismo o por los conflictos civiles repercute en los vecinos de su región. Sobre todo en zonas en las que las agresiones a la paz se retroalimentan con argumentos religiosos o étnicos.

Por ello, para prevenir las amenazas a la seguridad colectiva, es imprescindible la cooperación entre distintas organizaciones internacionales que cubren áreas geográficas más amplias.

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) es una de ellas. La integran 56 países, “desde Vancouver a Vladivostok”, y es una de las más importantes organizaciones internacionales regionales, especialmente en lo que respecta a las políticas de mantenimiento de la paz y defensa de las libertades. Tuve oportunidad de conocerla por dentro cuando España ejerció su presidencia en el 2007 y el ministro Moratinos me hizo el honor de nombrarme su enviado especial.

Entonces tuvo lugar el llamado “compromiso de Madrid”, por el cual la presidencia de la OSCE la ostentaría ahora un país como Kazajistán, el primer Estado de Asia Central y la primera república ex soviética en alcanzar este rango dentro de la organización.

La responsabilidad asumida por Kazajistán acredita la necesidad de extender el planteamiento sobre seguridad colectiva más allá de los límites a los que Europa estaba acostumbraba. Ahora hemos de integrar a nuevos actores que se sitúan en lo que cabría llamar “fronteras exteriores”, pero que están en la “primera línea” de la presión del terrorismo. Juegan un papel fundamental para evitar la proliferación de “Estados fallidos” que se conviertan en plataformas del terrorismo internacional o de otras actividades delictivas, como la piratería o el narcotráfico.

Kazajistán, un Estado multicultural y multiétnico, en el que conviven 140 etnias y más de 40 confesiones religiosas, es uno de estos países que asumirán un protagonismo creciente en la estabilización política y en la consolidación de procesos democráticos. La importancia que le da la diplomacia norteamericana lo demuestra y una visita al país lo constata. Y por si fuera poco, sus estepas, que vieron cabalgar a Gengis Khan, esconden enormes reservas de petróleo y gas, que refuerzan su importancia geoestratégica.

Que ese país surgido del desmembramiento del imperio soviético y con poca tradición democrática pretendiera ejercer la presidencia de la OSCE fue en su día motivo de sorpresa y reticencias. La presidencia española actuó entonces con la visión política necesaria para vencer prejuicios dando tiempo al tiempo. Hoy la presidencia kazaja propone celebrar una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OSCE en su capital, Astana, para dar un nuevo impulso a esta Organización e incorporar proyectos concretos a la agenda que quedó incompleta en la cumbre de 1999, celebrada en Estambul. Sería una buena ocasión de transmitir apoyo y confianza a los nuevos actores que se han incorporado a la preocupación común por la seguridad colectiva.

La Europa de Lisboa no puede ignorar las nuevas realidades y su nueva diplomacia debe entender que la fortaleza de organizaciones, como la OSCE, es una condición indispensable para que los esfuerzos multilaterales no se pierdan en el limbo de las buenas palabras.

El mayor error que pueden cometer las democracias occidentales es confiar su seguridad sólo a sus propias capacidades de prevención de los conflictos. Afganistán es un buen ejemplo y en la lejana Asia Central se van a jugar importantes desafíos para nuestra seguridad. La presidencia de Kazajistán de la OSCE muestra que es posible que los europeos cooperemos eficazmente con algunos de esos nuevos actores que han emergido sin que nos diésemos cuenta durante nuestra larga introspección.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Las amistades libias de El Tunecino

Por Fernando Reinares, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano (EL PAÍS, 29/04/10):

El pasado 24 de marzo, en Trípoli, tuve ocasión de mantener una entrevista privada con Abu Abdullah al Sadeq, el hasta hace muy poco emir o jefe supremo del Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL), una organización terrorista formada a mediados de la década de los noventa del pasado siglo y después asociada con Al Qaeda. Entre otras cosas -enseguida diré por qué- hablamos sobre Serhane ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino. Es decir, sobre quien fuera cabecilla de la célula operativa que preparó y ejecutó los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y algo más de tres semanas después, concretamente el 3 de abril, llevase a cabo, junto a otros componentes de la misma, un acto de terrorismo suicida en Leganés, episodio del cual se acaban de cumplir seis años.

