Por Alain Juppé, ministro de Asuntos Exteriores de Francia (EL PAÍS, 29/02/12):
Los cristianos de Oriente están preocupados. Preocupados por la
continuidad de su presencia en la que es su región desde hace 2.000
años. Preocupados por el respeto de sus derechos en un contexto de
enorme conmoción. Preocupados frente a la intensificación de las
tensiones vinculadas a la confesionalidad. Quiero decirles que escucho,
que entiendo sus temores.
Desde hace siglos, a Francia se le ha conferido una misión particular
para con los cristianos de Oriente. Y no la eludirá. Por esto mismo, el
presidente de la República fijaba el marco de nuestra política, ya en
enero de 2011, subrayando que el destino de los cristianos de Oriente
simboliza “mucho más que a Oriente, los retos del mundo globalizado en
el que hemos entrado de forma irreversible”. Nuestra visión es clara: no
puede haber una auténtica revolución democrática sin la protección de
las personas que pertenecen a las minorías. Los cristianos de Oriente
están destinados a permanecer en su región. Están destinados a
participar en la construcción de su futuro como lo han hecho siempre en
el pasado.
La cuestión no es nueva. Data de varios siglos. Pero desde hace algunos años se plantea con una intensidad creciente.
Francia se ha mostrado alerta, primero, dirigiendo mensajes claros a
los Estados implicados, que son los primeros responsables de la
seguridad de sus ciudadanos. Francia se movilizó igualmente para que el
Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea del pasado 21 de
febrero de 2011 condenara las agresiones a los cristianos y para que,
tras el atentado de Bagdad, se les dirigiera una declaración
presidencial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 10 de
noviembre de 2010.
De hecho, los cristianos de Irak han pagado un tributo muy alto estos
últimos años. Hemos expresado nuestra solidaridad con la acogida en
suelo francés de más de 1300 de ellos desde 2008 y con la evacuación
sanitaria de heridos tras el atentado contra la Catedral de Nuestra
Señora del Perpetuo Socorro el 31 de octubre de 2010, concretamente.
En Egipto, los coptos ocupan un lugar particular. Enraizados en la
larga historia del país, estos últimos años han sufrido agresiones,
exacciones, discriminaciones, tal y como lo demostró el siniestro
atentado contra la iglesia de Alejandría en 2011. Pero, desde la
revolución, los coptos se han implicado en la vida política de su país
como nunca antes, han participado en las elecciones, quieren ser
escuchados y contribuir junto a sus conciudadanos a la transición
democrática del país. El Parlamento egipcio recientemente elegido ha
comunicado su compromiso de garantizar los derechos de los coptos:
contamos con su decisiva actuación.
En el Líbano, la coexistencia de varias minorías es una realidad.
Pero este modelo debe preservarse constantemente para responder a
distintos intentos de ponerla en tela de juicio. Todos los agentes de la
sociedad y de la vida política libanesa tienen la responsabilidad de
velar por ello.
Tal y como le afirmó el presidente de la República a su beatitud
Bechara Rai, patriarca maronita, durante su visita oficial a París el
pasado mes de septiembre, la mejor protección para los cristianos de
Oriente y la verdadera garantía de la continuidad de su presencia
residen hoy en la instauración de la democracia y del Estado de Derecho
en los países árabes.
Por ello, recomendamos a los cristianos de Oriente Próximo que no se
presten a las maniobras de instrumentalización que llevan a cabo
regímenes autoritarios cortados de su propio pueblo. Sigo muy preocupado
por la situación dramática que reina en Siria, por la represión feroz
que ejerce un régimen condenado que emplea la fuerza militar contra su
propio pueblo. Deseo con todas mis fuerzas que los cristianos, como
todas las demás comunidades, participen en la creación de una Siria
nueva y democrática donde todos los ciudadanos tengan los mismos
derechos y los mismos deberes.
No somos ingenuos. Sabemos que el camino será largo y caótico. Pero
más allá de los riesgos y los peligros, que no deben negarse, las primaveras árabes
brindan una oportunidad histórica a los cristianos de Oriente. ¿Quién
puede creer que los derechos de las minorías están mejor protegidos por
dictaduras sanguinarias que por regímenes democráticos? ¿Quién puede
negar que hay cristianos, kurdos, drusos, alauitas, asirios también, que
son asesinados, torturados, encarcelados, en Siria? Y en esta primavera
árabe hay señales de esperanza: quiero rendir homenaje a la iniciativa
del gran imán de al Azhar Sheikh Al Tayyeb, que elaboró y publicó el
pasado mes de enero un documento sobre las libertades públicas en
Egipto. Este escrito hace hincapié en la libertad de culto, la libertad
de expresión, la libertad de investigación científica y la libertad de
creación, incluida la creación artística. Este tipo de iniciativas, que
refuerzan el diálogo interreligioso, demuestran que la reunión de
sociedades distintas alrededor de valores universales que permiten a
todos coexistir en armonía es posible.
Aunque siga habiendo incógnitas sobre el futuro, quiero decirles a
los cristianos de Oriente que se encuentran en otros muchos países que
no he citado (como en Israel y en los territorios palestinos) que
Francia no les abandonará. Nuestra confianza en las revoluciones de 2011
va acompañada de una observación absoluta del respeto de los derechos
humanos, en particular de los de las minorías. Yo mismo he insistido
mucho en esta cuestión durante mis contactos con el Consejo Nacional
Sirio, que se emplea en agrupar a la oposición siria y que se ha
comprometido a garantizar dichos derechos.
En Siria, como en otros lugares, lo que interesa a los cristianos de
Oriente es abrazar estas evoluciones, a la vez ineluctables y positivas.
Implicándose con decisión en la construcción de una región nueva
protegerán su futuro; como volvió a afirmar el presidente de la
República ante las autoridades religiosas durante su mensaje de
felicitación del año nuevo el 25 de enero: “Los cristianos forman parte
de la Historia de Oriente; no se les puede arrancar de esta tierra. Las
primaveras árabes cumplirán sus promesas si las minorías son
respetadas”.
El mensaje que deseaba trasladarles es sencillo: Francia ha estado, y seguirá, a su lado.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona