jueves, marzo 31, 2011

Jean-Bertrand Aristide: si se recupera el ejército de Haití, "volvemos de nuevo a la miseria"

Democracy now!, (21 de marzo de 2011)

Escuche/Vea/Lea (en inglés)

El ex presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide y su familia volaron el viernes gracias al gobierno sudafricano de vuelta a su hogar en Haití, tras siete años en el exilio. Poco antes del viaje, el presidente Obama llamó al presidente sudafricano Jacob Zuma para intentar que evitara el viaje. Pero el gobierno sudafricano declaró que no cedería a las presiones, así que la familia Aristide tomó el vuelo en Johannesburgo el jueves por la noche. Amy Goodman, presentadora de Democracy Now!, fue la única periodista que los acompañó durante el viaje. Esta es la primera parte de la emisión mundial de nuestra conversación exclusiva con Aristide mientras sobrevolábamos el Océano Atlántico en dirección a Haití. “Si decidimos volver a tener un ejército de 7.000 soldados que controle el 40 por ciento del producto interno esto querría decir que estaríamos volviendo otra vez a la miseria, en lugar de hacer algo por pasar de esa miseria a una pobreza digna”, afirma Aristide.

AMY GOODMAN: Jean Bertrand Aristide y su familia regresaron a su hogar en Haití con el apoyo del gobierno sudafricano después de siete años de exilio. A principios de la semana pasada, justo antes del viaje, el presidente Obama llamó al presidente sudafricano Jacob Zuma, para tratar de impedir ese viaje. El gobierno sudafricano dijo que no cedería a las presiones. De modo que los Aristide abordaron el avión brindado por el gobierno sudafricano y el jueves por la noche salieron con destino a Haití.

En este informe exclusivo de Democracy Now!, ya que estuve durante el viaje por Dakar, en Senegal, para reabastecernos de combustible y fui la única periodista abordo del vuelo, hoy presentamos la primera parte de nuestra conversación exclusiva para una emisión a nivel mundial con el ex presidente de Haití, mientras sobrevolábamos el Atlántico y nos aproximábamos a Haití

AMY GOODMAN: Presidente Aristide, éste es un día histórico para usted, ya que estamos próximos a aterrizar en Puerto Príncipe y terminar un exilio de siete años en Sudáfrica. ¿En qué piensa a medida que nos acercamos a su país?

JEAN–BERTRAND ARISTIDE: Estoy seguro que el pueblo haitiano está celebrando este día histórico, un día histórico para ellos que me incluye a mí. Ellos siempre dijeron “Dignidad, dignidad, dignidad”. Este día les trae dignidad a ellos y al país. Cuando recordamos las condiciones de vida de nuestros antepasados que habían sido traídos de África a Haití, eso era la esclavitud no la libertad, y ellos lucharon para tener libertad. Celebrar la dignidad hoy es también reflexionar sobre la libertad, libertad de la mente y del corazón, antes de que tengamos libertad en todo el mundo.

AMY GOODMAN: ¿Qué significado tiene el vínculo establecido entre estos dos países, Haití y Sudáfrica? ¿Se reunió con el ex presidente sudafricano Nelson Mandela mientras estuvo en ese país?

JEAN-BERTRAND ARISTIDE: Nos reunimos varias veces. La primera vez fue cuando él salió de la cárcel, antes de las elecciones de 1994 [inaudible] en Estados Unidos, después yo fui a Sudáfrica para la ceremonia de asunción del mando. Desde entonces, Mandela sigue siendo un gran hombre, no sólo para Sudáfrica, para África y para los afrodescendientes, sino para todo el mundo. Un hombre digno que luchó por la libertad.

AMY GOODMAN: Democracy Now! estuvo en Haití el año pasado; yo también estuve allí en 1995 cuando usted volvió a Haití después del primer golpe y recuerdo haber escuchado la noticia de que usted iba a disolver las fuerzas armadas. En este momento se está debatiendo sobre el reestablecimiento de las fuerzas armadas ¿Qué piensa de eso?

JEAN-BERTRAND ARISTIDE: Bien, yo puedo, como dije, desde mi posición de simple ciudadano, invertir en educación, continuar hablando de los derechos humanos. Si usted es policía, debe respetar los derechos del pueblo y el pueblo debe respetar sus derechos también, porque usted es un ser humano. Con una fuerza policial que respete los derechos del pueblo haitiano, el pueblo se mueve de manera lenta pero segura de la miseria a la dignidad, a la pobreza con dignidad. Ese fue un movimiento muy lento, de la miseria a la pobreza con dignidad. Pero si decidimos volver a tener un ejército de 7.000 soldados que controle el 40% del presupuesto nacional, estaríamos volviendo otra vez a la miseria, en vez de tratar de hacer algo por pasar de esa miseria a una pobreza digna. Cuando recordamos la cantidad de gente que fue asesinada por el ejército de entonces, ¿queremos volver a lo mismo, pasar de eso mismo a algo peor, sabiendo que las víctimas aún están sufriendo, los padres, las madres, los amigos [inaudible], sin que exista todavía justicia para ellos? Cuando enseñamos, cuando educamos nos enfocamos en los derechos humanos, en los derechos de cada uno de los ciudadanos y evitamos estructuras que puedan violar los derechos humanos en vez de protegerlos. El futuro de Haití debe basarse en el respeto a los derechos de cada uno de sus ciudadanos.

AMY GOODMAN: Usted está volviendo después de siete años de exilio como resultado del golpe de estado en 2004. Yo estaba en el avión con usted cuando vino la delegación a la República Centroafricana para enviarlo de regreso al hemisferio occidental. En ese momento usted describió lo sucedido como un golpe respaldado por Estados Unidos luego del cual fue secuestrado. ¿Puede decirnos qué pasó entonces, por qué lo destituyeron y lo exiliaron de su país?

JEAN-BERTRAND ARISTIDE: Creo que los últimos siete años les dieron a todos la posibilidad de ver la verdad y se hizo obvio lo que sucedió. Los que quieren saber la verdad, pueden verla. No se puede obligar a verla a quienes se rehúsan. Cuando uno comete un error, es un error. Si uno decide seguir en el error, es peor. Se cometió un error con el golpe. Los que quieren mejorar las cosas, deben entender que la gente analfabeta no es tonta. El pueblo haitiano no es tonto; es posible que muchos de nosotros seamos analfabetos, pero es gente brillante. Ellos entienden. Y hay tanta gente en todo el mundo que también entiende lo que pasó. Es posible que no tengan poder para cambiar las cosas, pero entienden.

Y ahora lo que hay que hacer es que los haitianos y los verdaderos amigos de Haití en todo el mundo junten las manos para salir de donde estamos, porque siete años después del golpe, estamos peor de lo que estábamos antes del golpe. De modo que el tiempo nos está diciendo que fue un error; debemos reconocerlo; debemos superarlo para poder juntar las manos y cambiar la vida. Ese es un deber.

AMY GOODMAN: Usted dijo que todos sabían lo que pasaba. ¿Puede contarnos qué pasó?

JEAN-BERTRAND ARISTIDE: Tal vez un día hable de eso, pero si no le importa, si me permite, hoy preferiría concentrarme, enfocarme en lo positivo. Lo positivo es su presencia, la presencia de los miembros de las delegaciones, como Ira Kurzban, que comenzó a luchar por el pueblo haitiano hace varios años, Danny Glover y otros. Los que no pueden venir como la Representante Maxine Waters, como Randall Robinson y tantos otros que quieren avanzar con el pueblo haitiano. Ese espíritu positivo se puede reflejar en su compromiso de ayudar a los haitianos. Y los haitianos son los primeros en decir: “No estamos pidiendo limosnas. Solo estamos tratando de hacer lo mejor con dignidad y dando la bienvenida a los amigos que vienen a acompañarnos” Así que hoy es un gran día porque es un día de esperanza, en el que sabemos que no debemos permitir que nos maten la esperanza colectiva. Y sabemos que con dignidad, paz y solidaridad este gran día nos llevará a otro mejor.

AMY GOODMAN: Acabamos de escuchar al ex-presidente Jean-Bertrand Aristide, a bordo del avión en su regreso histórico a Haití. Estamos aproximadamente a una hora de Puerto Príncipe, sobrevolando el Atlántico. Para ver toda la documentación de nuestro viaje, puede consultar nuestra página de Internet democracynow.org. Mañana transmitiremos la segunda parte de nuestra entrevista con Jean-Bertrand Aristide. Si desea una copia del programa, puede ir a nuestra página de Internet democracynow.org . Expresamos un especial agradecimiento a K.K. Kean.

Georgia y la Corte Suprema de Estados Unidos: Jugando con la maquinaria de la muerte

Por Amy Goodman (Democracy now!, 31 de marzo de 2011)

Escuche (en español)

El 28 de marzo, la Corte Suprema se negó a considerar el caso de la condena a pena de muerte de Troy Anthony Davis. Era su última apelación. Davis fue condenado a pena de muerte en Georgia hace casi veinte años luego de haber sido hallado culpable de matar de un disparo a Mark MacPhail, un oficial de policía que no estaba de servicio, en Savannah. Desde su procesamiento, siete de los nueve testigos no policiales se retractaron de su declaración, alegando coerción e intimidación policial para obtener su testimonio. A pesar de la duda que rodea a este caso, Troy Anthony Davis podría ser ejecutado en las próximas semanas.

Davis está ahora a merced de la Junta de Perdón y Libertad Condicional del estado de Georgia, que podría conmutar su pena por cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Será una lucha difícil, a pesar de los pedidos de indulto a nivel nacional e internacional realizados por figuras como el Papa Benedicto XVI, el Arzobispo Desmond Tutu y el ex Presidente Jimmy Carter.

