Por ÁLVARO MURILLO - San José - (El País.com, 12/01/2009)
El relato no es muy diferente al de otros cubanos enfrentados a su Gobierno. Quiso democracia, participó en grupos clandestinos, lo persiguieron, lo apresaron y lo siguieron vigilando, hasta que decidió salir de la isla a cualquier lugar. Su narración es fluida; parece que ya no le estorba el sonido de los altavoces del aeropuerto costarricense de Juan Santamaría con sus constantes llamadas de embarque y requerimientos para muchos viajeros. Ninguna mención, sin embargo, es para el electricista disidente José Ángel Roque, que este martes cumple 40 días varado entre pasaportes y viajes ajenos.
Una sala retirada en el aeropuerto es su casa desde el 4 de diciembre, cuando quiso pasar por salvadoreño con el pasaporte que un amigo suyo le consiguió a cambio de 1.000 dólares, que no incluyeron el cambio de acento cubano. Esa inconfundible forma de hablar con volumen alto y sin mencionar la s final resultó demasiado evidente para las autoridades migratorias costarricenses, que exigen a los cubanos visa autorizada previa. Roque no llevaba más que un pasaporte falso y optimismo.
Desde ese jueves, cuando decidió no continuar hacia Ecuador y convertir su escala en destino, vive en Costa Rica. Aunque el primer día estuvo cerca de ser deportado, un familiar interpuso un recurso legal ante el Tribunal Constitucional, que prohibió a las autoridades la deportación. Desde entonces duerme sobre seis sillas y se alimenta con comida de avión, ya que está bajo custodia de la aerolínea Taca, con la que viajó desde La Habana.
"Aquí pienso seguir hasta que me dejen entrar al país. Me habían dicho que éste era un país que respeta los derechos humanos. Si me mandan a Cuba, voy preso", dijo al diario La Nación. Funcionarios del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) presionan para que, al menos, se le otorguen condiciones mínimas para que se asee y descanse en la pecera, como llaman los empleados del aeropuerto a la sala de Roque.
A pesar de la incertidumbre que supone estar lejos de su natal Zulueta (norte de Cuba), Roque espera que San José lo deje ingresar, pues sabe que sus antecedentes como activista del Proyecto Varela, del conocido Osvaldo Payán, siguen frescos en los expedientes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
Costa Rica, donde ya nadie se sorprende al leer noticias sobre redes de tráfico de cubanos, carece de relaciones diplomáticas con Cuba. Se limitan a lo consular, no sin problemas. Los ministerios de Relaciones Exteriores, sin embargo, han acrecentado conversaciones en los últimos dos años y hay quienes prevén el restablecimiento del lazo diplomático ausente desde 1960. Roque espera ingresar antes a Costa Rica.
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