lunes, junio 18, 2012

Tres interrogantes al este de Europa


Por Javier Solana (El País, 13/06/2012), ex Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad, Secretario General de la OTAN y ministro de exteriores de España, en la actualidad es Presidente del Centro ESADE de Economía y Geopolítica Global y Profesor Principal Distinguido de la Brookings Institution. © Project Syndicate, 2012. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

Hoy el edificio del proyecto europeo está tambaleándose. Por supuesto, estoy seguro de que la eurozona superará la actual crisis de deuda soberana y que de ella saldrá una Europa más integrada y eficaz. Pero, para llegar a esa mejor Europa, no solo debe resolverse la crisis de la deuda soberana; será necesario sentar bases más sólidas en las relaciones con tres importantes países que se encuentran al este: Turquía, Rusia y Ucrania.

En mi país, fui parte de la generación que vivió la transición de la dictadura a la democracia hace cuatro décadas. Para nosotros, la Unión Europea era un sueño. De hecho, solíamos citar a Ortega y Gasset: “España es el problema; Europa, la solución”.

Sigo creyendo muy profundamente que Europa es la solución, sobre todo para las sociedades que necesitan ahondar —si no establecer— una tradición democrática. Reforzar las relaciones entre Europa y Turquía, Rusia y Ucrania puede ofrecerles muchos de los mismos beneficios que en España siempre hemos asociado con Europa.

Turquía es, por supuesto, ya un candidato a ser parte de la UE, pero las negociaciones de ingreso avanzan muy lentamente, lo que es estratégicamente desaconsejable debido a su gran autoridad en Oriente Próximo. Es de vital importancia para Europa. Desde Siria a todos los países de la Primavera Árabe, la influencia de Turquía es muy importante y una mayor cooperación con la UE no puede sino resultar beneficiosa.

La UE ha creado un canal de comunicación con Turquía sobre asuntos políticos. Sin embargo, no ha hecho posible una solución definitiva para la relación. Mi ferviente esperanza es que se convierta en miembro de la UE, porque un país musulmán, democrático y mayoritariamente joven podría fortalecer la Unión en aspectos fundamentales.

El debate en torno a la adhesión de Turquía se volverá más agitado en la segunda mitad de este año, cuando Chipre asuma la presidencia rotativa de la UE. Para ser francos, Turquía no va a reconocer al Chipre dividido de hoy como el único representante de esa isla. Para complicar más las cosas, se ha descubierto petróleo cerca de la costa chipriota. Cualquiera que tenga planes de perforar en esa área se verá inmerso en una complicada disputa marítima en que Chipre alegará que las reservas se encuentran dentro de sus aguas territoriales, mientras que Turquía replicará que Chipre no posee aguas territoriales, porque Chipre, al menos para los turcos, no existe.

Rusia se ha convertido en un tipo diferente de complicación para Europa. Puede que Vladimir Putin, que ha regresado a la presidencia, sea el mismo que antes, pero Rusia ha cambiado. La reciente ola de protestas en Moscú y en todo el país ha puesto de manifiesto los límites de su poder. Creo que lo entiende, lo que es en sí un hecho importante para la diplomacia en el futuro.

En los próximos días, la formación del nuevo Gobierno de Rusia revelará mucho sobre las relaciones de poder entre conservadores y liberales. En particular, están en juego miles de millones de dólares de propiedad pública, debido a un plan de privatización diseñado por el expresidente Dimitri Medvedev.

En esto, la UE cuenta con un marco —la Asociación para la Modernización que negoció con Medvedev— que podría llegar a ser muy positivo. La adhesión de Rusia a la Organización Mundial de Comercio en 2011 también debería ayudar a asegurar que se atenga a las normas internacionales, como ocurrió con China cuando se unió a la OMC. La adhesión de Rusia al marco jurídico de la OMC tendría que comenzar a hacer que las relaciones económicas con ella se vuelvan mucho más estables y predecibles.