La hermana de Davis, Martina Correia, llevó adelante una campaña incansable para que se hiciera justicia en el caso de su hermano. En respuesta a la decisión de la Corte Suprema, me dijo: “Ayer nos quedamos perplejos y consternados al enterarnos de la noticia de que la Corte Suprema de Estados Unidos había denegado la petición de Troy. Se negó a considerar el caso porque (...) a nadie le interesa la evidencia de inocencia real, y a nadie le interesa ver la retractación de la declaración de los testigos como una parte realmente fuerte y viable de este caso, a pesar de que hayan declarado otros testigos. Creo que tiene que haber una movilización a nivel mundial por el caso de Troy, y la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos debe ocuparse de una vez por todas del hecho de que en Estados Unidos no es inconstitucional ejecutar a una persona inocente”.

Martina Correia plantea un hecho importante pero poco conocido acerca de la ley de pena de muerte en Estados Unidos, a saber, que el actual precedente judicial permite la ejecución de personas inocentes. Aunque parezca mentira, la Corte Suprema, en un dictamen de 1993, sugirió que “la evidencia de inocencia real” no es causa suficiente para dejar a alguien en libertad. La corte solamente presta atención a si se siguen las normas jurídicas, a la vez que reconoce que aún así gente inocente podría ser condenada y ejecutada. En dichos casos, un prisionero podría solicitar el indulto. Parece que la Corte aún no ha aprendido lo que muchos estados sí lograron aprender: que el sistema de la pena de muerte no funciona y no tiene arreglo.

Recientemente Illinois se convirtió en el décimo sexto estado de Estados Unidos en declarar ilegal la pena de muerte. Luego de promulgar la ley, el gobernador Pat Quinn, dijo: “He concluido luego de ver toda la información que he recibido, que es imposible crear un sistema perfecto, infalible, libre de discriminación con respecto a la raza o las circunstancias económicas o la geografía. He concluido tras analizar todo lo que recibí que es imposible en nuestro estado tener un sistema de pena de muerte perfecto y consistente. Creo que abolir la pena de muerte es lo correcto y lo justo”. Quinn sigue los pasos de un anterior gobernador de Illinois, el republicano George Ryan, quien conmutó las condenas a pena de muerte de 120 prisioneros en dicho estado.

Ambos gobernadores de Illinois recuerdan al ex magistrado de la Corte Suprema Harry A. Blackmun, que escribió en 1994 en su voto discordante, luego de que la Corte negara la apelación en última instancia a un condenado a pena de muerte “A partir de este día, ya no jugaré con la maquinaria de la muerte”.

Jugar con la maquinaria de la muerte es precisamente lo que algunos estados parecen estar haciendo. El tiopental es uno de los tres fármacos utilizados en el “cóctel” letal administrado en la mayoría de las ejecuciones en Estados Unidos. Hospira, la última empresa con sede en Estados Unidos que fabricaba tiopental sódico, dejó de elaborar este fármaco controlado, provocando su escasez a nivel nacional. Los estados comenzaron a pelearse por mantener suministro suficiente en sus cámaras de ejecución. Cuando California le pidió prestado un fármaco similar a Arizona, el Subsecretario del Departamento de Corrección y Rehabilitación de California, Scott Kernan, escribió en un correo electrónico enviado a sus pares de Arizona: “Nos salvaron la vida...”.

Resulta que Georgia habría importado ilegalmente su suministro de tiopental de una empresa de dudosa reputación de Londres, denominada Dream Pharma Ltd., administrada por un matrimonio en un lugar alquilado en la parte trasera de una academia de conducción. Georgia no cuenta actualmente con un permiso de la DEA, la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos, para importar sustancias controladas, por lo que la DEA recientemente confiscó el suministro de tiopental de dicho estado. Mientras se aguarda la investigación del caso, Georgia no contará con este elemento fundamental, por lo que no podrá ejecutar a Davis ni a ningún otro prisionero condenado a pena de muerte.

El mismo día en que la Corte Suprema le negó la apelación a Davis, Amnistía Internacional publicó su informe anual sobre pena de muerte. Estados Unidos aún figura en la lista de los principales países que realizan ejecuciones, junto a China, Irán, Arabia Saudita, Yemen y Corea del Norte.

Además de encabezar la lucha por la vida de su hermano, Martina Correia ha tenido que luchar por su propia vida. El día del fallo judicial se cumplieron diez años de que comenzó su batalla contra el cáncer de mama. Su rostro aparece en la camioneta de mamografías móviles que ayuda a salvar la vida de mujeres de bajos recursos en Savannah. La Coalición Nacional Contra el Cáncer de Mama la nombró a ella y a la ex Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, “Mujeres que hacen las cosas bien”. Correia, con su humildad habitual, siente que merecerá ese título cuando la vida de su hermano también haya sido salvada.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

La politique étrangère de la République populaire de Chine depuis la crise : évolutions et contraintes

Par Valérie Niquet, maître de recherche à la FRS (LE MONDE, 31/03/11):

Depuis 2009, la République populaire de Chine semble occuper une place de plus en plus importante sur la scène internationale et la puissance chinoise est désormais perçue comme incontournable.

Accompagnant cette évolution, les dirigeants chinois font preuve d’une assurance nouvelle, loin de l’attitude "modeste" prônée par Deng Xiaoping1. Dans le même temps, les sources de malentendus se sont multipliées. La question qui se pose à l’ensemble des partenaires de Pékin est aujourd’hui de savoir si l’on assiste à un véritable bouleversement du système mondial, où la puissance chinoise jouerait un rôle majeur allant jusqu’à imposer la reconnaissance de nouvelles normes de gouvernance mondiale, ou si l’on doit au contraire relativiser cette émergence de la République populaire de Chine.

Il est indéniable que la Chine a fait preuve, en dépit de la crise économique, d’un dynamisme remarquable et dispose d’atouts qu’il serait vain de nier. Atouts d’abord économiques, qui constituent le socle de cette nouvelle assurance chinoise.

La Chine triomphante Des succès économiques remarquables Alors que le monde occidental, et particulièrement l’Union européenne, peine à sortir de la crise, la Chine a connu dès 2009 une reprise impressionnante et est désormais classée, comme l’a annoncé Pékin, deuxième puissance économique mondiale devant le Japon. L’objectif initial de 8 % de croissance fixé par le Premier ministre Wen Jiabao en 2009 a été largement dépassé en 2010. Les autorités chinoises semblent donc avoir fait preuve d’une remarquable efficacité.

Dans le même temps, la Chine est devenue devant l’Allemagne, la première puissance commerciale et la première puissance exportatrice note n°02/11 Valérie Niquet Maître de recherche à la Fondation pour la Recherche Stratégique La politique étrangère de la République populaire de Chine depuis la crise: évolutions et contraintes 2 dans le monde. Pékin continue par ailleurs d’accumuler des réserves de change, pour un montant de plus de 2 800 milliards de dollars selon les dernières évaluations2.

À la faveur de la crise, l’image de superpuissance économique de la République populaire de Chine a donc été considérablement renforcée, même si les prévisions des rattrapages des États-Unis en 2015, si l’on applique au produit national brut le critère très contesté de parité de pouvoir d’achat (PPP), sont loin de refléter la réalité du développement chinois.

L’année 2009 avait également été dominée par l’image – ou le mirage – du G2 ou de la Chinamerica proposée après l’élection du président Obama et la visite de Hillary Clinton à Pékin dès le mois de février 2009. À cette occasion, la secrétaire d’État avait exprimé avec force la volonté de la nouvelle administration "d’engager" la Chine. Cette volonté de changement s’était vue concrétisée par l’organisation à Washington du premier dialogue économique et stratégique (SED) au mois de juillet 2009. À cette occasion, le président Obama avait également précisé que la relation entre la Chine et les États-Unis était l’une des plus importantes au monde.

Si officiellement Pékin récusait la figure du G2, le sentiment de triomphe transpire largement des nombreux articles publiés en Chine à ce sujet.

Citant abondamment les travaux de Niall Ferguson, "inventeur" du concept de G2, qui appelait en 2009 les États-Unis à "regarder vers l’Est", ces analyses soulignent la dépendance nouvelle des États-Unis vis-à-vis de la RPC, qui détenait en 2010 plus de 800 milliards de dollars en bons du Trésor américain.

Au-delà de l’économique, le discours sur le G2 serait ainsi la preuve de la justesse du modèle chinois, son mérite principal étant de confirmer, aux yeux du monde et plus encore aux yeux d’une opinion publique chinoise qu’il s’agit de convaincre des bienfaits du régime, le statut nouveau occupé par la République populaire de Chine sur la scène internationale.

Pour lire l’intégralité de la note, rendez-vous sur le site de la FRS

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Pour une autre politique arabe de l’Europe

Par François Heisbourg, conseiller spécial, directeur de la Fondation pour la recherche stratégique (LE MONDE, 31/03/10):

Notre pays est placé, par les événements comme par ses choix propres, devant un exercice délicat, qui consiste à gérer l’urgence du moment – la guerre en Libye – sans perdre de vue l’essentiel : le devenir du réveil arabe et des relations futures entre l’Europe et le monde arabe, tout en sachant que les deux sujets sont étroitement corrélés.

S’agissant de la Libye, l’expression de guerre peut surprendre : mais il n’y a pas d’autre mot pour décrire honnêtement le recours à la force létale contre un gouvernement qui est (à juste titre) traité en ennemi. Les frappes militaires ont, dans un premier temps, un impact positif et mesurable, empêchant le massacre promis à la population de Benghazi par le colonel Kadhafi : éviter une répétition de la tuerie de Srebrenica, ce n’est pas rien.

Cependant, les forces de la coalition se trouvent placées sous contrainte. L’opération “Aube de l’odyssée” serait un échec si le colonel Kadhafi continue de maîtriser la Tripolitaine : la mission de protection des populations civiles demeurerait inachevée et, en termes stratégiques, nous risquerions de consacrer la partition de la Libye, posant un précédent redoutable par rapport aux nombreux pays du monde arabe post-ottoman qui, comme la Libye, existent dans leurs frontières actuelles depuis moins d’un siècle.

