jueves, febrero 28, 2008

Nueva maniobra en Afganistán

Por Astri Suhrke y Arne Strand —investigadores del Instituto Chr. Michelsens (CMI, Bergen)— y Kristian Berg Harpviken —investigador del Instituto para Investigación sobre la Paz (PRIO, Oslo)— (LA VANGUARDIA, 27/02/08):

E.E.UU. enviará 3.000 nuevos marines a Afganistán y presiona a otros países de la OTAN para que participen con más soldados listos para el combate. ¿Tendrá éxito una escalada militar? Las experiencias desde el 2001 son negativas, y se deben valorar ahora seriamente las alternativas a una guerra agresiva.

Las tensiones entre los miembros de la OTAN son ya perceptibles. Los países que han entrado en las zonas de conflicto más calientes en el sur - EE. UU., Reino Unido, Canadá y Países Bajos- desean que otros les acompañen. Pero Noruega, Alemania y España, de una lista más amplia, son escépticos. Es importante hacer una valoración concienzuda de las experiencias hasta la fecha, y de las alternativas.

La experiencia de acumulación de fuerzas y guerra cada vez más agresiva hasta ahora es clara pero no resulta positiva. La escalada del esfuerzo militar internacional se ha efectuado gradualmente, pero con un acusado aumento en el 2004, cuando los estadounidenses doblaron su presencia de alrededor de 8.000 soldados a cerca de 20.000. Hoy entre la OTAN y EE. UU. hay alrededor de 50.000 militares en Afganistán. Esto significa que se han triplicado las fuerzas desde el 2002, y asciende aproximadamente a la mitad de la que el ejército soviético tuvo durante la mayor parte de la guerra en los ochenta.

¿Cuál es el resultado? Los talibanes han pasado de acciones dispersas en el 2003 a convertirse en una eficaz organización guerrillera. La rebelión realmente cobró impulso en el 2005, después del incremento de EE. UU. Desde un punto de vista militar, los talibanes son la parte débil, pero tienen facilidad para aprender y usan cada vez en mayor medida la “guerra asimétrica” con acciones suicidas, bombas en las carreteras y toma de rehenes.

Cada vez que la OTAN ha enviado más fuerzas, los talibanes se han enfrentado con el desafío y lo han rechazado. El número de acciones contra fuerzas extranjeras, trabajadores de ayuda, policía afgana y otros vinculados al Gobierno ha aumentado constantemente - la última vez con un 20%- del 2006 al 2007. Los atentados con bombas suicidas han ido subiendo de 3 en el 2004, 17 (2005), 123 (2006) hasta 137 el 2007. El 2002 el número fue cero.

Geográficamente la rebelión se ha dispersado desde zonas nucleares en el sur y en el este hasta toda la mitad meridional del país. La OTAN está perdiendo terreno entre la opinión pública afgana. Un instituto con profundos vínculos con el centro del poder en Washington ha encontrado que menos de la mitad de la población en seis provincias devastadas por la guerra en el sudoeste considera positiva la presencia de la OTAN. En el país hay mucha gente que dice que la OTAN es tan responsable de bajas y daños entre los civiles como lo son los talibanes. Y las bajas civiles aumentan al ritmo de la guerra. Las Naciones Unidas estiman que se mató a más de mil civiles el año pasado.

La OTAN ha aceptado la crítica, pero, en la práctica, los resultados han sido limitados. La guerra agresiva con extenso uso de bombardeos de aviación contra un movimiento guerrillero acarrea casi inevitablemente cifras de bajas civiles, y esta organización pone énfasis todavía en los ataques de aviación para limitar sus propias bajas de soldados. El número de ataques aéreos aumentó un 20% del 2006 al 2007, en total, 2.740 vuelos. Son el doble que en Iraq el mismo año.

Pese a todo, la conclusión, según un informe del Consejo de Seguridad Nacional del presidente norteamericano en diciembre de este año, es desoladora: Estados Unidos y la OTAN están perdiendo. Ya que la escalada militar hasta ahora ha sido considerable, pero no ha ganado terreno - y en algunos campos parece haber sido contraproducente- parece imprudente continuar con la misma rutina. Más soldados occidentales y seguir una guerra agresiva probablemente sólo significarán una nueva ronda de escalada donde los talibanes siguen bien el ritmo de la OTAN. Una ampliación de la guerra a zonas fronterizas en el lado de Pakistán será sumamente problemática por la misma razón.

En su lugar, la OTAN debe hacer una valoración profunda de una serie de alternativas que han surgido en la discusión de política en Bruselas, Kabul y otras capitales, pero que hasta ahora no han sido más que ruido de fondo. Las alternativas incluyen cambiar a un planteamiento más defensivo de la guerra; afganizar la guerra armando a grupos locales que pueden funcionar como protección civil; invertir más en negociar con comandantes talibanes y vinculados a ellos en el plano local, poner énfasis en la descentralización de funciones estatales.

Ninguna de estas alternativas carece de inconvenientes. Pero una pura escalada militar no sólo es insuficiente - algo que la OTAN reconoce claramente-, sino que muy probablemente tampoco dará el resultado deseado. Los países de la OTAN que se muestran escépticos hacia una escalada militar deben, por tanto, abrir el camino para valorar un rumbo alternativo.

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