¿Sabían que Louis Braille sólo tenía 12 años cuando inventó el sistema de lectura para invidentes que lleva su nombre? ¿O que la televisión es un invento que se atribuye a un chico de tan sólo 14 años llamado Philo Farnsworth?
Ejemplos como estos son los que, según Norm Goldstein, CEO de By Kids For Kids (BKFK), deberían llevar a los empresarios a reconsiderar el potencial creativo de los más jóvenes. La idea de crear BKFK surgió cuando la hija de Goldstein, de 11 años, inventó un soporte para pintar con pinturas de cera y evitar que estas mancharan o se rompieran. A pesar de resultar un producto muy interesante, ninguna empresa quiso apoyar esta idea invirtiendo en su comercialización. Fue entonces cuando Goldstein decidió crear su propio fondo de inversión, que ya ha participado en decenas de proyectos infantiles, entre ellos el de su hija, que ya está a la venta en todos los supermercados Wal-Mart, la mayor cadena de grandes superficies comerciales del país.
Jasmine Lawrence, de 15 años, también está apunto de firmar un contrato con esta cadena para vender los productos de Eden Bodyworks LLC, una pequeña compañía dedicada a la elaboración de productos naturales de belleza, que fundó a los 13 años. El año pasado, la joven empresaria obtuvo unos ingresos de US$ 15,000, de los que casi el 60 por ciento fueron beneficios. Actualmente el centro de producción de esta pequeña empresa sigue estando en el garaje de la casa de Jasmine, aunque probablemente pronto se trasladarán a un espacio más adecuado.
Todos los proyectos auspiciados por BKFK tienen una sola característica en común: "son ideas de niños para ser usadas por otros niños", según nos explica Norm Goldstein. El empresario afirma que "lo que buscamos es la viabilidad comercial del producto final, más que proyectos puramente científicos".
Más que una revolución en el mercado, Goldstein considera que lo realmente importante es que, con iniciativas como la suya, "podemos conseguir dar un giro a la manera en que el mundo empresarial recibe las propuestas de los niños".
A cambio del reparto a partes iguales de las ganancias que genera el invento, los jóvenes creadores se benefician de los acuerdos de fabricación que 'By Kids For Kids' tiene con grandes casas de juguetes, como 'Mattel'.
Fomentar el espíritu empresarial desde pequeños
El modelo de negocio de BKFK se está extendiendo a otros países del mundo, pero quizás estas réplicas no encontrarán un contexto que favorezca el éxito de esta empresa. En EEUU el ánimo por incentivar la creatividad de los más jóvenes está bastante generalizado, y existe una amplia oferta para fomentar el espíritu empresarial desde las primeras etapas escolares hasta la universidad.
La propia Jasmine Lawrence afirma, en su página web, que se decidió a tomar en serio su proyecto empresarial después de participar en un campamento de introducción al mundo de los negocios orientado a los niños. Este tipo de actividades no son difíciles de encontrar en EEUU, pero desde luego no son frecuentes en otros países.
Sin salir de casa, los niños también pueden desarrollar sus habilidades empresariales leyendo la sencilla "Guía hacia los negocios para niños" (Kid?s Guide To Business), que Jeff M.Brown escribió para "ayudarles a aprender y prepararse para el mundo empresarial mientras desarrollan habilidades que les servirán también en su día a día". Entre las críticas que se han hecho de este libro, encontramos la de Cam, de 16 años, que se lamenta "de no haber leído este libro antes de empezar el negocio de limpieza de coches".
Incluso los juegos de mesa para niños se han apuntado a esta corriente. En el último año se han vendido 1,800 unidades de Wall Street Spin©, un juego para niños a partir de 10 años que tiene por objetivo comprar el máximo número de acciones bursátiles en 90 minutos. Desde la casilla de salida, ilustrada como "apertura del mercado", hasta el final del juego, los participantes se familiarizan con términos como "dividendo", "blue chip", o "stock option".
Sin duda todas estas iniciativas han favorecido que los niños tomen en serio su creatividad, y se atrevan a proponer negocios a sus padres, que son el primer mercado al que hay que convencer para hacer negocios legalmente en Estados Unidos.