Le temps est compté pour réussir. En termes opérationnels, les difficultés de la rébellion à surmonter la résistance de Kadhafi nous contraindraient à poursuivre nos frappes, accroissant la probabilité de “dégâts collatéraux” aux dépens de la population que nous avons mandat de protéger. A ce moment-là, nous perdrions la capacité de poursuivre nos frappes. Quoi que nous fassions, nous devrons le faire vite, le cas échéant en recherchant activement des compromis peu appétissants avec l’entourage voire la famille du dictateur afin de hâter son départ.

L’ingérence dans les affaires libyennes après la chute de Kadhafi devra être proscrite, même si la pression des opinions publiques devait jouer en faveur d’une implication active. L’exemple de l’Afghanistan est là pour nous rappeler ce qu’il en coûte de succomber à de telles tentations : on voudrait traiter avec Massoud, on se retrouve avec Karzaï et on finit par voir revenir dans le jeu le mollah Omar…

Une approche européenne

Notre entrée en guerre a déjà eu des conséquences sur notre capacité à peser sur l’essentiel – le “printemps arabe” et ses suites. La France et le Royaume-Uni ont certes su forcer la main des Etats-Unis au Conseil de sécurité. De manière générale cependant, les Etats-Unis approchent les événements du Moyen-Orient sans souci particulier de convergence avec les initiatives des Etats européens.

Les effets de cette gestion disjointe se feront sentir quand nous connaîtrons des problèmes majeurs touchant nos intérêts vitaux. Ce pourrait être le cas de l’approvisionnement pétrolier en provenance du Golfe, livré au choc entre sunnites et chiites, entre Arabes et Perses, que l’intervention militaire saoudienne et émiratie à Bahreïn a rendu plus probable ; ou les conséquences d’un chaos en Algérie ou au Maroc, sans oublier les enjeux stratégiques de bouleversements en Syrie, aux confins d’Israël et du Liban.

Par ailleurs, l’abstention mal avisée de l’Allemagne au Conseil de sécurité jointe à la division plus large des 27 Etats membres de l’Union européenne sur les opérations en Libye rendra plus difficile la définition d’une politique à l’échelle de l’Union vis-à-vis du réveil arabe. De même, le style désordonné, parfois chaotique de la relation de la France avec ses alliés les plus proches pendant la crise libyenne, y compris sur la question du commandement des opérations, pèsera négativement.

Pourtant, une approche européenne est à la fois possible et nécessaire. L’expérience de l’UE face aux “révolutions de velours” de 1989-1990 suggère ce à quoi pourrait ressembler une politique vis-à-vis des nouveaux régimes issus du “printemps arabe”, avec quelques principes à la clé. D’une part, une politique européenne doit être spécifiquement appliquée aux Etats arabes qui sont entrés dans la transition démocratique. Ensuite, tout comme nous le fîmes en 1989-1990, nos initiatives doivent se déployer dans une aire possédant des caractéristiques communes en termes de défis comme au plan de références continuelles partagées : cette politique doit donc se déployer dans le monde arabe et non dans un espace purement géographique (comme c’est le cas de l’Union pour la Méditerranée). Enfin, cette politique doit être intégrée, avec un guichet européen commun pour l’accès aux nombreux outils dont dispose l’Union.

Les événements de 1989-1990 nous rappellent aussi que la meilleure façon de surmonter les divergences initiales est de faire la sortie par le haut, sous la forme d’un grand projet commun à long terme. Une grande initiative euro-arabe en serait un. Ce faisant, les Etats membres de l’Union devront avoir la sagesse d’éviter de s’engager dans des politiques nationales allant en sens contraire ; le moment n’est sans doute pas le mieux choisi pour resserrer les relations sécuritaires et militaires de la France avec les autocraties du Golfe engagées dans la contre-révolution à Bahreïn.

Pour cela cependant, il convient de dépasser l’urgence libyenne. Le jugement de l’histoire sera sévère si la guerre en Libye devait se traduire par un pays partagé ou plongé dans l’anarchie cependant qu’une Europe divisée serait incapable de s’unir en faveur de la transformation démocratique du monde arabe.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

The EU as a Global Actor: Its Evolving Role in Multilateral Organizations

El estudio explora el modo en que la UE podría mejorar su potencial de actuación como un actor global y, específicamente actuar de una manera más efectiva y unitaria en los organismos y foros multilaterales. Partiendo del Tratado de Lisboa, se analiza el actual estatus de la UE ante los principales organismos internacionales, y se proponen vías para mejorarlo y reforzar la influencia de la Unión en el sistema de gobernanza global. Las conclusiones de dicho estudio fueron presentadas en Bruselas el 22 de Marzo de 2011 por Vicente Palacio y Manuel de la Rocha Vázquez en una comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Parlamento Europeo (FUNDACIÓN ALTERNATIVAS, 31/03/11).

Leer artículo completo (PDF). Disponible, incluido el vídeo de la comparecencia, en la Fundación Alternativas.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

La próxima divisoria de la inflación en la zona del euro

Por Raphael A. Auer, subjefe de la Unidad de Comercio Internacional y Corrientes de Capital del Banco Nacional Suizo e investigador asociado LISD en la Universidad de Princeton. Las opiniones aquí expresadas son exclusivas del autor y no necesariamente representan las del Banco Nacional Suizo. Traducido del inglés por Carlos Manzano (Project Syndicate, 31/03/11):

Los debates en el Consejo de Gobernadores del Banco Central Europeo, que se reunirá el 7 de abril, van a empezar a ser intensos. El riesgo de que el aumento de la inflación en Asia se transmita a Europa hará que los halcones en materia de inflación del Banco se enfrenten con quienes son partidarios de velar por que se logre una recuperación del pleno empleo lo antes posible, pero lo que puede causar una disensión aún mayor es un nuevo conflicto de intereses nacionales, en vista de que las tasas de inflación en la zona euro divergen.

La causa subyacente de esa divergencia es el papel mucho mayor que desempeñan las importaciones procedentes de China y otras economías en ascenso del Asia oriental en las economías alemana o belga que en los países del sur de Europa. Por ejemplo, las importaciones de Alemania procedentes de China ascendieron a un total de unos 63.000 millones de dólares en 2009, casi equivalente a las importaciones procedentes de Francia, Grecia, Italia, Portugal y España combinadas. Y la importancia del comercio de China, como porcentaje del PIB, es casi el doble en el caso Alemania que en cualquiera de esos países.

Además de esa diferencia en la magnitud relativa de las importaciones, el efecto benigno en los precios de la competencia por las importaciones de bajo costo es mucho mayor en el panorama competitivo minorista de Alemania que en sistemas minoristas más tradicionales y no competitivos de Italia o Grecia.

En conjunto, esas disparidades económicas estructurales han provocado enormes diferencias en las formas como los diversos miembros de la zona del euro se han beneficiado del aumento de las importaciones baratas procedentes de Asia en los quince últimos años. Sin embargo, ahora que la época de las importaciones baratas está menguando, el efecto en los precios se invertirá y quienes se beneficiaron más en el pasado pueden ahora sufrir más las consecuencias de la inflación asiática.

La transmisión de la inflación de China a Europa puede explicar la reciente presión al alza de los precios en Alemania. La cifra relaciona la tasa de inflación durante la segunda mitad de 2010 con la importancia relativa de las importaciones procedentes de China. Entre los países representados, un gran porcentaje de importaciones chinas iba asociada claramente con una tasa mucho mayor de inflación. Es probable que en los próximos meses la inflación en los países en ascenso de Asia cause una pronunciada divergencia en las tasas de inflación en la zona del euro.

Naturalmente, semejante divergencia entraña una amplia posibilidad de desacuerdo dentro del BCE en el futuro próximo, pero también acelerará una solución del principal problema estructural de la zona del euro: sus desequilibrios internos en materia de competitividad, debidos a las tendencias al aumento de los salarios desde la introducción del euro que apuntalaron el gran superávit comercial de Alemania respecto del resto de la zona del euro.

De modo que ahora –por una vez– es la economía alemana la que está destinada a tener una mayor inflación que el resto de Europa y que nadie piense que unos precios mayores no vayan a provocar un aumento de los salarios. Apenas un año después de la recuperación de la peor crisis económica desde la segunda guerra mundial, el desempleo en Alemania ya está en el punto mínimo de después de la unificación. Como es probable que la economía crezca en gran medida, cuando se vaya deteriorando la competitividad de las empresas chinas a consecuencia del aumento de los salarios, resulta difícil imaginar que los sindicatos alemanes no pidan también importantes aumentos de los salarios reales.

Pero cualquier aumento de los salarios en Alemania irá acompañado de un beneficio no previsto: una muy necesaria convergencia de los costos por unidad laboral en la zona del euro. Aunque puede resultar difícil de aceptar para los banqueros centrales tradicionalistas, ahora parece probable que una inflación alta en Alemania sea el precio que pagar por el logro de la cohesión a largo plazo en la zona del euro.

Importaciones chinas y divergencia de inflación

Notas: La tasa de inflación Q3/Q4 es el cambio de porcentaje anualizado del Índice Armonizado de Precios al Consumo de 15.06.2010 a 15.12.2010 (15.05-15.11 en el caso de Irlanda).

Fuentes: Eurostat y Fondo Monetario Internacional.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Turkey and the Future of Europe

Chris Patten, the last British Governor of Hong Kong and a former EU Commissioner for External Affairs, is Chancellor of the University of Oxford (Project Syndicate, 31/03/11):

This is my last column for a while. I am off to become Chairman of the BBC Trust – the strategic authority of one of the greatest broadcasting organizations in the world. So I have to take a Sicilian vow of omerta on controversial issues for the term of my chairmanship. That makes for boring commentary: better to put down my pen.

It’s in my hand on this occasion as I look out over the Bosphorus on a glittering March morning. Yesterday, there were flurries of snow in Istanbul. But today the sun glints across the water to the Asian coastline of the city; the seagulls bank in the breeze; a great liner sails majestically north towards the Black Sea. It’s a “good-to-be-alive” sort of day.

