Dentro de la bibliografía más reciente (2004) que se ha publicado acerca de la acción de las empresas trasnacionales se encuentra "El libro negro de las marcas. El lado oscuro de las empresas globales" escrito por Klaus Werner y Hans Weiss.
En el se cuenta que en menos de cuatro años el número de teléfonos móviles en el mundo pasado de los 400 millones a los 1.000 millones. Lo que parecía un lujo de película se ha convertido hoy en un bien de consumo la duración media para cambiar de aparato es de menos de 2 años. Dicen que en España los móviles residuales alcanzaban los 2,8 millones de kg.
Esta pequeña máquina primero para hablar y ahora para hablar y verse precisa para su funcionamiento de un elemento crucial: el tántalo. Es un elemento metálico raro que en la naturaleza aparece como mineral de tantalita o junto con el niobio en la llamada columbita. Este matrimonio mineral también se le conoce por coltán. El coltán, básico para fabricar condensadores electrónicos que almacenen la carga eléctrica, se ha convertido en un elemento estratégico que quintuplicó su precio entre febrero del año 2000 y enero del 2001 para alcanzar los 950 euros/kilo. Uno de los puntos claves de minería del coltán se ubica entre el Congo y Ruanda. Ambos países devastados por la violencia de guerras civiles sangrientas. El comercio del coltán está en manos de líderes rebeldes que han convertido la guerra y este mineral en su principal negocio que no para de mancharse de sangre. Empresas tecnológicas de la industria electrónica están implicadas en la compra de coltán manchado de sangre. Sangre que sólo en el Congo se ha cobrado más de 3,3 millones de víctimas desde el inicio del conflicto. Este es un de los reportajes que el Libro negro de las marcas recopila fruto de una exhaustiva investigación periodística.
No es un libro para leer antes de irse a la cama. Es un libro desgarrador porque nos pone en evidencia los trapos más sucios de las empresas transnacionales. Trapos que se manchan de sangre y sobreviven con nuestro apoyo.
En el mundo de la confección, en el de los alimentos, en el de la explotación del petróleo, en el de los fármacos, en el de los juguetes, en todos ellos los periodistas Werner y Weiss no deparan en detalles estremecedores sobre la crueldad ejercida por las empresas sobre sus trabajadores. Centenares de trabajadoras han sido calcinadas en incendios de fábricas de juguetes en Bangkok y China. Accidentes que pusieron de manifiesto fábricas con niñas de menos de trece años y un salario que puede no superar los 2 dólares/día.
Aunque esto de la explotación infantil no es sólo patrimonio del Tercer Mundo. En California, una fábrica proveedora de la Disney KTB Inc. empleaba unas 800 mujeres por un salario de 1,35 dólares/hora. El trabajo minucioso de periodismo de investigación que se transcribe y recopila los abusos de las multinacionales deja sin aliento.
El acoso sexual en el ámbito de los talleres de la confección forma parte de la misma rutina del trabajo. En las fábricas de Indonesia la ley autoriza a las mujeres a tomarse dos días sin derecho a sueldo cuando tienen la menstruación por la falta de condiciones en los lavabos de las fábricas y, en general, porqué no pueden pagarse compresas ni analgésicos. Sin embargo, las mujeres no hacen uso de este derecho para no perder el trabajo o ser sancionadas. Entonces visten de oscuro para que no se noten las manchas de sangre. En estas mismas fábricas se dan palizas y se someten a las obreras a jornadas de 14 horas por un salario mensual de 200 dólares.
El libro menciona "a más de 50 marcas comerciales del mundo, como Adidas, Nike, McDonalds, entre otras, las cuales recurren a menores de edad para la maquila de sus productos o mercancías."
El Libro negro de las marcas es un trabajo meritorio pues su lectura es una invitación a ser más conscientes de lo que supone consumir. Cuando compramos cualquier artículo deberíamos interesarnos por la ética con que ha sido fabricado. Esto sin contar con los problemas ambientales. Por ejemplo, las 2.400 toneladas de oro producidas en 1997 en todo el mundo dejaron 725 millones de toneladas de escombros mezclados con ácidos tóxicos y venenos como el cianuro. Residuos tóxicos que contaminan ríos, bahías y mares que sirven de sustento a poblaciones nativas.
Ante las acusaciones de este libro, la mayoría de las multinacionales han reaccionado remitiéndose a su código de conducta en el que se pronuncian contra el trabajo infantil y a favor de la bondad del mundo. Un código cuyo cumplimiento está supervisado por ellas mismas, algo así como si la inspección de nuestra declaración de la renta la hiciese nuestro asesor fiscal. No se dispone de instituciones independientes que controlen el cumplimiento. En otras ocasiones intentan tapar sus miserias con supuestas obras sociales. Así, el presidente de Mercedes habla de “responsabilidad social”, mientras su empresa fabrica minas antipersona prohibidas. O se envían a 120 directivos de Siemens ha construir un campamento de verano para niños huérfanos de Alemania y de la República Checa mientras millones de personas del Tercer Mundo se ven desplazadas por la construcción de sus represas o siembra el mundo de peligrosas centrales nucleares. Otras veces, simplemente han mentido como hicieron Bayer, Shell o McDonalds.
Las democracias alemana o norteamericana no se salvan de los designios de las multinacionales por satisfacer la regla de oro de máximo beneficio a mínimo coste. En este mundo de corrupción y connivencia entre gobiernos, empresas y sociedad.
