domingo, octubre 19, 2008

La fragmentación de la Fonética Española

Por Carlos Muñoz, profesor de Traducción Técnica del Institut Libre Marie Haps (ILMH) de Traductores e Intérpretes de Bruselas.

Una noción que está desapareciendo por razones de cortesía política y equidad cultural entre Autonomías es aquella de « pronunciar bien », es decir de acuerdo a la fonética normativa tal y como puede encontrarse descrita en la obra de Navarro Tomás o de Quilis. Pero esta norma culta madrileña universitaria, hoy, ni se aprende ni se exige. Es obvio que el castellano no posee el monopolio de la fonética española, pero cuando el español se enseña o se aprende como lengua extranjera, no se puede obviar la cuestión, y hay que tomar partido.

El tal caso, el profesor de ELE debe plantearse qué modelo fonético enseña a sus alumnos. En las destrezas orales parece evidente que hay que adoptar un estándar, un mismo modelo de pronunciación de los elementos segmentales y suprasegmentales que permita a la persona comunicarse adecuadamente en cualquier entorno territorial hispánico en que se encuentre. Podrían enseñarse las variantes diatópicas, claro está, sensibilizar a los alumnos a los diferentes dejes, pero más bien como destrezas pasivas de comprensión que como modelo para incorporar a su manera de pronunciar. Cuando un extranjero quiere aprender español, no persigue dominar todos los aspectos fonológicos, ortoépicos, etc, de todas las variantes dialectales, diatópicas, sociológicas. En su mente hay un solo idioma.

El profesor de ELE que enseña en el extranjero a franceses, griegos o finlandeses sólo puede tener un modelo de referencia, no diecisiete, ni treinta y siete. Es imposible e inútil enseñar las variantes sincrónicas de la lengua, sencillamente, porque no tenemos tiempo.

De igual manera que la transcripción fonética de los diccionarios tiene como fin didáctico indicar la pronunciación correcta de las palabras desde una concepción normativa, esto es, mostrar un registro de habla más general, y no pueden lógicamente contemplar la variación diatópica planetaria del español, los profesores de fonética debemos evitar el enfoque descriptivo y dar preferencia al prescriptivo, que caracteriza a los modelos de “buena pronunciación”, que existen en otros idiomas: la dicción de los hablantes cultos parisinos (Vihanta, 1993) y la Received Pronunciation de los hablantes cultos británicos, de uso en las escuelas de prestigio y en la BBC. Bien es cierto que mas vale decir cosas inteligentes con un acento extranjero que tonterías con un acento nativo. Ahora bien, estamos hablando de “acento nativo”, pero ¿“nativo” de dónde?

La televisión es un soporte didáctico de primer orden y los profesores la emplean sistemáticamente en el aula, pero cada vez hay que buscar mejor para encontrar material aprovechable en las televisiones española. No es alarmismo, se trata de una constatación objetiva. El Telediario, que siempre ha sido material explotable en el aula, cada vez se tambalea más en tanto que soporte pedagógico, no sólo por la pobreza gramática y léxica de los corresponsales sino también por su incoherencia fonética.

A nadie molesta que los locutores importen al castellano televisivo sus acentos regionales, sin embargo, un proceso de laxismo semejante es difícilmente concebible en otros idiomas. Ningún profesor de FLE (Francés Lengua Extranjera) va a trabajar con sus alumnos proponiéndoles como modelo un journal parlé donde el locutor hable con acento marsellés o senegalés  ¿Alguien se imagina que en la televisión belga francófona puede haber un presentador con acento flamenco, congolés, o bruselés? Pues algo así pasa con la televisión en España, para desgracia de los profesores de ELE

Debería velarse más por la corrección de la fonética española en los medios sin que eso suponga exclusiones de unos, ni privilegios de otros. En la BBC también hay comentaristas y corresponsales de todos los horizontes geográficos de la Commonwealth, nigerianos, paquistaníes o malayos; en la televisión holandesa hay indonesios, en la francesa, martiniqueses, pero todos adoptan una misma regla fonética.

Arbitrariedad y laxismo

Aunque parezca exagerado a los que no están sensibilizados por el tema, en la televisión hay mucho material desechable por razones de acentos regionales y de prosodia maltrecha. Muchos son los corresponsales que dan a sus comentarios soniquetes infantiloides, dejes enfáticos, afectación y otros vicios del tonema debido a que el español, para muchos de ellos es, hoy, su segunda lengua. Hemos asistido al desfile de diferentes locutores (una reportera científica, de voz cortada y ronca; un periodista deportivo que devora un tercio de las sílabas de su comentario por su forma atropellada de hablar; un corresponsal en el País Vasco que añade un fonema nasal, especie de /m/ dubitativa, a cada palabra que termina en vocal fuerte: “el gobierno de Ibarrechemm”.

Pero nada peor que lo reporteros que sesean sin coherencia, aquí sí, allá no.

- « ya son 1000 las toneladas etraída… »

- « mucho compatriotas con mejoresalario y sueldos… »

- « por su discapasidá disen que tendrían meno posibilidade… » .

- « El año pasado en lo aeropuerto epañoles se perdieron equipajes por valor de ma de sinco millone’ de euro’ ».

Me parece estar escuchando a Maqui Navaja, o al Koala, pero maldita la gracia. Las entonaciones populares ya no se consideran habla vulgar gracias a las Universidades autonómicas, que lo incluyen como objeto de estudio en sus cursos de “Variedades dialectales del español”. El lenguaje vulgar de antaño se manifiesta en público sin complejos y se extiende cada vez más en todos los medios, mientras los usuarios del lenguaje culto se quedan mudos sin intervenir por miedo al qué dirán.

Los estudiantes belgas de Traducción e Interpretación que vuelven de Granada me cuentan que tienen dificultades para comprender no sólo a los estudiantes de la universidad de acogida, sino, lo que es más grave, a ciertos profesores. ¿ Tai’ d’ era’mu’ ? les preguntaban. Los pobres tardaron bastante antes de comprender lo que significaba. En el mismo sentido, preguntaban a un participante de un concurso televisivo: -¿A qué te dedicas? Po’ yo zoy Profezó de Zecundaria”, respondió en gañan. Lo grave es lo que va a ocurrir cuando los actuales estudiantes de la ESO se conviertan a su vez en profesores y se expresen en su habla local, prestigiada por la universidad de su Autonomía. El proceso de atomización fonética es imparable. Confieso que hay películas del cine español y sudamericano donde no entiendo -y no hablo del léxico- a los personajes jóvenes urbanos, mientras que no tengo problemas con los personajes mayores.

No podemos considerarlo ya un registro popular como se le hubiera calificado con cierta altivez en el pasado, cuando el habla se diferenciaba sociológicamente -es decir, una cuestión de clase social-, sino un habla que hoy sólo se diferencia diatópicamente. Tradicionalmente, se ha hecho referencia a un español culto por oposición a un español popular, pero hoy, esta denominación es errónea. A los ejemplos me remito, son el Juez y el Ministro, personas letradas y leídas, quienes hablan con el acento del campesino, y lo tienen a gala. Hoy es políticamente muy incorrecto criticar los acento autonómicos.

Las encuestas en la calle llevan el marchamo de la Comunidad Autónoma. En cuanto el entrevistado abre la boca quizás no deduzcamos su condición social, pero sí su adscripción territorial. El abogado granaíno tiene acento de Graná, y el fiscal de Coruña acento gallego. Antes, el acento de los abogados, fiscales, médicos o arquitectos de cualquier provincia de España denotaba una clase social preeminente; compartían un sistema fonético estándar que ponían de manifesto un origen de cuna y el acceso a una buena educación. Hoy sólo denota el origen de su comunidad autónoma. Ha desaparecido la diferencia entre habla popular y habla culta, puesto que los cultos hablan como el pueblo llano. Sirvámonos de algunos ejemplos:

  • La juez que se ocupa del 11-M habla de una « sentral de información », y « novesientos once », trastocando ciceantes y siseantes en un simpático baile de fonemas, o dice: « cotejaremos el original y el fá’».
  • La Ministra de Transporte dice que el AVE « no estaba previsto para que funsione al cien por cien … del funcionamiento », o dice: “deseo que podamo’ resolvel- lo’ [el conflicto].
  • La Ministra de Cultura: “la Dama [de Elche] forma parte del patrimonio de los españole’
  • El Director de un Museo de Bellas Artes: “la Dama [de Elche] forma parte de la’ coleccione’ e’tatale’”.

Son usos que antes carecían de prestigio social y que hoy han obtenido, por la vía política, el diploma final. El esfuerzo de los gobiernos de las comunidades autónomas por prestigiar su habla ha sido un éxito en un tiempo relativamente breve. En dos generaciones más los catalanes serán por fin monolingües, gran victoria pírrica del nacionalismo lingüístico, antes de tres, habrán conseguido reproducir en España las cruentas batallas lingüísticas que afligen a Bélgica entre flamencos y francófonos.

A mí me importa poco que gane terreno la confluencia fonológica de /s/ y de /θ/, el castellano no tiene la exclusividad del español ni yo soy promotor de ninguna legitimidad lingüística; en realidad el castellano está en enorme minoría ante la masa de la comunidad hispanohablante, pero mi preocupación es profesional. ¿Qué debe enseñar el profesor de fonética? (que en realidad el estudiante extranjero toma simplemente por la enseñanza de la pronunciación). Veamos algún ejemplo:

En el habla andaluza y canaria no se pronuncia la /s/ final:

- lo’ terrori’ta i’lami’ta’…

A veces se descubre cierta « regularidad » en lo arbitrario, por ejemplo la /s/ se pronuncia una vez sí, otra vez no :

- « depuéde do días… … serán fuerte como caballos ».

Pero otras veces no hay reglas y varía, ¡vaya usted a saber por qué!:

« El Presidente del Congreso dio un plas[con “ese”] de una legislatura para cambiar el sistema de funcionamiento »[con “ce”].

Las más de las veces, la /s/ final desaparece:

- « Cada vez son ma’ lo’ niño’ alcohólico’ de meno’ de doce año’ ; lo’ padre’ y la ejcuela son lo’ responsable’… ».

