sábado, diciembre 20, 2008

Aliarse con el islam contra el islamismo

Por Alfonso S. Palomares, periodista (EL PERIÓDICO, 19/12/08):

El problema más inmediato que tiene Barack Obama y el desafío prioritario de los dirigentes mundiales es buscar y encontrar los caminos que lleven a la soluciones de la crisis económica. La frase que más se oye y que más se escribe es la de “inyectar liquidez al sistema financiero para que el dinero corra por el entramado económico y lo revitalice”. Después vienen una serie de metáforas donde se juega de distintos modos con la enfermedad y la recuperación de la salud financiera, que desembocan en la recuperación de la confianza, lo que significa la normalización de la producción y el consumo. Para ello, los gobiernos y las instituciones trasnacionales o continentales, como la Unión Europea, están ensayando diversas recetas que permitan recuperar una cierta normalidad. El éxito no va a ser inmediato, pero es un imperativo seguir ensayando medidas que, en su mayoría, se encuadran en el modo y en el cómo se les facilita dinero a los sectores bancarios, productivos o de consumidores en general. Jugando con reducciones de impuestos o con la entrega de dinero. El dinero es la medicina, pero el problema es la cantidad de dosis que hay para administrar, y a quiénes y cómo se les administra. La crisis se anuncia larga, porque el dinero es corto.

OTRO DE LOS grandes problemas que tiene el mundo es el terrorismo de matriz islámica que nace del fanatismo y del fundamentalismo que se cobija bajo las mezquitas. Hay dos conceptos, o dos planteamientos, que se enfrentan: el mundo del resentimiento contra el mundo del miedo. Pero sería un reduccionismo situar el mundo del resentimiento en las áreas islámicas y el del miedo en Occidente. No. No es así. El resentimiento se sitúa en las minorías islamistas que apuestan ciega y fervorosamente por conquistar el poder en el mundo árabe e islámico y sembrar el terror en Occidente hasta destruir su forma de vida. Los ejemplos más espectaculares los tenemos en las Torres Gemelas, la estación de Atocha o el Metro de Londres, pero igualmente brutales han sido los atentados de Bali y Yakarta, los del Magreb, los del sureste asiático y, sobre todo, las innumerables carnicerías de Irak y Afganistán (por una parte y por la otra) y el planificado ataque a Bombay por parte de un grupo paramilitar radicado en Pakistán, como antes lo había sido el asalto al hotel Marriott de Islamabad.

Parte del mundo del miedo se sitúa en Occidente, pero, curiosamente, este mundo del miedo está instalado de forma mayoritaria en los países árabes e islámicos, que ven amenazada su forma de vida por los locos de Alá que mueren y matan invocando el nombre de su Dios y quieren construir una sociedad teocrática apoyada en la interpretación más radical de las suras coránicas. Una sociedad asfixiante como la que construyeron los talibanes en Afganistán y que hoy pretenden reconstruir. Y van camino de lograrlo por los errores estratégicos de Bush.

Bush tenía como objetivo sembrar la democracia en Oriente Próximo, concretamente en Irak y Afganistán, con tanques haciendo las veces de tractores y aviones esparciendo la semilla de la muerte. En el lugar de los musulmanes muertos ocuparían su puesto musulmanes vivos y demócratas, una especie que no existía. Lo que ha cosechado en todo el mundo árabe y musulmán con sus malditas guerras ha sido un infranqueable muro de odio contra EEUU: nunca ese gran país había sigo tan odiado como ahora. La intervención de Bush en Irak enfrentó a muerte a sunís y chiís, con terribles actos de terrorismo, muy difíciles de olvidar para las dos comunidades. De ahí saltaron a otras geografías los terrorismos entre las dos grandes comunidades musulmanas.

En el islam no hay una verdadera cultura de la libertad frente a la religión, pero la mayoría de los musulmanes rechazan a quienes predican y cultivan la violencia. Hay teólogos musulmanes que rápidamente sacan el Corán y te leen suras para demostrar que el Profeta estaba en contra de la violencia asesina. Sin embargo, son demasiados los grupos y grupúsculos que basan su existencia en la violencia. Al fondo, como inspiradora de todas, se encuentra Al Qaeda: es como el santuario universal que suministra mística al terrorismo. Un combinado muy venenoso.

LOS ATAQUES de Bombay, planificados al milímetro, se montaron en territorio paquistaní con apoyo y participación de talibanes nacionales y miembros de Al Qaeda, a los que se sumaron yihadistas de Cachemira. En Pakistán hay ciertas zonas donde los talibanes y los militantes de Al Qaeda se mueven como peces en el agua. Al nuevo presidente de Pakistán, Asif Zardari, viudo de Benazir Bhutto, el asalto a los hoteles de Bombay le pilló en el peor momento, justo cuando buscaba abrir un proceso de paz con la India. Este ataque demostró que Zardari no controla a los islamistas violentos, que se mueven a sus anchas por el país.
El segundo de los desafíos de Obama, pues, es neutralizar la violencia terrorista que se extiende por todo el planeta. Para luchar contra el islamismo radical hay que apoyarse en el islam equilibrado y en los países moderados de las geografías islámicas. Los más amenazados por los talibanes y los variados locos de Dios son los países y las gentes que habitan en tierras del islam. Barack Obama está en esas coordenadas.

Fuente: Bitácora AlmendrónTribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

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