Anochecía y los responsables de la fundación que preside Saif al Islam Gadafi, segundo de los hijos varones del autócrata mandatario de Libia y más que supuesto aspirante a su futura sucesión, a instancias de la cual llevaba yo varios días en el país -pese a que sus fronteras permanecían infranqueables para ciudadanos europeos con pasaporte de algún Estado integrado en el llamado espacio Schengen-, para tomar parte en un seminario sobre desradicalización de terroristas, se apresuraron a confirmarme que Abu Abdullah al Sadeq esperaba en casa de unos familiares, en una barriada popular de la capital norteafricana. En realidad, Abu Abdullah al Sadeq es el sobrenombre con el que se ha venido conociendo a Abd al Hakim Belhajj en su prolongada condición de máximo dirigente del GICL.

A finales de 2007, una parte de los miembros de este grupo decidieron fusionarse con Al Qaeda. Se trataba sobre todo de militantes que desde hace tiempo se encontraban en las zonas tribales de Pakistán y estrechamente vinculados a dicha estructura terrorista. Pero una sustanciosa parte del resto optó por hacerlo desaparecer en la práctica a lo largo de 2009, después de un complicado proceso de negociación entre sus responsables presos o en el exilio y las autoridades libias que se prolongó durante casi tres años. El propio Abu Abdullah al Sadeq había sido excarcelado por eso mismo el día anterior a nuestro encuentro, junto a otros destacados antiguos integrantes del directorio del GICL entre los cuales estaba también el segundo en la jerarquía del mismo, Khalid al Sharif y su principal ideólogo, Sami al Saadi.

Con Abu Abdullah al Sadeq cabía hablar de su trayectoria en el GICL o la decisión de abandonar la yihad terrorista contra el régimen libio tras involucrarse, al igual que decenas de los correligionarios que estuvieron a sus órdenes, en un denominado programa de diálogo y reconciliación puesto en marcha a inicios de 2007 por las autoridades de Trípoli. Pero había un asunto que adquiría especial interés desde una perspectiva española y reverberaba en mi cabeza mientras era conducido a la entrevista, en compañía de Rohan Gunaratna, director del Centro de Investigación sobre Violencia Política y Terrorismo de Singapur. Y es que, como recoge el sumario incoado en la Audiencia Nacional por los atentados del 11-M, existían indicios de un vínculo entre Abu Abdullah al Sadeq y Serhane ben Abdelmajid Fakhet.

Cuando, ya en casa de sus hermanos, surgió la ocasión de inquirir al que fuera emir del GICL sobre ese vínculo, su primera reacción, a través del intérprete que traducía del árabe al inglés y viceversa, fue negar que conociese a El Tunecino. Pero, al insistir en ello -había motivos para hacerlo-, Abu Abdullah al Sadeq, a buen seguro que consciente ya de los términos específicos de mi pregunta, admitió que sí, que conocía a Sernane ben Abdelmajid Fakhet. Entonces añadió, esta vez directamente en inglés, idioma que no le es del todo extraño: “No era miembro de nuestro grupo”. Al pedirle que me dijese de qué lo conocía, admitió, ahora a través del intérprete, que con El Tunecino tenía “relaciones sociales”. Lástima que Abu Abdullah al Sadeq no quisiese continuar la conversación y se excusara.

Desde luego, preguntar a Abu Abdullah al Sadeq por su relación con Serhane ben Abdelmajid Fakhet no era inocente. Existe un informe policial, elaborado con contribuciones de distintos servicios de seguridad extranjeros, incluido en la documentación judicial del 11-M, en el que se sustancia información referida a comunicaciones mantenidas a través de teléfonos móviles, unas semanas antes de aquella infame fecha, entre El Tunecino y el entonces emir del GICL. Éste se hallaba en aquellos momentos en el Este de Asia, donde sería detenido y finalmente entregado a las autoridades libias. El hecho de que haya reconocido su relación con el que fue cabecilla de la célula que perpetró los atentados de Madrid concede valor añadido a ese dato, pero es además significativo por otras razones.

Por una parte, confirma aún más -si cabe- que los terroristas del 11-M, lejos de constituir una célula independiente, tenían importantes e incluso decisivas conexiones internacionales. La propia sentencia por los atentados de Madrid puso claramente de manifiesto que dichas conexiones existían respecto al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM). Más recientemente he podido revelar los vínculos entre destacados miembros de la red terrorista del 11-M, incluido el propio Serhane ben Abdelmajid Fakhet, y el mando de operaciones externas de Al Qaeda en Pakistán, a través de Amer el Azizi (véase EL PAÍS, 17 de diciembre de 2009 y 11 de marzo de 2010). Ahora, es el propio líder del Grupo Islámico Combatiente Libio quien confirma sus relaciones con El Tunecino.