Con anterioridad, el ingreso de Rusia en la OMC había sido bloqueado por Georgia, que levantó su veto el año pasado después de una elegante hazaña diplomática, por la que se estableció un mecanismo de control fronterizo sin reconocer las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia como parte de Georgia ni como países independientes. Esta solución, si bien compleja, es un buen resultado para la región.

Dada la magnitud de los problemas actuales y la disfunción de Ucrania, puede que una solución elegante no esté a mano ni sea suficiente. Ucrania, país con el que me he involucrado desde su independencia, ha sido una gran frustración para mí. Fui parte de las negociaciones que ayudaron a lograr una solución pacífica de la Revolución Naranja de 2004-2005. Pero las luchas internas subsiguientes entre los líderes de la revolución, Yulia Timoshenko y Viktor Yushchenko, fueron tan destructivas que Viktor Yanukovich, cuyos intentos de manipulación de las elecciones presidenciales de 2004 dieron origen a la revolución, hoy es presidente y Timoshenko se encuentra en la cárcel.

Para la UE, Ucrania sigue siendo un grave problema. Aún no se ha firmado un acuerdo global de libre comercio y asociación con la Unión, debido a la encarcelación de Timoshenko y otros actores políticos. Afortunadamente, dada la atracción que la Unión ejerce para la mayor parte de los ucranianos, aún hay esperanzas de que un realismo sencillo convenza a Yanukovich y la élite gobernante del país a regresar a un camino que haga posible la firma del acuerdo.

El poder blando de Europa ha cambiado muchas cosas en muchos países en las últimas dos décadas, estimulando a gobernantes y ciudadanos a reformar sus economías y adoptar o reforzar los valores e instituciones de la democracia. Puede seguir haciéndolo en Turquía, Rusia y Ucrania, o bien, por falta de atención e inacción, puede acabar perdiendo credibilidad, influencia y oportunidades económicas.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

lunes, junio 04, 2012

Wikileaks, crímenes de guerra y el principio Pinochet

Por Amy Goodman, (Democracy now!, 1 de junio de 2012)

Esta semana, los esfuerzos realizados por el fundador de Wikileaks, Julian Assange, para evitar su extradición a Suecia recibieron un duro revés. La Corte Suprema de Gran Bretaña ratificó la orden de detención que había sido dictada en su contra en diciembre de 2010. Tras anunciar una decisión dividida de 5 contra 2, los magistrados sorprendieron a muchos especialistas en cuestiones jurídicas al otorgar a Assange la posibilidad de apelar su fallo. Es la primera vez que la Corte Suprema de Gran Bretaña otorga la posibilidad de reconsiderar un fallo en más de diez años. El último precedente es el famoso juicio de extradición del ex-dictador chileno, Augusto Pinochet. El fallo contra Assange fue dictado a pocos días de que se cumplan dos años del arresto del soldado Bradley Manning en Irak, por haber presuntamente filtrado a Wikileaks miles de documentos confidenciales del gobierno estadounidense. Ambos casos nos sirven para recordar que, en la mayoría de los casos, mientras los denunciantes sufren, los criminales de guerra se salen con la suya.

Assange no ha sido formalmente acusado de cometer ningún delito, y, sin embargo, ha permanecido en arresto domiciliario desde que hace casi dos años Suecia emitiera una “Orden de Detención Europea”. Es importante resaltar que la orden de detención por cargos de violación, coerción ilegal y acoso sexual no fue emitida por un juez sino por un fiscal que busca interrogar a Assange en Suecia. Por su parte, Assange ofreció reunirse con las autoridades suecas en su embajada de Londres o en Scotland Yard, pero la propuesta fue rechazada.

Assange y sus simpatizantes sostienen que la orden de detención forma parte de un intento del gobierno estadounidense para encarcelarlo, o incluso ejecutarlo, y dar de baja su sitio de denuncias. En abril de 2010, Wikileaks difundió un video del ejército estadounidense con el nombre de “Asesinato colateral”, en el que se muestra cómo un helicóptero Apache mata a por lo menos 12 civiles iraquíes, entre los que se encontraban un camarógrafo de Reuters y su chofer.

En julio de 2010, Wikileaks difundió los llamados Diarios de la Guerra de Afganistán: miles y miles de comunicaciones secretas del ejército estadounidense que exponen el registro oficial de la violenta ocupación de Afganistán, la cantidad de víctimas civiles y hechos que podrían ser catalogados como crímenes de guerra. Pocas semanas después, las autoridades suecas emitieron la orden de detención.
Hay tantas personalidades públicas estadounidenses que han llamado a asesinar a Assange que se creó un sitio web para catalogar las amenazas. El ex gobernador del estado de Arkansas, candidato a la presidencia y comentador de Fox News, Mike Huckabee, afirmó: “Me parece que cualquier castigo inferior a la ejecución sería una pena muy ligera.” Asimismo, el prominente conservador Bill Kristol declaró: “¿Por qué no hacer uso de nuestros diversos recursos para hostigar, secuestrar o neutralizar a Julian Assange y a sus colaboradores, donde sea que estén?”

Las amenazas de muerte proferidas por ideólogos de la derecha son una cosa. Sin embargo, lo que más preocupa a Assange de su extradición a Suecia es que ello pueda derivar en una extradición a Estados Unidos. Wikileaks también difundió lo que denominó los “Archivos de inteligencia global”, un paquete de cinco millones de correos electrónicos de una empresa privada de inteligencia a nivel mundial llamada Stratfor, cuyas oficinas se encuentran en Austin, Texas. El 26 de enero de 2011, el vice-presidente de inteligencia de la empresa, Fred Burton, escribió en un correo electrónico: “No publicar. Tenemos un auto de procesamiento secreto contra Assange. Por favor, proteger.” Si se ha dictado una orden de procesamiento en secreto, es posible que Assange sea puesto en custodia de Estados Unidos poco después de aterrizar en Suecia. En ese caso, se podrían presentar cargos contra él por espionaje (el gobierno de Obama ha invocado la ley en más ocasiones que todos los demás gobiernos anteriores juntos), lo cual podría conducir a una cadena perpetua o a la pena de muerte.

En el Reino Unido siempre se evalúan cuidadosamente las solicitudes de extradición. Prueba de ello fue la celebre cruzada del juez Baltasar Garzón con miras a procesar al ex-dictador chileno, Augusto Pinochet, por los casos de tortura cometidos durante su gobierno, entre 1973 y 1990. En base a la orden de procesamiento de Garzón, Pinochet fue arrestado durante un viaje a Londres, en 1998. Después de 16 meses de audiencias, los tribunales británicos finalmente decidieron que Pinochet podría ser extraditado a España. Tras la resolución, el gobierno británico intervino y anuló la sentencia, permitiendo a Pinochet que volviera a Chile.

Garzón es famoso por defender casos relacionados a los derechos humanos en todo el mundo siguiendo el principio de jurisdicción universal, lo cual lo llevó a procesar a Osama bin Laden por los ataques del 11 de septiembre y a investigar las denuncias de abusos contra los prisioneros de la prisión estadounidense de la Bahía de Guantánamo. Cuando Garzón inició sus investigaciones sobre los abusos cometidos durante el gobierno fascista del General Francisco Franco, quien mantuvo el poder en España durante 40 años, la derecha española inició una ofensiva en contra del juez. A principios de 2012, Garzón fue inhabilitado, hecho que puso fin a su carrera en la magistratura.

Tanto el juez Garzón como Julian Assange se enfrentaron a poderes bien afianzados, ya sea que se trate del gobierno, del ejército o de las empresas. Bradley Manning está siendo acusado por las mismas razones. Sus vidas han cambiado, en diferentes grados, para siempre. Su libertad, sus carreras y sus reputaciones han sido amenazadas o destruidas. Esta semana, Hillary Clinton hará la primera visita oficial estadounidense a Suecia en años. ¿Por qué? ¿Qué papel está jugando el gobierno estadounidense en el caso Assange? Los acontecimientos de esta semana están relacionados de manera crucial con el derecho de la población a la información y dan cuenta clara de por qué los que denuncian las prácticas ilegítimas deben ser protegidos por la ley.


Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Diego Guzmán. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.