sábado, septiembre 13, 2008

Los cañones y el oro de agosto

Por Joseph S. Nye jr., catedrático en Harvard; su último libro es The Powers to Lead. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia (EL PAÍS, 10/09/08):

China y Rusia acaban de ofrecer al mundo unos contrastes muy claros en el uso del poder. Como decía hace poco el analista francés Dominique Moisi, “mientras China pretende seducir e impresionar al mundo con el número de medallas olímpicas conseguidas, Rusia quiere impresionarle con la demostración de su superioridad militar; el poder blando de China frente al poder duro de Rusia”.

Algunos analistas estadounidenses, como Edward Luttwak, han llegado a la conclusión de que la invasión rusa de Georgia prueba la “irrelevancia” del poder blando y el dominio del poder duro militar. En realidad, la situación acabará siendo más complicada tanto para Rusia como para China.

El poder blando es la capacidad de obtener lo que se quiere mediante la atracción y la persuasión, y no a través de la coacción o el pago. No es la solución a todos los problemas. No es probable, por ejemplo, que la afición del dictador norcoreano Kim Jong-il al cine de Hollywood afecte a su programa de armas nucleares. Y es obvio que el poder blando no consiguió evitar que el Gobierno talibán de Afganistán apoyara a Al Qaeda en los años noventa.

Pero hay objetivos, como la promoción de la democracia y los derechos humanos, que se consiguen más fácilmente mediante el poder blando, que también puede crear un entorno que favorezca o dificulte la tarea del poder duro, como descubrió Estados Unidos tras la invasión de Irak.

Los escépticos que desprecian el poder blando porque no resuelve todos los problemas son como un boxeador que pelea sin usar la mano izquierda porque la derecha es más fuerte. El poder blando no suele ser suficiente, pero muchas veces es fundamental combinar los dos tipos de poder para obtener una estrategia eficaz de “poder inteligente”. Como dijo el año pasado el secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, “estoy aquí para defender la necesidad de reforzar nuestra capacidad de emplear el poder blando e integrarlo mejor con el poder duro”.

La fuerza militar, por supuesto, es una fuente de poder duro, pero ese mismo recurso, en ocasiones, puede contribuir al poder blando. La impresionante labor de ayuda humanitaria llevada a cabo por el Ejército estadounidense tras el tsunami del océano Índico en 2004 y el terremoto del sur de Asia en 2005 ayudó a restaurar la capacidad de atracción de Estados Unidos.

Por otra parte, el mal uso de los recursos militares puede minar el poder blando. La Unión Soviética tenía una gran cantidad de poder blando en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero lo destruyó por el uso que hizo el Kremlin de su poder duro contra Hungría y Checoslovaquia.

En la actualidad, Rusia está viviendo un periodo de reacción nacionalista a lo que considera la humillación sufrida tras la caída del imperio soviético. Con el impulso que ha supuesto para su economía la subida de los precios de la energía, Rusia ha visto una oportunidad de reafirmar su poder sobre sus vecinos. Además, le han molestado los planes de expansión de la OTAN, la propuesta de sistema de defensa antimisiles balísticos en Europa del Este y el reconocimiento occidental de la secesión de Kosovo de Serbia, que es aliado de Rusia.

Rusia lleva ya tiempo intentando debilitar al Gobierno de Georgia. A principios de agosto, tendió una trampa en Osetia del Sur, y Georgia cayó estúpidamente en ella. Si los rusos hubieran usado sus fuerzas “de paz” exclusivamente para defender la “autodeterminación” de los osetios del sur (citando el precedente de la actuación occidental en Kosovo), habrían hecho muy poca mella en su poder blando, y los beneficios podrían haber sido mayores que los costes. Pero al haber llevado a cabo bombardeos, barricadas y la ocupación de muchas partes de Georgia, al retrasar su retirada, hacer desfilar a soldados georgianos con los ojos vendados y no defender a los ciudadanos georgianos, Rusia ha perdido su supuesta legitimidad y ha sembrado el miedo y la desconfianza en gran parte del mundo.

Algunos vecinos, como Ucrania, se han vuelto más cautelosos. Un precio inmediato fue que Polonia revocó su rechazo al escudo antimisiles balísticos de Estados Unidos. Cuando Rusia pidió que apoyaran su política en Georgia a los demás miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai, China y otros se negaron. Los costes a largo plazo pueden ser, entre otros, el fracaso de la propuesta rusa de un nuevo sistema europeo de seguridad, un renovado interés europeo en los gaseoductos Nabucco y White Stream, que esquivan Rusia, y el declive de las inversiones extranjeras.

Por el contrario, China terminó agosto con su poder blando reforzado por el éxito de sus Juegos Olímpicos. En octubre de 2007, el presidente Hu Jintao declaró que China tenía intención de incrementar su poder blando y los Juegos formaban parte importante de esa estrategia. La creación de los Institutos Confucio para promover la cultura china, la expansión de las emisiones audiovisuales internacionales, la atracción de estudiantes extranjeros a sus universidades y la puesta en marcha de una diplomacia más suave respecto a sus vecinos del sureste asiático son grandes inversiones que ha hecho China en poder blando. Las encuestas de opinión muestran que su reputación internacional ha mejorado.

Pero el Gobierno chino no ha logrado todos sus objetivos olímpicos. No cumplió sus promesas de permitir manifestaciones pacíficas y acceso libre a Internet, con la consiguiente reducción de sus ganancias de poder blando.

Será necesario algo más que unos Juegos Olímpicos triunfantes para superar esos límites autoimpuestos. Por ejemplo, una reciente encuesta de Pew mostraba que, a pesar de los esfuerzos de China para aumentar su poder blando, Estados Unidos sigue dominando todas las categorías. Es decir, aunque China obtuvo más medallas de oro, los Juegos no se volvieron en contra de Estados Unidos fuera del terreno deportivo. Es de esperar que los dirigentes chinos aprendan la importancia de la libertad de expresión para establecer el poder blando.

Por supuesto, el tiempo dirá cuáles son los resultados definitivos de los cañones y el oro de agosto para Rusia y China. A diferencia de una competición olímpica, sus últimas actuaciones no tendrán puntuación definitiva hasta mucho después de que hayan terminado sus juegos de poder.

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