domingo, abril 24, 2011

Energía renovada para el cambio energético

Por Amy Goodman (Democracy now!, 21 de abril de 2011)

Escuche (en español)

La semana pasada, más de 10.000 personas se reunieron en Washington D.C. para discutir, organizar, movilizarse y protestar acerca del cambio climático. Mientras las noticias se centraban en las concentraciones de unos cientos de personas en varios puntos del país, organizadas por el movimiento tea party con motivo del día de declaración de impuestos, el multitudinario encuentro Power Shift 2011 no fue cubierto por ningún medio. El encuentro se realizó en la semana previa al Día de la Tierra, fecha cercana al primer aniversario de la explosión de la plataforma petrolera de BP y al 25 aniversario del desastre de Chernobyl y al tiempo que la planta nuclear de Fukushima continuaba emitiendo radiactividad al medio ambiente. Con este desastroso telón de fondo, la fuerza y la pasión renovadas del movimiento contra el cambio climático aseguran que no podrá ser ignorado durante mucho tiempo.

Bill McKibben, el ambientalista, ensayista y fundador de 350.org, participó del encuentro multitudinario. Allí dijo: “Esta ciudad está tan contaminada como Beijing. Pero en lugar de humo de carbón, está contaminada por el dinero. El dinero pervierte nuestra vida política y nubla nuestra visión. ...Ahora sabemos lo que tenemos que hacer y lo primero que tenemos que hacer es construir un movimiento. Nunca vamos a tener tanto dinero como las empresas petroleras, así que necesitamos una moneda diferente para trabajar, necesitamos organización, necesitamos creatividad, necesitamos energía”.

Los organizadores de Power Shift describen el evento como un campo de entrenamiento intensivo, que capacita a una nueva generación de activistas de base con el objetivo de que regresen a sus comunidades y construyan el movimiento al que convocó McKibben. Las campañas abordadas por los activistas son tres: Catalizar la economía de la energía limpia, La universidad y el desafío climático 2.0 y Más allá de las energías contaminantes. Estas campañas atraviesan los sectores más importantes de la sociedad estadounidense. La iniciativa por una economía de energía limpia cuenta con el apoyo de la Federación Estadounidense del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés), que ve el gran potencial que estos nuevos tipos de energía tienen para la generación de empleo, ya sea en la construcción de turbinas de viento, en la instalación de paneles solares o en uno de los sectores potencialmente más ecológicos y a menudo ignorados: la adaptación de edificios ya existentes para mejorar su eficiencia energética a través de la aislación y la impermeabilización.

El 18 de abril, el día de declaración de impuestos en Estados Unidos, miles de personas realizaron una manifestación denominada “Que los grandes contaminadores paguen”, dirigida contra las industrias de combustibles fósiles y energía no renovable. Los manifestantes se reunieron en el Parque Lafayette, una plaza tradicionalmente utilizada para realizar manifestaciones, que se encuentra entre la Casa Blanca y la Cámara de Comercio Estadounidense. Como dijo Bill McKibben, “Los hermanos Koch son altos picos de corrupción, pero la Cámara de Comercio de Estados Unidos es el Monte Everest del dinero sucio. Alardea en su sitio web de ser el mayor lobbista de Washington, de hecho gasta más dinero en hacer lobby que los cinco lobbistas que le siguen en importancia tomados en su conjunto. Gastó más dinero en política el año pasado que el Comité Nacional Republicano y el Comité Nacional Demócrata juntos, y el 94 por ciento de ese dinero se destinó a financiar a negadores del cambio climático”.

La protesta también se llevó a cabo frente a las oficinas de BP, poco después de que esta empresa realizara su asamblea de accionistas en Londres la semana pasada. Allí, agentes de seguridad impidieron el ingreso de una delegación de cuatro pescadores y pescadoras de las zonas de la Costa del Golfo de México en Louisiana y Texas que fueron gravemente perjudicadas por el derrame de petróleo del año pasado. Diane Wilson, cuarta generación de una familia de pescadores, fue arrestada por alterar el orden público. “Me llevaron por la fuerza y me arrestaron. Fui acusada de alterar el orden público. Me reí de eso y dije '¿Alterar el orden público de BP?' Eso fue muy indignante. Ellos alteraron nuestras vidas pero consideran que tan solo por aparecer en la entrada de la asamblea general de BP, nosotros estamos alterando el orden público”.

La mayor parte de los que participaron en Power Shift 2011 no habían nacido cuando sucedieron los desastres nucleares de Three Mile Island y Chernobyl. Estos jóvenes que procuran un futuro energético sustentable y renovable, ahora se están enterando de lo que significa lo que el Presidente Barack Obama denomina “renacimiento nuclear”. La crisis nuclear en Fukushima aumentó en gravedad hasta alcanzar el nivel siete, el máximo de riesgo y el mismo registrado en Chernobyl. Los mejores pronósticos indican que las fugas radiactivas persistirán durante meses, con impactos en la salud y el medio ambiente que son imposibles de pronosticar.

¿Continuará Obama con la idea de repartir 80 mil millones de dólares en garantías de préstamos para construir más plantas nucleares en Estados Unidos? Afirma estar en contra de la reducción de impuestos a los ricos, pero ¿qué sucede con los subsidios públicos al petróleo, el gas, el carbón y la energía nuclear, que están entre las industrias más ricas del planeta?

Recientemente construimos nuevos estudios para transmitir la hora de noticias de “Democracy Now!” en la televisión y radio públicas en Estados Unidos. Nuestras instalaciones de TV/radio/Internet son las más ecológicas del país, y el Consejo de la Construcción Ecológica de Estados Unidos nos otorgó el reconocimiento al Liderazgo en Diseño Energético y Ambiental (LEED Platinum). El medio es el mensaje. Todos debemos hacer lo propio para contribuir al logro de la sustentabilidad.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Periodistas y activistas son víctimas de la creciente represión en Honduras

Por Amy Goodman (Democracy now!, 13 de Abril/2011)

Escuche/Vea/Lea (en inglés)

Trabajadores, estudiantes y activistas hicieron una huelga general de un mes en Honduras contra la represión del gobierno del presidente Porfirio Lobo. Lobo llegó al poder después de las elecciones que se hicieron durante el régimen de Roberto Micheletti. En junio de 2009, Micheletti tomó el poder mediante un violento golpe de estado militar contra el presidente Manuel Zelaya, elegido democráticamente. Honduras es uno de los países más violentos del mundo; tiene una tasa de homicidios cuatro veces superior a la de México, según las estadísticas del país. Hablamos con Gerardo Torres, periodista independiente y destacado miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras.

AMY GOODMAN: Pasamos ahora a Honduras, donde el mes pasado trabajadores, estudiantes y activistas hicieron una huelga general para protestar contra la represión del gobierno del Presidente Porfirio Lobo. Lobo surgió de las elecciones convocadas por el régimen de Roberto Micheletti que llegó al poder mediante un golpe militar en junio de 2009, contra el Presidente Manuel Zelaya que había sido elegido democráticamente. Este fue el primer golpe militar en América Central en un cuarto de siglo.

Durante el gobierno de Lobo, las fuerzas de seguridad del Estado han reprimido brutalmente a miles de maestros que se manifestaron en contra de la privatización de la educación hondureña. En 2010, Honduras se convirtió en el país más peligroso del mundo para periodistas, siendo marzo el mes con mayor número de víctimas que se haya registrado.

Para analizar la situación, nos acompaña Gerardo Torres, periodista independiente, miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular en Honduras.

Bienvenido. ¿Podría contarnos cuál es la situación en Honduras en este momento?

GERARDO TORRES: Gracias, Amy.

Desde el golpe de junio de 2009, el mes de marzo de este año fue el más violento hasta ahora; aún más violento que cuando Micheletti estaba al mando del golpe. El gobierno de Estados Unidos ha apoyado a Lobo y está tratando de decirle al mundo que Lobo es un presidente legítimo y que estamos en un proceso democrático y de reconciliación.

Pero se puede ver lo que está ocurriendo ahora en Honduras. Hay un promedio de 25 mujeres asesinadas por semana, en lo que va de este año. Hubo más de 40 asesinatos por homofobia de personas de la comunidad homosexual. Cuatro maestros fueron heridos de bala y dos de ellos murieron durante las manifestaciones. Tres estudiantes secundarios fueron encontrados hace tres semanas cerca de Tegucigalpa, el mismo día que Hilary Clinton felicitaba a Lobo por sus avances en derechos humanos y en la reconciliación del país.

En este momento, en las calles de Tegucigalpa y de las principales ciudades hondureñas, nos tiran bombas de gases lacrimógenos, balas de goma, detienen y matan a la gente. Pero al mismo tiempo, Santos desde Colombia o al Departamento de Estado de EE.UU. piden a América Latina que permita el reingreso de Honduras a la OEA en la Asamblea General de junio. Por lo tanto, por un lado, podemos ver cómo nos reprimen, pero por el otro, hay una gran cantidad de esfuerzos para dar cierta legitimidad a Lobo.

La otra cosa es que no hay libertad de expresión, ni libertad de reunión en Honduras. La violencia está aumentando porque el régimen sabe que tiene el apoyo de los medios de comunicación dominantes. A un año y tres meses de la asunción a la presidencia, Lobo no ha terminado ni un solo proyecto. Todo el presupuesto se gasta en armas y en controlar a los medios de comunicación. Y ahora Estados Unidos acaba de aprobar $200 millones de dólares para la guerra contra el narcotráfico y le van a dar ese dinero a los militares y a la policía de Honduras que—se sabe—son parte de las bandas que manejan las drogas. Entonces, es muy contradictorio y muy irónico cómo, en otras partes del mundo, Estados Unidos está supuestamente ayudando a los movimientos populares que se oponen a dictadores y regímenes militares, pero en Honduras, le sigue dando dinero a aquellos que están matando al pueblo hondureño. Esta es la segunda parte del golpe, la primera fue sacar a Zelaya y tratar de destruir la resistencia.

AMY GOODMAN: Manuel Zelaya—

GERARDO TORRES: Manuel Zelaya

AMY GOODMAN: que fue derrocado en junio de 2009.

GERARDO TORRES: Sí.

AMY GOODMAN: Después de eso, se formó una comisión por la verdad. Fue establecida por la Organización de Estados Americanos y se designó al ex presidente de Costa Rica y ganador del Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias, como mediador entre el régimen golpista y el gobierno derrocado. ¿Qué ocurrió?

