Por Un Chul Yang, director de Estudios sobre Estrategia de la Unificación en el Instituto Sejong de Seúl (LA VANGUARDIA, 31/12/11):
La súbita muerte de Kim Jong Il ha suscitado intensos debates sobre
el futuro del régimen norcoreano. El interés del mundo se centra en el
modo en que su hijo Kim Jong Un logrará mantener el control directo del
país a pesar del poco tiempo que ha habido para preparar la sucesión. El
22 de diciembre el periódico oficial de Corea del Norte, Rodong Sinmun,
se refirió a Kim Jong Un como “líder del pueblo” en un editorial de
primera página. El editorial también utilizó veintiuna veces la palabra
songun (primacía militar), la ideología oficial de Kim Jong Il.
¿Superará el régimen norcoreano las recurrentes penurias económicas y la
presión internacional orientada al abandono del programa nuclear? ¿Qué
nueva estructura interna de gobierno pondrá en práctica la nueva
dirección política? ¿Resolverá Kim Jong Un la cuestión nuclear?
Agravada por el aislamiento internacional provocado por la
insistencia en continuar con el desarrollo nuclear, la situación
económica del país no deja de deteriorarse. El régimen ha logrado paliar
los efectos de la escasez de alimentos gracias a la ayuda de China. La
única escapatoria a su desesperada situación económica es la apertura de
fronteras y la colaboración con otros países y, en especial, con Corea
del Sur. Ahora bien, ya que se opone a las esperanzas del Sur, Corea del
Norte está perdiendo la oportunidad de beneficiarse de la cooperación
internacional y de reconciliarse con su vecino meridional y con Estados
Unidos.
El empeoramiento de la economía obliga a las personas a ser
responsables por completo de su sustento. La economía estatal apenas
proporciona los bienes necesarios para la supervivencia. Y los
norcoreanos deben obtener por su cuenta los artículos de primera
necesidad. El principal impulso para crear un mercado es un proceso
desde abajo, y no desde arriba con la dirección del Estado. En ausencia
de subsidios y raciones estatales, los norcoreanos no tienen otra opción
que dedicarse a actividades económicas ilegales. En las familias
predomina la apropiación legal o ilegal de la propiedad estatal. Las
pequeñas compañías privadas pagan en contrapartida un soborno al Estado.
Este, a su vez, proporciona protección no oficial.
Algunos observadores creen que la inestabilidad política y las
dificultades económicas aumentarán así que lo hagan las defecciones de
importantes sostenedores de las élites políticas, lo cual conducirá al
hundimiento del régimen. Pero son también muchos los que opinan que,
debido a la dificultad de encontrar alternativas, el régimen sobrevivirá
de un modo u otro, al margen de las dificultades. Corea del Norte se
enfrenta a enormes problemas, pero la muerte del máximo dirigente hace
que la sucesión hereditaria actúe como principal factor de respaldo a la
legitimidad del régimen. Y Kim Jong Un necesita legitimar su mandato.
El culto a la personalidad y la violencia ejercida sin escrúpulos lo
ayudarán a cimentar su poder.
Su padre, Kim Jong Il, abrazó la ideología de la primacía militar y
la utilizó en combinación con la violencia dictatorial. Hasta ahora el
régimen norcoreano ha demostrado una sorprendente capacidad de
resistencia. Los hechos históricos ponen de manifiesto que Kim Jong Il
aseguró la supervivencia de su poder desarrollando y ampliando la
capacidad nuclear y de misiles. A corto plazo, el poder militar seguirá
siendo fuerte y la actual crisis económica no amenazará la estabilidad
del régimen. Resulta difícil esperar un derrumbe súbito. La posibilidad
de que se produzca por factores internos, como un levantamiento civil,
es muy remota. Sin embargo, a largo plazo, las repercusiones de los
conflictos de poder internos y externos acabarán por provocar la caída
del régimen. De todos modos, si Corea del Norte mejora su entorno
internacional abandonando el programa nuclear y normalizando sus
relaciones diplomáticas con EE.UU. podrá gozar de un sistema político
más relajado. Ahora bien, en estos momentos resulta prematuro esperar
reformas en el país. Hasta ahora, Corea del Norte ha superado la
fragilidad política y económica sometiendo a su pueblo por medio del
terror. Un mal aprovechamiento de los recursos naturales acabará por
acentuar las dificultades económicas y conducirá a un empeoramiento de
la situación. Los impulsos paranoides del régimen hacen que se aferre a
la política de la primacía militar. Pero la débil economía norcoreana no
puede sostener las ambiciones de sus militares. En la actualidad, el
ejército norcoreano actúa como combatiente y como ejército de respaldo
logístico; no es posible que pueda cumplir con eficacia ese papel dual.
Si repasamos las políticas económicas seguidas hasta hoy, vemos que
el país ha sido hostil a las reformas orientadas al mercado. La libertad
política sigue siendo muy restringida. Sin embargo, al recrudecerse las
dificultades económicas, el dominio del régimen dictatorial se está
debilitando poco a poco. Aumenta el número de desertores, y la
corrupción parece ya descontrolada. Además, el firme crecimiento de los
negocios privados es un indicio de lo que sucederá en el futuro.
La presión desde la base social para llevar a cabo medidas de reforma
aumenta a medida que disminuye la capacidad del régimen. Con el lento
cambio de posición del pueblo y las élites de Corea del Norte, las
fuerzas en favor de la aplicación de una economía de mercado serán cada
vez más poderosas. Sin reformas del sistema, el poder político y militar
de Kim Jong Un no estará garantizado. Eso significa que Corea del Norte
se enfrentará pronto a la inestabilidad y las luchas de poder.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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