Por otra parte, esta misma confirmación invita a revisar las relaciones del GICL, o de algunos de sus más relevantes integrantes, con la red terrorista del 11-M. El propio Amer el Azizi permaneció durante la primera mitad de 2001 en el campo de entrenamiento Mártir Aby Yayhya, que el GICL tenía unos 20 kilómetros al norte de Kabul, en Afganistán, lo que consolidó sus ligámenes con dicha organización y con el GICM. En segundo lugar, fue un prominente miembro de aquella, Malek el Andalusi, quien ordenó a Mustafa Maymouni establecer una célula terrorista en Madrid en 2002, después de que delegados del GICL, del GICM y de su entidad análoga tunecina acordaran en Estambul, en febrero de ese año, llevar a cabo actos de yihad en países de los que procedieran o donde residieran sus miembros.

Por si fuese poco, el propio Mustafa Maymouni casó a dos de sus hermanas, respectivamente, con Serhane ben Abdelmajid Fakhet, el cabecilla de la célula operativa de los atentados de Madrid, y con Ziyad al Hashim, también conocido como Imad al Libi, un destacado miembro del GICL. Más todavía: en Trípoli pude asimismo confirmar, durante una conversación mantenida en la tarde del 23 de marzo con Noman Benotman, antiguo mando operativo de dicho grupo, que El Tunecino, minutos antes de suicidarse en Leganés, contactó por teléfono con otro destacado miembro de la misma organización que se encontraba en Londres. Algo suficientemente importante tenía que transmitir Serhane ben Abdelmajid Fakhet a este último, quien posteriormente dijo a mi interlocutor que habían hablado de “negocios”.

En suma, la interacción entre notorios miembros del Grupo Islámico Combatiente Libio y al menos dos de los individuos que desempeñaron papeles fundamentales en la red terrorista que perpetró los atentados del 11-M es manifiesta desde el origen de esta última en la segunda mitad de 2002 hasta su desaparición efectiva con el episodio suicida que siete de sus miembros llevaron a cabo en abril de 2004, hace seis años. Esta conexión se añade a las del Grupo Islámico Combatiente Marroquí y el mando de operaciones externas de Al Qaeda. Pese a todo, aún hay quienes continúan hablando de los atentados de Madrid como si hubieran sido cosa de una célula local independiente o carente de nexo alguno con la urdimbre internacional del terrorismo yihadista. No será porque falte evidencia de lo contrario.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

A favor de la alumna

Por Rosa Pereda, escritora y periodista (EL PAÍS, 28/04/10):

Nunca nuestra cultura prohibió a las mujeres llevar la cabeza cubierta. El protocolo nos permite cubrirnos incluso en la mesa, cosa que a los varones no -bajo techo, ellos no-, y deja el control de esas cuestiones en manos de la moda.

Que las mujeres muestren el cabello fuera de casa es una marca de la modernidad. Es más, de la estricta modernidad occidental y laica. Sólo a partir del Concilio Vaticano II pueden las católicas entrar sin velo en las iglesias. Y llevar tapado el pelo sigue siendo norma en muchos ámbitos occidentales: en los quirófanos, en las cocinas, en muchas fábricas y laboratorios, en muchas órdenes religiosas.

La prohibición del velo en algunos centros de enseñanza no se puede enmascarar en cuestiones protocolarias, porque, respecto a las mujeres, no existen límites: es la prohibición de un rasgo identitario. Y es la introducción en el debate público de un tema que roza los derechos constitucionales de algunas ciudadanas españolas: el de no ser discriminadas por razones de religión.

Tampoco es cierto que cada centro escolar pueda hacer de su capa un sayo. Hay límites bastante precisos. Por ejemplo, no se pueden aplicar castigos físicos, y habría muchos que bien quisieran. No: los derechos humanos, que son individuales y universales, están absolutamente por encima de la voluntad normativa de los padres, enseñantes y propietarios de los centros.

