martes, febrero 12, 2008

Acoger a través de la lengua

Por Ignasi Vila Mendiburu, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universitat de Girona (LA VANGUARDIA, 09/12/07):

A pesar del empeño de algunas personas en negar la evidencia, hace ya tiempo que la educación escolar tiene que afrontar situaciones hasta hace muy poco completamente desconocidas. Un ejemplo es la movilidad del alumnado en las aulas. En Catalunya, año tras año, se incorporan a las aulas varios miles de alumnas y alumnos que proceden de todo el planeta. Esta incorporación no se hace al inicio del parvulario, sino que cualquier aula de la primaria o de la secundaria obligatoria puede recibir nuevo alumnado que desconoce la lengua de la escuela.

Además, no se trata de un fenómeno aislado, sino que, en algunas comarcas, se repite cada curso escolar en un gran número de las aulas de la escuela pública. No hace falta saber mucho sobre la educación escolar para comprender que esta situación dificulta enormemente la práctica educativa tradicional, la cual se tiene que modificar para atender adecuadamente al conjunto del alumnado. Y, para ello, se requieren nuevas formas de organización escolar y más recursos humanos y materiales.

Las aulas de acogida responden a esta doble necesidad: más recursos humanos y materiales y una nueva organización escolar. Su inicio se sitúa, a finales de los años sesenta, en la ciudad de Montreal y su función era la enseñanza del francés al alumnado extranjero que se incorporaba al sistema educativo de Quebec (Canadá). Posteriormente, se han extendido a la mayoría de los países occidentales que acogen alumnado extranjero.

Sin embargo, desde su concepción inicial hasta su puesta en marcha actual hay notables diferencias. Inicialmente, el planteamiento era muy sencillo: si este alumnado no conoce la lengua de la escuela, debe aprenderla antes de incorporarse a las actividades de enseñanza y aprendizaje. Por eso, debe pasar un cierto tiempo, el necesario para aprender la lengua de la escuela, en un aula especial.

Los problemas aparecen cuando la investigación, por cierto muy numerosa, muestra que, como mínimo, el alumnado extranjero tarda entre cinco y seis años en atrapar lingüísticamente a sus pares nacionales y que, por tanto, una parte de este alumnado no tiene tiempo para poder hacerlo. En otras palabras, no parece lógico que un alumno extranjero de once años, recién incorporado a nuestro sistema educativo, tenga que pasarse el resto de su escolaridad obligatoria en un aula especial aprendiendo la lengua de la escuela. Los conocimientos adquiridos sobre la escolarización del alumnado extranjero han modificado radicalmente la concepción de las aulas de acogida. Así, ya no se conciben como el lugar en el que el alumnado extranjero debe aprender la lengua de la escuela, sino como el espacio en el que se pueden acelerar usos lingüísticos para incorporarse activamente a las interacciones sociales que se producen entre alumnado y profesorado y alumnado y alumnado alrededor del proceso de enseñanza y aprendizaje en el aula ordinaria.

En muchos países, el aula de acogida es un nuevo recurso humano y material de las escuelas e institutos cuya finalidad es el apoyo lingüístico al alumnado extranjero en el aula ordinaria. Evidentemente, en esta concepción el aprendizaje de la lengua de la escuela y, en definitiva, el progreso académico del alumnado extranjero depende de todo el profesorado del centro, así como de la organización escolar de que se dota para optimizar todos los recursos humanos y materiales.

Las aulas de acogida de Catalunya responden a esta concepción y los centros escolares, en el ejercicio de su autonomía, deciden, mediante los planes de acogida que afectan a todo el centro, el uso del aula de acogida, de modo que hay centros educativos en los que el aula de acogida no es un espacio físico, sino un recurso humano y material que, en el marco de la organización escolar, apoya lingüísticamente a todo el alumnado en el aula ordinaria, mientras que, en otros, además de dicho apoyo, existe un espacio físico, incorporado a la organización escolar, en el que durante una hora o una hora y media al día el alumnado extranjero trabaja específicamente aspectos relacionados con la lengua de la escuela.

Finalmente, en algunos centros, ciertamente muy pocos, todavía podemos encontrar aulas de acogida tradicionales en las que el alumnado extranjero se pasa la mayor parte del tiempo semanal aprendiendo la lengua de la escuela.

La evaluación de las aulas de acogida existentes en Catalunya muestra que el planteamiento es adecuado y que el alumnado extranjero, en no más de dos años, adquiere las competencias de un usuario básico del catalán. Además, dicha evaluación evidencia que el factor que describe mejor las diferencias en los resultados lingüísticos del alumnado extranjero es su adaptación e integración escolar, la cual se relaciona, entre otras cosas, con su satisfacción en el centro escolar, con su autoestima y su autoimagen del esfuerzo individual que realiza y con su percepción sobre el esfuerzo educativo que realiza el profesorado.

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