But I always feel like that in Istanbul, a great city where so much world history has been forged. And it’s the city where Europe’s future may be shaped – Istanbul, not Brussels, Paris, or Berlin. Let me explain.

Europe’s current political identity emerged from its recent history. In the nineteenth century, the Continent’s share of the world’s population increased from one-fifth to one-quarter. That helped European countries dominate the century as expansionist colonial powers. But it also created competitive pressures for living space, with much of the struggle crystalizing in the antagonism between France and an emerging Germany.

The result was three wars in 70 years. You can see the consequences in the sprawling cemeteries of northern and eastern France and the borderlands of central Europe. And we dragged others into our struggles. Look at all the Indian names carved on the memorial arches in Picardy. I recall the war memorial in a tiny village north of Queenstown in the heart of “Lord of the Rings” country on the South Island of New Zealand. Thousands of miles from the bloody fields of France, 26 young New Zealanders who died there are remembered on a granite cross.

So, in the days when Europe worshipped Mars, the God of War, the rest of the world was often drawn into our continental battles. We Europeans were dangerous to each other, and it was often even more dangerous to be one of our friends.

The creation of the European Union was how we Europeans tried to prevent another war. France and Germany were joined at the hip – economic cooperation was meant to lead to closer political union. Around this historic compromise other countries circled, including those, like the United Kingdom, that were originally skeptical of the entire enterprise. We were already all drawn toward it, and our peace and prosperity were consolidated.

It worked far better than the doubters ever imagined was possible – indeed, perhaps even better than its progenitors expected. A vast single market was created. Sovereignty was shared and transformed in areas like trade and the environment. A union with 7% of the world’s population produced 22% of its output, a larger share than the United States, almost twice that of China, and 4-5 times that of India.

The European economic giant aspired to a global political role, but here reality swept in. The Mars of the twentieth century is a lot less sure of itself in the twenty-first. Until the United Nations-backed Libyan intervention, Europe seemed increasingly a bystander in international affairs, and even its participation in Libya is largely a Franco-British affair, with Germany opting out and choosing a quiet life.

So what is the point of Europe today? Tell my children that the EU is there to prevent us from fighting one another again, and their reply is blunt: “Of course we are not going to fight.” Europe’s moral purpose today is an existential question that all Europeans must consider.

For me the answer is to be found in Turkey. Europe with Turkey as a member would naturally be a more dynamic economy. Turkey is a regional energy hub. It has clout and respect in its own region with formidable fighting forces. And, above all, Turkey is now a role model for other Islamic societies striving to accommodate democracy, civil liberties, the rule of law, an open economy, pluralism, and religion.

As an EU member, Turkey would add a new dimension of massive historic importance. Europeans would show that we could embrace an Islamic democracy and build a strong bridge between Europe and Western Asia.

That, in turn, would create a new European identity and narrative, a new reason for the EU to exist in this century, a way of rejecting the divisive politics of old. I hope that by the time I take up my pen again, we will be on our way to this destination. If not, then many of us will find it increasingly difficult to see Europe as anything more than a glorified customs union with political ambitions that are far too big for its boots.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Los jóvenes inquietos del mundo árabe

Por Jeffrey D. Sachs, profesor de Economía y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia. También es asesor especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Project Syndicate, 31/03/11):

Muchos factores están detrás de los continuos levantamientos en Oriente Medio: décadas de régimen corrupto y autoritario, sociedades cada vez más alfabetizadas y digitalmente conectadas y precios de los alimentos mundiales por las nubes. Para colmo, en todo Oriente Medio (así como en el África subsahariana y en gran parte del sur de Asia), el rápido crecimiento de la población está alimentando enormes presiones demográficas.

La población de Egipto, por ejemplo, cuando menos se duplicó en el transcurso del régimen de Hosni Mubarak, de 42 millones en 1980 a 85 millones en 2010. Este crecimiento es más remarcable aún dado que Egipto es un país desértico y sus habitantes viven hacinados a lo largo del Nilo. Sin lugar para extenderse, las densidades poblacionales están aumentando hacia un punto de quiebre. El Cairo se ha convertido en una región que se expande descontroladamente con unos 20 millones de personas que viven codo con codo, con una infraestructura inadecuada.

El rápido crecimiento de la población significa una población joven desbordante. De hecho, la mitad de la población de Egipto tiene menos de 25 años. Egipto, como decenas de países en todo el mundo, enfrenta el desafío extremo –y ampliamente en falta- de asegurar un empleo productivo y remunerado para sus jóvenes.

El crecimiento del empleo simplemente no va a la par del crecimiento de la población, al menos no en el sentido de empleos decentes con salarios decentes. La tasa de desempleo entre los jóvenes (15 a 24 años) en el norte de África y en Oriente Medio es de 30% o más. La frustración de los jóvenes desempleados y subempleados ahora se está volcando a las calles.

No obstante, el problema del alto desempleo entre los jóvenes ciertamente no se limita al mundo en desarrollo. En Estados Unidos, la tasa general de desempleo ronda el 9%, pero entre los jóvenes entre 18 y 25 años es de un asombroso 19%. Y esto incluye sólo a los jóvenes que en realidad trabajan o buscan trabajo. Hay muchos más que simplemente se desmoralizaron y quedaron afuera del mercado laboral por completo: no estudian, no trabajan y no buscan empleo. No protestan mucho, pero muchos terminan en prisión.

Los mercados laborales del mundo hoy están interconectados. Los jóvenes en países tan diversos como Egipto y Estados Unidos, en realidad, compiten con los jóvenes chinos e indios por empleos. Los trabajadores industriales mal pagos y razonablemente productivos de China así como la infraestructura de alta calidad del país (carreteras, energía, puertos y comunicaciones) establecieron el estándar para la competitividad a nivel global. En consecuencia, los trabajadores poco calificados de Egipto, Estados Unidos y otros países deben, o bien aumentar lo suficiente su productividad para competir con un salario decente, o bien aceptar una paga extremadamente baja o directamente el desempleo.

De manera que crear empleos decentes con salarios decentes es fundamental para ser internacionalmente competitivo. Eso requiere brindarles a los trabajadores una buena educación, una sólida capacitación laboral y una infraestructura de apoyo. Si bien el sector privado debe crear la mayoría de los empleos, el sector público debe generar las condiciones subyacentes para una alta productividad. Eso es mucho pedir.

Sólo una región de altos ingresos ha hecho un trabajo razonablemente bueno en cuanto a preparar a su juventud, y a su economía general, para una dura competencia global: el norte de Europa, incluyendo Alemania y Escandinavia (Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia). En estos países, la educación pública es excelente, y la transición de la escuela al trabajo suele ir de la mano de programas como las becas por las cuales Alemania es particularmente famosa.

En los países en desarrollo, los principales progresos se detectan en países que enfatizan la excelencia en la educación, la inversión pública en infraestructura y una capacitación laboral seria. Corea del Sur probablemente sea la principal historia de éxito: un asombroso logro educativo y un empleo sólido entre los jóvenes lo llevaron de ser un país en desarrollo a una condición de altos ingresos en una generación. Y Corea del Sur ha logrado esta proeza siendo vecino inmediato de la intensamente competitiva China.

Estados Unidos, por el contrario, es un ejemplo de fracaso, excepto para los jóvenes de hogares de altos ingresos. Los niños norteamericanos criados en un contexto de prosperidad logran recibir una excelente educación y tener buenas perspectivas laborales después de una licenciatura. Pero como los ricos presionaron exitosamente a favor de recortes impositivos y reducciones en el gasto del gobierno, los niños de los hogares pobres y de clase trabajadora tienen muchas menos posibilidades de recibir una educación de alta calidad, y el gobierno de Estados Unidos no ha brindado una capacitación o una infraestructura adecuada. El resultado es una creciente crisis de desempleo entre los jóvenes pobres y de clase trabajadora.

Los países del norte de África y de Oriente Medio deberían aprender del este de Asia y del norte de Europa, y esforzarse por evitar los fracasos de Estados Unidos. Si la democracia ha de arraigarse y florecer en Egipto, Túnez y otras partes del mundo árabe, los nuevos gobiernos reformistas deben hacer de la crisis de desempleo entre los jóvenes su principal prioridad.

Los países de Oriente Medio deberían elaborar estrategias para mejorar la calidad y prolongar la escolaridad, invertir en capacitación laboral, establecer becas en el sector privado y desarrollar pequeñas y medianas empresas. Deberían identificar proyectos de infraestructura clave que resulten necesarios para asegurar la productividad del sector privado. Y deben trabajar juntos para profundizar la integración comercial regional, creando así un mercado mucho más grande.

Los gobernantes autoritarios depuestos –Zine El Abidine Ben Ali de Túnez, Mubarak y pronto el coronel Muammar Gadaffi de Libia- se quedaron con miles de millones de dólares robados del tesoro público. Debería recuperarse este dinero obtenido de manera ilícita y se lo debería colocar en un fondo especial para el empleo juvenil.

Es más, con los precios del petróleo nuevamente por encima de los 100 dólares el barril, los estados del Golfo están atravesando una bonanza. Ellos también deberían crear un fondo especial para el empleo juvenil en la región a través del Banco de Desarrollo Islámico. No puede haber mejor manera de utilizar los recursos de la región que asegurando que la vida de sus jóvenes se vea enriquecida por la educación, el desarrollo de capacidades y empleos de alta calidad.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Quiero mi Al Jazeera

Por Naomi Wolf, activista política y crítico social; su libro más reciente es Give Me Liberty: A Handbook for American Revolutionaries (Dadme libertad: Manual para revolucionarios estadounidenses). Traducido del inglés por David Meléndez Tormen (Project Syndicate, 31/03/11):

El corresponsal de Al Jazeera Ayman Mohyeldin se encuentra realizando una gira victoriosa en los Estados Unidos o, más bien, Al Jazeera lo envía. Después de todo, Mohyeldin es un tipo modesto, a pesar de ser uno de los periodistas más conocidos de la cadena y claramente una estrella en ascenso de los medios de comunicación internacionales.