En el se cuenta que en menos de cuatro años el número de teléfonos móviles en el mundo pasado de los 400 millones a los 1.000 millones. Lo que parecía un lujo de película se ha convertido hoy en un bien de consumo la duración media para cambiar de aparato es de menos de 2 años. Dicen que en España los móviles residuales alcanzaban los 2,8 millones de kg.
Esta pequeña máquina primero para hablar y ahora para hablar y verse precisa para su funcionamiento de un elemento crucial: el tántalo. Es un elemento metálico raro que en la naturaleza aparece como mineral de tantalita o junto con el niobio en la llamada columbita. Este matrimonio mineral también se le conoce por coltán. El coltán, básico para fabricar condensadores electrónicos que almacenen la carga eléctrica, se ha convertido en un elemento estratégico que quintuplicó su precio entre febrero del año 2000 y enero del 2001 para alcanzar los 950 euros/kilo. Uno de los puntos claves de minería del coltán se ubica entre el Congo y Ruanda. Ambos países devastados por la violencia de guerras civiles sangrientas. El comercio del coltán está en manos de líderes rebeldes que han convertido la guerra y este mineral en su principal negocio que no para de mancharse de sangre. Empresas tecnológicas de la industria electrónica están implicadas en la compra de coltán manchado de sangre. Sangre que sólo en el Congo se ha cobrado más de 3,3 millones de víctimas desde el inicio del conflicto. Este es un de los reportajes que el Libro negro de las marcas recopila fruto de una exhaustiva investigación periodística.
No es un libro para leer antes de irse a la cama. Es un libro desgarrador porque nos pone en evidencia los trapos más sucios de las empresas transnacionales. Trapos que se manchan de sangre y sobreviven con nuestro apoyo.
En el mundo de la confección, en el de los alimentos, en el de la explotación del petróleo, en el de los fármacos, en el de los juguetes, en todos ellos los periodistas Werner y Weiss no deparan en detalles estremecedores sobre la crueldad ejercida por las empresas sobre sus trabajadores. Centenares de trabajadoras han sido calcinadas en incendios de fábricas de juguetes en Bangkok y China. Accidentes que pusieron de manifiesto fábricas con niñas de menos de trece años y un salario que puede no superar los 2 dólares/día.
Aunque esto de la explotación infantil no es sólo patrimonio del Tercer Mundo. En California, una fábrica proveedora de la Disney KTB Inc. empleaba unas 800 mujeres por un salario de 1,35 dólares/hora. El trabajo minucioso de periodismo de investigación que se transcribe y recopila los abusos de las multinacionales deja sin aliento.
El acoso sexual en el ámbito de los talleres de la confección forma parte de la misma rutina del trabajo. En las fábricas de Indonesia la ley autoriza a las mujeres a tomarse dos días sin derecho a sueldo cuando tienen la menstruación por la falta de condiciones en los lavabos de las fábricas y, en general, porqué no pueden pagarse compresas ni analgésicos. Sin embargo, las mujeres no hacen uso de este derecho para no perder el trabajo o ser sancionadas. Entonces visten de oscuro para que no se noten las manchas de sangre. En estas mismas fábricas se dan palizas y se someten a las obreras a jornadas de 14 horas por un salario mensual de 200 dólares.
El libro menciona "a más de 50 marcas comerciales del mundo, como Adidas, Nike, McDonalds, entre otras, las cuales recurren a menores de edad para la maquila de sus productos o mercancías."
El Libro negro de las marcas es un trabajo meritorio pues su lectura es una invitación a ser más conscientes de lo que supone consumir. Cuando compramos cualquier artículo deberíamos interesarnos por la ética con que ha sido fabricado. Esto sin contar con los problemas ambientales. Por ejemplo, las 2.400 toneladas de oro producidas en 1997 en todo el mundo dejaron 725 millones de toneladas de escombros mezclados con ácidos tóxicos y venenos como el cianuro. Residuos tóxicos que contaminan ríos, bahías y mares que sirven de sustento a poblaciones nativas.
Ante las acusaciones de este libro, la mayoría de las multinacionales han reaccionado remitiéndose a su código de conducta en el que se pronuncian contra el trabajo infantil y a favor de la bondad del mundo. Un código cuyo cumplimiento está supervisado por ellas mismas, algo así como si la inspección de nuestra declaración de la renta la hiciese nuestro asesor fiscal. No se dispone de instituciones independientes que controlen el cumplimiento. En otras ocasiones intentan tapar sus miserias con supuestas obras sociales. Así, el presidente de Mercedes habla de “responsabilidad social”, mientras su empresa fabrica minas antipersona prohibidas. O se envían a 120 directivos de Siemens ha construir un campamento de verano para niños huérfanos de Alemania y de la República Checa mientras millones de personas del Tercer Mundo se ven desplazadas por la construcción de sus represas o siembra el mundo de peligrosas centrales nucleares. Otras veces, simplemente han mentido como hicieron Bayer, Shell o McDonalds.
Las democracias alemana o norteamericana no se salvan de los designios de las multinacionales por satisfacer la regla de oro de máximo beneficio a mínimo coste. En este mundo de corrupción y connivencia entre gobiernos, empresas y sociedad.
El Libro negro de las marcas tan sólo es el recetario de lo más escandaloso. A penas una prospección por las capas superiores de la dictadura del capital. Para que no nos quedemos con la anécdota el libro aporta unas minuciosas fichas de unas 50 de las principales transnacionales en las cuales se denuncia su escasa ética empresarial.
El Libro negro de las marcas es de lectura fácil y ágil. No es un libro para deprimirse sino que su lectura puede ser una terapia para dejar de consumir y apostar por una vida más frugal y austera.
¿Qué opinan ustedes? Espero sus comentarios.
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