Por ÁNGELES ESPINOSA (El País.com 06/04/2008)
Cuando soldados búlgaros de la Fuerza Multinacional detuvieron a Niyaz Valiakmetov Minikhayerovich en Kerbala (Irak) desconocían el largo periplo seguido por este aspirante a mártir en la yihad. Era el 3 de noviembre de 2004. El hombre que presuntamente quería participar en el combate contra la ocupación había salido dos meses antes de Santa Coloma de Gramanet, en la periferia de Barcelona, adonde llegó a finales de 2001 desde su Tatarstán natal, una de las repúblicas de la Federación Rusa.
Poco antes de recalar en España se había convertido al islam. En esa ciudad de Cataluña encontró el respaldo ideológico y la financiación para trasladarse a Irak. Hoy es uno de los 32 encausados en la Operación Tigris, y el juez Baltasar Garzón ha pretendido enviar una comisión rogatoria a Bagdad para interrogarle.
La detención de Valiakmetov se produjo por haber entrado ilegalmente en Irak, un delito que las leyes de este país castigan con entre 7 y 20 años de cárcel, aunque en su caso ha recibido la menor de las penas. La dureza de la condena tiene que ver con la peculiar naturaleza de los clandestinos que atrae Irak. Porque el ruso no era un inmigrante ilegal en busca de trabajo: buscaba alcanzar el paraíso a través del martirio. Al menos es lo que se desprende de las investigaciones policiales practicadas por la Unidad Central de Información Exterior de la Comisaría General de Información, a las que EL PAÍS ha tenido acceso en Bagdad.
De acuerdo con los datos que figuran en su pasaporte, Valiakmetov nació el 7 de diciembre de 1973 en Kazán, la capital de Tatarstán. Aunque la mayoría de los habitantes de ese Estado son musulmanes suníes, su ficha policial revela que se convirtió al islam a principios de 2001, poco después de haber cumplido los 27 años, de lo cual se deduce que, o bien es étnicamente ruso (un tercio de la población de esa república), o bien pertenecía a la minoría ortodoxa tártara.
Sea como fuere, tras hacerse musulmán se hizo llamar Yassin, aprendió español y en diciembre de ese mismo año llegó a Barcelona, donde entró en contacto con la Red Tigris.
Así bautizó la policía a una de las cuatro células terroristas desarticuladas a mediados de 2005 en el marco de la Operación Tigris, la que operaba en la comunidad catalana. La elección de ese nombre no es casual. El mítico río riega Irak de norte a sur, y precisamente Irak era el objeto de los desvelos de los 32 encausados el pasado junio por un presunto "delito de integración en organización terrorista", entre los que se encontraba Valiakmetov. El auto del juez Garzón estima que los procesados militan en Ansar al Islam, un grupo yihadista vinculado a Al Qaeda fundado por veteranos de la guerra de Afganistán, que se dedicaban a reclutar, capacitar y adoctrinar a posibles candidatos a muyahidin en Irak.
No está claro cómo llegó Valiakmetov hasta el piso franco de la calle Sant Francesc de Santa Coloma, donde la Red Tigris tenía su sede y que sus ocupantes llamaban alkalaa (la fortaleza, en árabe). La policía ha establecido que conoció a Said el Mazmouzi y Ridouane el Ouarma, dos de los marroquíes ahora procesados y que fueron clave en la financiación de su viaje, y al cabecilla de la célula, Samir Tahtah, más tarde encarcelado por su presunta vinculación con el atentado del 11-M. El justificante de pago de un viaje a nombre del ruso, por importe de 350 euros, fue encontrado en el domicilio de los dos marroquíes en Santa Coloma, en la calle Dalmau de esa ciudad, según los documentos consultados por este periódico en Bagdad.
