domingo, septiembre 13, 2009

Alemania se enfrenta al declive de los grandes partidos

Por JUAN GÓMEZ - Berlín - (ElPais.com, 13/09/2009)

A finales de agosto, cuando la campaña electoral alemana estaba aún desperezándose, saltó la noticia de que la canciller Angela Merkel había celebrado, en la misma Cancillería, una comida de cumpleaños para el banquero Josef Ackermann. Precisamente el multimillonario suizo y presidente del mayor banco de Alemania, Deutsche Bank, uno de los ejecutivos más impopulares del país, celebró en el año de la crisis su 60 cumpleaños rodeado de la élite política y empresarial del país en la Cancillería. El Schnitzel y los espárragos los pagó el contribuyente, la factura política de la noticia corría de cuenta de Merkel.

Sin embargo, pese a la crisis y a los temores económicos de la ciudadanía, el caso apenas dio para unos cuantos artículos de opinión en la prensa alemana. El pretendido escándalo no cuajó y los socialdemócratas del candidato Frank-Walter Steinmeier (SPD) no insistieron. La crisis y los temores económicos de la ciudadanía no están desempeñando un papel clave en la campaña para las elecciones del 27 de septiembre.

La Unión Demócrata Cristiana (CDU), favorita en los sondeos, se enfrenta al mismo problema que su rival y socio de gran coalición, el Partido Socialdemócrata. El ascenso de los partidos pequeños, La Izquierda, Los Verdes y los liberales del FDP parece imparable y apenas les exige gestas como la que protagonizó Barack Obama en las presidenciales de EE UU.

Hasta los años ochenta, los dos grandes partidos cosechaban juntos más del 80% de los votos, y entre ellos estaba solo el FDP. Este año, CDU y SPD podrían no alcanzar el 60%, según apuntan los sondeos.

El tirón electoral de Merkel se mantiene, pero su partido ha encajado dramáticos reveses en los recientes comicios de Sarre y Turingia. Los democristianos perdieron dos mayorías absolutas, 13 y 12 puntos respectivamente.

El SPD, por su parte, celebra como un triunfo haber frenado su desmoronamiento electoral en ambos Estados federados, donde se afana ahora para formar sendos tripartitos con los Verdes y La Izquierda. Estos resultados apuntan a que la preponderancia de los dos grandes "partidos populares" (Volksparteien) SPD y CDU está entonando su canto del cisne.

Los graves problemas económicos de Alemania no han cristalizado de momento en despidos masivos. La contención gubernamental y la unidad demostrada por CDU y SPD cuando el sistema financiero mundial parecía saltar por los aires han quedado como un mérito de Merkel.

El "apocamiento" del que acusaba a la canciller el semanario Der Spiegel en noviembre o a la "pasividad ante la crisis" que percibían algunos medios económicos, se han tornado en elogios a su prudencia. La sorpresa económica del verano fueron los datos del segundo semestre de 2009. El PIB alemán registró un crecimiento del 0,3%.

Tras haber vencido al SPD por un solo punto en las generales de 2005, Angela Merkel no logró disimular su pasmo ante millones de espectadores televisivos. Esperaba un resultado mucho mejor. En estos cuatro años como canciller, Merkel ha conseguido que su limitada agilidad mediática se perciba como imperturbabilidad y coherencia. El repunte económico, después de las críticas de 2008, contribuye a esta imagen y a la popularidad de la canciller.

No obstante, con la crisis aparentemente domesticada y a la espera de su previsible impacto en el mercado laboral, los votantes parecen haber cambiando de preocupaciones. Si la debacle financiera pudo capearse, ahora queda el miedo de muchos a perder el trabajo y a que continúen los recortes sociales, como consecuencia del enorme gasto público en programas de reactivación económica y financiera.

Aquí puntúa La Izquierda, que además cuenta con apoyos tradicionalmente altos en los cinco Estados federados que fueron la antigua República Democrática Alemana. La Izquierda nació en 2007 de la fusión de los ex-comunistas del Este con los disidentes socialdemócratas del entorno de Oskar Lafontaine en el Oeste.

Antes de la irrupción de La Izquierda, que entró en el parlamento de Hesse en 2008, llegó el ascenso político de los Verdes, que precisamente en Hesse colocaron a Joschka Fischer en el Ministerio de Medio Ambiente en 1985. En los noventa, los Verdes parecían a punto de acabar con los liberales. Se decía que no había espacio político para un cuarto partido.

Los Verdes fueron hace años un partido contestatario y ecopacifista. Hoy cuentan con el apoyo de los más jóvenes y de votantes de clase media universitaria. Siete años de Gobierno con el canciller Gerhard Schröder (1998- 2005), con varias intervenciones militares y bombardeos de por medio, privaron al partido de cualquier aura rebelde o pacifista. También despejaron la desconfianza de los acomodados. El grueso de la clientela política de los liberales tiene un nivel educativo similar pero menos preocupaciones medioambientales. Según los analistas, el problema de ambos es que estos son votantes volátiles y exigentes, más dispuestos a cambiar su voto que el resto.

Gregor Gysi, tribuno de La Izquierda, señaló en el último pleno de la legislatura cuál es el problema de CDU y SPD ante la ciudadanía: "En este Bundestag [Cámara baja del Parlamento] hay, en realidad, un puré de consenso". La convivencia en los Consejos de Ministros y la unidad de los dos grandes partidos frente a la crisis, sumada a la lógica debilidad de una oposición formada sólo por partidos pequeños, ha deslavazado los perfiles políticos de CDU y SPD.

Los grandes partidos disienten en dos puntos fundamentales. Uno es el cierre de las centrales nucleares, pactado por Verdes y socialdemócratas en 2002 y que Merkel quiere aplazar. El otro, la introducción de un salario mínimo propugnada por el SPD.

Merkel se ha aferrado a su exitosa partitura durante lo que va de campaña. Deja que sus barones arremetan contra los socialdemócratas y sacudan a la oposición y se reserva las notas amables del pentagrama. Para el Bundestag, las encuestas siguen otorgando al tándem CDU-FDP una mayoría, aunque ajustada. De no alcanzarla, es probable una segunda parte de la gran coalición. Los tres partidos pequeños volverían a quedarse sin participar en el Gobierno, pero seguirían ganando apoyos durante otros cuatro años.

Planes electorales

CDU

- Los democristianos de Angela Merkel y sus socios bávaros de la CSU han presentado un programa electoral juzgado por muchos analistas como bastante genérico, estudiado para permitir a la canciller un amplio margen de maniobra a la hora de formar coalición después de las elecciones.

- La CDU promete una progresiva, pero leve, bajada de impuestos. El programa prevé un recorte del tipo impositivo mínimo del 14% al 12% y una subida del umbral a partir del que se contribuye al tipo máximo. Los liberales del FDP, socios preferentes de Merkel para la próxima legislatura, abogan por un recorte más radical, que reduciría la recaudación en unos 35.000 millones.

- En otro asunto clave de la pugna electoral —el debate energético— la CDU propone postergar de 10 o 15 años el apagón atómico previsto para 2021. Alemania tiene actualmente 17 reactores nucleares activos.


SPD


- Los socialdemócratas proponen en materia fiscal una leve reducción de impuestos a las rentas bajas, y una subida a las altas. Además, plantean crear un impuesto sobre transacciones financieras.

- El SPD promete convertir a Alemania en una suerte de Silicon Valley de las tecnologías verdes y anunció pleno respaldo a la industria alemana, inversiones y reforma en el sector de la sanidad y de la educación.

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