sábado, febrero 21, 2009

¿O Lisboa o Moscú? Retos de la Presidencia checa en la UE

Por Daniel Esparza-Ruiz, Doctor Europeo en Ciencias Políticas y profesor en la Universidad Palacký de Olomouc, Republica Checa (REAL INSTITUTO ELCANO, 19/02/09):

Tema: Prioridades y perspectivas de la presidencia checa en la UE durante el primer semestre de 2009.

Resumen: En el contexto de las dos grandes crisis que tendrá que hacer frente la Presidencia checa, la económico-financiera mundial y la político-institucional específicamente europea, en este ARI se repasan: (a) las posiciones de los principales actores políticos checos; (b) las prioridades fundamentales de la Presidencia checa; y (c) las expectativas y consecuencias que puede traer este semestre, no solo para la UE, sino para el futuro mismo del país que ejerce la Presidencia. Se consideran tres escenarios posibles, siendo uno de ellos el que resulta de que el Tratado de Lisboa sea rechazado no ya sólo por Irlanda sino por la propia República Checa que aún no ha finalizado el procedimiento de ratificación. Sin embargo, como se verá en las conclusiones, lo más lógico es que el nuevo escenario internacional multipolar dibujado por la Administración Obama, que se materializará en un estrechamiento de las relaciones UE-EEUU y viceversa, sean parte de la solución a la crisis política que vive la UE, ya que generará un clima de mayor confianza entre los atlantistas de la UE, como el Reino Unido, la República Checa y Polonia, y los que percibían a estos como submarinos o caballos de Troya de la Administración Bush en la UE: Francia, España y Alemania.

Análisis: La Presidencia checa de la UE se enfrenta a un doble reto. El primero, con respecto a la UE. Su misión debería ser desatascarla de dos crisis prolongadas: (1) en el nivel comunitario, la crisis político-institucional derivada de las dificultades que atraviesa el Tratado de Lisboa; y (2) a nivel mundial, la crisis económico-financiera que afecta a los 27. El segundo reto es consigo mismo: regresar a Europa. Para ello, el ODS, principal partido de la coalición de gobierno, deberá superar una barrera psicológica asociada a traumas del pasado que le condena a una posición acomplejada dentro de la UE.

Crisis política en la UE

El gobierno checo trabajará en medio de una crisis política a nivel comunitario, que en cierta medida ha contribuido a agudizarla con el discurso euroescéptico del principal partido de la coalición de gobierno, el ODS, responsable de la política actual checa en la UE, y también con la actitud eurofóbica del presidente, Václav Klaus. La República Checa es el único país de la UE que todavía no se ha pronunciado sobre el Tratado de Lisboa. Y aunque la Cámara Baja lo podría ratificar a partir del 17 de febrero, tras un sinfín de aplazamientos desde el otoño (el Senado no lo haría hasta abril), esta circunstancia demuestra que el gobierno checo no ha tenido ni la voluntad ni la capacidad de liderazgo que pueda generar ninguna solución a esta crisis, entre otras cosas porque no consideran que exista ninguna. Veamos a continuación las posiciones y responsabilidades tanto del gobierno checo como del presidente de la República.

El gobierno checo

El actual gobierno checo liderado por el primer ministro Mirek Topolanek es quien coordina la Presidencia checa en el Consejo rotatorio de la UE durante el primer semestre de 2009. El gobierno checo está compuesto por una coalición de tres partidos. El ODS (centro-derecha) es el principal partido de la coalición, dominante y abiertamente euroescéptico. La paradoja de este partido se encuentra en que la mayoría de sus votantes y miembros de sus bases regionales son bastantes europeístas. Con respecto al Tratado de Lisboa el partido está dividido. Mientras el primer ministro lo apoya, otros como Pavel Bem, alcalde de Praga, lo detestan. En julio de 2006 el ODS firmó con el Partido Conservador de David Cameron un documento en el que se comprometieron a formar un nuevo grupo dentro del parlamento europeo, a partir de las elecciones de 2009, más a la derecha del Partido Popular Europeo. David Cameron ya ha anunciado que en caso de ganar las elecciones en el Reino Unido, convocará un referéndum en su país sobre el Tratado de Lisboa. Con respecto a los otros dos partidos de la coalición de gobierno, los Democristianos y los Verdes, son bastante europeístas, pero están sometidos al monopolio del ODS que es quien gestiona la política europea. Aunque los Verdes dirigen el Ministerio de Asuntos Exteriores, no es casualidad que la política exterior, con el fin de que el ODS lidere los asuntos comunitarios, se haya dividido en dos secciones: por una parte, los asuntos de la UE, a través de la Vicepresidencia para Asuntos Europeos, que controla el ex embajador en EEUU Alexandr Vondra, cerebro de la actual Presidencia checa en la UE; y, por otra parte, el resto de asuntos del mundo, dirigido por Karel Schwarzenberg.

La posición del presidente Klaus

Es conocido por casi todos la eurofobia del presidente Klaus, fundador del ODS, el cual lleva años pregonando, allí donde va, la falta de libertades, el exceso de regulación y el “déficit democrático” de la UE. Entiende que la UE es una organización no democrática porque la Comisión Europea no es elegida directamente por los ciudadanos sino por el Parlamento Europeo. Sin darse cuenta, o actuando cínicamente, que él como presidente checo tampoco ha sido elegido directamente por su pueblo, sino a través de “oscuras” votaciones en el parlamento nacional. Tiene un gusto especial por ir “contra todo”, como reconoce en su autobiografía. También bajo síntomas de traumas del pasado, le entusiasma comparar patológicamente la Bruselas de hoy con el Moscú de la era soviética, como si en su imaginación, la UE representara una versión moderna paternalista de la desaparecida Unión Soviética. Una entidad opresora, la UE, que amenazaría la identidad checa y los intereses nacionales. Estos fantasmas del pasado son los que sobrevuelan “imaginariamente” sobre muchos individuos de la República Checa, que aunque no representan a la mayoría, Klaus destaca como la punta visible de este “iceberg del miedo”.

Hasta aquí nada nuevo sobre el presidente checo. Sin embargo, en lo que no se ha insistido demasiado en los medios europeos es la limitada y casi marginal participación que este tendrá durante la Presidencia checa en la UE. Primero, porque no es competencia del presidente de la nación (el jefe del Estado), sino del gobierno checo. Y segundo, porque el primer ministro Mirek Topolanek se ha distanciado en lo personal y en lo político de Václav Klaus, ya que este suele ir por libre, y perjudica demasiado la imagen y los intereses nacionales checos. El primer ministro ya le advirtió el pasado otoño, con el fin de atemperar el discurso eurofóbico del presidente, con una severa sentencia que mostraba irónicamente la falta de alternativa del presidente checo al Tratado de Lisboa: Señor Klaus, no hay más alternativa: “o Lisboa o Moscú”.

En este punto de desencuentro, el propio presidente Klaus, humillado, renunció en el último congreso del ODS en diciembre de 2008 a la presidencia honorífica del partido que él mismo fundó. Allí denunció que ya no se siente identificado con la ideología de dicho partido, demasiado centrista para él y poco “eurorrealista”, entre otras cosas porque Topolanek, a pesar de su euroescepticismo, sí apoya el Tratado de Lisboa, al contrario que Klaus, que lo califica como un “error trágico”, y ya ha amenazado que aunque el Parlamento checo ratifique el Tratado de Lisboa, él lo bloqueará hasta el referéndum de Irlanda. Además, la salida de Klaus del ODS ha propiciado el nacimiento de un nuevo partido político, Ciudadanos Libres, más a la derecha y más euroescéptico que el ODS, liderado por Petr Mach, pero con la marca indirecta de Klaus (lo dirigirá en la sombra), que competirá con el ODS en las próximas elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009.

Europa sin barreras

Bajo el lema “Europa sin Barreras” la República Checa presenta su propuesta en la línea liberal del principal partido de la coalición del gobierno checo, el ODS. Un documento que según se haya redactado en checo, inglés o francés, consta de entre 31 y 41 páginas. Que este documento se materialice, en mayor o menor medida, dependerá de las circunstancias y acontecimientos imprevistos que se presenten durante este semestre. El conflicto en Gaza, que dio la bienvenida a los checos, junto con la crisis del gas ruso son un ejemplo. No estaban en la agenda.

El programa checo está coordinado en gran medida dentro del trío formado junto a Francia y Suecia, predecesores y sucesores de los checos respectivamente. Esta iniciativa de coordinar tres Presidencias de año y medio de duración pretende dar una mayor continuidad, estabilidad y coherencia a las políticas europeas. Sin embargo, los checos han preparado la Presidencia relativamente tarde. La mayoría de los países suelen empezar con tres años de antelación, pero éstos lo han hecho a partir del segundo trimestre de 2007 debido al cambio de gobierno tras las elecciones de junio de 2006 y a la dificultad de formar un gobierno estable hasta enero de 2007. Durante la Presidencia europea la República Checa pondrá a trabajar a más de 1.500 burócratas que atenderán aproximadamente 3.000 reuniones –una media de 25 al día–, empleando un total de 200.000 horas. Unos 30.000 diplomáticos extranjeros, políticos y representantes visitarán la República Checa.

Aunque el programa incluye numerosas propuestas, a continuación se desarrollan con más profundidad las tres prioridades fundamentales que la propia presidencia checa ha destacado sobre el resto: (1) la economía; (2) la energía; y (3) la política exterior de la UE.

Prioridades de la Presidencia checa: la economía

(1) Economía
Para el primer ministro Mirek Topolanek “Europa sin Barreras” no significa una Europa sin fronteras, sino una Europa que elimine las barreras burocráticas relacionadas con la libre circulación de trabajadores y servicios dentro de la UE, como por ejemplo las que sufren todavía los trabajadores búlgaros y rumanos en países como Austria, Alemania, el Reino Unido, Irlanda, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, que optaron por prolongar tres años más el cierre del mercado laboral para estos ciudadanos de la UE. Pero Evropa bez barier también insinúa la desmantelación de las barreras que impone el proteccionismo europeo sobre otros mercados mundiales. Para el gobierno checo, la UE debe garantizar la liberalización del mercado mundial y evitar el aumento del proteccionismo, algo muy tentador en estos tiempos de crisis. Con este fin, y de manera extraordinaria, la presidencia checa ha convocado dos cumbres “informales”, una el primero de marzo en Bruselas y otra en mayo en Praga.

Será una dura tarea hacer frente a la crisis financiera mundial y al aumento vertiginoso del desempleo en la UE, especialmente en países como España, Alemania, el Reino Unido e Irlanda. Se prevé que en 2009 el paro se incrementará un 2% en toda la UE, como anunció Vladimir Spidla, comisario checo de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades. Teniendo en cuenta el corte neoliberal del ODS, no parece que tengan nada nuevo que aportar a la solución de dicha crisis, pues proponen más liberalismo y desregulación en un momento en el que hasta los gobiernos de EEUU y el Reino Unido, modelos para el ODS, han tenido que intervenir en empresas privadas para sacar adelante la economía. Sin embargo, durante la Presidencia checa se continuará con las soluciones propuestas en el Plan Europeo para la Recuperación Económica acordado en el Consejo Europeo de diciembre bajo la Presidencia de Francia, aunque no especifican si estas serán compatibles con la política liberal que ellos proponen. Sobre todo, habrá que prestar atención a la próxima cumbre del Consejo Europeo del 19 y 20 de marzo, donde se preparará una posición conjunta para la cumbre de abril del G-20 en Londres.

Prioridades de la Presidencia checa: la energía

La UE carece de una política energética común y un mercado único. La crisis del gas ruso a través de Ucrania del pasado mes de enero debe servir para impulsar definitivamente su materialización a corto plazo. Por el momento, el gobierno checo ha tomado como prioridad esta materia con el fin de que mejore el funcionamiento, la infraestructura, el uso y la calidad y que haya una mayor diversificación de las fuentes energéticas y de las vías de suministro en el mercado interno de la UE. Las políticas concretas deberán definirse con mayor claridad en la cumbre de primavera, donde se preparará un segundo plan sobre política energética para Europa (2010-2012). Con respecto a la dependencia de recursos energéticos fuera de la UE y a la crisis del gas ruso, la UE, no tendrá más remedio que mediar entre este país y Ucrania. El conflicto podría repetirse invierno tras invierno. Además, en busca de más alternativas, la Presidencia checa ha propuesto reforzar las relaciones con los países del mar Caspio y Asia Central a través de la Cumbre del Corredor Sur asociada al Plan Nabucco. Un pasillo energético que sin duda traerá problemas teniendo en cuenta que en el recorrido, todavía incierto, podría estar involucrado Irán. Otra solución paralela es la aceleración de la construcción de dos grandes gasoductos que desde Rusia pasarían por el Báltico hasta Alemania, y así evitar a Ucrania y Bielorrusia. El más interesado en esto es Rusia. Pero cuenta con el rechazo de Suecia y Finlandia por asuntos medioambientales, y de Polonia y los países bálticos porque la mayoría del gas ruso sería enviado, probablemente, a través del gasoducto alemán. En esta jugada del Báltico, en la que Ucrania dejaría de ser puente entre Rusia y la UE, el más beneficiado sería Rusia, pues tendría el poder de controlar los recursos de gas a la UE directamente, y a Ucrania por separado, con lo que podría chantajear y torpedear los acercamientos de este país a la UE.

Prioridades de la Presidencia checa: la UE en el mundo

Sobre el papel, las prioridades del gobierno checo se centran en los países de la antigua Yugoslavia y su futura adhesión a la UE. La República Checa es abiertamente favorable a la futura adhesión de estos países. Para ello impulsará la aceleración de la entrada de Croacia, con el pensamiento de que esto motivará a otros países del entorno a seguir su camino, como Serbia, Montenegro y Macedonia. Pero esta tarea no es nada fácil. Primero, porque hay un cansancio generalizado en la UE-27 hacia nuevas ampliaciones, y segundo, porque tendrá el escollo de Eslovenia, que pretende bloquear la entrada de Croacia mientras esta siga reclamando el derecho a compartir las aguas del Adriático cerca de la ciudad eslovena de Piran, que no permite tener a los eslovenos acceso directo a aguas internacionales.

Dentro de la Política Europea de Vecindad (PEV), obviamente los checos han dado mayor prioridad a Europa del Este que al Mediterráneo, a diferencia de Francia, su antecesor en la Presidencia. Sin embargo, el conflicto de Gaza, en particular, y en la franja palestino-israelí, en general, le ha obligado a trabajar con mayor intensidad en el área mediterránea con el fin de lograr acuerdos de paz. Habrá que esperar también la reacción de Barack Obama. Con respecto a Europa del Este y en el contexto también de los recursos energéticos, los checos quieren impulsar una mayor cooperación con los países de Europa del Este y del Cáucaso a través del llamado Partenariado Oriental, una propuesta reciente de Polonia y Suecia que pretende marcar diplomáticamente las distancias con estos países, ofreciéndole una asociación sólida y estrecha sin que nunca se llegue a ejecutar la adhesión a la UE. Para impulsar esta iniciativa la República Checa organizará en primavera una cumbre entre la UE y seis países de Europa del Este: Ucrania, Moldavia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y Bielorrusia. Esta última participará o no dependiendo de sus avances en derechos humanos. Sin embargo, esta propuesta del Partenariado Oriental cuenta con el recelo de Francia y Alemania, pues estos no tienen tan claro lo de cerrar drásticamente las puertas a una futura adhesión de Ucrania. Además, Rumania y Bulgaria tienen dudas, ya que dejaría en un segundo plano otras propuestas con otros países que ellos mismos llevaron a cabo en 2006, como el Forum para la Asociación y el Dialogo del Mar Negro y la Organización para la Cooperación Económica del Mar Negro.

En la misma línea de la estrategia por los recursos energéticos, las relaciones con Rusia son esenciales y encaminadas a seguir llegando a acuerdos de cooperación. Uno de los pocos actos donde el gobierno checo podría permitir que Václav Klaus sea protagonista será probablemente –pues todavía no está confirmado– la cumbre UE-Rusia de junio. También, con respecto a la nueva Administración Obama, la República Checa dará prioridad, obviamente, a las relaciones transatlánticas para actuar conjuntamente en problemas globales, en el conflicto de oriente próximo –tanto en Gaza como en Irak– la guerra de Afganistán y las relaciones con Rusia. La República Checa está haciendo todo lo posible para confirmar la presencia de Obama en Praga el 4 de abril, aunque esta reunión informal de la UE con EEUU también se la está disputando Bruselas.

El euroflematismo checo

En Los checos frente a la crisis europea (Daniel Esparza y Petra Mestankova, ARI nº 60/2007, Real Instituto Elcano, 29/V/2007) se escribía desde una perspectiva histórica acerca de cómo todavía afectaban a la República Checa traumas del pasado en su relación con un Otro más poderoso: hoy proyectados hacia la UE y que pueden observarse en el escenario político a través de síntomas de la larga duración histórica, como por ejemplo la actitud acomplejada y eurofóbica del presidente Klaus, o la defensiva y euroescéptica del ODS, pero también la pasiva y euroflemática por parte de la opinión pública checa, a la que no parecía interesarle lo que pasaba en Europa.

Todos estos síntomas están conectados, ya que si Klaus sigue despotricando contra la UE y perjudicando la imagen de la República Checa en el exterior, es porque hay una opinión pública que a pesar de ser mayoritariamente partidaria de la UE, no reacciona frente a los ataques de este para neutralizarlo. Este euroflematismo checo también puede observarse a través de la paradoja que sobrevuela al principal partido de la coalición de gobierno, el ODS, cuya elite en Praga es bastante euroescéptica aunque sus bases regionales y sus votantes sean bastantes europeístas, sin que esto suponga que el electorado castigue a la elite nacional por este asunto, ni que dicha elite trate de optar por un discurso menos euroescéptico para agradar y atraer a sus votantes.

Frente a este panorama, aparentemente estático, se presenta un punto de inflexión, 2009 y la Presidencia checa en la UE, que puede estar ya actuando hacia una transformación de esta actitud euroflemática en otra más activa e interesada por los asuntos europeos. A este fenómeno se le podría llamar “el regreso a Europa”. Y se materializaría en su máxima expresión en el primero de los escenarios que se van a explicar a continuación. Frente a este escenario deseable para los europeístas, no queda más remedio que dibujar el peor de todos, menos probable, en el que Lisboa no se ratificaría.

Tres escenarios

Tres escenarios imaginables se pueden producir a partir de julio cuando los checos regresen a la “normalidad” europea después de haber sido protagonistas de la actualidad mundial tras la Presidencia del Consejo de la UE.

El primer escenario sería el más deseado para los europeístas. Está asociado con la idea de un “regreso a Europa”, en la que se materializaría una transformación de la opinión pública checa, menos euroflemática y más activa, como consecuencia de haber observado a su país trabajando entre los Grandes (Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y España) por las cuestiones más importantes del planeta. Algo que dejaría sin legitimidad el discurso paralizador de Klaus, que suele presentar a la UE como “lo mismo de siempre”: una potencia externa que limita, si no oprime, las libertades de los checos, como ocurriera con los Habsburgo hasta 1918 o con la URSS hasta 1989. Así, el fantasma de ese Otro negativo externo, “allí en Bruselas”, que el presidente y otros eurofóbicos pretendían conjurar ante sus conciudadanos, no tendría ya sentido para muchos que ayer eran euroescépticos y europasivos, al haber observado a una República Checa inmiscuida en las decisiones y tomando parte de las responsabilidades de la UE.

Se trataría de un ODS menos euroescéptico en el discurso y más participativo en las políticas comunes. Es lógico. Teniendo en cuenta que la toma de responsabilidades y decisiones durante la Presidencia europea ya le ha obligado a ello. Pero además, ese giro hacia Europa es necesario para el ODS si quiere tener opciones de ganar las próximas elecciones generales de su país, y necesario también para Topolanek si quiere seguir siendo líder de su partido. ¿Por qué? Porque el ODS atraviesa una crisis como partido y el gobierno de coalición que forma con Verdes y Democristianos es muy débil, bajo amenaza de elecciones anticipadas. El partido está dividido; los socialdemócratas, su máximo rival, barrieron en las últimas elecciones regionales y al Senado. Además, la salida de Klaus del partido ha provocado un rival más, pues a la sombra del presidente ha nacido un partido más a la derecha y más euroescéptico que el ODS, dirigido en la sombra por el presidente de la República y liderado en público por un joven de 33 años admirador de Klaus: Petr Mach.

Así, en este escenario, la UE se presenta como la solución, porque ya le está dando prestigio y popularidad a Topolanek dentro de su país –en las primeras dos semanas de enero aumentó un 10%– y estabilidad y respeto dentro de su partido. Salir cada día en la foto con los grandes y trabajar en los asuntos más relevantes a nivel mundial sirve no solo como publicidad sino también como formación política para madurar y saber estar en el escenario internacional. Al mismo tiempo, el estar involucrado en los asuntos más relevantes a nivel mundial significa en cierta manera minimizar muchos de los problemas que hoy se viven como tsunamis en la escena nacional.

Por otra parte, el despertar de la opinión pública checa sobre los asuntos europeos probablemente pasará factura al ODS si no gira hacia Europa –como mínimo, su discurso– frente a la UE pues, como ya se ha visto, la mayoría de votantes y bases regionales del ODS son europeístas y podrían abstenerse de votar al ODS la próxima vez. Es más, lo necesitará para distanciarse del nuevo “partido de Klaus” que propondrá un discurso más euroescéptico que el del ODS. Un dilema queda por resolver: ¿como conviviría un “europeizado” ODS con el partido conservador británico de Cameron en el nuevo grupo parlamentario al que ya se han comprometido a formar juntos tras las elecciones al Parlamento Europeo?

El segundo escenario imaginable trataría de una vuelta a Europa a través del triunfo de los socialdemócratas (CSSD), de corte europeísta, en unas más que probables elecciones anticipadas el próximo otoño, aprovechando su ventaja actual. El CSSD aprovechará también el desgaste del ODS en un gobierno débil. El ODS no podrá competir con el CSSD por no tener el valor para llevar a cabo una renovación del partido, ya sea porque Topolanek no tuviera la voluntad necesaria para deshacerse de los más euroescépticos de su formación ni, sobre todo, el carisma para poner orden en su propio partido. Los votantes del ODS, mayoritariamente europeístas, castigarán a su partido por no moderar su discurso euroescéptico.

En el tercer y último imaginado escenario, los checos secuestran la UE y Lisboa quedaría fuera. Para que esto pueda materializarse deben darse una serie de coincidencias: que el ODS no cambie ni modere su discurso euroescéptico al rivalizar con el nuevo partido político ultraliberal y eurofóbico a la sombra de Klaus (Ciudadanos Libres); b) que la Presidencia en la UE haga crecer la popularidad del ODS entre los checos hasta superar al CSSD y, a partir de ahí, adelantar las elecciones y ganarlas de nuevo; dependiendo de cuando, finalmente, la Cámara Baja y el Senado checo ratifiquen el Tratado de Lisboa, y ; dependiendo de si el presidente Klaus cumpliera su amenaza de bloquearlo de cualquier manera hasta que Irlanda lo ratifique; y dependiendo del tiempo que transcurra hasta que se produzca una nueva votación en la Cámara Baja -como consecuencia de la negativa de Klaus- y si además para ratificar otra vez el Tratado; y si se diera la coincidencia de que la nueva votación en la Cámara Baja, ante tanto retraso, se diera tras unas elecciones anticipadas, con la formación de un nuevo Parlamento, donde el ODS hubiera reforzado el número de diputados, e incluso donde hubiera presencia de diputados del nuevo “partido de Klaus”, y con una presencia, como la actual, del Partido Comunista, también en contra de Lisboa, el Tratado podría no aprobarse. En el mejor de los casos un referéndum.

Conclusiones

En medio de dos crisis de gran calado –la económico-financiera y la político-institucional, amen de otras crisis inesperadas como la de Gaza o el gas ruso– los inicios de la Presidencia checa se han desarrollado en un entorno de pesimismo generalizado en los 27, porque nadie espera nada del gobierno checo. Al mismo tiempo, el ODS, liberal y euroescéptico, no parece ni motivado ni con la capacidad de liderazgo suficiente para enfrentarse a uno de los principales problemas de la UE, la no ratificación del Tratado de Lisboa, del que los checos son protagonistas: , pues son los únicos de la UE que todavía no se han pronunciado. Sin embargo, esta apatía global podría dar un vuelco y transformarse en optimismo a raíz de dos circunstancias fundamentales:

1. La primera, con respecto a la llegada de la nueva Administración Obama y el nuevo enfoque internacional multipolar, que indirectamente podría surgir como solución a la crisis política dentro de la UE-27, pues se establecerá una nueva y más estrecha relación entre la UE y EEUU (y viceversa), que contribuirá a la superación del estigma de la artificial división de Europa –la Vieja y la Nueva– emprendido en 2002 por el gobierno de Bush con el fin de debilitar a la propia Unión. De esta manera, mejorará el clima político en la UE pues el Oeste, que lleva desconfiando del Este desde la ampliación de 2004, no tendrá más remedio que dejar de interpretar la admiración hacia EEUU de países como Polonia y la República Checa bajo la sospecha de actuar como submarinos o caballos de Troya de EEUU dentro de la UE. Y también, el Este, junto al Reino Unido, proclives al atlantismo, se identificarán más con una UE cercana a EEUU. De esta manera, habrá un mayor entendimiento entre todos.

2. La segunda circunstancia se refiere al aumento de madurez política de los checos a través de la Presidencia en la UE, la cual se presenta como un punto de inflexión en las percepciones y actitudes de la República Checa hacia la Unión. Antes del 1 de enero de 2009, el discurso euroescéptico del ODS junto con el del presidente de la República –que ellos denominan eurorrealismo– en vez de despertar interés y movilización por los asuntos europeos en la República Checa había generado, al contrario, la mayor desmoralización en medio del sentimiento de que nada podía cambiar y que todo era lo mismo de siempre. Sin embargo, la toma de responsabilidades a través de la Presidencia europea, va a significar un viraje optimista en las percepciones y actitudes hacia la UE, no solo para el ODS sino para la opinión pública checa. Para los primeros porque su posición ha cambiado: de espectadores que criticaban desde la tribuna, a tener que liderar la UE. La toma de responsabilidades en los asuntos más espinosos a nivel mundial es una buena escuela de madurez política. Además, el propio primer ministro Mirek Topolanek se ha dado cuenta que Europa es la solución. Para empezar, ha subido un 10% en la República Checa su popularidad en las dos primeras semanas. Con respecto a los segundos, porque el aumento de interés por los asuntos europeos puede desembocar en una mayor presión hacia el ODS, que cuenta con la paradoja de que siendo su elite bastante euroescéptica, la mayoría de sus votantes son muy europeistas, y así obligarlos a moderar, como mínimo, su discurso frente a la UE, bajo coste de retirarle el voto en caso de no cambiar.

El primer ministro Topolanek parece entenderlo así, y a pesar de su reconocido euroescepticismo, no solo apoya el Tratado de Lisboa, sino que crítica al presidente Klaus por su afilada retórica eurofóbica que suele perjudicar la imagen de la República Checa. Topolanek lo ve claro. El Tratado no es perfecto para el ODS, pero si no es Lisboa tendrá que ser Moscú. Y esa historia ya la conocen bien los checos.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

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