Ése fue el inicio del periplo que acabó con Valiakmetov detenido en Irak. Después de casi tres años de preparativos, a finales de septiembre de 2004, Yassin "cogió el taxi para ir a Francia", lo que en la particular jerga de la Red Tigris significaba trasladarse a Irak para cometer un atentado suicida. No mentían del todo. Aquel tipo llegado desde Kazán aseguraba a sus compañeros: "Todo buen musulmán que ayude a otros musulmanes que mueren luchando por Bin Laden, va al paraíso". Éste fue el hombre que salió en autobús hacia París, desde donde voló a Estambul, con el billete que le habían comprado sus amigos marroquíes.
Hasta ahí siguió una ruta habitual entre los que intentan entrar en Irak. Pero en lugar de trasladarse a Siria para contactar con alguno de los pasadores que ayudan a cruzar ilegalmente esa frontera, los sellos de su pasaporte indican que estuvo cuatro días en Georgia antes de regresar a Turquía. Desde este país envió una postal a Said y Ridouane, a los que se dirigió con el tratamiento respetuoso de sayed, en aparente reconocimiento por la ayuda que le estaban prestando.
Las investigaciones policiales no aclaran por qué Valiakmetov decidió entonces viajar a Irak a través de Irán, un camino más complicado para alcanzar el país vecino. Sin embargo, el 6 de octubre de 2004 cruzó la frontera turco-iraní, y nueve días después llamó desde Teherán al piso de la calle Dalmau, facilitando un número de teléfono local. Tres días más tarde, ya se encontraba en la provincia de Ilam, en la frontera iraquí, de acuerdo con el fax que proporcionó a sus amigos.
Finalmente, el 21 de octubre logró pasar a Irak y se dirigió al sur, hacia Kerbala, una de las ciudades santas del islam chií. Pero sus fondos se habían agotado, aparentemente, y nada más alcanzar su destino telefoneó a Said para pedirle dinero. El marroquí se ofreció a enviarle 500 dólares a través de Western Union, pero Yassin le aseguró que se arreglaba con 200. A instancias del marroquí, ambos tomaron precauciones para ocultar sus identidades. Sobre el papel, el dinero lo envió una mujer llamada Hanane Mahmoud, con destino a Alaa Kamil Mahdi, el nuevo alias de Valiakmetov.
El yihadista sospechó que alguien le pisaba los talones. No pudo recoger la transferencia de dinero y pidió a Said que lo retirase. Se lo envió de nuevo con otro remitente, pero el mismo código de recogida. Entre tanto, la policía española había alertado a la Fuerza Multinacional de la intención del ruso de "cometer un atentado suicida contra las fuerzas de la coalición, la ONU u otros organismos internacionales". Soldados búlgaros, entonces desplegados en la zona, detuvieron a Yassin el 3 de noviembre. Luego pasó a la custodia del ejército estadounidense y fue enviado a la prisión de Abu Ghraib.
No estuvo mucho tiempo en esa ominosa cárcel, según fuentes norteamericanas. "Este individuo se halla bajo custodia iraquí desde 2005. En la actualidad se encuentra detenido en la prisión de Fort Suse, en Suleimaniya, condenado por residencia ilegal", respondió la oficial encargada de asuntos político-militares cuando las autoridades españolas se pusieron en contacto para comentarles que el juez Garzón había solicitado una comisión rogatoria.
Valiakmetov había expresado su deseo de hacer la yihad en Afganistán, Chechenia o Irak. ¿Cuál era su objetivo? ¿Quién le captó en España? ¿Cómo llegó hasta Santa Coloma? ¿Quién le facilitó el visado español? Éstas y otras preguntas, hasta un total de 30, son las que el juez Garzón quiere plantear al frustrado terrorista suicida.
El propósito es comprender mejor cómo funcionan las redes de yihadistas que actúan en España y lograr más datos sobre los detenidos en la Operación Tigris. Después de una serie de dilaciones debido a la diferente trascripción del nombre ruso hecha en España y en Irak, el Gobierno de Bagdad ha rechazado la práctica de la comisión rogatoria solicitada por el juez español, ante la falta de un tratado bilateral.