Al Jazeera tiene buenas razones para presumir: goza un nuevo prestigio en los EE.UU. después de que millones de estadounidenses, ávidos de información sobre el terreno acerca de Egipto, buscaran en línea sus reportes en directo y la cobertura de Mohyeldin desde la Plaza Tahrir de El Cairo. Así que ahora Mohyeldin está en los EE.UU. para tres semanas de eventos de medios de comunicación – incluso habrá una sesión de fotos de GQ -, tras haberse vuelto bien conocido en un país donde, básicamente, se impide a los espectadores ver su canal.

La cadena ha sido blanco de ataques del gobierno de los EE.UU. desde 2003, cuando el ex vicepresidente Dick Cheney y el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld la describieran prácticamente como el equivalente a una rama de Al Qaeda. Dos de sus reporteros fueron asesinados tiempo después en Bagdad cuando un tanque de EE.UU. disparara contra el Hotel Palestina, donde, según funcionarios de EE.UU., se creía que había un francotirador atacando a las tropas estadounidenses. Sin embargo, dado que era sabido que el equipo de Al Jazeera se alojaba en el hotel, el canal y otros expresaron sospechas de que los reporteros hubieran sido objeto de un ataque deliberado.

Y, hasta el día de hoy, Al Jazeera, que junto con BBC News se ha convertido en uno de los principales puntos de oferta global de noticias televisivas serias, es prácticamente imposible de encontrar en los televisores de los EE.UU. Las principales empresas de cable y satélite del país se niegan a ofrecerla – con lo que sólo se la puede ver en Washington, DC, y partes de Ohio y Vermont – a pesar de la enorme demanda pública.

Así que Al Jazeera está enviando su equipo de noticias a recorrer los EE.UU. en un esfuerzo por “integrar” los rostros de esta demonizada red. Y Mohyeldin puede sonar como Robert F. Kennedy: cuando resonó en la Plaza Tahrir el bramido de la multitud al conocerse la renuncia de Mubarak, comentó: “Un hombre bajó un peldaño y ochenta millones de personas pudieron subir”.

La campaña de la estación en EE.UU. no podría ser más necesaria… para los estadounidenses. Al serles negado el derecho de ver Al Jazeera, se los mantiene en una burbuja, aislados de las imágenes y narraciones que informan al resto del mundo.

Consideremos el reciente escándalo acerca de las atroces fotos tomadas por soldados de EE.UU. en Afganistán, que ahora están disponibles en todo el mundo a través de canales noticiosos como Al Jazeera. En Estados Unidos, ha habido breve resúmenes noticiosos de que Der Spiegel ha informado sobre el asunto. Pero las imágenes mismas -ni siquiera modificadas para proteger la identidad de las víctimas- no han penetrado en los medios noticiosos de de EE.UU.

Y esas imágenes son tan extraordinariamente impactantes que no mostrarlas -junto con imágenes gráficas de los bombardeos de niños en Gaza, por ejemplo, o entrevistas a sobrevivientes de Guantánamo- impide que los estadounidenses tengan la posibilidad de comprender acontecimientos que pueden ser tan traumáticos para los demás como el impacto de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Por ejemplo, los medios de comunicación en EE.UU., incluido The New York Times, no han considerado oportuno mencionar que una de las fotos muestra a un soldado de EE.UU. sosteniendo la cabeza de un civil afgano muerto como si se tratara de un trofeo de caza.

Así que, por el bien de Estados Unidos, espero que Al Jazeera penetre en el mercado de los medios de comunicación estadounidenses. A menos que veamos las imágenes y narraciones que dan forma a cómo nos ven los demás, EE.UU. no será capaz de superar su reputación de matón tuerto del mundo.

De hecho, en ciertos aspectos hoy los egipcios están mejor informados que los estadounidenses (y, como Thomas Jefferson insistía a menudo, la libertad no es posible sin una ciudadanía informada). Egipto cuenta con 30 periódicos y más de 200 canales de televisión. Los periódicos de Estados Unidos están muriendo, la cobertura de noticias extranjeras se ha reducido a tres o cuatro minutos, como máximo, al final de uno o dos noticieros nocturnos, y la mayoría de sus canales de TV se encuentran saturados de reality shows.

Conocí a Mohyeldin antes de una reciente aparición pública en Manhattan. Su análisis de la revolución egipcia y otras en la región es que el tipo de medios de comunicación globalizada a la que los estadounidenses no tienen acceso completo ha creado las condiciones para que la gente pudiera alzar la voz y reclamar democracia. Señala que “la gente está consciente de sus derechos a través de Internet, la TV por satélite… está viendo películas y leyendo blogs. Esta fue una revolución de conciencia, basada en el acceso a la información que se comunica con rapidez. Los agricultores y los campesinos presentes en la Plaza Tahrir eran conscientes de sus derechos. ”

Los estadounidenses tenemos sed de noticias internacionales; es un mito el que no nos interesa el mundo exterior. Tal vez los norteamericanos nos levantemos y amenacemos con boicotear nuestros proveedores de cable y satélite a menos que consigamos nuestra Al Jazeera y otras emisoras de noticias internacionales. Nos acercaríamos un paso más a ser parte del mundo como un todo, un mundo que, de lo contrario, sencillamente nos dejará atrás.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

¿El final del túnel?

Por José Antonio Bueno, socio de Europraxis (EL PERIÓDICO, 31/03/11):

Hay nubes tan negras y cargadas de peligro que cuando pasan sin descargar uno no acaba de creérselo. El 24 de marzo se dio tal cúmulo de noticias negativas en lo económico que quien más quien menos no acaba de creerse que nos libremos de algún sobresalto.

La renuncia del jefe del Gobierno de Portugal por la falta de apoyo a su plan de ajuste lleva al país vecino a las puertas del rescate. Y hasta hace muy poco todo el mundo daba por sentado que tras Portugal venía irremediablemente España, por ser un país periférico y por la exposición de nuestra economía y nuestras finanzas a las portuguesas. El presidente del Gobierno se personó en la cumbre europea con la reforma de la negociación colectiva aún pendiente pese a que esperaba poder defender un nuevo modelo más basado en la productividad. Moody’s rebajó el rating a 30 entidades financieras españolas, dejando a tres de ellas con la calificación de bono basura y a cinco en la antesala. Y por si fuera poco, salió a la luz la posibilidad -ayer confirmada- de que el segundo SIP por tamaño, el Banco Base, saltase por los aires por desavenencias entre sus partícipes. ¿Pueden pasar más cosas, negativas, en un solo día?

Si todo esto hubiese ocurrido hace solo unos meses, hoy hablaríamos de crash bursátil e incremento de la prima de riesgo. Pues no. La bolsa se ha mantenido neutra cuando no positiva, al igual que la deuda, que ha estrechado levemente su diferencial con Alemania. Ha habido emisiones del Tesoro con amplia demanda y precios menores que en el pasado cercano y hasta varias entidades financieras han aprovechado la calma de los mercados para realizar emisiones. Con la prudencia que merece no acabar de creerse una buena noticia cuando estamos tan acostumbrados a las malas, España podría comenzar a descolgarse del pelotón de los pigs y pasar a un cluster más cómodo con Italia y Bélgica, por cierto muchísimo más endeudadas que España.

Se barajan muchas hipótesis para esta reclasificación, desde que el Gobierno ha sabido reaccionar a las intensas presiones haciendo lo que debe y comunicándolo internacionalmente mucho mejor hasta que los especuladores ven en España la línea roja de lo que no se va a permitir. Sea como sea, si el comportamiento de los mercados sigue siendo estable los próximos días no podremos sino alegrarnos de este cambio de tendencia en que parecería que todos los males ya estén descontados y a partir de ahora comienza la tan ansiada remontada.

Tenemos por delante al menos cuatro o cinco meses estacionalmente positivos en empleo, el sistema financiero comienza a estar estabilizado salvo sustos como el de la CAM, como demuestra la apertura progresiva de los mercados de deuda, el mes que viene habrá un acuerdo sobre la negociación colectiva, varios inversores internacionales comienzan a interesarse por algunos activos inmobiliarios y las exportaciones a Francia y Alemania animan el clima productivo. Hay alguna razón para un muy moderado optimismo.

Y es el optimismo traducido en confianza lo único que nos podrá sacar del bache. Cuentan los vendedores de coches que el descuento medio por coche vendido en febrero superó los 3.800 euros, es decir, casi el doble del ahora añorado Plan 2000E. Pero ni así las ventas tiran, nos falta creer en el futuro, lo que es más que lógico cuando día sí día también nos llegan noticias de cierres, despidos y problemas terriblemente cercanos.

No estamos, ni de lejos, a salvo de peligros propios y ajenos. La reforma del sistema financiero no ha concluido, y noticias como las del Banco Base no hacen ningún bien. Las carencias estructurales de nuestra economía siguen pesando como una losa y el ansiado cambio del modelo productivo es un más que legítimo deseo, pero transformarlo en realidad no es sencillo ni rápido. La inestabilidad de varios países del norte de África y Oriente Próximo es un gran interrogante que, entre otras cosas, se traduce en una constante alza del precio de la energía que puede llevar la inflación a niveles preocupantes, que de entrada van a elevar el precio del dinero, como ya refleja la cotización del euríbor. Las tragedias de Japón tendrán repercusión en los flujos de capital globales, pues parte del dinero que invertía Japón en el mundo lo redirigirá hacia la reconstrucción de su país. Adicionalmente, el impacto en las aseguradoras, entidades que también mueven mucho dinero en los mercados, no será menor. Pero si dentro de un mes seguimos como ahora podremos afirmar que lo peor ha pasado.

