miércoles, septiembre 10, 2008

Tu cerebro entra en guerra

Por Christopher Boone

Eso pretende ahora el ejército estadounidense, que ha creado un comité para evaluar el potencial militar de la neurociencia. ¿Acaso no era de esperar?

Y es que ayer se publicó un artículo creado por el Departamento de Defensa bajo el título “Neurociencia Cognitiva Emergente y Tecnologías Relacionadas”, en el que se trataban todas aquellas tecnologías que potencialmente podían ser útiles, y también problemáticas.

Los principales campos de estudio fueron cuatro:

Lectura mental. El desarrollo de modelos psicológicos e imágenes neurológicas está haciendo posible observar si una persona está mintiendo.

Aún así, esta ciencia está en sus inicios, y hay problemas para poder realizar un estudio correcto. Estos lectores de mentes permitirían a los estadounidenses interrogar a enemigos capturados, o a “presuntos terroristas”, labor en la que suelen mostrarse de lo más exhaustivos.

Aumento cognitivo. Cuando los soldados se encuentren en plena guerra, sería importante conseguir drogas que los mantuvieran despiertos y alerta durante días, y porqué no, con un deseo de luchar intacto.

Además, se plantea la posibilidad de una mejora tan significativa en el diseño de drogas que permita dar fuerzas casi sobrehumanas a quien las tome. De la misma forma, si se puede llegar a crear una droga que incremente una habilidad, también se plantearía diseñar la opción contraria, para destruir habilidades físicas o mentales.

Control mental. Y entonces viene la gran pregunta que se hacen los militares: Si podemos alterar el cerebro, ¿porqué no controlarlo?

La motivación será básica en los estudios en este campo. Por un lado, que los soldados estadounidenses tengan deseo de luchar. Y por el otro, que los enemigos pierdan toda su motivación. Pero la intención no se queda aquí.

Hay ideas peores, aunque parezca mentira. Otras opciones que se plantean son: ¿Cómo hacer que la gente nos crea más? ¿Y si podemos eliminar la ira o el miedo? ¿Podríamos hacer que el enemigo nos obedeciera?

Conexión cerebro-máquina. Por último, será importante conseguir controlar sistemas robóticos (ya se puede mediante movimientos visuales, por ejemplo). Sería posible trabajar con prótesis sensoriales, asistentes robóticos que harían nuestro trabajo a distancia…

Un futuro inquietante, sin duda.

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