Dirigido por las cineastas estadounidenses, Heidi Ewing y Rachael Grady, tras su reconocido anterior trabajo, The boys of Baraka, el documental está nominado al Oscar de este año. Además ha obtenido en 2006 el Premio especial de Jurado en el Festival de Tribeca, Mención en Sundance y Gran premio del Jurado en Silverdocs.
“Al mirar esto, los liberales extremistas temblarán de miedo”. Pastora Becky Fischer en Jesus Camp
“Es el campamento de entrenamiento del futuro ejército de dios”. Neva Chonin, San Francisco Chronicle
La película Jesus Camp sigue a un grupo de niños que van al campamento de verano Kids on Fire de la pastora Becky Fischer, donde los enseñan a ser soldados entregados del “ejército de dios” para reconquistar a América en nombre de Cristo.
Es fácil ver el daño que les inyectan a estos niños los cristianos fundamentalistas. A Tori, de 11 años de edad, una de los tres niños en los que se enfoca el documental, le encanta bailar el heavy metal cristiano pero le preocupa que no siempre baila para dios sino por mero placer. La pastora Becky les advierte a los niños de los peligros de Harry Potter: “Los hechiceros son enemigos de Dios. Si Harry Potter hubiera aparecido en la Biblia, habría sido condenado a muerte”.
De cualquier forma, el daño a los individuos no es el peor horror. La pastora Becky comenta que quiere el mismo nivel de frenesí religioso en los jóvenes del campamento como el que existe en las escuelas que entrenan a jóvenes fundamentalistas islámicos que cometerán ataques suicidas. “Quiero ver que entreguen sus vidas al evangelio de forma tan radical como sucede en Palestina, Pakistán y todos esos lugares”, Fischer comenta, mencionando que los niños de esos países están listos para inmolarse y empuñar ametralladoras. “Tenemos que levantarnos y reconquistar la nación”, afirma.
Al inicio del campamento los niños realizan números de danza militar donde visten atuendos de combate y se pintan la cara de camuflaje. “Nos entrenan para ser el ejército de dios”, comenta uno de los niños.
En una de las escenas más escalofriantes de la película, un consejero sube al escenario y les pregunta a niños de 6 a 11 años si están listos para “dar su vida a Jesús”. Declama que los enemigos de dios han quitado la religión de las escuelas públicas y entona una canción sobre “destruir el poder del mal en esta nación”. Esto alcanza un nivel de frenesí cuando los niños rompen tazas de cerámica con una leyenda que dice “gobierno”. La pastora Becky comienza a gritar una y otra vez al micrófono “¡Esto es guerra! ¿Eres parte de esto o no?”.
En otra escena un consejero trae una imagen de cartón de tamaño natural del presidente Bush. A los niños se les indica que bendigan al presidente porque se ha rodeado de personas “llenas de espíritu”. Los niños colocan las manos sobre el cartón y son invitados a cantar una nación bajo Dios y jueces honrados (esto en referencia a la nominación del juez conservador Alito a la Suprema Corte, lo cual sucedía durante el rodaje de la película). Becky Fischer y su campamento no son apenas un grupo de locos. Ella es un soldado del movimiento fascista cristiano.
Hacia el final de la película, nos lleva a una iglesia enorme en Colorado Springs dirigida por Ted Haggard, un líder nacional del movimiento fascista cristiano. Miles de personas atienden los sermones de Haggard, quien también es el presidente de la Asociación Nacional Evangélica, con 30 millones de miembros. Es parte de un grupo de cristianos de derecha que hablan con el presidente cada semana.
El sermón de Haggard es escalofriante. “Hemos decidido que la Biblia es la palabra de Dios y no necesitamos una asamblea porque sabemos lo que la Biblia dice”. Esto nos hace pensar en todas las cosas que la Biblia dice, desde la pena de muerte para los homosexuales, los hijos desobedientes y los incrédulos, al papel supeditado de la mujer, a las instrucciones de que el esclavo debe obedecer a su amo, incluso si ellos son crueles. “Esta es una guerra masiva todos los días. Que comience la batalla”, continúa Haggard.
