domingo, mayo 02, 2010

La manzana atómica

Por Josep Borrell, presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia (EL PERIÓDICO, 24/04/10):

Mientras los europeos penamos en ponernos de acuerdo para hacer frente a la crisis griega, Barack Obama ha conseguido un acuerdo para procurar cobertura sanitaria a 30 millones de estadounidenses y ha dado pasos importantes en el camino del desarme nuclear. El 6 de abril del 2009, en Praga, lanzó su ya famoso, y considerado utópico, llamamiento por un mundo sin armas nucleares. Como prueba de buena voluntad abandonó el proyecto de un sistema de misiles en Europa del Este, presentado por George W. Bush como un escudo protector frente a la amenaza iraní, pero que Rusia siempre consideró que iba dirigido contra ella. Exactamente un año después, la nueva doctrina nuclear norteamericana reduce el papel del arma nuclear en la política de defensa de EEUU. A continuación, el 8 de abril, volvió a Praga para firmar con el presidente ruso, Dmitri Medvédev, un acuerdo de reducción de armas nucleares estratégicas (START 2 ). Y los días 12 y 13 convocó en Washington un gran cumbre sobre la seguridad nuclear como prólogo a la Conferencia en Nueva York del Tratado de No Proliferación (TNP).

Esta dinámica muestra la voluntad de una ruptura total con el pasado. La revisión de la doctrina nuclear norteamericana define el papel «fundamental» del arma nuclear como el de la disuasión y señala al terrorismo nuclear como la principal amenaza. Es un mensaje claro a Irán y Corea del Norte: EEUU se compromete a no utilizar el arma nuclear contra los estados no nuclearizados que cumplan con el TNP. Este planteamiento no ha dejado contentos ni a los partidarios de un desarme radical ni a los halcones republicanos que rechazan escandalizados la renuncia a la construcción de nuevas ojivas nucleares y nuevos ensayos.
El acuerdo START 2 con Rusia es el primer acuerdo de desarme de la posguerra fría y quedará como uno de los éxitos más importantes de la presidencia de Obama. Limita el numero de cabezas nucleares a 1.550 para cada parte, un 30 % de reducción sobre lo acordado en el START 1 hace 20 años. Todavía más que suficientes para varios holocaustos nucleares, pero el acuerdo tendrá dificultades para reunir los 67 votos necesarios para su aprobación en el Senado. La cuestión de fondo del debate no es la reducción cuantitativa, sino si el tratado permite o no a EEUU desarrollar su defensa antimisiles. Los rusos dicen que no porque un sistema antimisiles dejaría obsoleto su arsenal nuclear, que a fin de cuentas es la única razón por la que Rusia puede aspirar al estatus de gran potencia. Pero es un objetivo irrenunciable para los norteamericanos, que están convencidos de que en el futuro su seguridad dependerá fundamentalmente de la defensa antimisiles, en la que han conseguido ya éxitos técnicos espectaculares.
Con ese acuerdo se abre en Europa una oportunidad para la retirada de 200 armas nucleares tácticas norteamericanas desplegadas en cinco países. En realidad, no se sabe cuántas son, porque fueron desplegadas por acuerdos secretos con EEUU, pero hoy son un vestigio de la guerra fría que ha perdido su utilidad. Ya han sido retiradas de Grecia y el Reino Unido, y las que quedan no tienen utilidad militar ni son una inquietud para Rusia. Y, sin embargo, la OTAN está muy dividida, con los países del Este de Europa abiertamente en contra de hacer una concesión gratuita a Rusia. Para ellos, esas armas son una manera de enlazar EEUU con la seguridad europea y una protección adicional frente a la amenaza, para ellos siempre presente, del oso ruso, que dispone de entre 2.000 y 5.000 de esas armas tácticas.

AUn con esos cabos sueltos, el acuerdo START 2 es un gran triunfo diplomático de Obama. Y le ha servido de tarjeta de presentación para la gran Conferencia de Seguridad Nuclear que ha reunido a 47 países en Washington. El objetivo era que todo el mundo se tomase en serio el riesgo de la diseminación de material radiactivo que podría acabar en manos de movimientos terroristas o de organizaciones criminales. Aunque sea poco probable que un grupo criminal disponga de la tecnología necesaria para montar un arma nuclear y, menos aún, que se apodere de un país que ya la tiene, como Pakistán, lo cierto es que el riesgo de confrontación nuclear ente las grandes potencias ha disminuido, pero el riesgo nuclear ha aumentado debido a la proliferación de las capacidades nucleares en países en zonas de conflicto regional y a las perspectivas que se abren en Irán y Corea.
Por eso, la próxima reunión del TNP tiene su importancia en la dinámica de Obama. El TNP de 1970 trataba de regular el mundo nuclear heredado de los años 50. Las cinco potencias nucleares de la época querían guardar su monopolio a cambio de dar acceso a la tecnología nuclear civil a los países que se comprometiesen a renunciar al arma nuclear.Pero no se cumplió: cuatro nuevos estados han accedido a la bomba y los países emergentes denuncian el comportamiento de los cinco. Obama ha dado grandes pasos, pero nos queda todavía mucho antes de que desaparezca la amenaza nuclear.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

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