GERARDO TORRES: Bueno, es una comisión por la verdad creada por el régimen. Está patrocinada por Lobo y su gobierno. Entonces, no esperamos mucho de ella. Se creó otra comisión desde la plataforma de los organismos de derechos humanos. Se llama La Comisión de la Verdad y sus miembros han estado en toda Honduras tratando de reunir testimonios de personas que han sido víctimas de la represión y de la violencia. Y ellos van a presentar su informe final en octubre o noviembre de este año. Vamos a tener dos informes: uno en el cual Lobo ya dijo que nadie va a—

AMY GOODMAN: Nos quedan solo 10 segundos.

GERARDO TORRES: nadie va a ser enviado a la carcel. Y el otro informe que sí va a decir algunas cosas. Algo que quiero decir es que la nueva etapa del golpe consiste en que la segunda semana de mayo se va a hacer una conferencia llamada “Honduras Open for Business” –con nombre en inglés-. Van a venir a Honduras, a San Pedro Sula, Álvaro Uribe, el ex presidente de Colombia y Carlos Slim de México. Bill Clinton está invitado, pero todavía no confirmó su asistencia. La idea es poner a la venta lo que controlan con las fuerzas militares.

AMY GOODMAN: Gerardo Torres muchísimas gracias por estar con nosotros.

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Traducido por Alejandra Burgos y Grabrila Diaz Cortez.

In Ivory Coast, Democrat to Dictator

By Venance Konan, a journalist and novelist. This essay was translated by The Times from the French (THE NEW YORK TIMES, 08/04/11):

In 1982, when I was a student in Abidjan, I went on strike for Laurent Gbagbo. President Félix Houphouët-Boigny — Ivory Coast’s first president, who ruled for more than 30 years — had forbidden Mr. Gbagbo, then a democracy activist and history professor, from holding a conference. The government detained about 100 of us demonstrators at a military base, where we spent two days without food. We didn’t regret it; we had pinned our hopes for democracy on Laurent Gbagbo.

But look at Mr. Gbagbo now: Soundly defeated at the polls last November after a decade as president, he refused to concede, plunging Ivory Coast into chaos. Those who protested were tortured and killed; his soldiers fired on gatherings of women and shelled a market, killing dozens. It’s only now, after United Nations and French troops have intervened and he has been besieged in his home, that he may be prompted to give up his hold on power.

How did the man who was once seen as the father of Ivorian democracy turn to tyranny? Was it the corruption of power? The intoxication of going from having nothing to everything all at once? Only a year before he was elected president, in 1999, I remember him denouncing Slobodan Milosevic, saying: “What does Milosevic think he can do with the whole world against him? When everyone in the village sees a white loincloth, if you are the only person to see it as black, then you are the one who has a problem.” But in the space of 10 years, he became deluded by power, a leader whose only ambitions were to build palaces and drive luxurious cars.

After last fall’s election, Mr. Gbagbo and his wife, Simone, refused to accept the results, in part because they had become evangelical Christians, and their pastors convinced them that God alone could remove them from power. Every day on state TV, fanatical clergymen called Mr. Gbagbo God’s representative on earth, and the winner of the election, Alassane Ouattara, the Devil’s. Many young Ivorians, poor, illiterate and easily brainwashed, believed this.

More prosaically, Mr. Gbagbo and his cronies — guilty, among other crimes, of stealing from the public coffer — fear being brought to justice before an international tribunal, so much so that they have decided to hold on to power no matter the cost. The fear of losing everything can make a dictator, even one who once was a champion of democracy, lose his mind.

The hopes we had in 1982 are long gone now. I was one of many people who denounced Mr. Gbagbo’s brazen attack on democracy, and on Jan. 10, his militiamen burst into my old house in Abidjan looking for me. I went into hiding after that, and friends helped me flee Ivory Coast for Ouagadougou, in Burkina Faso, and then France.

I am much luckier than those who have been killed, wounded or raped, those who are languishing in Liberian refugee camps or living without water and electricity. My friend Oumou tells me that her neighbors are burying their dead in their buildings’ courtyards. If they go to the cemetery with the bodies of relatives who have been shot in the fighting, they are considered rebels and executed. The same is true for people who seek medical treatment for bullet wounds.

The international community was right to intervene. To allow Mr. Gbagbo to remain in power despite the wishes of the electorate is to give up on the democratic process in sub-Saharan Africa, at the same time as North Africa and the Arab countries are overthrowing authoritarian regimes. We in sub-Saharan Africa began that process 20 or 30 years ago, when Mr. Gbagbo and I were younger men. From Bamako, Mali, to Kinshasa, Congo, students and the dispossessed poured into the streets to topple our dictators.

But in Ivory Coast, we failed; Houphouët-Boigny stayed in power until his death, just as Omar Bongo did in Gabon and Gnassingbé Eyadéma in Togo, while Paul Biya is closing in on 30 years in Cameroon. The seed of democracy had been sowed in Africa, but it grew slower in some countries than in others. I believe it will grow again in Ivory Coast, once Mr. Gbagbo is gone.

I saw him on TV last December, when, despite the protests, he was inaugurated for another term at the presidential palace. Simone Gbagbo wore a white dress, as if she were a bride. At the end of the swearing-in, she conspicuously kissed her husband, and the small crowd applauded. The president and his wife were well-matched in delusion: The whole country knows that Mrs. Gbagbo lost her husband’s favor once he became president, and he has since taken a second wife — younger and, it is said, more beautiful. The kiss, like the ceremony, fooled no one.

When I heard that international forces were bombarding Mr. Gbagbo’s bases, that was the image that came to me: Laurent, wearing the medals and sash of the office that he refused to give up, and Simone in her wedding dress, the two entwined forever in their tragedy, which is also that of their country.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Our revolution’s doing what Saleh can’t – uniting Yemen

By Tawakkol Karman, who chairs Women Journalists Without Chains. She is a human rights activist and leader of the popular revolution movement in Yemen (THE GUARDIAN, 08/04/11):

The revolution in Yemen began immediately after the fall of Ben Ali in Tunisia on 14 January. As I always do when arranging a demonstration I posted a message on Facebook, calling on people to celebrate the Tunisian uprising on 16 January.

The following day a group of students from Sana’a University asked me to attend a vigil in front of the Tunisian embassy. The crowd was shouting: “Heroes! We are with you in the line of fire against the evil rulers!” We were treated roughly by the security forces, and we chanted: “If, one day, a people desires to live, then destiny will answer their call,” and “The night must come to an end” – the mantra of the revolutionaries in Tunisia.

The demonstration was astonishing; thousands turned up, and Sana’a witnessed its first peaceful demonstration for the overthrow of the regime. “Go before you are driven out!” we cried.

That night student and youth leaders visited me, along with the human rights activist Ahmed Saif Hashid and the writer Abdul Bari Tahir. We agreed that we could not let this historic moment pass us by, and that we too could spark a peaceful revolution to demand an end to a despotic regime. We decided there was to be no backing down, despite the repression we knew would come. The rallies grew daily, even though the government deployed thugs against us.

After a week of protests I was detained by the security forces in the middle of the night. This was to become a defining moment in the Yemeni revolution: media outlets reported my detention and demonstrations erupted in most provinces of the country; they were organised by students, civil society activists and politicians. The pressure on the government was intense, and I was released after 36 hours in a women’s prison, where I was kept in chains.

After my release I continued to demonstrate . Invitations were sent to all parties – including the people of the south, the Houthis in the north, the tribes, trade unions, civil society organisations and the army – to join the peaceful student revolution and demand an end to the regime. We encouraged them to overlook their differences and assured them that Yemen would be better off without Ali Abdullah Saleh; that the Yemeni people could resolve their own problems, including the war in Sa’ada, the issue of south Yemen and the question of terrorism. We believe we can establish a civil state with the rule of law. This was the message in the first weeks of the revolution.

Around the country, in places like Ta’az, Aden and Al-Hadidah, tents sprang up for vigils, copying Cairo’s Tahrir Square. Hundreds of thousands poured into these “squares of liberation and change”. With the inclusion of all sections of society, the revolution had outgrown the student movement.

So what happens when the regime falls, as it must? We are in the first stage of change in our country, and the feeling among the revolutionaries is that the people of Yemen will find solutions for our problems once the regime has gone, because the regime itself is the cause of most of them. A new Yemen awaits us, with a better future for all. We are not blind to reality, but the fact is that the revolution has created social tranquillity across the country as the people put their differences to one side and tackle the main issue together – no mean feat, given that there are an estimated 70m weapons in Yemen.

In five years my country has witnessed six wars, but now the people’s guns are silent; they have chosen peaceful change. Despite the fact that hundreds of protesters have been killed by the regime, not one police officer or security agent has been killed by the masses. Even Ma’arab, the most unruly and turbulent province, has witnessed its first peaceful demonstrations.

Violent tribesmen who have fought each other for decades have come together in “liberation squares”; blood feuds have been forgotten. When snipers killed more than 50 protesters and wounded 1,000 on the Friday of Dignity, it was the young who arrested the culprits; not one was attacked or injured, despite the anger and the blood that had flowed in the streets. This was the peaceful nature of the revolution in practice.

For the first time people in the south stopped calling for separation, raised the national flag and demanded an end to the regime. It’s been truly historic. The country is united in its aim to rid itself of the regime through public vigils and rallies, civil disobedience and slogans instead of tear gas and bullets.

We are confident that our revolution has already succeeded and that the regime of Saleh has in effect, already collapsed. This is a regime that carried out 33 years of rule through blood and corruption. We have brought it to its knees through our determination to remain in the squares for months if necessary, and through the steadfastness of our young people who have confronted the bullets of the regime with bared chests. With politicians and members of the army standing beside us, our success will go even further.

We cannot let the bogeyman of al-Qaida and extremism be used to stall historic change in our country; Saleh invokes this threat in an attempt to cling to power, as if he is the only one capable of bringing stability and tackling terrorism. It would be foolish to believe his lies. .

Let us be clear: the Yemeni revolution has already brought internal stability to a state riddled with war and conflict. I call on the global community to support the peaceful revolution as it did in Tunisia and Egypt. I call on the United States and the European Union to tell Saleh that he must leave now, in response to the demands of his people. They should end all support for his regime, especially that which is used to crush peaceful opposition – tear gas canisters have “Made in America” on them. They should freeze the Saleh family’s assets and those of Saleh’s henchmen and return them to the people.