El fonema /s/ es el más “polifónico” porque a veces suena /r/, ( la pircina, el arcensor), y a veces puede sonar /x/:

  • la reforma fijcá’.
  • Ej que la situación ha cambiado.
  • Los montañeros quedaron a mercé’ de la borrajca)

El fonema /r/ final desaparece, sobre todo en los infinitivos:

- serrá’respirá’des-sifrá’…

- La r se convierte en n: es muy moden-na

- La r es desplazada por la l: Cal-los, quieren sabel-lo, para apoyal-le

El fonema /l/ final desarece: un temporá’

El fonema /ts/ que suena sh : “mushasho” te lo tengo disho

El fonema /x/, es aspirado: el “trabaho”, rebahá’

Un lío, sobre todo para explicarlo a estudiantes de fonética extranjeros. Esta habla no se puede enseñar razonablemente.

¿Cuánto tiempo falta para que un locutor gaditano intervenga como corresponsal llevando el característico ceceo a la televisión nacional? (tan denostado no obstante por sus vecinos malagueños). Bueno… ¿y por qué no ? - dirán los de Cádiz hartos de discriminación-, si el habla canaria y manchega tiene ya carta de nobleza en el medio.

En la lógica de los procesos lingüísticos de normalización y para la simplificación de la ortografía, se pedirá luego “escribir como se habla”, y tendremos:

alomojor, …tamién, …los sinco heridos …,…será isinerada…,…la rasón ej que la sona de la e’plosión…, …serrar la caldera…,…los agentes de seguro hasen recuento de lo’ daños.

En ese momento si que será difícil « ejcribir en Ep-paña », o habrá que ir pensando en un Diccionario de Gañán-Castellano.

Pero incluso esto es pura ficción porque no todos pronuncian de la misma manera, en cuyo caso será imposible unificar la ortografía. En efecto, si el Presidente de la Junta de Andalucía dice « el Gobierno Sentral [con “ese”] y la Junta de Andalucía[con “ce”] », a lo mejor su Consejero de Educación podría decir « el Gobierno Central [con “ce”] y la Junta de Andalusía »[con “ese”] , un poner.

La fonética en el aula de ELE

Paralelamente al hecho de que “pronunciar bien” ha perdido sentido entre nativos, la noción de pronunciar bien” en el aula de ELE pierde también sustancia. Es su triste corolario. En la actualidad, en la enseñanza de idiomas, triunfa el desarrollo del enfoque comunicativo donde el objetivo es hacerse entender debiendo renunciar el profesor a corregir los errores de pronunciación y a aceptar el acento extranjero del alumno siempre que se respete el principio de inteligibilidad cómoda entre los locutores. La adquisición de un acento nativo no se presenta, en muchos casos y en muchos lugares, como un objetivo pedagógico, se tolera el acento extranjero y se considera poco realista la exigencia de lograr un acento neutro. Por otro lado, hay autores que afirman que no existe una única forma de hablar que pueda ser considerada “correcta” y que los criterios de aceptación o rechazo de un tipo de pronunciación no responden a razones lingüísticas sino a razones histórico-políticas y de prestigio. Según estas premisas deberíamos aceptar que cada nativo hable según su libre arbitrio o según los hábitos lingüísticos no ya sólo de su región, sino de su ciudad, de su barrio y de su familia. Puedo admitir que estas variantes sean legítimas, pero ¿habría que decir que todas las variantes posibles son correctas?, dicho de otra forma, ¿nada es incorrecto? Si es así, el idiolecto de cada profesor deviene un habla “correcta” en el aula y nuestro profezor gaditano de Zecundaria podrá enseñar el suyo con toda legitimidad a sus alumnos extranjeros. Desde mi punto de vista, asistimos a un proceso de devaluación prosódica del idioma ante la impasibilidad de la clase lingüística que parece no atreverse a intervenir por motivos de corrección política o se cruza de brazos pensando que la pujanza del español, basada en sus aspectos comerciales y geográficos, es intrínseca y genética y que no hay de qué preocuparse. Sin embargo, en el idioma, como en todos los ámbitos de la realidad, hay virus, unos más virulentos que otros, que deben ser tratados.

Yo creo que esta forma de degradar las destrezas orales en el aula hace un flaco favor al alumno presentándole como un espejismo accesible una pronunciación devaluada que va a degradarse aún más al combinarse con su propia manera de articulación fónica, apenas corregida por un profesor que sigue los preceptos de la perspectiva comunicativa. Mis alumnos que vuelven del intercambio Erasmus provenientes de Andalucía son la mejor prueba, porque son las más inocentes víctimas. Si en un nativo el acento autonómico suena natural, en boca de un extranjero, al contrario, devalúa inmisericordemente al hablante ante su auditorio. Este nuevo virus lingüístico inoculado en el idioma por técnicos preocupados sobre todo por aspectos funcionales y de uso, puede aceptarse en ciertos niveles de la enseñanza de idiomas pero no en otros, como el universitario, especialmente en la carrera de Interpretación, donde el nivel de exigencia no debe ser revisado a la baja.

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