Cuando soldados búlgaros de la Fuerza Multinacional detuvieron a Niyaz Valiakmetov Minikhayerovich en Kerbala (Irak) desconocían el largo periplo seguido por este aspirante a mártir en la yihad. Era el 3 de noviembre de 2004. El hombre que presuntamente quería participar en el combate contra la ocupación había salido dos meses antes de Santa Coloma de Gramanet, en la periferia de Barcelona, adonde llegó a finales de 2001 desde su Tatarstán natal, una de las repúblicas de la Federación Rusa.
Poco antes de recalar en España se había convertido al islam. En esa ciudad de Cataluña encontró el respaldo ideológico y la financiación para trasladarse a Irak. Hoy es uno de los 32 encausados en la Operación Tigris, y el juez Baltasar Garzón ha pretendido enviar una comisión rogatoria a Bagdad para interrogarle.
La detención de Valiakmetov se produjo por haber entrado ilegalmente en Irak, un delito que las leyes de este país castigan con entre 7 y 20 años de cárcel, aunque en su caso ha recibido la menor de las penas. La dureza de la condena tiene que ver con la peculiar naturaleza de los clandestinos que atrae Irak. Porque el ruso no era un inmigrante ilegal en busca de trabajo: buscaba alcanzar el paraíso a través del martirio. Al menos es lo que se desprende de las investigaciones policiales practicadas por la Unidad Central de Información Exterior de la Comisaría General de Información, a las que EL PAÍS ha tenido acceso en Bagdad.
De acuerdo con los datos que figuran en su pasaporte, Valiakmetov nació el 7 de diciembre de 1973 en Kazán, la capital de Tatarstán. Aunque la mayoría de los habitantes de ese Estado son musulmanes suníes, su ficha policial revela que se convirtió al islam a principios de 2001, poco después de haber cumplido los 27 años, de lo cual se deduce que, o bien es étnicamente ruso (un tercio de la población de esa república), o bien pertenecía a la minoría ortodoxa tártara.
Sea como fuere, tras hacerse musulmán se hizo llamar Yassin, aprendió español y en diciembre de ese mismo año llegó a Barcelona, donde entró en contacto con la Red Tigris.
Así bautizó la policía a una de las cuatro células terroristas desarticuladas a mediados de 2005 en el marco de la Operación Tigris, la que operaba en la comunidad catalana. La elección de ese nombre no es casual. El mítico río riega Irak de norte a sur, y precisamente Irak era el objeto de los desvelos de los 32 encausados el pasado junio por un presunto "delito de integración en organización terrorista", entre los que se encontraba Valiakmetov. El auto del juez Garzón estima que los procesados militan en Ansar al Islam, un grupo yihadista vinculado a Al Qaeda fundado por veteranos de la guerra de Afganistán, que se dedicaban a reclutar, capacitar y adoctrinar a posibles candidatos a muyahidin en Irak.
No está claro cómo llegó Valiakmetov hasta el piso franco de la calle Sant Francesc de Santa Coloma, donde la Red Tigris tenía su sede y que sus ocupantes llamaban alkalaa (la fortaleza, en árabe). La policía ha establecido que conoció a Said el Mazmouzi y Ridouane el Ouarma, dos de los marroquíes ahora procesados y que fueron clave en la financiación de su viaje, y al cabecilla de la célula, Samir Tahtah, más tarde encarcelado por su presunta vinculación con el atentado del 11-M. El justificante de pago de un viaje a nombre del ruso, por importe de 350 euros, fue encontrado en el domicilio de los dos marroquíes en Santa Coloma, en la calle Dalmau de esa ciudad, según los documentos consultados por este periódico en Bagdad.
Ése fue el inicio del periplo que acabó con Valiakmetov detenido en Irak. Después de casi tres años de preparativos, a finales de septiembre de 2004, Yassin "cogió el taxi para ir a Francia", lo que en la particular jerga de la Red Tigris significaba trasladarse a Irak para cometer un atentado suicida. No mentían del todo. Aquel tipo llegado desde Kazán aseguraba a sus compañeros: "Todo buen musulmán que ayude a otros musulmanes que mueren luchando por Bin Laden, va al paraíso". Éste fue el hombre que salió en autobús hacia París, desde donde voló a Estambul, con el billete que le habían comprado sus amigos marroquíes.
Hasta ahí siguió una ruta habitual entre los que intentan entrar en Irak. Pero en lugar de trasladarse a Siria para contactar con alguno de los pasadores que ayudan a cruzar ilegalmente esa frontera, los sellos de su pasaporte indican que estuvo cuatro días en Georgia antes de regresar a Turquía. Desde este país envió una postal a Said y Ridouane, a los que se dirigió con el tratamiento respetuoso de sayed, en aparente reconocimiento por la ayuda que le estaban prestando.
Las investigaciones policiales no aclaran por qué Valiakmetov decidió entonces viajar a Irak a través de Irán, un camino más complicado para alcanzar el país vecino. Sin embargo, el 6 de octubre de 2004 cruzó la frontera turco-iraní, y nueve días después llamó desde Teherán al piso de la calle Dalmau, facilitando un número de teléfono local. Tres días más tarde, ya se encontraba en la provincia de Ilam, en la frontera iraquí, de acuerdo con el fax que proporcionó a sus amigos.
Finalmente, el 21 de octubre logró pasar a Irak y se dirigió al sur, hacia Kerbala, una de las ciudades santas del islam chií. Pero sus fondos se habían agotado, aparentemente, y nada más alcanzar su destino telefoneó a Said para pedirle dinero. El marroquí se ofreció a enviarle 500 dólares a través de Western Union, pero Yassin le aseguró que se arreglaba con 200. A instancias del marroquí, ambos tomaron precauciones para ocultar sus identidades. Sobre el papel, el dinero lo envió una mujer llamada Hanane Mahmoud, con destino a Alaa Kamil Mahdi, el nuevo alias de Valiakmetov.
El yihadista sospechó que alguien le pisaba los talones. No pudo recoger la transferencia de dinero y pidió a Said que lo retirase. Se lo envió de nuevo con otro remitente, pero el mismo código de recogida. Entre tanto, la policía española había alertado a la Fuerza Multinacional de la intención del ruso de "cometer un atentado suicida contra las fuerzas de la coalición, la ONU u otros organismos internacionales". Soldados búlgaros, entonces desplegados en la zona, detuvieron a Yassin el 3 de noviembre. Luego pasó a la custodia del ejército estadounidense y fue enviado a la prisión de Abu Ghraib.
No estuvo mucho tiempo en esa ominosa cárcel, según fuentes norteamericanas. "Este individuo se halla bajo custodia iraquí desde 2005. En la actualidad se encuentra detenido en la prisión de Fort Suse, en Suleimaniya, condenado por residencia ilegal", respondió la oficial encargada de asuntos político-militares cuando las autoridades españolas se pusieron en contacto para comentarles que el juez Garzón había solicitado una comisión rogatoria.
Valiakmetov había expresado su deseo de hacer la yihad en Afganistán, Chechenia o Irak. ¿Cuál era su objetivo? ¿Quién le captó en España? ¿Cómo llegó hasta Santa Coloma? ¿Quién le facilitó el visado español? Éstas y otras preguntas, hasta un total de 30, son las que el juez Garzón quiere plantear al frustrado terrorista suicida.
El propósito es comprender mejor cómo funcionan las redes de yihadistas que actúan en España y lograr más datos sobre los detenidos en la Operación Tigris. Después de una serie de dilaciones debido a la diferente trascripción del nombre ruso hecha en España y en Irak, el Gobierno de Bagdad ha rechazado la práctica de la comisión rogatoria solicitada por el juez español, ante la falta de un tratado bilateral.
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