lunes, enero 02, 2012

Crisis (32): empieza el 2012

Por Xavier Sala i Martín, Universidad de Columbia, UPF y Fundación Umbele (LA VANGUARDIA, 02/01/12):

Nunca falla. A pesar de que he explicado mil veces que la profesión de economista no consiste en predecir el futuro, cada día 1 de enero la gente me pregunta qué pasará en la economía mundial durante el año que empieza. Si no tengo ganas de hablar, los remito a una web de profesionales del futuro (www.tarot.es). Y si tengo, no les explico lo que pasará sino lo que está pasando. Como hoy tengo ganas de hablar, comentaré cuatro aspectos importantes de la economía a día 1 de enero del 2012.

Primero, el 2012 empieza con la misma debilidad económica con la que ha acabado el 2011: la periferia de Europa vuelve a estar en recesión (es decir, con crecimiento económico negativo) y Estados Unidos sigue anémico. Tanto allí como aquí, gobiernos, bancos y familias están inmersos en un proceso de desendeudamiento (o desapalancamiento, que se dice ahora) que los lleva a recortar gastos, cosa que reduce la demanda de la economía y provoca contracción económica.

A eso se suman dos fenómenos nuevos: la burbuja inmobiliaria china ha explotado, aunque está por ver si la caída será catastrófica o lenta y cómo afectará al resto de los países emergentes. Además, la crisis económica de la periferia se ha contagiado al centro de la eurozona y países como Alemania y Holanda pueden acompañar a España, Italia o Grecia por la senda de la recesión.

Segundo, todo apunta a que se nos están acabando las balas para luchar contra la crisis. La bala fiscal no se puede utilizar porque los mercados financieros no quieren prestar a los gobiernos. Las balas para dar confianza a la economía y animar así la inversión también escasean: cada vez que, tras anunciar las “medidas definitivas” para arreglar la crisis, los políticos se reúnen en una cumbre fallida, su credibilidad se reduce al dar la sensación de que no saben lo que hacen. Las balas para reparar el sector financiero que comporten ayudas a bancos levantan un rechazo popular cada vez más generalizado, y eso dificulta su utilización.

Parece que sólo quedan balas en el arsenal monetario, lo que nos lleva al tercer punto: la “gran esperanza” hoy es el Banco Central Europeo (BCE). Hasta ahora ha habido una tensión constante entre los países del centro que iban bien (y que, por lo tanto, querían una política monetaria restrictiva que impidiera que el BCE comprara deuda soberana) y los de la periferia que iban mal (y que querían que el BCE imprimiera euros para facilitar el crédito entre los países de la unión). La novedad del 2012 es que el centro ya no va tan bien y eso, paradójicamente, ¡es bueno para la periferia! La razón es que, a partir de ahora, a todos nos convendrá lo mismo: una política monetaria expansiva. De hecho, durante diciembre del 2011, el BCE ya ha imprimido centenares de millardos de euros y, aparte de calmar a los mercados durante unas semanas, eso ha hecho bajar el euro. Si el euro se sigue depreciando durante el 2012, los productos que se venden en euros (es decir, los nuestros) también se abaratarán. El consiguiente aumento de las exportaciones puede ser la locomotora que nos saque de la crisis.

Y cuarto, la competitividad. Cuando vi que Mariano Rajoy convertía al “Ministerio de Economía” en “Ministerio de Economía y Competitividad”, me sorprendió. Por un lado, lo celebré porque el problema más importante de la economía española hoy es la falta de competitividad y es bueno que el Gobierno así lo entienda. Por otro lado, sin embargo, me preocupó que un ministerio pueda caer en la tentación intervencionista en la que han caído tantos gobiernos de todo el mundo: pensar que sólo se puede ser competitivo si se hace I+ D en unos “sectores prioritarios escogidos por el Gobierno” (normalmente telecomunicaciones o biotecnología, aunque en los últimos años se han puesto de moda los sectores verdes y renovables) y eso sería un gran error.

Cuando piense en competitividad el Gobierno debe entender que, al nivel de renta de España, ser competitivo quiere decir innovar. De hecho, quiere decir que todas las empresas de todos los sectores (y no sólo los “prioritarios”) pueden y deben innovar. Al fin y al cabo, las grandes innovaciones empresariales de las últimas décadas no sólo ocurren en los sectores “modernos” sino que también lo hacen en sectores milenarios como el circo (Cirque du Soleil), el vestido (Zara), los muebles (Ikea), el vino (todo el sector en Australia) o el café (Nespresso o Starbucks).

La pregunta es: ¿Y quién hace esas innovaciones? La respuesta puede parecer sorprendente: sólo el 8% de las ideas empresariales proviene de científicos a través del I+ D formal. El 92% proviene de trabajadores (Amancio Ortega era un vendedor de camisas antes de crear Inditex), estudiantes (Mark Zuckerberg creó Facebook siendo estudiante) o incluso saltimbanquis de calle (como Guy Laliberté, el creador del Cirque du Soleil).

Eso quiere decir que para tener una economía competitiva e innovadora hace falta un sistema educativo que dé los instrumentos para fomentar la creatividad de toda la población (y no sólo de los científicos), ya sean trabajadores o saltimbanquis. Además, se tiene que crear el entorno que facilite (en lugar de que dificulte) la implementación de esas ideas en empresas.

Debilidad económica, el agotamiento de las balas para luchar contra la crisis, el BCE y la depreciación del euro y la competitividad. Yo no sé qué pasará en alguna de estas áreas durante el año nuevo. Lo que sí sé es que estos son cuatro aspectos de la economía que hay que tener en cuenta el 1 de enero, el día que empieza el 2012.

 Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

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