Puede ser, por tanto, el momento para comenzar a pensar en la recuperación, una recuperación que pinta larga y lenta, pero menos es nada. Hay que ser capaces, entre todos, de asegurarla y acelerarla, y la mejor forma es no rebajar ni un ápice el rigor de las reformas que se van acometiendo y no ceder a tentaciones de reconciliación con la sociedad tras los momentos más duros, porque lo que no puede permitirse en ningún caso es perder esta oportunidad. Con todas las reservas, parece que la luz que vemos a lo lejos es, por fin, el final del túnel y no un tren que viene en contra como en otras ocasiones. Ojalá sea así.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Ángeles fieramente humanos

Por Alfredo Conde, escritor (EL PERIÓDICO, 31/03/11):

Fuimos inducidos a creer en los ángeles, nos dieron sus características, nos enseñaron sus nombres, describieron ante nuestros ojos asombrados los lugares que ocupaban al lado del Creador e incluso se permitieron enseñarnos sus categorías: ángeles, arcángeles, serafines, querubines, tronos, dominaciones, potestades… y nos mostraron cuáles eran sus trabajos y sus poderes. Nos llevaron a preguntarnos por su sexo, a saber que se había discutido acerca de la cantidad de ellos que cabrían en la cabeza de un alfiler y, también, que cada uno de nosotros tenía uno siempre a su lado con el que podríamos mantener instructivas conversaciones. Después, nos concitaron a imitarlos.

Nos dijeron que había seres como nosotros que habían seguido la senda de los elegidos y que habían logrado parecerse a ellos. Inútil decir que nos lo creímos. Y que poco a poco fuimos ampliando el espectro angelical a otras personas y religiones. De entre nosotros, hubo gente que idolatró a Gandhi, otros a Marcial Maciel o a Teresa de Calcuta, e incluso hubo derivas hacia Tom Cruise, por acudir al cine, o hacia Paulo Coelho, por acercarnos al terreno literario. Siempre hay en donde escoger a la hora de las dependencias y de las admiraciones. Así somos.

Más tarde resultó que Gandhi -a quien había entrevistado Oriana Fallaci para oírle afirmar que dormía, desnudo, con su nieta porque practicaba la abstinencia sexual y así se ejercitaba en ella- amó tiernamente al judío Kallenbach y se acordó de él cada vez que hubo de echar mano de la vaselina una vez que la vida los distanció al uno del otro. O que Maciel entretenía sus ocios de las maneras menos angelicales posibles. Los ángeles resultaron ser fieramente humanos.

Ahora, aquellos que así fuimos adoctrinados, vemos cómo parte de ese religiosamente inquieto y activo millón de musulmanes que viven en España pretende y defiende «un islam que diga: si no quieres llevar pañuelo, no lo lleves», y recordamos los tiempos en que nuestras abuelas, también nuestras madres y no pocas de nuestras novias, acudían a las iglesias católicas debidamente tocadas con él. Pero no podemos decir si fue Dios, nuestro dios, el que las liberó de la pesada carga o fueron los tiempos los que mudando, mudando, les despejaron las cabezas.

No es una pequeña duda la establecida, ni una pequeña diferencia la resultante de determinar si ese velo desapareció por mandato divino o como resultado de eso que ahora se conoce como conciencia cuántica, de un estado de opinión de la sociedad, al observar y digerir los tiempos que le corresponde vivir y tomar decisiones como las que Maeterlinck en La vida de las abejas atribuye a los componentes de un enjambre, cuando deciden abandonar la colmena. El espíritu de la colmena, le llama el escritor, a esa decisión colectiva que es prueba de que las abejas también piensan, pues la prueba irrefutable de que emiten juicio, dice, es que, a veces, se equivocan.

Si el islam dice que hay que llevar velo es porque Alá lo requiere. Así lo afirman los que dicen ser los llamados a interpretar los divinos deseos, los únicos autorizados a hacerlo, se supone que por el mismo Alá, por lo que el islam así lo dicta. Un lío. Un lío que se incrementará cuando otra parte del islam diga que si no quieres, no lo lleves, porque, en ese momento, la otra dirá lo contrario y se puede organizar la de Alá es Mahoma.

Es de temer que detrás de todo este lío del pañuelo se escondan también ángeles fieramente humanos. El hombre es siempre el mismo y solo las costumbres y las leyes que se derivan de ellas aciertan a encauzar los juicios colectivos. No es probable que la fiereza humana se encauce por los mismos canales que recorrieron tanto el espíritu como la carne de Gandhi o de Maciel, pero sí que lo haga por otros más crematísticos y cercanos al materialismo más pesetero y vulgar derivado de las subvenciones con las que el Estado atiende a las diversas concepciones religiosas imperantes.

Si esto fuese así, pudiera ser que la pelea no sea por el pañuelo, que también, sino por el euro, por lo que convendría reflexionar acerca de si no sería mejor, por un lado, esperar a que el velo se lo lleve el viento de la historia, como el de nuestras abuelas, y, por el otro, atajar a los tiempos y cortar de una vez por lo sano de forma que el culto de las diferentes religiones que pueblan el imaginario colectivo patrio sea de directa dependencia de los fieles que las componen.

La laicidad del Estado debe conducir a la defensa de todas las religiones más que a su sostenimiento económico. No son escasos los lugares del mundo en los que así sucede. En algunos, de nuestro propio idioma, incluso los templos son propiedad del Estado mientras que su mantenimiento y conservación corren por cuenta de la religión que los ocupa y celebra en ellos sus cultos. Justo al contrario que aquí, en donde las catedrales son de la Iglesia y nos asustaríamos de saber las partidas presupuestarias que se dedican a su conservación y mantenimiento. No empecemos ahora a equivocarnos también con el islam, que ya vamos sobrados.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Kizuna para recuperar a Japón

Por Yuriko Koike, ex ministra de Defensa de Japón, presidenta comité ejecutivo del Partido Liberal Democrático (LA VANGUARDIA, 31/03/11):


El maremoto recorrió la ciudad a la velocidad de ocho metros por segundo, la de un velocista con medalla de oro. La ola alcanzó una altura de 15 metros y se elevó por encima de las barras más altas para el salto de pértiga. Hubo barcos arrastrados hasta lo alto de colinas y automóviles que flotaron como barcos. Después de que pasara la ola, una caótica montaña de escombros fue lo único que quedó de Kamaishi, la ciudad con la siderurgia más antigua de Japón, en la prefectura de Iwate. Parecía Tokio después de los bombardeos con bombas incendiarias o Hiroshima y Nagasaki después de que cayeran las bombas atómicas.

Escenas similares se pueden encontrar en toda la región de Tohoku, a lo largo de la costa de Sanriku en el Japón nororiental. Por ejemplo, en la apacible ciudad rural de Rikuzentakata, de 23.000 habitantes, se cree que 5.000 de sus 8.000 familias desaparecieron. Los únicos edificios que siguen en pie son el Ayuntamiento y un supermercado.

El aeropuerto de Sendai, cerca de la costa, en la prefectura de Miyagi, ahora parece un puerto de mar.

El enorme terremoto que afectó a la región de Tohoku el 11 de marzo, con una magnitud de 9 en la escala de Richter y su epicentro frente a la costa de Sanriku, fue el mayor de los documentados en la historia de Japón. El número de víctimas y la magnitud de los daños siguen siendo desconocidos, pero se espera que las pérdidas humanas superen las 23.000 y se calcula que los daños económicos ascenderán a unos 25 billones de yenes.

Tsunami (maremoto) es una palabra originalmente japonesa. Patrick Lafcadio Hearn (conocido como Koizumi Yakumo después de su naturalización como ciudadano japonés), un inglés nacido en la isla griega de Lefkada, la presentó por primera vez en su novela Un dios vivo. La descripción que hace Hearn del terremoto de Sanriku en la era Meiji, que en 1896 se cobró 22.000 vidas en la misma región que el terremoto reciente, fue incluida más adelante en los libros de texto escolares con el título de El incendio del campo de arroz.

En la novela de Hearn, Goh, jefe de un pueblo que vive en la cima de una colina de la localidad, advierte una ola de maremoto que se acerca, cuando ve el agua de mar retirarse rápidamente de la costa. Para avisar a sus paisanos, que están muy ocupados preparando una fiesta, Goh usa una antorcha para prender fuego a sus gavillas de arroz recién cortadas. Los lugareños que se congregan en la colina para apagar el fuego no tardan en ver por debajo de ellos el maremoto que causa estragos en su pueblo. La rápida capacidad de dirección y sacrificio de Goh salvó a todos los habitantes del pueblo.

Esa historia ha influido en Japón desde entonces. De hecho, cuando Japón prestó socorro a los países afectados por el terremoto de Sumatra en el 2004, que se cobró 250.000 vidas, fue el más interesado en fomentar un sistema de alerta temprana de maremotos, pero la larga historia de terremotos y maremotos de Japón – y ahora la avanzada tecnología para pronósticos-había relajado a la población. Además, nadie imaginaba que un maremoto tan enorme afectaría a Japón jamás. El acontecimiento más imprevisto ocurrió en la central nuclear de Fukushima Daiichi. La solidez con la que estaban concebidas sus instalaciones es similar a la de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del mundo, en Niigata, que resultó indemne en el terremoto frente a la costa (de 6,8 en la escala de Richter) en julio del 2007. Fukushima Daiichi resistió el terremoto, pero nadie pensó en la posibilidad de que un maremoto con olas de diez metros de altura afectara a la central nuclear.

Ahora sabemos que lo inconcebible es posible. A consecuencia de ello, los problemas de la central de Fukushima Daiichi han dado un frenazo a las prisas mundiales por crear centrales nucleares. Actualmente, hay 443 centrales nucleares en el mundo, cifra que había de duplicarse en los quince próximos años. Sólo China se proponía sumar 50 nuevas centrales a las 27 que ya tiene. Japón – y, en particular, dirigentes políticos como yo-tiene el deber de velar por que nuestras experiencias se reflejen en la creación de códigos y normas de construcción seguros para dichas centrales en todo el mundo.