If the US and Europe genuinely support the people, as they say, they must not betray our peaceful revolution. It is the expression of the democratic will of the overwhelming majority of the people of Yemen.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Iceland, fight this injustice

By Eva Joly, a French MEP and was an adviser into the criminal investigation into the failed Icelandic banks (THE GUARDIAN, 08/04/11):

On Saturday the Icelandic people vote in a referendum on whether the Icelandic state and thus the citizens should guarantee the so-called Icesave claim. Icesave was a bank deposit account that promised market-leading interest rates. When the bank failed, the question arose if the Icelandic depositors’ guarantee fund – a private institution financed by the banks – should have taxpayer backing. Instead of letting depositors lose their money or even wait for compensation from the bankruptcy estate, the governments of the UK and Netherlands (where the Icesave products where marketed) decided to reimburse depositors from their own countries. The reimbursement included the full principal, while the recklessly high-interest profits of the risk-seeking depositors were thrown in as a bonus.

Then the British and Dutch authorities went to the Icelandic government and claimed, with reference to EU regulation, that the compensation was in fact the responsibility of the Icelandic taxpayer and that Iceland had to reimburse the British and the Dutch in full.

The claims on Iceland are huge, considering the size of its population – £3.5bn equals a claim on the British taxpayer of £700bn. The claim is contested; it has a doubtful legal basis, and an even more doubtful moral basis.

In a similar vein, the people of Ireland, Greece, Portugal and other EU nations have had to accept a total guarantee of all loans made by commercial lenders, thus leaving both financial institutions and bondholders free of all responsibility. Why is this? Has this been discussed properly? Is the idea that taxpayers should necessarily guarantee private lenders a commonly accepted proposition? Is reckless lending supposed to be without consequence?

Instead of applying the customary methods of writing off debt, it seems that an invisible consensus has been created – reminiscent of Chomsky’s phrase of the “unconscious conspiracy” – that the financial excesses and reckless lending of the past decade shall be carried forward by the taxpayers into the unforeseeable future. As a result, citizens across Europe are facing extreme cuts in public services, tax rises and massive rises in unemployment.

Serious sovereign debt problems have, until now, been limited to developing countries, thwarting real social and economic development. But now the problems that people across some of the poorest countries in the south have been struggling with for decades are hitting home in the north.

It is in this context that the Icesave referendum is both meaningful and important for Europe and the wider world. It is evident that the democratic process is lacking. There has been no public debate to decide if taxpayers should bail out financial institutions as a matter of principle, or not. I seriously doubt that the European taxpayer thinks this is just and fair. It is not clear whether this is an ideological stance or a practical one. And if it is purely practical, is it sustainable?

The financial crisis has led to unimaginable suffering for millions of people who have lost their homes, jobs and pensions. These men and women know what these losses mean, while international financiers, bankers and bondholders walk away fully compensated, with their bonuses and surreal salaries and profits intact, as if nothing had happened. Their cynical and reckless behaviour is clearly visible, like bomb craters in the economic landscape.

The world is now looking to the Icelandic people, who have hitherto refused to accept the order of the day – unconditional bailouts of the financial sector. I hope that this commendable fighting spirit will carry the day.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Crackdown in China

By Nicholas Bequelin, senior researcher on Asia at Human Rights Watch (THE NEW YORK TIMES, 08/04/11):

It has taken the arrest of Ai Weiwei, one of China’s best-known contemporary artists and an outspoken critic of the Chinese government, for the world to take notice that Beijing is in the midst of the largest crackdown on dissent in over a decade — one that differs ominously in scope, tactics and aims from previous campaigns.

The authorities are clearly casting a wider net over all advocates of “global values”— the code word in China for human rights, the rule of law and freedom of expression. Everyone from veteran dissidents to lawyers, rights activists, NGO coordinators, journalists, writers, artists and even ordinary netizens are being targeted.

In the past six weeks, Human Rights Watch has logged over a hundred cases of detention for advocacy across the country. Eight of China’s top human-rights lawyers were arrested in mid-February and have not been heard from since. Up to 20 people are facing prosecution for the loosely defined crime of “inciting subversion,” which includes criticism of the Communist Party. Writers, bloggers and critics have been threatened with arrest.

The authorities’ methods are also distinctive this time around. Gone is the reliance on short-term detention and house arrest; instead, the Public Security’s Bureau No. 1 branch — the secret police in charge of “Domestic Security” — have opted for a mix of arrests on state security charges and extrajudicial tactics such as disappearances, physical intimidation or beatings by plain-clothes thugs, as well as threats of torture and retaliation against family members and work associates.

This shift to extrajudicial tactics was tacitly acknowledged by the authorities when a government spokesman warned on March 3 that “the law was not a shield” for people “creating trouble for China.”

The aims of the current repression also differ from previous campaigns. Rattled by the revolts of North Africa and the Middle East, and yielding to the demands of a security apparatus that has been radically empowered since the staging of the 2008 Olympic Games, the Chinese leadership has launched an assault against all government critics in an attempt to reassert control over an increasingly assertive civil society.

The lesson Beijing has taken from the Middle East uprisings is that the Internet can be the starting point of large-scale popular protests and that it has indeed contributed to the spread of “global values,” such as freedom of expression and human rights. In the minds of the leadership, these factors generate an urgent need to reassert control.

Over the past few years nothing short of a communication revolution has taken place in China. Thanks to the Internet, social networks and microblogging, a new generation of Chinese citizens — particularly those courageous enough to try to evade censorship and surveillance — has had the opportunity to access information and experiment with genuine freedom of expression.

When bloggers see their Web site “harmonized” — the euphemism for being shut down by the authorities — they simply open another one elsewhere.

Even the Great Firewall is not entirely effective: Blocked in China, Twitter has been widely used to share information and build a sense of community among previously isolated activists.

The transformative dimension of this revolution on the expectations of China’s polity is an enormous challenge to the one-party system. It also highlights the growing divergence between two visions of China’s political future.

One is of a society that Chinese citizens want to build now that their country has emerged as a global power and the second-largest economy in the world — a social order that doesn’t necessarily preclude the Communist Party, in some leadership role.

The other is the Party’s vision of what is necessary to not only secure its leadership, but preclude a split in its own ranks. That view is grounded not in confidence, but in insecurity, distrust of civil society and fear as to the consequences of an embrace of global values.

In this sense, the current crackdown is more than the routine weeding out of critics; it is an effort to redefine the limits of permissible expression and roll back the advances made by Chinese civil society over the past decade.

The voice of the international community at this juncture is crucial because Beijing will weigh that response before deciding on a course of action. The silence in the early weeks of the crackdown has emboldened the authorities and was probably decisive in the decision to go after someone as prominent as Ai Weiwei.

“Quiet diplomacy” was tried when Liu Xiaobo, the 2010 Nobel Peace Prize laureate, was arrested in December 2008. He is now serving an 11-year sentence in prison; his wife is entering her fourth month of house arrest.

Unambiguous messages to Beijing that its conduct is unacceptable and illegal may not guarantee this new crackdown will stop, but a failure to speak up will ensure it continues.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Pérou: le retour des vieux démons à l’élection présidentielle

Par Diana Burgos-Vigna, maître de conférences en civilisation latino-américaine à l’Université de Cergy-Pontoise (LE MONDE, 08/04/11):

Le 10 avril, les Péruviens éliront leur nouveau président… à moins qu’ils n’optent pour une présidente ? La jeune femme de 35 ans, candidate pour la première fois aux élections présidentielles, porte en effet un nom prédestiné pour accéder au pouvoir: Keiko Fujimori n’est autre que la fille de l’ancien président Alberto Fujimori qui, après avoir occupé le pouvoir pendant toute la décennie 1990, a été condamné par la justice péruvienne en avril 2009 à vingt-cinq ans de prison pour atteintes aux droits de l’homme. Bien que la jeune candidate ait cherché à se démarquer du père en construisant sa campagne politique sur le thème du changement, l’héritage que lui laisse l’ancien dictateur est lourd à porter: malversations en tous genres, corruption, pratiques clientélistes à grande échelle, détournements de fonds, responsabilité dans des assassinats collectifs, enlèvements…

Et pourtant, Keiko jouit d’une popularité certaine: les sondages d’opinion la créditent d’environ 20 % des voix au premier tour et n’écartent pas la possibilité de sa présence au second.

Pareille situation n’est cependant pas inédite au Pérou et l’actuel président en est la preuve : Alan Garcia a en effet été élu en 2006 malgré le bilan désastreux d’un premier mandat dans la seconde moitié des années 1980 : à une crise économique qui s’était accompagnée de taux d’inflation records, s’étaient ajoutées la montée de la violence du Sentier lumineux et des accusations de malversations qui le menèrent à un exil doré de plusieurs années dans les beaux quartiers parisiens.

Si Alan Garcia ne se représente pas aux élections présidentielles de 2011 – car la Constitution ne l’y autorise pas –, d’autres personnalités issus d’un passé politique récent viennent compléter une galerie d’”anciens”, peu stimulante pour beaucoup d’électeurs péruviens: Ollanta Humala, arrivé deuxième aux dernières élections après avoir mené une campagne polémique aux accents nationalistes; Luis Castaneda, ancien maire de Lima; Pedro Pablo Kuczinski, ancien ministre des finances; et Alejandro Toledo, ancien président de 2001 à 2006, dont la popularité chuta jusqu’à 8 % pendant une large partie de son mandat, et à la présidence marquée par un fort mécontentement social ainsi que par une série de scandales de corruption. Ce dernier candidat est cependant, avec Keiko Fujimori et Ollanta Humala, l’un des favoris des sondages.

DÉSARROI

Les Péruviens auraient-ils donc la mémoire courte ? Un penchant pour l’autoritarisme et la corruption? Ou seraient-ils destinés à un populisme qui semble être le dénominateur commun de tous ces candidats? A en croire Latinobarometro, institut de sondage qui réalise chaque année une consultation dans plusieurs pays latino-américains afin d’en prendre le pouls politique, les Péruviens ne seraient pas moins démocrates que leurs voisins. Bien au contraire, ils se situeraient dans la moyenne haute de la région latino-américaine, l’appui à la démocratie avoisinant les 61%. Cependant, le sondage met également en évidence la grande déception des citoyens péruviens face aux failles de leur démocratie. S’agissant du fonctionnement des institutions démocratiques, les Péruviens figurent en effet parmi les plus insatisfaits d’Amérique latine. Démocrates donc, mais désabusés.

