ELPAÍS.com - Madrid - 13/04/2009
Si alguna vez se ha preguntado por la caricia perfecta, un grupo de científicos suecos y estadounidenses ha dado con la clave: una persona debe ser acariciada a una velocidad de entre cuatro y cinco centímetros por segundo para sentir placer. O dicho de otra manera, tal y como una madre hace con su hijo.
El estudio, que aparece en el último número de la revista Nature Neuroscience y en el que participaron investigadores de las universidades de Gotemburgo y Carolina del Norte así como personal de la empresa Unilever, tenía como objetivo descubrir los mecanismos del placer en el ser humanos.
Para ello, el equipo analizó las respuestas nerviosas de 20 personas en el momento de recibir una caricia en el antebrazo; así, hallaron un tipo de fibra nerviosa (C-tactile) que se activa únicamente cuando dicha caricia se produce a una velocidad de entre cuatro y cinco centímetros por segundo. Si la caricia se hace más deprisa o más despacio, el tejido no se activará.
Uno de los responsables del estudio, el profesor Francis McGlone que en la actualidad trabaja para Unilever, asegura en la la página web de la BBC que nos encontramos ante un "diseño" deliberado. En opinión de McGlone, la existencia de las fibras 'C-tactile' tendrían como objetivo evitar que el cerebro reciba mensajes contradictorios ante gestos similares.
De esta manera, el ser humano garantiza que las relaciones afectivas que mantiene con sus allegados se mantienen en el tiempo.
Si alguna vez se ha preguntado por la caricia perfecta, un grupo de científicos suecos y estadounidenses ha dado con la clave: una persona debe ser acariciada a una velocidad de entre cuatro y cinco centímetros por segundo para sentir placer. O dicho de otra manera, tal y como una madre hace con su hijo.
El estudio, que aparece en el último número de la revista Nature Neuroscience y en el que participaron investigadores de las universidades de Gotemburgo y Carolina del Norte así como personal de la empresa Unilever, tenía como objetivo descubrir los mecanismos del placer en el ser humanos.
Para ello, el equipo analizó las respuestas nerviosas de 20 personas en el momento de recibir una caricia en el antebrazo; así, hallaron un tipo de fibra nerviosa (C-tactile) que se activa únicamente cuando dicha caricia se produce a una velocidad de entre cuatro y cinco centímetros por segundo. Si la caricia se hace más deprisa o más despacio, el tejido no se activará.
Uno de los responsables del estudio, el profesor Francis McGlone que en la actualidad trabaja para Unilever, asegura en la la página web de la BBC que nos encontramos ante un "diseño" deliberado. En opinión de McGlone, la existencia de las fibras 'C-tactile' tendrían como objetivo evitar que el cerebro reciba mensajes contradictorios ante gestos similares.
De esta manera, el ser humano garantiza que las relaciones afectivas que mantiene con sus allegados se mantienen en el tiempo.
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