Por JUAN ARIAS - Río de Janeiro - (El País.com, 12/02/2009)
Una solución hasta ahora inédita de rescate de una favela ocupa estos días la atención de los cariocas. Se trata de convertir una de las favelas más famosas, la de Vidigal, que tiene unas vistas espléndidas, en un conjunto turístico de lujo. Es una idea del empresario alemán Rolf Glaser, que ya ha comprado una parte de la favela.
El millar de favelas de Río de Janeiro, donde vive uno de cada cuatro habitantes de los 10 millones que residen en la ciudad, ha sido siempre un quebradero de cabeza para las autoridades y para las organizaciones sociales. Dominadas por el tráfico de drogas, que ejerce un poder paralelo, el Estado no consigue imponerse en las favelas, que acaban siendo pasto fácil para la violencia.
Las infinitas soluciones que se han intentado para estas barriadas van desde, desde hacer arreglos para darles una apariencia de barrio, pero sin conseguir imponer en ellas la presencia del Estado, hasta aislarlas con muros de cemento. Todo ha sido en vano hasta ahora.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha visitado recientemente varias favelas de Río, las más duras y violentas. Su propuesta es entrar masivamente en ellas con una fuerte y decidida acción social, convirtiéndolas —dado que parece imposible, en este punto, eliminarlas— en barrios normales de la ciudad, con buenas infraestructuras. ¿Acabaría así el tráfico de drogas y la acción de los narcos? Es difícil saberlo, porque el narcotráfico acaba metabolizando todo.
Entretanto, Rolf Glaser, fundador de una de las mayores casas de cambio de Europa central, la Exchang AG Berlin, ha buscado una solución inédita para Vidigal, a dos pasos de las famosas playas de Ipanema y Leblón, la parte más rica y más cara de la ciudad. Glaser ha decidido comprar una parte significativa de la favela para construir en ella, en lo más alto del cerro, donde la vista es soberbia, un complejo turístico de lujo. Todo ello, en colaboración con las fuerzas sociales presentes en la favela.
Glaser, que ya conoce la realidad de las favelas de África, ha comprado un viejo caserón, que había sido propiedad del abogado Técio Lins, y unas 60 chabolas, además de varios terrenos baldíos de la favela. Los habitantes de esas barracas han visto el cielo abierto, porque han recibido por ellas hasta 30.000 reales (unos 12.000 euros), cuando su precio en el mercado es de unos 2.000 reales. Y sigue la operación de compra de más chabolas. Hasta ahora, ha invertido un millón de reales (339.000 euros) y se propone invertir hasta 50 millones de euros en el proyecto.
Glaser, que subió por primera vez a lo alto de la favela en 2007, acompañado por gente del lugar, y se enamoró de aquella vista, desea convertir la zona en un lugar de turismo refinado, con hoteles y restaurantes de lujo. Todo ello supone grandes trabajos de infraestructura, para los que pretende contratar mano del lugar. Además, quiere hacer cursos técnicos para los jóvenes del barrio y desarrollar con la comunidad actividades sociales y deportivas.
Para empezar, ha creado una ONG, Vidigal Feliz, el mejor camino para ser bien recibido por la comunidad. El lema de la ONG es emplear y educar: dar trabajo y, al mismo tiempo, elevar el nivel cultural de los moradores del barrio. "Vamos a intentar algo revolucionario: preparar a las personas y lanzarlas al mercado de trabajo inmediatamente", afirma Divana Bradão, coordenadora cultural del proyecto Acción de Ciudadanía.
En Vidigal, donde viven unas 30.000 personas, las primeras chabolas fueron construidas en 1941. Posee una larga historia de violencia por enfrentamientos entre diferentes grupos que se disputan el tráfico de drogas.
"Cuando la gente rica del sur de la ciudad y los turistas de lujo empiecen a entrar en la favela sin miedo, llegará también la seguridad", afirma José Valdir, presidente de la comunidad, quien explica: "El 90% de los trabajadores de la favela está totalmente desasistido. La esperanza nos tiene que venir de fuera". Y esa esperanza, por ahora, es que llegue el turismo de lujo y con él, una ola de bienestar.
¿Cómo reaccionará el narcotráfico ante esa experiencia? Según algunos policías expertos en favelas consultados por este diario, que no quisieron ser identificados, "los traficantes de droga nunca se oponen frontalmente a quienes pretenden mejorar el nivel de vida de los moradores, quizás porque esperan con ello conseguir mejores clientes y hasta pueden bajar el nivel de violencia".