La cause de ce désarroi, c’est plutôt dans le décalage entre la situation économique d’ensemble et le quotidien des Péruviens qu’il faut la chercher. Dans un pays qui détient depuis plusieurs années les meilleurs taux de croissance de l’Amérique du Sud (jusqu’à 10% avant la crise), la question de la répartition des richesses est loin d’être résolue. Si la pauvreté a reculé ces dernières années, elle frappe encore plus du tiers de la population et reste toujours élevée dans certaines zones du pays, et notamment dans la cordillère des Andes où elle touche près de 60 % des habitants. Par ailleurs, selon la Banque mondiale, 73% des Péruviens travaillent dans le secteur informel et, en matière d’éducation, le niveau du Pérou est des plus faibles en Amérique latine, avec un taux de scolarisation en primaire inférieur à la moyenne latino-américaine.

Dès lors, l’incompréhension de la population face aux bons résultats économiques est légitime: quand on ne sait pas où vont les richesses, l’attirance exercée par le populisme est forte. Au Pérou, la citoyenneté politique ne s’est pas encore accompagnée, pour la majorité, d’une satisfaction des droits sociaux minimaux. C’est pourquoi Keiko Fujimori séduit : elle est, après tout, la fille de celui qui se déplaçait jusque dans les villages les plus reculés des Andes pour aller à la rencontre du peuple. En conséquence, au-delà des élections d’avril, l’enjeu politique et social est majeur : détourner les Péruviens de l’autoritarisme et du populisme, enfants indignes de la démocratie, en leur montrant que les bienfaits de cette dernière pourront aussi avoir, et rapidement, une traduction sociale concrète.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Les citoyens de Benghazi sont des résistants, pas des militaires professionnels

Par Julien Roumette, maître de conférences, Université de Toulouse Le Mirail (LE MONDE, 08/04/11):

Dans les commentaires sur la guerre en Libye, on entend sonner comme un reproche le fait que les révolutionnaires ne savent pas se battre, qu’ils sont désorganisés, manquent d’unité dans l’action militaire, ne sont pas commandés. Face aux troupes régulières de l’armée libyenne, ils ne font pas le poids, ils manquent vraiment de tenue et de sérieux. Allons bon ! Voilà qu’il faudrait que le peuple qui se soulève marche au pas, le petit doigt sur la couture de l’uniforme !

Les citadins de Benghazi, ingénieurs, médecins, ouvriers, les paysans de Zentan, avec leurs fusils datant d’il y a un siècle, à peine bons pour la chasse, ont un grave défaut : ils sont mus par leur enthousiasme, non par la discipline militaire. Ils n’avaient pour la plupart jamais touché une arme de leur vie. Ils sont forcés d’apprendre. Ils le font. Ils se battent. Ils se font tuer très courageusement, sous le regard désapprobateur des vieux officiers passés à la révolution qui n’y peuvent rien sinon saluer leur héroïsme. Ils ont mis leur vie dans la balance, et ils la donnent avec entrain.

Cet enthousiasme que de vieilles badernes – ou ceux qui sont sensibles au charme des vieilles badernes – trouvent le moyen de critiquer est pourtant la marque de la noblesse de ces combattants. Il est la force du mouvement qui est en train d’ébranler la Libye et le monde arabe. Sa force spirituelle peut faire sa faiblesse militaire, dans les combats tactiques. Elle n’en est pas moins la force la plus puissante qui puisse mobiliser les hommes. Qu’on se souvienne de Valmy: les citoyens de Paris armés n’avaient aucune chance face à l’armée coalisée. Ce n’était qu’une bande de civils, à peine armés, sans formation militaire ou si peu : leur enthousiasme à se battre a débandé les rangs de l’armée professionnelle en face d’eux. Georges Orwell, dans Hommage à la Catalogne, fait d’inoubliables portraits de “miliciens” qui disent cette même résignation décidée à la guerre, dans la Barcelone de 1936, lors de la levée en masse contre les militaires très professionnels de Franco.

Non, les révolutionnaires libyens ne sont pas des militaires. Et c’est tant mieux ! Les Résistants aux nazis et à Vichy, en France, ne l’étaient pas non plus pour la plupart. Les combats finis, beaucoup sont retournés à leurs métiers et à leurs vies. Un grand nombre étaient issus d’une gauche plutôt pacifiste, hostile à des guerres largement vues comme capitalistes et menées au nom d’intérêts nationalistes. Mais ils n’ont pas manqué de courage au moment décisif. La répugnance à la violence ne peut pas signifier l’hostilité à tout combat. Parce que d’autres ont le goût de la violence, de la guerre et du pouvoir.

Cet effort prodigieux de bêtise dont il faut être capable pour croire sérieusement à la guerre”, écrivait Romain Gary dans La Promesse de l’aube (Gallimard, 1960), lui qui s’était battu dès le premier jour. En Libye aujourd’hui, il y a ceux qui non seulement croient, mais aiment la guerre : la guerre est leur milieu. Kadhafi est l’incarnation de cette mentalité seigneuriale : homme de guerre, il n’a cessé de la faire d’une manière ou d’une autre, toujours prêt au combat, se délectant de sentir jouer les rouages bien huilés de la violence. Il le porte sur son visage et dans sa voix. Lui et ses semblables régissent les temps de paix comme s’ils étaient en guerre, par la terreur, ils exigent l’obéissance aveugle, sont maîtres en psychologie de l’achat des âmes et du cynisme. Pour eux la vie est une forme de la guerre.

Ceux qu’ils ont si longtemps soumis ont fini par les prendre au mot et par se révolter. Mais leur amour ne va pas à la guerre, il va à la vie. C’est au nom de la vie qu’ils se battent. L’homme qui a fait basculer les combats à Benghazi n’était pas un professionnel du combat. C’était un père de famille qui a décidé que ça suffisait comme cela et il a fait sauter la porte principale de la caserne, au prix de sa vie, ouvrant la brèche décisive qui a emporté la bataille et ouvert grandes les portes de la Libération. Quelle décision déchirante cela a-t-il du être ! Ce genre de générosité rend muet. Il savait qu’il n’en sortirait pas, il ne l’a fait ni pour une solde ni pour une médaille. Il le fallait, voilà tout.

Ah ! que la victoire demeure avec ceux qui auront fait la guerre sans l’aimer!”, s’écriait Malraux en 1941, au moment le plus noir de la seconde guerre mondiale, dans Les Noyers de l’Altenburg. C’est de ce bel espoir qu’est faite notre admiration et notre sympathie pour les peuples arabes en révolution aujourd’hui, et pour le peuple libyen en particulier, le plus durement éprouvé pour l’heure.

Deux visages de l’humanité s’opposent. Dans certains de ceux des insurgés de Zentan passent les clartés généreuses des républicains et des anarchistes de la guerre d’Espagne, opposant leurs sourires radieux et plein de vie à la poussière des colonnes de blindés marchant contre eux dans la plaine.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Une nouvelle Egypte ?

Par Patrick Cazin, chargé d’étude à l’Irsem (LE MONDE, 08/04/11):

Le peuple égyptien s’est soulevé après de longues années de pouvoir autoritaire. L’armée égyptienne s’est rangée du côté du peuple et a su utiliser le lien avec Hosni Moubarak pour éviter un scénario révolutionnaire de libération nationale dans une logique d’affrontements : pas de guerre civile sanglante, pas de partition du pays et une tentation obscurantiste tenue à distance. Après un premier élan populaire, l’Egypte entre dans une période d’instabilité, principalement marquée par l’incertitude.

Il est trop tôt pour dire si le processus de transition démocratique ira à son terme, cependant cet appel à la liberté est probablement irréversible. Deux défis majeurs au moins devront désormais être relevés : réorganiser l’Etat, redonner à l’Egypte sa place de nation “phare” dans le monde arabe. Le processus politique est ambitieux : une constitution amendée, des élections présidentielles et législatives libres et les délais sont courts. La tradition étatique de l’Egypte constitue un atout solide ainsi que la place de l’armée dans la société. Mais subsistent encore dans les cercles proches de l’ancien pouvoir des freins à une libéralisation accélérée : hommes d’affaires et militaires influents, caciques du PND restent dans une logique d’intérêts personnels que seules des mesures énergiques pourront limiter. Elles seront nécessaires pour remettre l’économie en marche en s’appuyant sur un nouveau pacte social, sans “casser” l’appareil politique de prise de décision. Il faudra trouver un équilibre entre les aspirations populaires légitimes et les réalités économiques. Le chemin existe mais il est étroit. A terme, le nouveau régime ne pourra pas non plus faire l’économie d’une redéfinition des relations entre pouvoir politique et cadre religieux. Le rôle et l’influence des Frères musulmans aussi bien aux plans politiques que religieux restent encore une grande inconnue.

Mais c’est aussi la politique étrangère que le nouveau gouvernement devra repenser. L’Egypte, Etat clé du monde arabe par son histoire politique et religieuse, sa position géographique et son influence culturelle, entame un processus de modernisation. Sans doute voudra-t-elle redéfinir les relations politiques et économiques avec ses partenaires traditionnels, sans ignorer le poids de ses contraintes démographiques et économiques structurelles et réinvestir pleinement le paysage stratégique moyen-oriental pour y tenir son rang. Quelles en seraient les conséquences pour les acteurs régionaux ? Un grand Etat moderne et légitime (car il n’y aurait plus de découplage entre le pouvoir en place et la “rue égyptienne”) pourrait permettre de fédérer les attentes des peuples arabes, une grande nation arabe serait capable de réinvestir de façon équilibrée l’espace politique, diplomatique et religieux. Elle se pose en rupture avec ceux dont l’intérêt est de maintenir un Moyen-Orient divisé et affaibli pour y préserver leur influence.