En cuanto a Japón, una vez que se calme el pánico inicial, será necesario un acuerdo bipartidista para formular y aprobar un presupuesto que haga posible la recuperación más rápida posible. Además, Japón debe encontrar una forma de compensar el déficit de diez millones de kilovatios que entraña la pérdida de Fukushima. De hecho, Japón debe reevaluar ahora toda su estrategia energética nacional, incluido un examen de los diferentes niveles de utilización y, como las regiones afectadas padecían ya una despoblación yun rápido envejecimiento, problemas típicos de gran parte del Japón actual, la recuperación requerirá un nuevo programa de desarrollo rural que aleje el país de su modelo económico centrado en Tokio.

Pero, al trabajar por la recuperación, Japón tiene una gran ventaja. La palabra-clave para la recuperación en japonés es kizuna (“vínculos”). Aun al afrontar la inmensa confusión provocada por el desastre reciente, los japoneses contaron con los kizuna para ayudarse y tranquilizarse mutuamente. Espero que algún día, después de que se haya escrito la historia del reciente desastre de Japón, la palabra kizuna llegue a ser más conocida incluso que tsunami.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Socialdemocracia, solidaridad, internacionalismo

Por George Papandreu, primer ministro de Grecia; Alpha Condé, presidente de la República de Guinea; Jalal Talabani, presidente de la República de Irak; Ricardo Lagos, presidente de la República de Chile entre 2000 y 2006. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia (EL PAÍS, 31/03/11):

El mundo árabe se ha visto inundado por unos movimientos que han sido una auténtica inspiración para todos, impulsados por el pueblo unido en una causa común. Dicha causa es el cambio político, social y económico. El cambio político para obtener un Estado abierto, democrático y moderno, basado en el respeto a las libertades y los derechos de las personas. El cambio social para acabar con la corrupción, el favoritismo, el clientelismo y la marginación y alienación crecientes de grandes sectores de la sociedad, en particular las nuevas generaciones que, sin oportunidades ni esperanza, han decidido salir a la calle. El cambio económico para proporcionar puestos de trabajo y perspectivas a quienes los necesitan desesperadamente y para reducir la pobreza crónica que afecta a millones de personas que merecen un futuro mejor.

Con estos movimientos estamos reviviendo las mismas luchas que hubo anteriormente en otras partes del mundo por la democracia, los derechos civiles y la igualdad de oportunidades. Lo que vemos hoy en el norte de África y Oriente Próximo nos recuerda las experiencias de Europa Central y del Este, donde la voluntad del pueblo derrocó regímenes autocráticos. Antes, el sur de Europa y Latinoamérica también vivieron sus propias transiciones del autoritarismo a la democracia, en las que los partidos socialdemócratas, laboristas y socialistas, miembros de la Internacional Socialista, desempeñaron un papel fundamental.

Ahora, en otros países de África, los partidos socialdemócratas de la Internacional Socialista están haciendo de nuevo una contribución significativa a la democracia. Una de las más recientes es la del Gobierno dirigido por el presidente John Atta Mills, que está cambiando y mejorando Ghana desde 2009; en Guinea, Alpha Condé tomó posesión como presidente en diciembre, tras las primeras elecciones libres y limpias de la historia del país; la transición de Níger a la democracia, que se encuentra en su última fase después de la segunda ronda de las elecciones presidenciales y parlamentarias, celebrada el 12 de marzo, está a cargo del miembro de la IS y vicepresidente Mahmadou Issoufou, que jurará el cargo de presidente el 6 de abril.

La socialdemocracia, con su visión de una humanidad común, tiene cada vez más influencia y credibilidad en muchas de las democracias más nuevas del mundo. Hoy podemos ver en muchos rincones del planeta los resultados de la intensa labor de contactos, discusiones, transmisión de experiencias y apoyo mutuo que tiene su origen en la Internacional Socialista. A sus puertas llegan numerosos partidos políticos de todas partes, procedentes de realidades, culturas y experiencias muy distintas, y a menudo con un difícil pasado de conflicto o dictadura, dispuestos a emprender un nuevo camino de esperanza y progreso. Todos juntos están engendrando una nueva socialdemocracia mundial y un internacionalismo genuino y renovado, con nuevos conceptos y nuevas ambiciones.

De ahí que, en los últimos años, la Internacional haya sido un foro en el que desarrollar una respuesta socialdemócrata unificada a la crisis financiera y económica mundial. A través del trabajo de sus comisiones y comités, los debates en Naciones Unidas y en la OCDE, las discusiones mantenidas en Europa, África, Latinoamérica y Asia, las propuestas del impuesto sobre las transacciones financieras, las estrategias para el crecimiento y la creación de empleo y la definición de prioridades para avanzar en la lucha contra la pobreza se han abierto paso en los programas de los partidos y las políticas de los Gobiernos.

El cambio climático, el gran desafío que afronta esta generación, también ocupa un lugar importantísimo en el trabajo de la Internacional Socialista. Su Comisión para una Sociedad Mundial Sostenible ha involucrado a Gobiernos, líderes, expertos desde el sur de África hasta China, desde las Maldivas hasta Chile, desde Norteamérica hasta Rusia, en la definición de una serie de propuestas específicas contenidas en el informe De una economía de alto nivel de carbono a una economía de bajo nivel de carbono, resultado de un intenso programa de diálogos y actividades que han tenido reflejo en Copenhague y Cancún. Todos estos esfuerzos han producido una nueva doctrina de “justicia climática” que tiene en cuenta tanto a los fuertes como a los débiles.

Si, en el pasado, la paz llegó a ser el tema más importante para la socialdemocracia, hoy, en un mundo muy distinto, sigue siendo una de nuestras prioridades. A pesar de las profundas diferencias entre los palestinos y los israelíes, que afectan a nuestros miembros en la región, en la Internacional Socialista ha sido posible que las dos partes encontraran elementos sobre los que estar de acuerdo para poder avanzar. Asimismo, hace solo unos meses, bajo los auspicios de la Internacional, los armenios y los azerbaiyanos pudieron reunirse y encontrar un terreno común en un problema insoluble, el de Nagorno-Karabaj, y es también el patrocinio de la IS lo que permite que los representantes marroquíes y saharauis compartan una tribuna en la que presentar sus opiniones y que se preste atención a conflictos como el de Nepal y el de los Balcanes.

En todas estas áreas, la democracia, la economía mundial, el cambio climático y la paz y la resolución de conflictos, la Internacional ha roto esquemas en los últimos años, apelando a un verdadero internacionalismo en una época en la que las agendas políticas se limitan cada vez más a los intereses fundamentalmente nacionales y excluyen los objetivos comunes de la comunidad internacional.

Las revoluciones democráticas en el mundo árabe están creando una condicionalidad democrática mundial, porque están dejando claro que la gente no está dispuesta a aceptar en ninguna parte cualquier cosa que no sea la democracia. Todos los países y todas las instituciones internacionales deben tomar nota y tener el valor y la visión que exige este momento. Europa tiene mucho que hacer al respecto, igual que nuestros amigos en otros continentes.

Pero hay más. Asimismo, es necesaria una condicionalidad de solidaridad para dar la respuesta adecuada a quienes esperan que les apoyemos en su lucha democrática, como ocurre hoy en los países árabes. Y la solidaridad es también una condición necesaria para obtener una economía mundial más justa y lograr un acuerdo sobre el cambio climático que proteja el planeta y a aquellos que son más vulnerables. Como también es necesaria para asegurar la paz en todas partes. Cada iniciativa de nuestra Internacional es una respuesta activa a la necesidad permanente de reafirmar esa solidaridad sin la que la promesa de la socialdemocracia no puede existir.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

El hombre de la Pampa

Por Manuel Mandianes, antropólogo del CSIC, escritor y autor del blog Diario nihilista de un antropólogo (EL MUNDO, 31/03/11):

Nuestro hombre es simpático, trabajador, tenaz, encaja bien las críticas y confía en su creatividad y su capacidad de improvisación más que en ninguna otra cosa. Negociaría hasta con el diablo, pero nunca con el adversario, al que, intuyendo sus momentos de flaqueza, abate cual ave de presa sobre animal indefenso. «Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento», decía Oscar Wilde.

Es un artista en enfrentar a sus enemigos externos e internos. No engaña, aunque sólo en raras ocasiones sus actos concuerdan con lo que dice. Está convencido de que los problemas se solucionan negándolos. Tiene en su palabra, y lo sabe, un instrumento poderoso y eficaz para ensimismar multitudes, y capaz de convertir la democracia en un sistema de ilusiones complacientes, en una adicción a lo irreal. Parece un fiel seguidor de Maurois: «Todo puede probarse si las palabras que se utilizan no están claramente definidas». Olvida lo que dice Ana Karenina: «Negar los hechos no es una respuesta».

El buenismo y el pánico a que los progres le den la espalda le impiden tomar medidas firmes, con la consiguiente impresión de falta de liderazgo. Su dogma es pensar siempre positivamente. Parece convencido de que el mundo se arregla con frases impactantes, a veces cursis, sacadas de libros de autoayuda o de novela rosa. Para ser catalogado como el más progresista ha luchado por el matrimonio homosexual, para que las adolescentes puedan abortar sin decir nada a sus padres y por retirar todo símbolo religioso de los lugares públicos.

Nuestro hombre no cree que lo esencial de la vida esté en las cosas de sentido común. Está convencido de que sólo lo extraordinario sirve para dejar huella, aunque, para ello tenga que flirtear con una frivolidad que nunca reconocerá como tal. Se le podría aplicar lo que dice Berkeley de los filósofos: «Gastamos nuestras vidas dudando de las cosas que los restantes hombres conocen evidentemente y creyendo en aquellas de las que se ríen y desprecian».