Si son de titularidad pública, no deberíamos ni discutirlo. No se debería haber planteado. Porque abre un debate oportunista y lo hace vulnerando lo importante: el derecho de las chicas musulmanas y observantes a la educación pública. El mismo derecho que se vulneraría si se impidiera a las monjitas tocadas, asistir, como asisten, a la Universidad.

Es un tema de identidades y de pertenencias religiosas, que es absolutamente legítimo -igual de legítimo que el de no adscribirse a ninguna- y que las instancias públicas, aconfesionales y laicas, tienen que proteger y garantizar.

Los ciudadanos tenemos libertad para pertenecer y practicar la religión que nos parezca oportuna, o para no practicar ninguna. Y no tenemos por qué ocultarlo. Como decía hace pocos días Amelia Valcárcel en estas mismas páginas, la religión es privada, pero no clandestina. Los alumnos pueden llevar cruces o solideos o velos, claro que sí. Y el espacio público les respeta a todos, y les enseña, es su primera y principal enseñanza, a respetarse entre ellos. Sabiendo quiénes son.

Por eso el tema del velo no puede relacionarse con el de las señales religiosas en las instituciones públicas: los crucifijos en las aulas, los hospitales o los juzgados, por ejemplo. El Estado -y los centros educativos públicos son Estado- es aconfesional. Así que no a los crucifijos, medias lunas o estrellas de David en el aula pública. Sólo los símbolos civiles, que son símbolos comunes.

A mí, que soy agnóstica de educación católica, el velo no me gusta. Las mujeres progresistas de mi generación en el mundo musulmán, como querían cambiar sus sociedades y luchaban por ello, se lo quitaron. Porque luchar por la naturalidad del cuerpo formaba parte de la lucha de las mujeres por su igualdad. Como mi generación occidental se quitó el sostén, se puso los pantalones, los panties y la minifalda.

Con ello trataban de superar una situación de desigualdad de género, y de diferencia con sus congéneres occidentales; pero también expresaban la esperanza en la normalización democrática y en la salida de la pobreza de sus sociedades. Se quitaron el pañuelo igual que se lo quitaron, año arriba, año abajo, muchas campesinas cristianas de toda Europa. Pensemos en Castilla. Pensemos en Sicilia. Ellas habían elegido la modernidad.

La generación musulmana de nuestras hijas ha recuperado el pañuelo. No es un tema baladí, le han cambiado el significado: ahora tiene un valor reivindicativo e identitario, cuando antes se sentía como un símbolo de sumisión. Pero se da el caso de que ese valor nuevo coincide en el tiempo con el crecimiento y el empoderamiento político de las corrientes religiosas más retrógradas del islam. Y no sólo del islam, de todas las llamadas religiones del Libro. E incluyo a la Iglesia Católica.

En el pulso actual en la Comunidad de Madrid, el debate se ha abierto por donde no se debía, llevándose por delante, primero, la normalidad cotidiana: no es cierto que el pañuelo sea lo que discrimina, lo ha probado la solidaridad con la alumna del instituto Cela; segundo, llevándose también por delante el derecho de unas adolescentes a mostrarse como creen que son, y en la educación pública, como lo que son: ciudadanas de este país.

No creo que se pueda someter a ley general el tema del velo: hace siglos que no hay leyes suntuarias y que no se regla el tema de la ropa: sólo hay esa cosa amplia y cambiante del decoro y la etiqueta, y no creo que nadie se atreva a decir que el pañuelo es indecoroso. El que no se regule es, exactamente, la modernidad.

Y tampoco creo que se pueda dejar en manos de los consejos escolares la posibilidad de prohibirlo: está muy por encima de sus atribuciones. En todo caso, les tocaría investigar, a favor de la alumna, si se la violenta u obliga a llevarlo. Y en ese caso, como en todos los casos de violencia y abusos contra los niños, y con la debida prudencia, actuar en consecuencia: acudir a instancias superiores. A favor de la alumna. El resto es pura provocación.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

La lucha por el cerebro de Cameron

Por Mark Leonard y Daniel Korski. Son, respectivamente, director e investigador senior del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Traducción de Juan Ramón Azaola (EL PAÍS, 28/04/10):

Se está gestando una crisis internacional. Podría tratarse de la decisión norteamericana de bombardear Irán. Los teléfonos de los líderes del mundo comienzan a sonar, incluido el del primer ministro en el nº 10 de Downing Street. A medida que se acercan las elecciones británicas, los diplomáticos de todo el mundo empiezan a preguntarse qué puede esperarse de David Cameron como primer ministro del Reino Unido.

El “gobierno en la sombra” conservador se ha mostrado hiperactivo tratando de asegurar al resto del mundo que serán unos socios responsables, que un nuevo gobierno no se encaminará hacia una “euro-ruptura masiva”. Pero el propio líder tory es una persona de la que nadie sabe mucho. Su misión primordial ha sido la de ser elegido y su experiencia en política exterior es inexistente. Un rastreo por sus ideas acerca de una política exterior “liberal-conservadora” ofrece pocas pistas sobre sus planes futuros.

¿Quién hubiera pensado que Tony Blair -quien antes de ser elegido pronunció un discurso prediciendo que podría ser el primer jefe de Gobierno que no se viera nunca envuelto en acciones militares- llevaría a su país a la guerra en cinco ocasiones? En semejantes experiencias formativas los líderes apelan a sus instintos y al consejo de quienes les rodean. Así que ¿qué sabemos de la gente que, una vez instalado un gobierno tory, puede recibir una llamada en caso de que estalle una crisis?

El Partido Conservador tiene diferentes escuelas de pensamiento diplomático, que podrían enumerarse así: euroescépticos comunes, euro-obsesivos, “realistas modernizados”, neoconservadores, “capitanes de Cameron” y Little Englanders. Todos y cada uno de esos cenáculos pugnan por atraer la atención del líder conservador.

Los euro-obsesivos no son lo mismo que los euroescépticos. Todo el que cuenta algo en el actual partido tory es euroescéptico en algún grado. El cambio generacional a partir de 1997 -cuando la representación parlamentaria de los conservadores fue de sólo 165, la más baja desde 1906- ha sido total y las encuestas demuestran que la nueva hornada puede ser incluso más euroescéptica. Pero hay divisiones sobre cuál es la importancia real de la cuestión europea. Los euroescépticos comunes se contentan con la reciente aceptación por parte de Cameron del Tratado de Lisboa, su promesa de hacer un referéndum sobre cualquier futuro tratado y su petición de una limitada repatriación de poder desde Bruselas. Saben que tienen que trabajar con sus homólogos europeos sobre asuntos como el cambio climático, la presión a favor del libre comercio mundial, la seguridad energética, Rusia e Irán.

Pero los euro-obsesivos piensan de manera diferente. Para ellos, la UE no es una cuestión de compromiso y las razones para cooperar con Francia no son más poderosas que las de mantener vínculos con Rusia. Convencidos de que el Reino Unido tiene un espacio de maniobra independiente en el escenario mundial, operan sobre un espectro que va desde el abandono de la UE hasta el inicio de una nueva negociación entre ambas partes. Tienen un amplio apoyo entre los miembros del partido tory, el 63% de los cuales simpatiza, cuando menos, con la idea de dejar la UE.

La tercera camarilla con relación a la política exterior podría llamarse la de los “realistas modernizados”. En los años sesenta del siglo pasado esta escuela estaba a favor de la unilateralidad y se oponía a la aceptación por parte de MacMillan de los misiles Polaris norteamericanos, porque establecían una dependencia británica de Estados Unidos. Con el tiempo han pasado a ser destacados defensores de la OTAN. Actualmente su miembro más importante es William Hague, el probable futuro ministro de Exteriores conservador. Esto reconcilia el tradicional énfasis conservador sobre la soberanía británica y la aversión a los grandiosos diseños globales con una promoción de los valores británicos. Esperan restaurar las relaciones que se han ido oxidando en los últimos años, ya sea con Rusia o con los recalcitrantes Estados de Oriente Próximo, donde el Reino Unido solía gozar de influencia.

Mientras las otras escuelas políticas tienen sus raíces en la historia diplomática del Partido Conservador, los neoconservadores tienen su inspiración al otro lado del Atlántico. Los neocons británicos apoyan el uso de la fuerza para deponer a los dictadores y aborrecen la inacción del Gobierno de Major ante el genocidio de Bosnia a comienzos de los 90. Son también ardientes atlantistas, firmes partidarios de Israel y sumamente recelosos de las instituciones multilaterales como la ONU y la UE.