D’abord l’Iran, évidemment. Les désaccords historiques entre l’Iran et l’Egypte sont lourds. Ils couvrent tous les domaines. Le retour de l’influence égyptienne constituerait pour l’Iran une mauvaise nouvelle, alors que le régime y est contesté de l’intérieur. On pense naturellement en premier lieu à la question religieuse : un Islam sunnite modéré pourrait contrer la poussée du radicalisme chiite iranien. Mais au-delà, les Egyptiens ont intérêt à un Moyen-Orient stable, alors que l’Iran cherche à étendre son influence par la déstabilisation. Il entretient les divisions (au Liban notamment) et soutient les mouvements armés. S’ils sont notoirement dirigés contre Israël, ils remettent en cause implicitement la capacité des Etats arabes à régler le problème palestinien ou plus généralement la question de la place d’Israël dans la région. A cette logique de confrontation entretenue par l’Iran, l’Egypte peut substituer une logique de négociation, si elle sait fédérer la cause arabe autour d’une solution pacifique du conflit. Plus généralement, le retour de l’Egypte permettrait d’envisager le règlement des questions du Moyen-Orient sous l’angle de “l’arabité” et non plus sous celui d’une puissance extérieure radicale, animée par des considérations idéologiques.

Ensuite l’Arabie saoudite. Un nouvel acteur vient lui contester des parts de marché, car il chasse d’abord sur les terres de l’Islam sunnite. Si l’Egypte sait résoudre la question religieuse, elle pourrait constituer une alternative crédible à l’Islam wahhabite pour les pays arabes qui ont changé ou vont changer de régime. A la décolonisation, les nouveaux Etats arabes avaient en effet le choix entre plusieurs structures politiques : la séparation avec les anciennes puissances coloniales les a éloignés d’un système libéral, le nationalisme arabe n’a vécu (hors Syrie et Irak) que jusqu’à la chute de Nasser, restait le modèle saoudien. Au nom de l’Islam et en utilisant ses immenses richesses, l’Arabie Saoudite a favorisé son modèle politique: un régime autoritaire et héréditaire. C’est cet édifice que fissurent la révolution égyptienne et sa devancière tunisienne.

Puis la Syrie. Elle incarne avec l’Arabie Saoudite des systèmes politiques qui ont vécu. Fondés sur le dirigisme et des relèves de pouvoir familiales, ils sont manifestement à contre sens de l’histoire. Dure réalité pour Bachar Al-Assad que de partager avec l’ennemi saoudien cette singularité. Une fois encore, la Syrie se trouve à la croisée des chemins, difficile pour elle de suivre sa ligne politique traditionnelle: ne pas choisir d’options stratégiques. Fera-t-elle le choix du statu quo pour maintenir le régime ou se rapprochera-t-elle de l’Egypte ?

Enfin la Turquie. Son modèle de société représente une alternative pour les nouveaux pouvoirs arabes. Il est sans doute source d’inspiration, pas de duplication. L’Egypte cherchera-t-elle à l’importer ou voudra-t-elle s’y opposer ? Du choix arrêté dépendront aussi les relations entre les deux Etats régionaux et l’influence turque dans le monde arabe.

Si la révolution égyptienne est sans doute un tremblement de terre dans le monde arabe, elle ne devrait pas affecter la sécurité d’Israël et pourrait constituer une chance à saisir pour de nouvelles configurations au Moyen-Orient. Immédiatement, et malgré un réflexe sécuritaire israélien, guidé probablement par des logiques de politique intérieure plus que par une crainte avérée, l’Egypte a confirmé ses engagement internationaux : pas de remise en cause de l’accord de paix avec Israël. La donne change, les rapports de force se rééquilibrent : l’Egypte sera plus crédible dans les négociations car elle aura révisé sa relation avec les Etats-Unis, qu’elle pourra revendiquer la légitimité populaire et faire valoir une influence confortée dans le monde arabe. Alors quels changements attendre ? Peut-être une avancée dans le processus de réconciliation intra palestinien, l’Egypte étant auparavant considérée par le Hamas comme un médiateur trop engagé. L’Egypte nouvelle pourrait constituer un point d’appui solide pour des négociations israélo-arabes rénovées.

La refonte de l’Union pour la Méditerranée est jugée impérative. Sous cette forme ou sous une autre, l’intégration régionale méditerranéenne doit être relancée. Elle nécessite d’abord un règlement du conflit israélo-palestinien, dont la centralité n’est pas démentie et qui continue d’empoisonner les relations entre pays européens et pays arabes. L’Europe peut s’appuyer sur cette nouvelle Egypte pour y procéder.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

La rehabilitación de los Estados Unidos ante los árabes

Por Daoub Kuttab, ex profesor de periodismo en la Universidad de Princeton, y director general de la Red de Medios de Comunicación Comunitarios de Ammán. Traducido del inglés por Carlos Manzano (Project Syndicate, 08/04/11):

En los últimos meses, aunque sin bombos ni platillos, ha habido una novedad en todo el mundo árabe: no ha habido manifestaciones antiamericanas ni quema de banderas americanas. Los árabes parecen cada vez más dispuestos a aceptar –e incluso aplaudir– la política del gobierno de Obama para con esa región.

Naturalmente, los árabes siguen descontentos con el continuo sesgo de los Estados Unidos a favor de Israel. Su incapacidad para poner fin a la ocupación militar durante cuarenta y cuatro años de territorios palestinos no ha pasado inadvertida, pero actualmente muchos árabes prefieren dar una oportunidad a los EE.UU. Exceptuada la falta de decisión del gobierno de Obama para denunciar el trato infligido a los manifestantes por los regímenes de Baréin y del Yemen, aliados de los EE.UU., se ha acogido con beneplácito la posición de este país sobre las rebeliones árabes.

Los árabes –en particular los jóvenes árabes, que comprenden la mayoría de la población de la región– admiran a los Estados Unidos cuando utilizan su poder mundial para defender la moral y los valores democráticos. Se tiene en gran concepto el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, así como la garantía de la libertad de expresión que figura en la Constitución de los Estados Unidos. Precisamente la falta de aplicación de esos valores en lugares como Palestina y el Iraq ha sido lo que ha vuelto a innumerables árabes vehementemente antiamericanos y puede seguir haciéndolo.

La elección del Presidente Barack Obama hace dos años causó una impresión positiva a los árabes y alentó a los demócratas árabes, que la vieron como una prueba de la verdadera naturaleza democrática de los Estados Unidos. El discurso de Obama en El Cairo, pronunciado en uno de sus primeros viajes al extranjero, prometía un nuevo comienzo en las relaciones entre los EE.UU. y los árabes y no cabe duda de que fortaleció a los demócratas árabes.

Pero la primera prueba de la capacidad de dirección en materia de política exterior de Obama decepcionó a muchos árabes. Un veto de los EE.UU. a una resolución del Consejo de Seguridad, apoyada por los catorce miembros de éste, en la que se oponía a los asentamientos israelíes, pareció indicar que Obama se había venido abajo bajo la presión del grupo proisraelí de los Estados Unidos. Éstos no habían revisado su política, ni siquiera con un hijo de un inmigrante africano en la Casa Blanca.

Una opinión más positiva sobre Obama surgió cuando comenzaron las rebeliones árabes en Túnez y Egipto, países con regímenes proamericanos. Si bien al principio los EE.UU. dieron muestras de prudencia de palabra y de hecho, no tardaron en entender que las rebeliones reflejaban de verdad la voluntad del pueblo y adoptaron medidas para alinearse con la causa democrática.

Las mismas personas a las que Obama había pedido en El Cairo que procuraran la democracia se habían vuelto entonces el más importante movimiento no violento que el mundo había visto en varios decenios. La juventud árabe se había movido por fin y Obama y su equipo hicieron las declaraciones adecuadas para alentarla, sin por ello dejar de decir con toda claridad a los regímenes egipcio y tunecino que no podían seguir ocultándose tras el argumento de que estaban luchando en la guerra de los Estados Unidos en el África septentrional.

Alejarse de los dictadores sin intentar apuntarse el mérito ni apropiarse de la rebelión era exactamente lo que hacía falta. La juventud árabe tenía que luchar por la democracia y ganarla por sí misma. Lo único que se necesitaba de los Estados Unidos –pensaban la mayoría de los jóvenes– era la retirada del apoyo a aliados como Hosni Mubarak y otros dictadores árabes.

Sin embargo, en Libia la necesidad era diferente. La misma energía desplegada en El Cairo y Túnez resultaba evidente entre la juventud libia, pero esa vez los Estados Unidos no pudieron hacer gran cosa diplomáticamente, porque no tenían relación con el coronel Muamar El Gadafi.

Por eso, no es de extrañar que la energía de la juventud libia chocara de frente con la inclinación de Gadafi a la brutalidad y –lo que es más importante– contra sus mercenarios. Los Estados Unidos tenían el deber moral de proteger a los jóvenes a los que Obama había alentado. Se necesitaba otro tipo de ayuda, pero resultaba difícil dilucidar qué forma debía adoptar.

Los países árabes, en particular Egipto, tenían a centenares de miles de ciudadanos que trabajaban en Libia. Sus gobiernos se vieron rehenes de Gadafi, pero lo que no pudieron hacer los países árabes con apoyo militar lo hicieron prestando respaldo político a la intervención militar dirigida por los EE.UU., Gran Bretaña y Francia.

Los países del Golfo, que no tienen ciudadanos que trabajen en Libia, fueron los primeros en denunciar a Gadafi. Después la Liga Árabe se reunió para adherirse a su iniciativa. En vista de que jóvenes árabes de diferentes países se manifestaron delante de sus oficinas en El Cairo para pedir apoyo a sus hermanos libios, la Liga Árabe adoptó una posición atípica: acordó denunciar a un dirigente árabe. Estaba claro que el mundo árabe estaba cambiando y de repente los EE.UU. dejaron de ser unos enemigos y pasaron a ser unos amigos.

Después de conseguir el apoyo del Consejo de Seguridad, los EE.UU., Europa y algunos países árabes empezaron a hacer exactamente lo que se debe esperar de la comunidad internacional cuando un gobierno está preparándose para cometer una carnicería con sus propios ciudadanos: impedir la matanza.

Desde luego, los problemas de los Estados Unidos con los árabes y sus dificultades en Oriente Medio distan de haber desaparecido. Obama debe cumplir aún sus promesas de celebrar con los palestinos la adhesión de su país como miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas este otoño y retirar sus fuerzas del Afganistán.