Sólo toma medidas de sentido común cuando le vienen impuestas por amigos más poderosos. Puede decir lo mismo que Dorian Gray: «Las grandes cosas nos vienen impuestas». Esto le está formando un aura de debilidad entre sus compañeros de reuniones y tertulias. Aunque sus decisiones contradigan todo lo que había dicho antes, él continúa afirmando: «Yo sigo fiel a mis principios. Quienes han cambiado son las circunstancias». Y niega la evidencia de los hechos para defender su coherencia.

Lo único peor que un déspota es un líder blando. El príncipe le recuerda que no se debe permitir el desorden con la intención de evitar la guerra, porque al final padeceremos el desorden y no podremos evitar la guerra. Pero nuestro protagonista es más cercano al modo de pensar de Yo, el supremo: «No hay como poner plazos largos a las dificultades».

No sabe o finge ignorar que cuanto más se tarde en afrontar una gangrena más habrá que amputar. Al comienzo, una enfermedad es fácil de curar y difícil de conocer, después es fácil de conocer pero difícil de curar. Vive en su mundo, rodeado de los suyos. Somete todo a un proceso de desobjetivación, considerando las más grandes desviaciones como realidades empíricas y la normalidad de la sociedad global como anormalidades. Es un ejemplar único de la sociedad líquida en la que las identidades cambian, las opiniones se licuan, aparecen, desaparecen. Su identidad y la que quiere darle al país está siempre in statu nascendi. Se dedica a proponer proyectos, hacer tentadoras ofertas. Todo lo que hace y dice es de carácter indefinido y está siempre en proceso de regeneración y ajuste, sometido a la conveniencia del momento. Ante los grandes retos, busca siempre algo con que distraer al personal. Los que lo conocen dicen: «Siempre tiene un as guardado en la manga».

Para este personaje ideal no existe una realidad última sino un juego entre múltiples apariencias. La incertidumbre es su hábitat natural. En este campo, piensa como Zaratustra: «No hay acontecimientos sino interpretaciones». Sabe que una imagen vale más que mil palabras, por eso se desvive por una foto con una celebridad del espectáculo, del arte, de la política y aun de la religión. Parece hacer caso al Bufón de Fausto: «Lanzaos a lo que sea sin temer nada. Poned un poco de verdad entre mil imágenes y colorear todas las nubes con un poco de luz. La masa quiere novedades; que ella sea satisfecha. La clave está en saber a quién queréis complacer».

El doctor Frankenstein creía que «el desarrollo de mi relato no prueba la veracidad de los hechos que lo componen». Por el contrario, nuestro hombre cree que el discurso crea la realidad, por eso no se siente atado por ningún pasado. En la ambigüedad, que no es fruto de la duda metódica sino calculada políticamente, se desenvuelve como pez en el agua. Vive feliz sus contradicciones que únicamente lo son para los demás; para él es pura estrategia. Sólo hay una cosa en la que no ha cambiado: en su aversión al enemigo político. Sus aventuras y propósitos oscilan continuamente entre objetivos incompatibles e, incluso, radicalmente opuestos.

Sin saberlo, o a sabiendas, aplica la tesis que Althusser defiende en Ideología y aparatos ideológicos del Estado: hay que destruir y acabar con las instituciones que reproducen la ideología del Estado burgués e implantar otras que den como resultado el hombre nuevo. El ideal de nuestro prócer es arrancar a los niños de las fauces de la familia, la escuela y la Iglesia para tenerlos en la mano. Los jóvenes le deberán su libertad, su nivel de educación, el poder hacer lo que le venga en gana sin que los padres ni los maestros ni los curas les puedan dar la tabarra. Nuestro hombre se proclama defensor de minorías lejanas y de identidades ajenas pero no tiene reparos en propiciar medidas que podrían atropellar la identidad de los que le rodean.

Está tan convencido de su misión de salvador que cuanto más incomprendido se siente más coraje, más ira santa, más ardor hierve en su interior. En los momentos más complicados es cuando él tiene más oportunidad de demostrar al mundo quién es y la exclusividad de su misión. Nada habla tan fuertemente a la fantasía del pueblo como una historia profana de la salvación. Y él la está aportando. Murió el falso dios, vive él que traerá la salvación verdadera. Es la historia de un caudillo que vuelve para rehacer las viejas guerras injustamente ganadas por los vencedores de entonces; ahora, en las guerras lideradas por él, vencerán los que siempre debieron haber ganado.

El destino de los héroes puede cambiar trágicamente, de un instante a otro. Y hasta ser incomprendido. En este caso, para consolarse y darse fuerza, se dice con el Ignatius de La conjura de los necios: «Es un axioma de la naturaleza humana el que la gente aprende a odiar a los que la ayudan. Así, mi madre [en nuestro caso: el pueblo] se ha vuelto contra mí».

«¿Te hacen pensar en alguien todas estas características?», me preguntaron mis contertulios. «En Martín Fierro», respondí. Entonces me espetaron: «Tú vives en la Pampa».

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

Libye, Japon : la “responsabilité de protéger” les populations en danger

Par Franck Latty, professeur de droit public à l’université d’Auvergne (LE MONDE, 30/03/11):

Les crises concomitantes au Japon et en Libye n’ont de prime abord rien en commun. La violence d’un pouvoir autoritaire menacé par le souffle démocratique intervient dans un registre autre que le déchaînement des éléments et le risque consécutif d’une catastrophe nucléaire. Reste que le sort des rebelles massacrés par les troupes de Kadhafi n’est guère plus enviable que celui des victimes de la chaîne des cataclysmes japonais. Au niveau des conséquences humanitaires, les deux situations sont comparables : elles soulèvent la question de la protection des populations (des forces naturelles, des accidents nucléaires ou d’un dictateur sanguinaire) ; chacune d’entre elles interpelle sur l’exercice de sa souveraineté par l’Etat et sur le rôle que doit jouer la communauté internationale face à de tels événements.

En ce sens, les deux crises s’inscrivent dans le contexte de l’émergence de la responsabilité de protéger en tant que nouvelle norme de droit international, censée dépasser l’impossible articulation entre la sacro-sainte souveraineté étatique et l’indispensable intervention humanitaire quand des populations sont en danger. Si l’ingérence prônée par Bernard Kouchner et Mario Bettati dans les années 1980 n’a jamais accédé au rang de norme juridique, la résolution 1973 sur la Libye adoptée jeudi dernier marque le passage de la responsabilité de protéger du rang de simple doctrine d’action au statut de règle de droit international, tandis que la crise humanitaire japonaise jette une lumière crue sur ses virtualités.

Dans son rapport de 2001 à l’origine du concept, la Commission internationale de l’intervention et de la souveraineté des Etats (Ciise) a rappelé que la souveraineté ne donne pas seulement des droits : elle confère également aux Etats des devoirs, parmi lesquels figure la responsabilité de protéger leur population. Mais pour la Ciise, dès lors qu’“ils ne sont pas disposés à le faire ou n’en sont pas capables, cette responsabilité doit être assumée par l’ensemble de la communauté des Etats”.

L’ONU a par la suite repris à son compte ce principe, ses Etats membres s’étant déclarés “prêts à mener en temps voulu une action collective résolue, par l’entremise du Conseil de sécurité” en cas de défaillance d’un Etat à protéger sa population. La crise libyenne a permis de mettre le concept à l’épreuve. Dès sa résolution 1970 soumettant le régime de Kadhafi à une première batterie de sanctions, le Conseil de sécurité a rappelé que “les autorités libyennes ont la responsabilité de protéger le peuple libyen”. La résolution 1973 vient mettre en œuvre la responsabilité subsidiaire de protéger qui incombe à la communauté internationale une fois établie la défaillance de l’Etat vis-à-vis de sa population.

C’est explicitement et exclusivement aux fins de protéger les Libyens que le Conseil autorise l’utilisation de la force et établit une zone d’exclusion aérienne. Par ce texte historique, le Conseil de sécurité contribue à donner à la “responsabilité” de la communauté internationale le caractère d’une obligation coutumière d’agir. L’action du Conseil de sécurité n’est plus seulement une question d’opportunité ou de morale. Le concept de responsabilité de protéger fait naître au profit des populations victimes des obligations juridiques dont les débiteurs solidaires sont les Etats et les organisations internationales. A l’avenir, ceux qui bloqueront l’adoption de mesures coercitives à l’égard d’un Etat inapte à protéger sa population devront eux-mêmes rendre des comptes pour leur “non-assistance à peuple en danger”.

L’EXTENSION DU CHAMP DE LA RESPONSABILITÉ DE PROTÉGER

Cette responsabilité doit-elle pour autant se limiter, comme l’envisage l’ONU, à la protection des populations “du génocide, des crimes de guerre, du nettoyage ethnique et des crimes contre l’humanité” ? Que ce soit dans la prévention des risques (effets du tsunami, accident nucléaire) ou dans la réaction aux événements cataclysmiques (désorganisation des secours, pénuries, voire désinformation des civils), on peut douter que la population japonaise ait été – et soit encore – convenablement protégée par son gouvernement, qui n’admet l’aide internationale qu’au compte-gouttes. Faut-il s’y résigner ? La Ciise avait considéré que la responsabilité de protéger devait également s’appliquer aux “catastrophes naturelles ou écologiques extraordinaires”. Après le passage dévastateur du cyclone Nargis en 2008, le ministre Bernard Kouchner s’en était en vain prévalu pour contraindre la Birmanie à ouvrir ses frontières à l’aide internationale.

Appliquer la responsabilité de protéger au cas japonais donnerait à l’Etat l’obligation d’accepter, sans tergiversations, l’aide extérieure que tous les membres de la communauté internationale devraient eux-mêmes fournir à hauteur de leurs moyens. Le recours au Conseil de sécurité permettrait même de passer outre un refus étatique. La situation actuelle commande que l’extension du champ de la responsabilité de protéger figure parmi les leçons à tirer des catastrophes japonaises.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona