Por Peter Singer, profesor de bioética en la
Universidad de Princeton y profesor laureado en la Universidad de
Melbourne. Algunos de sus libros son Animal Liberation (“Liberación
animal”), Practical Ethics (“Ética práctica”), The Expanding Circle (“El
círculo en expansión”) y The Life You Can Save (“La vida que podéis
salvar”). Traducido del inglés por Carlos Manzano (Project Syndicate,
12/01/12):
Hace cuarenta años, me encontraba, junto con unos cuantos estudiantes
más, en una calle bulliciosa de Oxford repartiendo octavillas a fin de
protestar por la utilización de jaulas para gallinas en granjas de
avicultura intensiva. La mayoría de quienes cogían las octavillas no
sabían que los huevos que compraban procedían de gallinas mantenidas en
jaulas tan pequeñas, que ni siquiera una sola ave –las jaulas suelen
albergar cuatro– podría estirar del todo las alas y aletear. Las
gallinas nunca podrían caminar por ellas ni poner los huevos en un nido.
Muchas personas aplaudieron nuestro idealismo juvenil, pero nos
decían que no abrigaban esperanza alguna de que se pudiera cambiar jamás
una industria importante. Sin embargo, estaban equivocadas.
El primer día de 2012, mantener gallinas en semejantes jaulas pasó a
ser ilegal no sólo en el Reino Unido, sino también en los 27 países de
la Unión Europea. Se puede seguir manteniendo gallinas en jaulas, pero
deben tener más espacio y en ellas debe haber nidos y un sitio en el que
puedan escarbar. El mes pasado, los miembros de la Fundación Británica
pro Bienestar de las Gallinas preparó un nuevo hogar para una gallina
llamada “Libertad”. Según dijeron, era una de las últimas gallinas de
Gran Bretaña que seguía viviendo en el tipo de jaulas a las que nos
habíamos opuesto.
A principios del decenio de 1970, cuando comenzó el movimiento
moderno de liberación animal, ninguna organización importante hacía
campaña contra las jaulas de avicultura intensiva. Hacía mucho que la
Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad con los Animales, madre
de todas las organizaciones de protección de los animales, había
abandonado su radicalismo inicial. Se centró en casos aislados de
maltrato y no impugnó formas muy arraigadas de maltratar animales en
granjas o en laboratorios. Fue necesario un empeño concertado por parte
de los nuevos radicales pro animales del decenio de 1970 para sacar a
dicha Sociedad de su complacencia con las jaulas de las granjas de
avicultura intensiva y otras formas de cría intensiva de animales.
Con el tiempo, el nuevo movimiento en pro de los derechos de los
animales logró llegar hasta el público más amplio. Los consumidores
respondieron comprando huevos de gallinas de corral. Algunas cadenas de
supermercados dejaron incluso de vender huevos de gallinas mantenidas en
jaulas en granjas de avicultura intensiva.
En Gran Bretaña y en algunos países europeos, el bienestar de los
animales adquirió relieve político y aumentó la presión de los
representantes parlamentarios. La Unión Europea creó un comité
científico para investigar las cuestiones relativas a las jaulas en las
granjas y éste recomendó que se prohibieran las jaulas de las granjas,
junto con otras formas de confinamiento de cerdos y terneros en espacios
reducidos. Por fin en 1999 se aprobó la prohibición de las jaulas en
las granjas de avicultura intensiva en la UE, pero, a fin de velar por
que los productores tuvieran tiempo suficiente para ir abandonando
progresivamente el equipo en el que habían invertido, se aplazó su
aplicación hasta el 1 de enero de 2012.
Dice mucho en su favor que la industria británica dedicada a la
producción de huevos aceptara la situación e idease nuevos métodos para
mantener las gallinas. Sin embargo, no todos los países están igualmente
listos para ello y se ha calculado que hasta 80 millones de gallinas
pueden seguir en jaulas en granjas de avicultura intensiva, pero al
menos 300 millones de gallinas que habrían tenido vidas durísimas en
dichas jaulas se encuentran ahora en condiciones mucho mejores y la
burocracia de la UE está recibiendo grandes presiones para que se
imponga el cumplimiento de la prohibición en todas partes, en primer
lugar por parte de los productores de huevos que ya la cumplen.
Con la prohibición de las jaulas en las granjas de avicultura
intensiva, Europa confirma su primer puesto mundial en materia de
bienestar de los animales, reflejado también en sus limitaciones de la
utilización de animales para hacer ensayos de cosméticos, pero, ¿por qué
está Europa tan adelantada respecto de otros países en su preocupación
por los animales?
En los Estados Unidos no hay una legislación federal sobre cómo
albergan sus gallinas los productores de huevos, pero, cuando se planteó
esa cuestión a los votantes de California en 2008, apoyaron
abrumadoramente la propuesta de exigir que todos los animales de granja
tuvieran espacio para estirar las extremidades enteramente y darse la
vuelta sin tocar otros animales o los lados de su jaula, lo que indica
que el problema no puede estribar en las actitudes de los ciudadanos de
los EE.UU, sino en que, en el nivel federal, el sistema político de este
país permite a las industrias que hacen importantes donaciones a los
candidatos a las elecciones disponer de demasiado poder para desoír los
deseos de las mayorías populares.
En China, que, junto con los EE.UU., es el país que confina un mayor
número de gallinas en jaulas, está empezando a surgir un movimiento en
pro del bienestar de los animales. Por el bienestar de miles de millones
de animales de granja, debemos desearle un rápido crecimiento y éxito.
El comienzo de este año es un momento para celebrar un importante
avance en materia de bienestar de los animales y, por tanto, en el caso
de Europa un paso para llegar a ser una sociedad más civilizada y
humanitaria, que dé muestras de preocupación por todos los seres que
pueden sufrir. También es una ocasión para celebrar la eficacia de la
democracia y el poder de una idea ética.
Cuentan que la antropóloga Margaret Mead dijo: “No se debe dudar
nunca que un grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puedan
cambiar el mundo. De hecho, sólo así se ha conseguido siempre”. La
última parte puede no ser cierta, pero la primera lo es sin lugar a
dudas. El fin de las jaulas en las granjas de avicultura intensiva de
Europa es un acontecimiento menos espectacular que la “primavera árabe”,
pero, como ese levantamiento popular, comenzó con un grupo de personas
reflexivas y comprometidas.
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