Una solución hasta ahora inédita de rescate de una favela ocupa estos días la atención de los cariocas. Se trata de convertir una de las favelas más famosas, la de Vidigal, que tiene unas vistas espléndidas, en un conjunto turístico de lujo. Es una idea del empresario alemán Rolf Glaser, que ya ha comprado una parte de la favela.
El millar de favelas de Río de Janeiro, donde vive uno de cada cuatro habitantes de los 10 millones que residen en la ciudad, ha sido siempre un quebradero de cabeza para las autoridades y para las organizaciones sociales. Dominadas por el tráfico de drogas, que ejerce un poder paralelo, el Estado no consigue imponerse en las favelas, que acaban siendo pasto fácil para la violencia.
Las infinitas soluciones que se han intentado para estas barriadas van desde, desde hacer arreglos para darles una apariencia de barrio, pero sin conseguir imponer en ellas la presencia del Estado, hasta aislarlas con muros de cemento. Todo ha sido en vano hasta ahora.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha visitado recientemente varias favelas de Río, las más duras y violentas. Su propuesta es entrar masivamente en ellas con una fuerte y decidida acción social, convirtiéndolas —dado que parece imposible, en este punto, eliminarlas— en barrios normales de la ciudad, con buenas infraestructuras. ¿Acabaría así el tráfico de drogas y la acción de los narcos? Es difícil saberlo, porque el narcotráfico acaba metabolizando todo.
Entretanto, Rolf Glaser, fundador de una de las mayores casas de cambio de Europa central, la Exchang AG Berlin, ha buscado una solución inédita para Vidigal, a dos pasos de las famosas playas de Ipanema y Leblón, la parte más rica y más cara de la ciudad. Glaser ha decidido comprar una parte significativa de la favela para construir en ella, en lo más alto del cerro, donde la vista es soberbia, un complejo turístico de lujo. Todo ello, en colaboración con las fuerzas sociales presentes en la favela.
Glaser, que ya conoce la realidad de las favelas de África, ha comprado un viejo caserón, que había sido propiedad del abogado Técio Lins, y unas 60 chabolas, además de varios terrenos baldíos de la favela. Los habitantes de esas barracas han visto el cielo abierto, porque han recibido por ellas hasta 30.000 reales (unos 12.000 euros), cuando su precio en el mercado es de unos 2.000 reales. Y sigue la operación de compra de más chabolas. Hasta ahora, ha invertido un millón de reales (339.000 euros) y se propone invertir hasta 50 millones de euros en el proyecto.
Glaser, que subió por primera vez a lo alto de la favela en 2007, acompañado por gente del lugar, y se enamoró de aquella vista, desea convertir la zona en un lugar de turismo refinado, con hoteles y restaurantes de lujo. Todo ello supone grandes trabajos de infraestructura, para los que pretende contratar mano del lugar. Además, quiere hacer cursos técnicos para los jóvenes del barrio y desarrollar con la comunidad actividades sociales y deportivas.
Para empezar, ha creado una ONG, Vidigal Feliz, el mejor camino para ser bien recibido por la comunidad. El lema de la ONG es emplear y educar: dar trabajo y, al mismo tiempo, elevar el nivel cultural de los moradores del barrio. "Vamos a intentar algo revolucionario: preparar a las personas y lanzarlas al mercado de trabajo inmediatamente", afirma Divana Bradão, coordenadora cultural del proyecto Acción de Ciudadanía.
En Vidigal, donde viven unas 30.000 personas, las primeras chabolas fueron construidas en 1941. Posee una larga historia de violencia por enfrentamientos entre diferentes grupos que se disputan el tráfico de drogas.
"Cuando la gente rica del sur de la ciudad y los turistas de lujo empiecen a entrar en la favela sin miedo, llegará también la seguridad", afirma José Valdir, presidente de la comunidad, quien explica: "El 90% de los trabajadores de la favela está totalmente desasistido. La esperanza nos tiene que venir de fuera". Y esa esperanza, por ahora, es que llegue el turismo de lujo y con él, una ola de bienestar.
¿Cómo reaccionará el narcotráfico ante esa experiencia? Según algunos policías expertos en favelas consultados por este diario, que no quisieron ser identificados, "los traficantes de droga nunca se oponen frontalmente a quienes pretenden mejorar el nivel de vida de los moradores, quizás porque esperan con ello conseguir mejores clientes y hasta pueden bajar el nivel de violencia".
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