Por Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicasde París (LA VANGUARDIA, 14/03/09):
En la cumbre conmemorativa del sexagésimo aniversario de la OTAN Francia oficializará, como anunció Sarkozy el miércoles, que se reintegra a los mandos militares que el general De Gaulle abandonó espectacularmente en 1966. Desde la elección de Sarkozy, y gracias a las indiscreciones lanzadas a modo de globos sonda, esta reintegración ha sido ya mencionada en diversas ocasiones. ¿Se trata de una ruptura fundamental con la tradicional política de independencia de Francia y la señal de un alineamiento con Washington? ¿Se pasará definitivamente una página de la historia? ¿No supone una paradoja que sea un presidente que se reclama gaullista - Nicolas Sarkozy-quien haga este gesto? Y, sobre todo, ¿cómo será tenido en cuenta en Francia y en todo el mundo?
Nicolas Sarkozy tiene realmente mucha suerte. Por convicción y para diferenciarse de Jacques Chirac, tras su elección decidió convertir en una prioridad el acercamiento diplomático con EE. UU. El proyecto de reintegrarse en la OTAN era otro paso.
Los franceses, en su gran mayoría, estaban bastante de acuerdo con la especial posición de Francia y su papel específico en el campo diplomático. Francia era miembro de la Alianza pero se mostraba como independiente de Estados Unidos. La reintegración no hubiera sido posible siendo presidente George Bush, pues ello hubiera provocado una profunda crisis política en Francia.
Sarkozy había tomado su decisión incluso antes de que Barack Obama fuera oficialmente candidato. Una vez elegido presidente, esta reintegración es mucho más fácil. Por supuesto, será criticada por la oposición, pero será superada por la gran popularidad que Obama tiene en Francia: según los sondeos, el 93% de los franceses deseaban que fuera elegido. En abril, la luna de miel aún no habrá tenido tiempo de verse ensombrecida. Y el reingreso en la OTAN no tendrá el mismo aspecto contrapuesto o peligroso que si McCain estuviera en la Casa Blanca. Que el 60º aniversario de la OTAN tenga lugar dos meses y medio después de la toma de posesión de Obama es un regalo de Navidad en pleno mes de abril para Sarkozy.
En este tema hay que distinguir entre la realidad y el símbolo. La realidad es que Francia participa ya en la mayor parte de los comités militares y civiles de la OTAN y sólo está ausente de los comités de planes nucleares y de planes de defensa. Sin embargo, sólo se reintegrará a este último, que realmente es el más importante. Por tanto, no habrá una modificación sustancial de su participación, ya que Francia está muy integrada en la OTAN. Ya en 1999 participó en la guerra de la Alianza contra Yugoslavia. Pero el papel simbólico, la significación que tendrá para el resto del mundo y el hecho de que esta decisión sea anunciada como un gesto importante tendrán un impacto importante. En diplomacia los símbolos pesan mucho. Habrá, pues, la percepción de una Francia que renuncia a una parte de su especificidad.
Y ello será muy apreciado en EE. UU., donde ya no se reprochará más a Francia su antiamericanismo (aunque no se tratara más que de una oposición a la política exterior de EE. UU.), y a la mayoría de los países europeos agradará igualmente esta normalización. Más allá del mundo occidental. Francia perderá algo de su estatus de país algo diferente, de país que toma más en consideración las percepciones e intereses del resto del mundo que otros países del hemisferio norte.
Ello no supone que Francia se vea automáticamente arrastrada auna guerra deseada por los estadounidenses ni obligada a obedecer en todo a Washington. Alemania, totalmente integrada en la OTAN, evidenció durante la guerra de Iraq que ello no le impedía hablar alto y claro contra la política de EE. UU. Sarkozy afirma que ha tomado esta decisión para permitir que emerja una identidad europea de defensa que decenios de esfuerzos franceses no han logrado que sea una realidad fuera de la OTAN. Y ahí es donde Sarkozy sitúa su desafío: ¿conseguirá algo sustancial en este terreno? ¿Aceptarán los estadounidenses, con Obama, un reequilibrio de poderes entre Europa y EE. UU. en un momento en que están debilitados por su hundimiento estratégico y por la crisis financiera? Si Francia consigue hacer avanzar, en el seno de la OTAN, la idea de un pilar europeo de la defensa, el desafío de la reintegración habrá triunfado. Pues es por este objetivo por el que De Gaulle abandonó la OTAN. Pero si Nicolas Sarkozy no consigue que haya cambios profundos, habrá fallado el tiro.
Pero la pregunta más importante guarda relación con el futuro de la OTAN. ¿Cuáles serán sus misiones? ¿Hasta dónde puede ampliarse? Con George Bush hubo la tentación de hacer de ella el brazo armado de la guerra contra el terror, con el peligro de alimentar la amenaza que dice querer combatir. Con Obama el peligro es menor, pero es necesaria una reflexión profunda sobre qué debe ser la OTAN y qué percepción habrá de ella fuera del mundo occidental, donde existe el riesgo de que sea vista no como una alianza defensiva, sino como una voluntad occidental de superioridad militar.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
En la cumbre conmemorativa del sexagésimo aniversario de la OTAN Francia oficializará, como anunció Sarkozy el miércoles, que se reintegra a los mandos militares que el general De Gaulle abandonó espectacularmente en 1966. Desde la elección de Sarkozy, y gracias a las indiscreciones lanzadas a modo de globos sonda, esta reintegración ha sido ya mencionada en diversas ocasiones. ¿Se trata de una ruptura fundamental con la tradicional política de independencia de Francia y la señal de un alineamiento con Washington? ¿Se pasará definitivamente una página de la historia? ¿No supone una paradoja que sea un presidente que se reclama gaullista - Nicolas Sarkozy-quien haga este gesto? Y, sobre todo, ¿cómo será tenido en cuenta en Francia y en todo el mundo?
Nicolas Sarkozy tiene realmente mucha suerte. Por convicción y para diferenciarse de Jacques Chirac, tras su elección decidió convertir en una prioridad el acercamiento diplomático con EE. UU. El proyecto de reintegrarse en la OTAN era otro paso.
Los franceses, en su gran mayoría, estaban bastante de acuerdo con la especial posición de Francia y su papel específico en el campo diplomático. Francia era miembro de la Alianza pero se mostraba como independiente de Estados Unidos. La reintegración no hubiera sido posible siendo presidente George Bush, pues ello hubiera provocado una profunda crisis política en Francia.
Sarkozy había tomado su decisión incluso antes de que Barack Obama fuera oficialmente candidato. Una vez elegido presidente, esta reintegración es mucho más fácil. Por supuesto, será criticada por la oposición, pero será superada por la gran popularidad que Obama tiene en Francia: según los sondeos, el 93% de los franceses deseaban que fuera elegido. En abril, la luna de miel aún no habrá tenido tiempo de verse ensombrecida. Y el reingreso en la OTAN no tendrá el mismo aspecto contrapuesto o peligroso que si McCain estuviera en la Casa Blanca. Que el 60º aniversario de la OTAN tenga lugar dos meses y medio después de la toma de posesión de Obama es un regalo de Navidad en pleno mes de abril para Sarkozy.
En este tema hay que distinguir entre la realidad y el símbolo. La realidad es que Francia participa ya en la mayor parte de los comités militares y civiles de la OTAN y sólo está ausente de los comités de planes nucleares y de planes de defensa. Sin embargo, sólo se reintegrará a este último, que realmente es el más importante. Por tanto, no habrá una modificación sustancial de su participación, ya que Francia está muy integrada en la OTAN. Ya en 1999 participó en la guerra de la Alianza contra Yugoslavia. Pero el papel simbólico, la significación que tendrá para el resto del mundo y el hecho de que esta decisión sea anunciada como un gesto importante tendrán un impacto importante. En diplomacia los símbolos pesan mucho. Habrá, pues, la percepción de una Francia que renuncia a una parte de su especificidad.
Y ello será muy apreciado en EE. UU., donde ya no se reprochará más a Francia su antiamericanismo (aunque no se tratara más que de una oposición a la política exterior de EE. UU.), y a la mayoría de los países europeos agradará igualmente esta normalización. Más allá del mundo occidental. Francia perderá algo de su estatus de país algo diferente, de país que toma más en consideración las percepciones e intereses del resto del mundo que otros países del hemisferio norte.
Ello no supone que Francia se vea automáticamente arrastrada auna guerra deseada por los estadounidenses ni obligada a obedecer en todo a Washington. Alemania, totalmente integrada en la OTAN, evidenció durante la guerra de Iraq que ello no le impedía hablar alto y claro contra la política de EE. UU. Sarkozy afirma que ha tomado esta decisión para permitir que emerja una identidad europea de defensa que decenios de esfuerzos franceses no han logrado que sea una realidad fuera de la OTAN. Y ahí es donde Sarkozy sitúa su desafío: ¿conseguirá algo sustancial en este terreno? ¿Aceptarán los estadounidenses, con Obama, un reequilibrio de poderes entre Europa y EE. UU. en un momento en que están debilitados por su hundimiento estratégico y por la crisis financiera? Si Francia consigue hacer avanzar, en el seno de la OTAN, la idea de un pilar europeo de la defensa, el desafío de la reintegración habrá triunfado. Pues es por este objetivo por el que De Gaulle abandonó la OTAN. Pero si Nicolas Sarkozy no consigue que haya cambios profundos, habrá fallado el tiro.
Pero la pregunta más importante guarda relación con el futuro de la OTAN. ¿Cuáles serán sus misiones? ¿Hasta dónde puede ampliarse? Con George Bush hubo la tentación de hacer de ella el brazo armado de la guerra contra el terror, con el peligro de alimentar la amenaza que dice querer combatir. Con Obama el peligro es menor, pero es necesaria una reflexión profunda sobre qué debe ser la OTAN y qué percepción habrá de ella fuera del mundo occidental, donde existe el riesgo de que sea vista no como una alianza defensiva, sino como una voluntad occidental de superioridad militar.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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