Pero de momento los árabes no están manifestándose contra los Estados Unidos, sino que, con ayuda de éstos, están disfrutando del primer albor de la libertad.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

¿La radiación puede ser buena para el hombre?

Por Henry I. Miller. Trabaja en Filosofía Científica y Políticas Públicas en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Fue funcionario del gobierno de Estados Unidos entre 1977 y 1994 (Project Syndicate, 08/04/11):

El terremoto –y los problemas relacionados con el tsunami en la planta de energía nuclear Daiichi Fukushima de Japón- han inspirado una infinidad de comentarios y especulaciones. Desafortunadamente, gran parte del debate sobre el desastre y sus implicancias ha sido problemático y estuvo caracterizado por la desinformación.

Los niveles de radiación han aumentado hasta 40 veces el nivel normal a 20 kilómetros de la planta de Fukushima; se ha detectado una mayor radioactividad en leche, pescado y una variedad de verduras cultivadas en la región; y el agua potable en Tokio, a 225 kilómetros de Fukushima, ha sido declarada no apta para el consumo por parte de los niños. Varios países han prohibido las importaciones de leche y verduras provenientes de la zona afectada.

¿Qué vamos a hacer con todo esto?

La radiación a estos niveles plantea una amenaza mínima para la salud humana para todos aquellos que estén fuera del área inmediata de la estación de energía nuclear. Gran parte de la radiación es Yodo-131, lo cual es una buena noticia por varias razones. Primero, este isótopo tiene una vida media corta –sólo unos ocho días-, de modo que cae a niveles insignificantes en poco tiempo (en 10 semanas, queda menos del 0,1%). Segundo, indica que la causa de la radiación es el propio reactor, y no barras de combustible usadas (que almacenan radioisótopos mucho más peligrosos y de más larga vida). Tercero, existe un antídoto efectivo y de fácil alcance para aquellas personas en riesgo: yodo no radioactivo, disponible en tabletas o en líquido, que bloquea la absorción del Yodo-131 en la glándula tiroides.

Es más, los límites para la radioactividad en los alimentos normalmente incorporan órdenes de magnitud del margen de seguridad, y se predican para una ingesta a largo plazo. Y los límites para la exposición a la radiación en Japón son incluso más conservadores (es decir, más bajos) que los establecidos por las agencias internacionales.

Otro factor que podría mitigar el daño de la radiación es un fenómeno llamado hormesis –una relación bifásica dosis-respuesta en la que algo como un metal pesado tóxico o una radiación iónica que es perjudicial en dosis moderadas a altas puede en realidad producir efectos benéficos adaptativos en dosis bajas. En otras palabras, no vemos una relación completamente lineal entre la dosis de la potencial toxina y un efecto nocivo; más bien vemos una distribución que parece algo así como una “marca de verificación”, con una concentración en el eje horizontal y algún grado de daño en el eje vertical.

La hormesis es un subproducto de la evolución. Desde los comienzos de la vida en la tierra, los organismos han estado expuestos a condiciones potencialmente severas, donde las células individuales han estado frecuentemente expuestas a sustancias tóxicas como agentes químicos y radiación. Para evitar una muerte temprana y la extinción, los organismos desarrollaron mecanismos complejos para hacer frente a este tipo de peligros ambientales, que incluyen la alteración de la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas para activar vías de protección o reparar el daño.

Por ejemplo, el biólogo Paul Z. Myers de la Universidad de Minnesota describió un estudio animal en el que embriones de peces experimentan una toxicidad no lineal a partir del alcohol, una toxina que causa serias deformidades en los embriones del pez cebra en altas dosis y una exposición prolongada. Según Myers

“He realizado series de concentración, donde expusimos a grupos de embriones a concentraciones cada vez mayores, y de allí extrajimos una excelente curva lineal: una mayor cantidad de alcohol lleva a una mayor frecuencia y severidad de los defectos de la media línea y el arco branquial. Con una excepción: en bajas concentraciones de aproximadamente 0,5% de alcohol, los embriones tratados en realidad han reducido las tasas de mortalidad relativas a los controles, y no han registrado anomalías en el desarrollo.”

En otras palabras, parece haber una especie de sobrecompensación que explica los mecanismos protectores mejorados que son generados por pequeñas cantidades de una toxina. Los mecanismos protectores se activan en un grado mayor de lo que sería necesario simplemente para neutralizar la amenaza, lo que resulta en un efecto benéfico neto.

Existen algunos estudios epidemiológicos que se anuncian como que ofrecen ilustraciones en el mundo real de hormesis en seres humanos, pero tienen deficiencias notables. Un excelente análisis que hizo de ellos el cirujano oncólogo David H. Gorski, M.D. y Ph.D., (http://www.sciencebasedmedicine.org/?p=11636), generó la exageración escandalosa por parte de una experta estadounidense de los probables beneficios de la hormesis en Japón. La mujer declaró que “la única buena noticia es que alguien expuesto a la radiación de las plantas de energía nuclear hoy probablemente tengan menos probabilidades de contraer cáncer”.

Pero eso sería solo válido para exposiciones incrementales a la radiación a niveles extremadamente bajos. A la luz de lo que ahora sabemos –e incluso con los datos que probablemente tengamos en el futuro cercano-, no podemos estar seguros sobre las exposiciones. Algunos trabajadores de Fukushima probablemente hayan recibido dosis más altas de radiación (no sólo de I-131, sino también de otros radioisótopos más peligrosos y de más larga vida, como el Cesium-137) de las que activarían la respuesta hormética; en marzo, tres trabajadores sufrieron quemaduras por radiación con agua altamente radioactiva que penetró su ropa protectora. Y la gente (especialmente bebés o niños) expuestos a altos niveles de I-131 antes de que se los pudiera proteger con la profilaxis de yodo también pueden haber recibido dosis que generen cáncer.

Algo es seguro: salvo en dosis extremadamente bajas –tal vez apenas más altas que los niveles del entorno- la radiación produce cáncer. Más allá de eso, la física de radiación y la hormesis son fenómenos muy crípticos y complejos, y entenderlos requiere algo más que un conocimiento superficial.

Si quieren entender todos los matices, obtengan un diploma de ciencia en el MIT o en el Eidgenössische Technische Hochschule de Zúrich. De lo contrario, sigan en sintonía, aprendan de los expertos y no saquen conclusiones apresuradas.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Paul Baran y los orígenes de internet

Por Llorenç Valverde, vicerrector de Tecnología de la UOC (EL PERIÓDICO, 08/04/11):

La conmutación de paquetes -la revolución del siglo XX en el mundo de las comunicaciones- estaba allí, esperando que alguien se diera cuenta. Y los primeros fueron Donald Davies en Inglaterra y Paul Baran en Estados Unidos, que la descubrieron por separado, cada uno a un lado del Atlántico. Hasta entonces, los sistemas de comunicación descansaban en la conmutación de circuitos. De hecho, aún hoy el sistema telefónico lo hace: cada vez que alguien marca un número de teléfono, lo que hace esencialmente es montar un circuito que conecta -por medio de las centrales que sean necesarias- los dos terminales. Este circuito solo sirve para esta comunicación y está activo únicamente mientras esta dura. Cuando la comunicación termina, queda desmontado y los correspondientes segmentos que lo integraban quedan a disposición de otra llamada. La red física de apoyo para esta forma de comunicación tiene que estructurarse a partir de unos nodos centrales, por medio de los que se conectan los terminales que entran en contacto.

Lo que Davies y Baran vieron, en el comienzo de la década de los 60, era otro sistema de comunicaciones que no requería que hubiera un circuito dedicado a cada conversación o intercambio de mensajes: se trataba de chapar el mensaje en trozos pequeños, llamados paquetes, etiquetarlos convenientemente -identificador, lugar de salida, destino y número de orden-, y soltarlos por la red, de forma que cada paquete encontrase su camino y, al llegar a su destino, se volvieran a añadir en el orden oportuno para reconstruir el mensaje. A esta forma de actuar se la denomina conmutación de paquetes y nos debería resultar familiar, muy familiar, porque es la manera en que circula la información por internet. Entre las muchas virtudes que tiene, una de las más relevantes precisamente es que, a diferencia de lo que pasa con la conmutación de circuitos, funciona muy bien sobre una red física distribuida, sin que sea preciso que un nodo sea más importante que los otros.

Paul Baran, un ingeniero electrónico que entonces trabajaba para la Rand Corporation, estaba preocupado por la debilidad de la estructura de la red telefónica americana, que dependía esencialmente de pocos nodos, de manera que la destrucción de uno de ellos podía significar una gran traba para comunicar una parte de Estados Unidos con la otra. Por aquí llegó a la conmutación de paquetes y se acercó al gigante de las comunicaciones ATT para exponerle el problema y la solución basada en la conmutación de paquetes, solución que hoy apenas empezamos a usar con el nombre de telefonía IP o voz IP. La respuesta de los responsables de la ATT ha quedado para la historia: «No funcionará, y además, si llegase a funcionar, no creerá usted que vamos a dejar alegremente que se levante un sistema alternativo al nuestro». Y es por eso por lo que, pese a la disposición de los militares a financiar un proyecto como el de Baran, con unos argumentos muy calientes en plena guerra fría, la telefonía IP ha debido esperar 40 años para empezar a ser desarrollada. En 1964, Baran publicó -la parte publicable- sus hallazgos en un informe titulado On Distributed networks (Sobre redes de distribución), aún hoy disponible en la web de la Rand Corporation.

Pero lo peor de todo no es esto, sino que este proyecto fallido de Baran sirvió para alimentar una de las leyendas urbanas más persistentes y características de nuestros días, la que atribuye los orígenes de internet a la idea de construir una red de comunicaciones que sería resistente a un ataque nuclear, de tal manera que, si un nodo resultaba destruido por uno de esos ataques, la comunicación no quedaría interrumpida; una confusión generada a partir de atribuir a Arpanet los argumentos que Paul Baran había usado en su propuesta de construir una red de voz basada en la conmutación de paquetes. La leyenda de los orígenes atómicos de internet ha sido escrita y explicada numerosas veces y está muy instalada en todas partes, hasta el punto de que todavía hoy se explica como buena, incluso en muchos cursos universitarios. No, no fue por eso: el objetivo de los creadores de internet era ayudar a compartir recursos informáticos, entonces escasos. De hecho, en aquel momento

-1969- se pensaba que, lejos de las máquinas universales que son hoy en día, los ordenadores estarían especializados -tratamiento de listas, unos; gráficos, otros, etcétera-,

y se trataba de hacer posible que con pocas máquinas bastase para todo el mundo: este era el auténtico objetivo que perseguían los pioneros de la red de redes. Eso sí, desde el principio sus impulsores se dieron cuenta de las ventajas que ofrece la conmutación de paquetes respecto de la conmutación de circuitos y decidieron usarla como base de la red Arpanet, precursora de internet. Y de ahí la leyenda urbana que costará erradicar, dado que son unas cuantas las generaciones que la han tenido que escuchar como cierta.