La quinta escuela podría llamarse “los capitanes de Cameron”. Un número considerable de actuales y futuros parlamentarios tories ha servido en las fuerzas armadas o procede de familias de militares. Si a veces los neocons contemplan el mundo en términos estratégicos, como generales de salón, los “capitanes” tienden a utilizar una perspectiva de la política exterior más a ras de suelo. Su mayor preocupación es el bienestar militar y cuando consideran la situación en Afganistán centran su atención en la protección y equipamiento más que en la estrategia general.

El último de estos grupos lo forman aquellos a los que tradicionalmente se les ha llamado Little Englanders (denominación que podría traducirse como “ingleses de campanario” o “de vía estrecha”, o quizá como “inglesistas”, nacionalistas antieuropeos que incluso se refieren al Reino Unido como Inglaterra). La pertenencia a este grupo se produce menos en función de una opinión que en la experiencia, o en la falta de la misma. El partido tory tiene hoy una orientación más localista, y la tendrá aún mayor después de las elecciones. Eso sucederá como consecuencia de haber estado fuera del poder durante 13 años, de haber abandonado el Partido Popular Europeo, y de un proceso de selección de candidatos al estilo norteamericano, lo que favorece a los aspirantes locales.

Hasta ahora, David Cameron ha exhibido rasgos atribuibles a todos esos grupos. Rindió tributo a los euro-obsesivos al salir del Grupo del Partido Popular Europeo. Hizo alarde de su “realismo” con su promesa de no ser “servil” con EE UU. Sacó brillo a sus credenciales neocon mediante su demostración de solidaridad con Georgia durante la guerra de ésta contra Rusia. Se ha alineado con su equipo de “capitanes” al formular al primer ministro preguntas relativas a la seguridad militar en Afganistán. Y ha hecho todo esto al tiempo que rehusaba empantanarse demasiado en aventuras exteriores.

Pero será imposible tener contento a todo el mundo todo el tiempo. ¿Qué pasaría si Obama perdiera la paciencia con el programa nuclear de Teherán y solicitara ayuda para un bombardeo? ¿Atendería Cameron el consejo de los neocons de bombardear, respaldaría las preocupaciones de los “realistas” sobre la estabilidad de la región, o las de los “capitanes” sobre los efectos no deseados sobre el terreno?

¿Hasta dónde llegará para proteger la integridad territorial de Ucrania ante una provocación rusa? ¿Y qué decir acerca de la UE? Cameron se ha comprometido a obtener el derecho de exclusión del Capítulo Social de la UE y de su correspondiente Carta de Derechos cuando Croacia firme el tratado de incorporación a la Unión. Pero ¿cómo reaccionará si otros líderes le dan largas al asunto? Los euro-obsesivos le instarán a bloquear la incorporación de Croacia a la Unión. Los realistas modernizados querrán luchar por conservar su capital político para otras luchas relativas a intereses británicos. Los neocons, que creen en la extensión de la comunidad euro-atlántica, pueden no querer poner en riesgo la pertenencia de Croacia a la UE.

La actitud de Cameron en política exterior vendrá definida por los acontecimientos que le afecten en el cargo más que por el tiempo que haya podido dedicar a pensar en la política exterior antes de acceder al poder. Pero a diferencia de Blair, que disfrutó de una generosa mayoría parlamentaria, la libertad de acción de Cameron podría quedar reducida si obtiene una estrecha mayoría. Si se ve forzado, como John Major, a forjar una nueva mayoría sobre cada asunto de su agenda parlamentaria, podría llegar a encontrarse guiado por las obsesiones de los diferentes bandos que luchan por controlar su cerebro.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Ganarse el corazón afgano (y 3)

Por William R. Polk, miembro del consejo de planificación del Departamento de Estado durante la presidencia de John F. Kennedy. Traducción: José María Puig de la Bellacasa (LA VANGUARDIA, 27/04/10):

Casi sin excepción, los principales responsables de las fuerzas armadas y servicios de inteligencia de la OTAN han llegado a la conclusión de que la guerra de Afganistán no se puede ganar por medios militares. La mayoría de ellos coinciden – sobre todo en privado-con el criterio del embajador y ex general estadounidense Kart Eikenberry, en el sentido de que el régimen de Kabul no constituye un socio eficaz desde el punto de vista estratégico. El país se halla plagado de corrupción, narcotráfico, actos de extorsión e incluso casos de violación.

La gente aborrece cordialmente a los agentes de las fuerzas de seguridad. Como el anciano de una aldea señaló recientemente a un corresponsal occidental, “si volvéis a traer a la policía al pueblo, os combatiremos a muerte”. Y otro añadió: “van sin uniforme [ para no ser identificados], toman drogas y roban a la gente”. Por añadidura, las fuerzas armadas afganas constituyen un fiasco. Resulta ya un tópico que el soldado medio, por estar malnutrido, no puede cargar con el equipo habitual. La mayoría son analfabetos y, muchos, toxicómanos. Durante la reciente campaña de Marja, en la provincia de Helmand, las fuerzas estadounidenses informaron de que las fuerzas autóctonas cuidadosamente seleccionadas y entrenadas se dedicaban a saquear los comercios en lugar de combatir. Dadas las circunstancias poco propicias al logro de una victoria en esta guerra (victoria notablemente improbable), los responsables de la OTAN y países occidentales han intentado dar con una alternativa para vencer a los talibanes. Consiste en mejorar el nivel de vida de la población afgana. Para valerse de la famosa frase de los días de la guerra de Vietnam, se trata de “ganarse los corazones y las mentes del pueblo”.

Como en Vietnam, los responsables políticos estadounidenses han descubierto que cuando dan dinero o bienes diversos a los jefes afganos sufren el flagelo del robo al pasar por las manos (y los bolsillos) de los funcionarios de modo que acaso tan sólo un dólar de cada diez llegará a manos de los previstos destinatarios.

En esta guerra, el dinero posee la consideración y el valor de un arma. Al término de la campaña de Marja en marzo, las fuerzas armadas estadounidenses distribuyeron al menos un millón de dólares entre los jefes de tribus pastunes, entre otras la de los Shinwari, en la esperanza de que dejaran de apoyar a los talibanes. En el caso de Iraq se hizo un intento similar que, al principio, pareció funcionar: si bien ciertos líderes tribales fueron contratados, por así decir, de modo temporal, desde luego no resultaron comprados. Al cerrar el grifo del dinero, volvieron sin vacilar a rendir pleitesía a los destinatarios de sus lealtades fundamentales.

El programa de ayuda de la OTAN a la población rural afgana presenta un segundo defecto, todavía más grave: la opción de sortear al Gobierno afgano para tratar directamente con las aldeas o tribus debilita la cohesión del Estado, cuya solidez y fortaleza constituye el objetivo primordial de la política de la OTAN.

Los responsables de la OTAN presupusieron que los afganos recibirían esta ayuda con los brazos abiertos – y así fue, de hecho, en algunos casos-,pero buena parte de la población no ha mostrado tal actitud. Un equipo de investigadores de la universidad estadounidense de Tufts, Massachusetts, concluyó en un estudio tras más de 400 entrevistas que “la percepción de la población afgana acerca de la ayuda exterior es abrumadoramente negativa”. Los talibanes y sus seguidores han aprendido de sus relaciones con los rusos y de las declaraciones de los estadounidenses que lo que consideramos como ayuda consiste, en realidad, en otra forma de guerra. El general David Petraeus lo ha expresado con claridad: “El dinero es mi munición más importante…”.

Por tanto, los talibanes consideran incluso que los proyectos de ayuda en cuestión en el plano civil, como la construcción de centros escolares, se refieren en realidad a instalaciones de carácter militar destinadas a derrotarles en el curso del conflicto, y los miembros de organizaciones humanitarias son soldados cuyo objetivo es expulsarlos del país o matarlos. Naturalmente, el asunto incomoda e irrita a una parte de la población afgana, deseosa de palpar por fin dinero contante y sonante, además de las correspondientes escuelas, centros sanitarios, puentes y carreteras. Quienes trabajan al servicio de proyectos extranjeros o se benefician de la ayuda económica en alguna medida suelen ser precisamente objetivo de los talibanes, que los consideran traidores.

¿Qué debería hacerse para que la política estadounidense al respecto adopte un cariz positivo? La breve respuesta a la cuestión consiste en dejar claro que la ayuda humanitaria debe distinguirse de la contrainsurgencia. Y para ello es menester establecer una fecha en firme y razonablemente próxima de la retirada de las fuerzas extranjeras. La fijación de este calendario habrá de dar paso a una transformación fundamental de la propia vertiente psicológica de la política estadounidense en relación con Afganistán y con su pueblo. Los afganos empezarán, entonces, a comprender que la ayuda en cuestión no es una forma de proseguir la ocupación de su país. Cuando la retirada empiece aser una realidad, los consejos locales intentarán afanosamente salvaguardar todo aquello que actualmente permiten que destruyan los talibanes. Porque, sin respaldo popular y como Mao nos dijo hace mucho tiempo, los talibanes serán como peces sin agua en que nadar.

Durante el periodo que medie entre el anuncio de una fecha en firme de retirada de las tropas y su retirada efectiva del país deberán entablarse negociaciones bajo la guía y patrocinio de la asamblea nacional o Loya Jirga. Tales negociaciones habrán de conducir a un compromiso de gobierno. Tal es el mejor resultado de la guerra y de la ocupación de Afganistán que, con sentido realista, podemos confiar en alcanzar. Así, si somos lo suficientemente inteligentes y sagaces para permitir que los afganos solucionen sus problemas a su manera y según su criterio en lugar de obligarles a adoptar nuestros métodos, podremos empezar a impulsar iniciativas sólidas y permanentes en dirección de la paz y de la seguridad.

El compromiso de retirada del país de forma ordenada y según un calendario razonable constituye el primer paso fundamental para afrontar el envite, mientras que la continuación de nuestras políticas actuales no hará sino multiplicar los costes del problema y conducir al fracaso.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

The World Cup is Africa’s chance to show how it has changed

By Kofi Annan, president of the Kofi Annan Foundation and chair of the Africa Progress Panel (THE GUARDIAN, 26/04/10):

Sport is far more than just a game. One only has to savour the global excitement in the runup to this year’s football World Cup to get a feel for its power and transformative potential. With less than 50 days to go before the first match kicks off, billions of football fans are looking forward immensely to the tournament. So am I – and not just because Ghana, my own country, has such a strong side.

I am also looking forward to it, because this competition may do more to bring our planet together than any treaty or convention could ever hope for. At a time when war, violence and ethnic and religious tensions continue to obscure our common humanity, the World Cup has the real potential to break down barriers and challenge stereotypes.

We have seen time and again how sport helps overcome the most deep-rooted conflicts and tensions. Just think of how the success of the Iraqi national football side in winning the Asia Cup in 2007 sparked scenes of jubilation in every community of that otherwise torn country. The team, which included Sunnis, Shias and Kurds, showed their fellow citizens – and the world as a whole – what could be achieved by working with each other. Or take the 400m gold medal won by aboriginal athlete Cathy Freeman at the Sydney Olympics in 2000. It did more to bring Australia together and enable it to face the past than any number of government task forces or reports. And, of course, the far-reaching impact of South Africa’s triumph in the 1995 Rugby Union World Cup was recently portrayed in the film Invictus. President Mandela understood that, just as the sports boycott had helped undermine apartheid, sport could also help heal its deep scars.

I am convinced that this World Cup has similar potential to rebuild fractured relationships, both within and outside Africa. I am equally convinced that it will do much to puncture the prejudices that, for many, unfortunately continue to define the image of the continent. The cup is a tremendous opportunity for Africa to show how, out of the headlines, it has changed for the better. There are, of course, countries where problems, conflicts and abuses have worsened. But these are the minority. There are many more where democracy and human rights have taken root, governance has improved, civil society has blossomed and opportunities are being extended to ever larger segments of the population. Four years ago, the World Cup altered many people’s perception of Germany. This time, people will be surprised by Africa’s remarkable progress and good spirits – and hopefully, its football teams.

These are only two of the many positive effects the World Cup will have, but they help to highlight the point that the benefits of sport go far beyond its physical and mental impact for the individual; that it is vital, too, for the health and strength of our societies and global community; that it is not a by-product of development, but one of its engines and an important agent of social change. We must use it more widely and effectively. This is the message I will deliver at today’s meeting of sport officials and athletes in Dubai.

But sport’s unquestionably transformative power also begs a deeper question. If an event like the World Cup can bring so many of us together, why do we drift apart as soon as it is over? Why do we all speak the same language while our teams are playing – whether we live in Manila, Manchester or Montevideo – but cannot understand each other once the game is over? Why do the principles of humanity so beautifully enshrined in the Olympic Charter merely seem to apply to the way we play, run and swim against each other, and not the way we do business or politics?

Sport’s potential to bring us together is unmatched, but in the end, it is up to us to stay together. I sincerely hope that all of us will carry the spirit of the World Cup, that being part of a family of nations and peoples celebrating a common humanity, into our daily lives and works.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona