Por IRENE BENITO - Madrid - (El País.com, 18/02/2009)
Incremento de la temperatura (1ºC en el último siglo), aumento del nivel del mar (dos o tres milímetros al año desde 1980) por efecto del deshielo y alteraciones en el patrón pluvial (más lluvias en algunas zonas y más sequía en otras). Son los síntomas de los fenómenos extremos que configuran la nueva identidad del clima en el Caribe y América del Sur, de acuerdo con el último informe del Banco Mundial (BM). Sin titubeos, la entidad multilateral de crédito ha advertido ayer en Lima (Perú) que si no se actúa para mitigar los efectos y detener el cambio climático, Iberoamérica será más pobre e improductiva. Y padecerá el mal de los males: la falta de agua potable.
En el inventario de los daños naturales irreversibles en la región, el BM menciona que varios de los glaciares más pequeños -de una extensión menor a un kilómetro cuadrado- han perdido una superficie significativa. "La desaparición prevista de los glaciares tropicales de los Andes tendrá consecuencias económicas para la disponibilidad de agua y de energía hidroeléctrica", advierte el banco. A este ritmo de calentamiento, ese pronóstico -siempre según la entidad- se cumplirá en el año 2020.
La lista de los perjuicios verificados como consecuencia del cambio climático incluye desde el blanqueamiento de los arrecifes de coral caribeños (este fenómeno, producido por el aumento de la temperatura del mar, afecta al 65% de las especies de peces de la región) hasta la "dramática extinción" del bosque pluvial del Amazonas, proceso que transformará en sabanas a grandes extensiones verdes. El BM señala que los huracanes se han vuelto más intensos apoyándose en la estadística: el número y la frecuencia ha crecido sin parar desde 1995, después de cuatro décadas de relativa tranquilidad. El hito histórico ocurrió en 2005, cuando 14 huracanes avanzaron sobre el Atlántico Norte.
Las viejas enfermedades se expanden
Los autores del informe aseguran que cambio climático en Iberoamérica será sinónimo de cambio en los tiempos de reproducción y de distribución de las especies. A esta velocidad de modificación del clima, la productividad agrícola de Sudamérica -cuya economía depende de los cultivos- caerá entre un 12% y un 50% en el siglo XXII, y enfermedades antiguas como el dengue y la malaria se trasladarán a nuevos lugares. El BM cree que, lejos de erradicarse, el dengue crecerá un 21% hacia 2050 y hasta un 64% hacia 2100.
Las calamidades que enfrenta Iberoamérica como consecuencia del cambio climático no guardan relación con el pequeño porcentaje de dióxido de carbono con el que contribuye al deterioro del medioambiente. El informe de la entidad de crédito precisa que Sudamérica y el Caribe son responsables sólo del 12% de las emisiones globales. El BM considera que, auxilio internacional mediante, este porcentaje podría disminuir de manera considerable y hasta desaparecer con políticas que promuevan el transporte público y la generación de energía renovable, un potencial de la región. El informe subraya el ejemplo de Brasil, que ha dado pasos decisivos en la senda de las energías alternativas como la hidroelectricidad, el etanol y el biodiesel.
Pero el gran cambio que debe emprender Iberoamérica para contener el cambio climático requiere -insiste el BM- una inversión sincronizada en infraestructura para almacenamiento de agua, alcantarillado, control de inundaciones y sistemas de salud pública. El gran cambio no ocurrirá sin el aporte económico de los países desarrollados.
Incremento de la temperatura (1ºC en el último siglo), aumento del nivel del mar (dos o tres milímetros al año desde 1980) por efecto del deshielo y alteraciones en el patrón pluvial (más lluvias en algunas zonas y más sequía en otras). Son los síntomas de los fenómenos extremos que configuran la nueva identidad del clima en el Caribe y América del Sur, de acuerdo con el último informe del Banco Mundial (BM). Sin titubeos, la entidad multilateral de crédito ha advertido ayer en Lima (Perú) que si no se actúa para mitigar los efectos y detener el cambio climático, Iberoamérica será más pobre e improductiva. Y padecerá el mal de los males: la falta de agua potable.
En el inventario de los daños naturales irreversibles en la región, el BM menciona que varios de los glaciares más pequeños -de una extensión menor a un kilómetro cuadrado- han perdido una superficie significativa. "La desaparición prevista de los glaciares tropicales de los Andes tendrá consecuencias económicas para la disponibilidad de agua y de energía hidroeléctrica", advierte el banco. A este ritmo de calentamiento, ese pronóstico -siempre según la entidad- se cumplirá en el año 2020.
La lista de los perjuicios verificados como consecuencia del cambio climático incluye desde el blanqueamiento de los arrecifes de coral caribeños (este fenómeno, producido por el aumento de la temperatura del mar, afecta al 65% de las especies de peces de la región) hasta la "dramática extinción" del bosque pluvial del Amazonas, proceso que transformará en sabanas a grandes extensiones verdes. El BM señala que los huracanes se han vuelto más intensos apoyándose en la estadística: el número y la frecuencia ha crecido sin parar desde 1995, después de cuatro décadas de relativa tranquilidad. El hito histórico ocurrió en 2005, cuando 14 huracanes avanzaron sobre el Atlántico Norte.
Las viejas enfermedades se expanden
Los autores del informe aseguran que cambio climático en Iberoamérica será sinónimo de cambio en los tiempos de reproducción y de distribución de las especies. A esta velocidad de modificación del clima, la productividad agrícola de Sudamérica -cuya economía depende de los cultivos- caerá entre un 12% y un 50% en el siglo XXII, y enfermedades antiguas como el dengue y la malaria se trasladarán a nuevos lugares. El BM cree que, lejos de erradicarse, el dengue crecerá un 21% hacia 2050 y hasta un 64% hacia 2100.
Las calamidades que enfrenta Iberoamérica como consecuencia del cambio climático no guardan relación con el pequeño porcentaje de dióxido de carbono con el que contribuye al deterioro del medioambiente. El informe de la entidad de crédito precisa que Sudamérica y el Caribe son responsables sólo del 12% de las emisiones globales. El BM considera que, auxilio internacional mediante, este porcentaje podría disminuir de manera considerable y hasta desaparecer con políticas que promuevan el transporte público y la generación de energía renovable, un potencial de la región. El informe subraya el ejemplo de Brasil, que ha dado pasos decisivos en la senda de las energías alternativas como la hidroelectricidad, el etanol y el biodiesel.
Pero el gran cambio que debe emprender Iberoamérica para contener el cambio climático requiere -insiste el BM- una inversión sincronizada en infraestructura para almacenamiento de agua, alcantarillado, control de inundaciones y sistemas de salud pública. El gran cambio no ocurrirá sin el aporte económico de los países desarrollados.
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