Paul Baran murió el 26 de marzo en Palo Alto, California. Tenía 84 años.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

La próxima vez

Por Edward N. Luttwak, experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington (LA VANGUARDIA, 08/04/11):

La próxima vez que la Liga Árabe celebre una reunión urgente para hacer un llamamiento a favor de un gobernante árabe especialmente sanguinario enfrascado en la tarea de atacar a sus propios súbditos, EE. UU. debería responder con cálidos elogios y sus mejores deseos transmitidos de todo corazón. Al fin y al cabo, la Liga Árabe es fundamentalmente una reunión de monarcas y dictadores no electos y la verdad es que infunde ánimos observar a todas esas poderosas figuras esforzándose sin embozo alguno por superar sus propias limitaciones…

Sin embargo, EE. UU. no debería usurpar las funciones y tareas de signo militar que pueden realizar cumplidamente las propias fuerzas armadas de la Liga Árabe frente al prevaleciente punto de vista en contra. El cazabombardero F-15E Strike Tagle que se estrelló en Libia el 21 de marzo – los dos tripulantes se eyectaron pero se perdió una aeronave valorada en ocho millones de dólares-había iniciado su misión partiendo de larga distancia, desde la base aérea de Lakenheath, en Inglaterra. Esto es, a 2.960 kilómetros de Bengasi en línea recta, salvo que debe añadirse que la distancia recorrida fue de hecho aún mayor porque el avión hubo de hacer escala en Aviano (Italia) para repostar. El F-15E es un bimotor biplaza muy potente de tripulación muy competente y experimentada, pero con las defensas antiaéreas libias fuera de combate y los objetivos fácilmente distinguibles en la límpida atmósfera del desierto, un F-16 egipcio o un MiG-29 argelino procedentes de bases mucho más próximas podrían haber bombardeado igualmente el blanco. La fuerza aérea egipcia han recibido su parte correspondiente de ayuda militar estadounidense a Egipto en millardos de dólares y sus pilotos, por otra parte, están ociosos. Y para la fuerza aérea argelina debería ser un alivio defender a la población civil en lugar de atacarla.

No obstante, la razón principal de por qué no debería repetirse el error de la intervención libia es, por supuesto, de carácter político. EE. UU. posee intereses en el mundo árabe que merecen defenderse, y este tipo de intervención – ayudar, por ejemplo, a un aliado frente a un ataque iraní-podría resultar necesario y además sería útil. Indudablemente, mejoraría la credibilidad de EE. UU. y reuniría apoyos para las políticas estadounidenses en la región, como sucedió con la operación de rescate de un invadido Kuwait en 1991.

No puede decirse lo mismo de la intervención libia ni de ninguna otra intervención estadounidense en nombre de la democracia o de los derechos humanos. El mundo entero, incluidos árabes e iraníes, acaba de presenciar cómo reacciona Washington cuando la familia gobernante suní de Bahréin hace uso de la fuerza para reprimir a su mayoría chií para, acto seguido, solicitar la ayuda de la Guardia Nacional saudí comandada por miembros de tribus wahabíes para sumarse a la represión de su propio pueblo. EE. UU. tiene una base naval en Bahréin y es de creer que goza de notable influencia sobre los líderes de ese país. Los saudíes, a su vez, no pueden hacer caso omiso de EE. UU., pues confían en su protección. No obstante, Washington no realizó iniciativa alguna para poner coto a la opresión sobre la mayoría chií de Bahréin. A juicio de los chiíes de India, Pakistán, Irán, Iraq y Líbano, la prueba del cinismo e hipocresía estadounidenses es concluyente y mina el poder e influencia de Estados Unidos.

Lo propio debe decirse sobre una intervención en relación con los derechos humanos.

El régimen saudí tiene sus virtudes, incluida la moderación en la gestión de las políticas tanto sobre la región como sobre el petróleo. Pero es el mayor violador de los derechos humanos en toda la región. Los iraníes, a veces, matan mujeres acusadas de adulterio así como homosexuales inculpados e imponen severas cortapisas a las mujeres. Pero en el caso de la jurisdicción penal saudí ya resulta rutinario decapitar o cercenar manos, piernas, orejas y lenguas. Los derechos religiosos están muy limitados en el caso de los chiíes y son negados totalmente a los no musulmanes: en el extremista y fanáticamente antiisraelí Irán, las sinagogas funcionan todos los sábados, pero en Arabia Saudí unos dos millones de trabajadores cristianos no pueden practicar su religión salvo en secreto y con gran riesgo de encarcelamiento, castigos corporales y expulsión del país. En cuanto a los derechos de las mujeres, han estado durante mucho tiempo a punto de ser ampliados, pero de momento ninguna mujer puede conducir y toda mujer de cualquier edad necesita el permiso de un familiar masculino, que podría ser un hijo de trece años, para realizar algo de ese tipo. En la medida en que Estados Unidos es el principal protector de Riad, no puede declararse defensor de los derechos humanos cuando interviene en Libia o en cualquier otro lugar del mundo árabe.

Ni tampoco cabe afirmar legítimamente que el propósito estadounidense en Libia se limita a proteger vidas civiles. Pero si el motivo es exclusivamente humanitario, una vida no debería importar más que otra, y en tal caso EE. UU. debería concentrar sus esfuerzos en África,donde son asesinados muchos más en combates en Congo y últimamente en Costa de Marfil que los que estuvieron en peligro en algún momento en Libia.

La próxima vez que la Liga Árabe trate de superar sus limitaciones para hacer un llamamiento a favor de la protección de civiles árabes atacados, EE. UU. debería elogiarlo… y aguardar el envío de fuerzas militares árabes para tal protección.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Sobre el terremoto

Por Banana Yoshimoto, escritora japonesa.© 2011, Banana Yoshimoto. Traducción del japonés: Toshihiko Fukuda y Zipango (EL PAÍS, 08/04/11):

Es algo diferente de lo que todos ustedes piensan. En Tokio, la gente lleva una vida prácticamente normal. En lo referente al accidente de la central nuclear, estamos recibiendo bastante información, y los cortes en el suministro eléctrico tampoco son demasiado graves, ya que se realizan por franjas horarias y por zonas.

Sin embargo, puedo decir que la situación en el área de Tohoku (la zona más afectada por el terremoto y el tsunami) es mucho más grave de lo que se ve en las noticias.

Tanta tragedia me hace perder las palabras. Rezo por las almas de las víctimas y espero que la situación de los refugiados de esas zonas, que tanto frío están pasando sin ni siquiera suministro de productos básicos para vivir, vuelva a la normalidad lo antes posible.

Puedo sentir que la gente que está en primera línea de la catástrofe, Tepco (Tokyo Electric Power Company) y la Fuerza de Defensa Propia (SDF), están haciendo todo lo posible, aunque siga habiendo críticas.

Cuando se produjo el terremoto, yo estaba con mi marido en el coche en la zona de Meguro, Tokio. Iba de camino al colegio de mi hijo para recogerle. El coche fue sacudido por el temblor y mi marido tuvo que parar a un lado de la calle diciendo que podía perder el control del volante. Contemplé que la parte superior de los rascacielos que se veían a lo lejos estaba moviéndose de derecha a izquierda y el cielo tenía un color inusual. Entendí que pasaba algo grave. Veía a mucha gente salir de los edificios, pero extrañamente todos estaban en calma.

Twitter y Viber fueron los medios que más sirvieron para comunicarse. Por ellos, pude saber que mis amigos y la gente de mi oficina estaban a salvo. Ni el teléfono móvil, ni el chat de Facebook, ni Skype funcionaban en aquel momento. Recogí a mi hijo del colegio y llegamos a casa sintiendo las réplicas. Todos los libros de las estanterías se habían caído al suelo, pero prácticamente nada se había roto. Creo que eso fue lo que pasó en Tokio.

Invité a casa al equipo de mi oficina que no pudo volver a su hogar, y comencé a ver las noticias en la televisión.

Viendo imágenes tan trágicas del tsunami, entendí claramente que había muerto muchísima gente. Pensé que, cuando hay una tragedia como esta, no es bueno tener encendido el televisor constantemente, aparte del momento necesario para mantenerse informado. Ver repetidamente esas trágicas imágenes hace que la gente tenga sensación de culpabilidad e impotencia. Especialmente esto afecta a los niños.

TV Tokio fue la primera cadena que dejó de emitir este tipo de imágenes, lo que supuso la aprobación de la audiencia.

Durante los primeros días después del terremoto estuve muy tensa ya que la situación de la central nuclear era extremadamente grave, pero ahora estoy algo más tranquila. Tampoco había un movimiento fluido de mercancías, y mucha gente intentó comprar en exceso productos para la vida cotidiana, pero eso también ha comenzado a calmarse, aunque todavía no es fácil conseguir gasolina.

Se ha podido ver la grandeza del pueblo japonés en el momento en que la gente comenzó a ahorrar energía cuando se produjo el llamamiento por parte del Gobierno. La ciudad está oscura, pero hay menos sensación de impotencia. Incluso en Shibuya, el barrio habitualmente más iluminado (sin tener necesidad), ahora tiene una iluminación más discreta. Creo que es una experiencia importante para todos.

Habrá gente que diga que decir esto es un sacrilegio, pero al mismo tiempo que pensamos en la gente que ha muerto y lloramos por ella, necesitamos esperanza para vivir. En estos momentos tan difíciles lo más importante es sentir que estamos conectados con la familia y los seres queridos, verles y sentarte a comer con ellos. Mi familia y mis amigos, la noche que todos se quedaron en casa, decidimos salir a cenar a un restaurante. Me acordaré el resto de mi vida de aquellas sonrisas cruzadas con la gente del restaurante, el cual estaba muy oscuro por el ahorro de energía. La amistad y el amor son, sin duda, la esperanza.

Pienso que es trabajo de un escritor expresar esperanza, no de una forma alocada, sino fundamentada en un método. Tenemos que ayudar a la gente para que se sumerja en la parte más preciosa y libre de su propio corazón.

Cuando era pequeña me gustaba la película de Darío Argento Dawn of the dead y la vi muchas veces. Ver las imágenes de peligrosidad en una situación aislada en la película me ayudó en la vida real, por vivir la misma experiencia. Mi corazón no se doblegó. El arte es una fuerza real.

Aún llegará mucha información incierta, pero seguiré escribiendo novelas, observando al mundo con más calma.

Como persona del pueblo japonés me siento orgullosa de ver que casi toda su gente es amable, se ayudan mutuamente y piensan de una forma positiva.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Sombras de la cultura actual

Por Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría (EL MUNDO, 08/04/11):

Se puede afirmar sin temor a exagerar que el mundo se ha psicologizado. Cualquier análisis de la realidad que se precie va a descansar en el fondo sobre elementos psicológicos. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado para que se haya operado este cambio tan marcado? ¿Cuáles podrían ser las claves que expliquen este fenómeno? No se puede dar una respuesta sencilla que resuma todo lo que está sucediendo. Son muchos los factores que han originado esta instalación en el campo de la psicología de una gran parte de la humanidad.

Para relacionar esto hay que señalar las luces y sombras de nuestra época actual. Tenemos haber y debe positivo y negativo. Por una parte están los grandes avances alcanzados, las cimas a las que ha accedido el hombre en estos últimos años. El despegue de la ciencia moderna, la acelerada tecnificación, que nos ha permitido conquistar metas hasta ahora insospechadas, la revolución informática, que es capaz de simplificar los sistemas de ordenación y procesamiento de datos. También hay que subrayar la denominada revolución de las comunicaciones: ya no hay distancias en el mundo. Internet es el puente levadizo hacia un mundo interconectado. Y en pocas horas nos plantamos en el otro extremo de la tierra; esto era hace tan solo unos años algo impensable.

De otro lado, se han despertado muchas conciencias dormidas, tales como los derechos humanos, la democratización de una gran mayoría de países que viven en libertad -ahora la llama de la democracia se expande por los países musulmanes de Oriente Medio- y la progresiva preocupación por la justicia social, que ha llevado a una equidad mayor por un lado y a la existencia de una clase media cada vez más sólida y estable por otro. Los altos niveles de confort y bienestar han cambiado la vida del ser humano de nuestros días, sobre todo si lo comparamos con el de principios de este siglo o si nos remontamos a la última etapa del siglo XIX.

Hay que señalar también, en este balance positivo, la riqueza cultural de la actualidad, que va desde la música a la literatura, pasando por la pintura, la escultura, la ordenación de nuevos y grandes museos. La conciencia ecológica, que demuestra una nueva sensibilidad por la naturaleza, los espacios verdes y su posible degradación y, además, la nivelación hombre/mujer; se está superando el machismo tradicional y se avanza hacia un feminismo bien entendido, que respeta y valora la condición femenina, y que reconoce que la mujer no puede estar discriminada en tareas intelectuales, políticas, artísticas, docentes, etcétera.

Pero en la cultura occidental actual hay sombras importantes. Algunas insospechadas, sorprendentes. Los ismos más importantes son los siguientes: de un lado, el materialismo: sólo cuenta aquello que es tangible, que se toca y se ve; es como el destino casi último de la sociedad de la abundancia. Junto a él se alinea el hedonismo, que pone como bandera fundamental el placer y el bienestar. Ambos nos dan una mezcla muy singular. Sólo cuenta la posesión y el disfrute de unos bienes materiales que, por muy abundantes que sean, siempre terminan dejando insatisfecho el corazón humano. De ahí brotará una vivencia de la nada, que esta muy cerca de lo que supone la experiencia de la ansiedad. Materializado el ser humano en sus aspiraciones mas profundas, terminará deslizándose hacia una nueva decadencia.

Hay que subrayar también, como puntos negativos, la permisividad: no hay cotas, ni lugares prohibidos; hay que atreverse a todo, hay que probarlo todo, curiosear todos los rincones y recovecos de la intimidad humana. Hay que ir cada vez mas lejos: llegar a lo inaudito y sorprendente, bordeando territorios antes vedados, y ser así cada vez mas audaces e innovadores. Es importante también el relativismo que ha ido llevando a un marcado subjetivismo; todos los juicios son flotantes, todo depende de algo, como en una especie de cadena de conexiones; todo es relativo. Se produce así una absolutización de lo relativo. Además, el consumismo; ésta es una nueva forma de liberación. Estamos destinados a consumir, objetos, cosas superfluas, información, revistas, viajes, relaciones; se trata de tener cosas. La pasión por consumir. Hay a nuestro alrededor un exceso de reclamos , tirones, estímulos, y decimos que si a casi todos ellos. De aquí surge un nuevo hombre; embotado, repleto de cosas, pero vacío interiormente. Va a ir siguiendo la ruta de la ansiedad, que terminará en una forma especial de melancolía e indiferencia.

Y salta otro dato en este inventario de factores: la deshumanización. Ha venido de la mano de la ciencia, de la técnica y del materialismo. Las dos primeras bien utilizadas son muy importantes, pero mal empleadas reducen al ser humano y lo degradan. El hombre tecnificado se desdibuja, pierde apoyo y consistencia y llega a posponer el valor del ser humano como tal. Nunca a lo largo de la Historia nos habíamos preocupado tanto del hombre como ahora y a la vez, nunca había estado éste tan olvidado, tan cosificado, tan reducido a objeto. La sociedad actual vive en una permanente contradicción; dice una cosa y hace la contraria; predica unas teorías y en la práctica pone en juego otras muy distintas.

Entramos así en una cierta masificación: gregarismo, todos decimos lo mismo, se repiten tópicos y lugares comunes. Así se alcanza una nueva cima desoladora y terrible: la socialización de la inmadurez, que va a definirse por tres notas muy especiales: la desorientación, es decir, el no saber a que atenerse, el carecer de criterios firmes, el flotar sin brújula, poco a poco a la deriva; la inversión de los valores: esto es, una nueva fórmula de vivir, el atreverse a diseñar la vida con unos esquemas brillantes y descomprometidos, pero sin fuerza, en una especie de ejercicio circense parecido al mas difícil todavía, pero en aras de una libertad voceada y ruidosa; y, en tercer lugar, el vacío espiritual: que no comporta ni tragedia ni apocalipsis, personas sin respuestas a los grandes interrogantes de la vida.

Como vemos, la ansiedad va surgiendo de aquí y de allá en este recorrido analítico. Pero hay mas aspectos que caracterizan esta cultura occidental de nuestros días y que no quisiéramos pasar por alto. Hay que mencionar la exaltación del erotismo y la pornografía inflados y a la carta: el ser humano queda rebajado, envilecido, reducido a la categoría de objeto. Es el sexo-máquina; orgía repetitiva y sin misterio. Se consume sexo. Y, al final, asoma de nuevo un vacío que es hartura y cansancio del ejercicio del sexo trivializado, convertido en un bien de consumo sofisticado. Los mercaderes del sexo ofrecen sus materiales, atreviéndose cada vez a ir más lejos, a llegar casi al límite de la destrucción de lo mas humano del hombre. Lo de internet es enfermizo.

El autor francés Gilles Lipovetsky ha definido esta época como «la era del vacío». Y Alain Finkielkraut concluye así: «Una sociedad finalmente convertida en adolescente. Glucksmann prefiere definirla como la sociedad del cinismo». Éste es el nihilismo de nuestros días. Decían los existencialistas que la angustia era la vivencia de la nada; se saboreaban el vacío y la ausencia de contenidos. Es la disolución por ausencia: todo es hueco, laguna, vaciedad, desierto.

Nihilismo que se define en versión inglesa como apatía new look. Desprecio de todos los valores superiores. Indiferencia pura. Es el desierto posmoderno. Se cumple el diagnóstico de Nietzsche, aunque con un poco de retraso; elogio del pesimismo y exaltación del absurdo. Etapa decadente, de apatía de las masas. Indiferencia por saturación de contradicciones: esto ocurre en la gran mayoría de los campos, pero se observa con especial claridad en el campo de la información. Plétora informativa vertiginosa y detallada que termina por ser abrumadora, coyuntural, sin conclusiones personales y sin emociones duraderas. Información no formativa: no conduce a conseguir un hombre mejor, más completo, rico, denso y más preparado; al contrario, llegamos a una versión opuesta; un hombre débil, sin criterio, anestesiado por tanta noticia, dispar, incapaz de hacer una síntesis de todo lo que le llega de aquí y de allá. El destino de todo esto apunta hacia una banda de transición que va de la melancolía a la desesperación, de la ansiedad al suicidio. En conclusión: la vida no merece la pena o es tan banal que el hombre moderno de la cultura occidental vive sin referencias ni puntos de apoyo sólidos. La existencia se hace insostenible.

Hay una novela que resume de alguna manera este tipo de vida. Es del Premio Nobel Saul Bellow y se llama Herzog. Narra la vida de un profesor de la universidad, divorciado por tres veces, que está siempre decaído y sumido en unas brumas ansiosas. Se pasa el día medio tumbado y se escribe cartas a si mismo diciéndose como se encuentra y haciendo, a retazos, un balance de su vida. Desde esa posición personal va construyendo una semifilosofía de la vida.

Y no hay rebelión. Hemos pasado de los conflictos a la era de la ansiedad y de la depresión. Se han ido entronizando la apatía, la dejadez y una especie de neutralidad asfixiante. Para completar el mosaico de contradicciones, por otra parte, el hombre de nuestros días muestra una enorme curiosidad por todo. Quiere saber lo que pasa, lo que sucede aquí y allá. Estar atento y captar los cambios y movimientos que se suceden. Pero sin pretender que eso nos ayude a mejorar, a cambiar en positivo. Es una banalización general, vivir sin ideales, sin objetivos trascendentes, consumir lo más que se pueda… y que pasen los días. La imagen de Woody Allen planea sobre el hombre moderno. Europa agoniza.

Dejo para mi próximo artículo las luces de nuestra cultura, que brillan menos, pero que asoman y se esconden. Y hay que saber tipificarlas.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona