martes, mayo 19, 2009

El planeta, en vilo

Por Benjamín Forcano, sacerdote y teólogo (EL PERIÓDICO, 12/05/09):

Como miles y miles de ciudadanos, sigo las informaciones que desde el 23 de abril nos están dando sobre la gripe porcina, ahora llamada gripe A. Recapitular el contenido de esa información es la manera más clara de entender lo que nos dicen que está ocurriendo.

Desde luego, no sé si la nueva gripe es real, si es una más de las que vivimos anualmente o si es un camelo. Lo que sí puedo asegurar es que la información de los expertos de la OMS es confusa, contradictoria y muy empeñada en que países y gobiernos prevengan y planifiquen respuestas encargando a los laboratorios millones y millones de antivirales. Cómo se origina la gripe, cuándo y dónde, cómo se transmite, a cuántos afectará, de qué modo, cuáles son sus efectos y cómo se combate, todo ello se mece en una nebulosa que varía por instantes. Eso sí, han movilizado a la opinión pública mundial y han logrado que se reúnan los responsables de la sanidad pública internacional. Se han multiplicado las reuniones, las declaraciones y las posibles medidas a adoptar, que han ocupado en la televisión, la radio y la prensa espacios extra, desmesurados, que no obtienen ni de lejos otros temas de más probada y segura importancia.

DE ENTRADA, uno se pone a sospechar ante este apresurado arrebato mundial, sin datos precisos, sin pruebas, con pronósticos apocalípticos, que no hacen sino sembrar el miedo y, de forma minoritaria, la extrañeza y el escepticismo. Poco a poco van apareciendo mentiras sobre lo afirmado y propalado contundentemente hace unos días. El número de muertos en México –del lugar, los familiares y las víctimas nunca se ha dado una imagen– se va rebajando día a día, y los confirmados no llegan a la cincuentena; los millones de mascarillas, ha dicho Miguel Ángel Lezana, director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica, no sirven para nada (él y sus empleados no las usan), pero se han fabricado porque son una demanda del pueblo y sirven para tranquilizarlo. Indicios muy seguros explican que el brote de la gripe se dio en Perote (poblado de Veracruz), donde está la granja Carroll, una de las tres principales de México, que exporta 800.000 cabezas anuales de ganado. A esta empresa estadounidense, con sede en Virginia, se le prohibió operar en EEUU y se le sancionó por la contaminación. Ya en marzo del 2007, los vecinos de Perote (3.000 habitantes) hicieron denuncias y manifestaciones públicas porque un 60% de ellos padecían infecciones respiratorias y gastrointestinales. No se les hizo caso y se les acusó de difamar a la empresa.

Asistimos a una pelea indisimulada entre dos grupos. Unos ven en la nueva gripe una amenaza de pandemia universal, con riesgo de que queden afectados un 40% de los europeos –más de 200 millones–, según ha afirmado Angus Nicoll desde el Centro Europeo de Control de Enfermedades, de que se llegue a declarar el máximo nivel de alerta, de que pueda mezclarse con el virus aviar y multiplique su riesgo, de que se le pudiera incorporar la letalidad del H5N1 (con lo que las perspectivas serían aterradoras). Los otros afirman que no se sabe cómo evolucionará esta gripe, que su futuro es impredecible, que puede que los presagios más oscuros queden en nada, pues no hay pruebas para determinar cuánta población puede ser contagiada (Trinidad Jiménez) y es en parte una gripe ya conocida, que la inmensa mayoría de los afectados solo lo están levemente y se curan con antivirales existentes, que no hay ninguna señal que nos indique que debemos aumentar el nivel de alerta, que esta no es más grave que una gripe convencional, que hay inviernos con una gripe más dura y no pasa nada, que el tratamiento dura días y se puede seguir en casa… Está claro que unos siembran la alarma y otros tratan de reducirla a casi a nada.

Hay un tercer aspecto, repetitivo, que aparece en todos: los gobiernos tienen que prevenir, preparar a la sociedad, gestionar con los laboratorios y almacenar millones de antivirales por si acaso, por lo que pudiera ocurrir, aunque no haya nada cierto. En EEUU, después de inculcar que cada uno de sus estados debería almacenar dosis antivirales para poder tratar a un 25% de la población, se lamenta de que sean todavía 29 los estados que no han almacenado las dosis antivirales recomendadas.

Y COMIENZAN a aparecer, inevitables, las preguntas: ¿por qué se llama pandemia a una gripe que, según el OMS, sólo presenta hasta hoy unos 4.700 casos confirmados, benignos y con pronta curación mediante antivirales existentes? ¿Por qué no se ha dicho el lugar concreto y la manera concreta como se inicio el brote de la gripe A? ¿Por qué la confusión sobre las muertes producidas, pues el Gobierno mexicano y la OMS no se ponen de acuerdo en la cifra, y los expertos ni siquiera pueden explicar las causas? ¿Por qué si, como dice Pablo Kuri –celebridad en la materia– la gripe A no tiene una marcada voluntad asesina, se la presenta como amenaza tan preocupante y global? ¿Por qué, si es así, no se ha comenzado a fabricar la nueva vacuna y se tardará de cuatro a seis meses en disponer de ella, tratándose de un virus conocido? ¿Quién mueve toda esta información y qué es lo que de verdad hay detrás de ella?

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

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