Hace unos meses, el reverendo Ted Haggard, presidente en aquel momento de la Asociación Nacional de Evangélicos de Estados Unidos (30 millones de miembros) fue acusado por un antiguo prostituto de haber contratado sus servicios y haberle comprado metanfetamina. Haggard era uno de los líderes religiosos más influyentes del país, además de figura clave en la movilización de los votos de los conservadores culturales a favor de Bush. En noviembre de 2006, fue relevado de sus cargos en la Iglesia Evangélica.
Las directoras, Heidi Ewing y Rachael Grady, insisten en que su objetivo ha sido presentar los hechos sin marcar un punto de vista al espectador.
Es fácil ver el daño que les inyectan a estos niños los cristianos fundamentalistas. A Tori, de 11 años de edad, una de los tres niños en los que se enfoca el documental, le encanta bailar el heavy metal cristiano pero le preocupa que no siempre baila para dios sino por mero placer. La pastora Becky les advierte a los niños de los peligros de Harry Potter: “Los hechiceros son enemigos de Dios. Si Harry Potter hubiera aparecido en la Biblia, habría sido condenado a muerte”.
De cualquier forma, el daño a los individuos no es el peor horror. La pastora Becky comenta que quiere el mismo nivel de frenesí religioso en los jóvenes del campamento como el que existe en las escuelas que entrenan a jóvenes fundamentalistas islámicos que cometerán ataques suicidas. “Quiero ver que entreguen sus vidas al evangelio de forma tan radical como sucede en Palestina, Pakistán y todos esos lugares”, Fischer comenta, mencionando que los niños de esos países están listos para inmolarse y empuñar ametralladoras. “Tenemos que levantarnos y reconquistar la nación”, afirma.
Al inicio del campamento los niños realizan números de danza militar donde visten atuendos de combate y se pintan la cara de camuflaje. “Nos entrenan para ser el ejército de dios”, comenta uno de los niños.
En una de las escenas más escalofriantes de la película, un consejero sube al escenario y les pregunta a niños de 6 a 11 años si están listos para “dar su vida a Jesús”. Declama que los enemigos de dios han quitado la religión de las escuelas públicas y entona una canción sobre “destruir el poder del mal en esta nación”. Esto alcanza un nivel de frenesí cuando los niños rompen tazas de cerámica con una leyenda que dice “gobierno”. La pastora Becky comienza a gritar una y otra vez al micrófono “¡Esto es guerra! ¿Eres parte de esto o no?”.
En otra escena un consejero trae una imagen de cartón de tamaño natural del presidente Bush. A los niños se les indica que bendigan al presidente porque se ha rodeado de personas “llenas de espíritu”. Los niños colocan las manos sobre el cartón y son invitados a cantar una nación bajo Dios y jueces honrados (esto en referencia a la nominación del juez conservador Alito a la Suprema Corte, lo cual sucedía durante el rodaje de la película). Becky Fischer y su campamento no son apenas un grupo de locos. Ella es un soldado del movimiento fascista cristiano.
Hacia el final de la película, nos lleva a una iglesia enorme en Colorado Springs dirigida por Ted Haggard, un líder nacional del movimiento fascista cristiano. Miles de personas atienden los sermones de Haggard, quien también es el presidente de la Asociación Nacional Evangélica, con 30 millones de miembros. Es parte de un grupo de cristianos de derecha que hablan con el presidente cada semana.
El sermón de Haggard es escalofriante. “Hemos decidido que la Biblia es la palabra de Dios y no necesitamos una asamblea porque sabemos lo que la Biblia dice”. Esto nos hace pensar en todas las cosas que la Biblia dice, desde la pena de muerte para los homosexuales, los hijos desobedientes y los incrédulos, al papel supeditado de la mujer, a las instrucciones de que el esclavo debe obedecer a su amo, incluso si ellos son crueles. “Esta es una guerra masiva todos los días. Que comience la batalla”, continúa Haggard.
Hace unos meses, el reverendo Ted Haggard, presidente en aquel momento de la Asociación Nacional de Evangélicos de Estados Unidos (30 millones de miembros) fue acusado por un antiguo prostituto de haber contratado sus servicios y haberle comprado metanfetamina. Haggard era uno de los líderes religiosos más influyentes del país, además de figura clave en la movilización de los votos de los conservadores culturales a favor de Bush. En noviembre de 2006, fue relevado de sus cargos en la Iglesia Evangélica.
Las directoras, Heidi Ewing y Rachael Grady, insisten en que su objetivo ha sido presentar los hechos sin marcar un punto de vista al espectador.
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