Por Anwar Zibaoui, experto en temas árabes y mediterráneos (El Periódico, 28/08/2012).
En pleno debate sobre el impacto del deporte en la economía de una ciudad, como en Londres en los recientes Juegos Olímpicos o Río de Janeiro con los preparativos de los del 2016, una consultora ha valorado el PIB del fútbol mundial en más de 500.000 millones de dólares, lo que la convertiría en la 17ª economía del mundo, por encima de países como Suiza y Bélgica. ¿Se imaginan si sumamos la F-1 u otros deportes?
Los países del golfo Pérsico no dejan de sorprender a muchos con impresionantes proyectos para intentar diversificar sus economías más allá de los hidrocarburos y la capacidad de sus fondos soberanos para invertir a lo ancho del planeta. Pero es en su apuesta por el deporte donde más sorprenden. Recordemos la reacción de incredulidad cuando Catar ganó la organización del Mundial de fútbol del 2022. También es verdad que la tensión en la zona oculta a veces otras realidades más allá de la visión típica de los petrodólares. Esta apuesta por el deporte tiene detractores que creen que se tira el dinero solo para ganar títulos.
En esta región del planeta, el fútbol también es el deporte rey. Cuenta con millones de seguidores y equipos cada vez más conocidos gracias a fichajes como Maradona, Raúl… Pero esta historia empezó hace años. Tras el éxito inicial de Dubái para elevar su perfil internacional a través de torneos de tenis y golf, otros han seguido el ejemplo y hoy la región es sede de importantes citas deportivas, como la F-1 en Baréin y en Abu Dabi, los Juegos Asiáticos o el gran premio de motociclismo de Catar, y en Abu Dabi la Volvo Ocean Race. Para el futuro, además del Mundial de fútbol del 2022, Catar y los Emiratos Árabes Unidos preparan candidaturas para los Juegos Olímpicos del 2024. Y Arabia Saudí aspira a la Copa de Asia de Fútbol del 2019.
Y al tiempo que estos países se ofrecen para acoger eventos globales, realizan inversiones en el sector del deporte a través de acuerdos de patrocinio y participación en el capital. En el 2005, Emirates Airlines firmó un acuerdo de 162 millones de dólares con el Arsenal inglés. Incluye el patrocinio de camisetas y vallas publicitarias y el cambio del nombre del campo por el de Emirates Stadium. Desde 1987, esta aerolínea ha vinculado su nombre a todo tipo de deportes y es uno de los principales patrocinadores en el mundo. Invierte la mitad de su presupuesto de márketing (estimado en 1.003 millones de dólares) en patrocinios. Tiene alianzas con clubs como el Milan, el Real Madrid y el Paris Saint-Germain. Y es un socio oficial del Mundial de la FIFA. También patrocina el Abierto de EEUU de tenis, entre otros. Eso ha transformado a Emirates en una marca internacional y ha contribuido a su crecimiento, ya que es una de las principales aerolíneas del mundo y Dubái es un destino turístico líder.
En otros casos, el patrocinio por sí mismo no es suficiente. En el 2008, el Abu Dabi United Group compró el Manchester City, que la temporada pasada se proclamó campeón de la Premier inglesa, un trofeo que le ha costado mil millones de euros. El club firmó también con Etihad Airways de Abu Dabi un acuerdo por importe de 400 millones de libras que incluye los derechos de las camisetas y el cambio de nombre del estadio por el de Etihad Campus. La inversión forma parte de los planes para desarrollar la industria del turismo del emirato y hacer que su compañía de bandera sea un nombre familiar.
Aparte de la organización del Mundial, Catar compró el Paris Saint-Germain y el Málaga. Qatar Airways es la aerolínea oficial del Tour de Francia. Y, como es bien sabido, Qatar Foundation tiene un contrato con el FC Barcelona y aparece como patrocinador de su camiseta. Por su parte, la Qatarí Aspire Zone tomó el control del club de segunda división belga KAS Eupen. Y el Real Madrid interviene en la construcción de un parque temático de un billón de dólares en el emirato de Ras al-Khaimah, que se añade al parque temático de Ferrari en Abu Dabi. También emerge Al Jazira Sport al entrar en la puja con los proveedores de televisión de pago por las retransmisiones de las grandes citas deportivas.
El Golfo ha pasado de ser una región pobre, con la pesca de perlas como sustento, a tener una de las rentas per cápita más altas del mundo. En la zona todo cambia a ritmo rápido. Y ahora necesita desarrollar una estrategia a largo plazo que no puede ser solo de infraestructuras, sino de tipo humano y social. La gran riqueza petrolera y las necesidades de desarrollo, combinadas con la falta de transparencia, hacen del Golfo una tierra de oportunidades y contrastes, una región muy tradicional que intenta impulsar cambios lentos y graduales entre incertidumbres y un creciente clamor por los derechos sociales y políticos.
La transformación hacia una economía del conocimiento, con centros de excelencia para la educación, la salud y el deporte, y la asociación con los mejores para construir una marca con inversiones orientadas a la creación de reputación internacional que lo posicione como destino turístico principal, es el gran partido que debe afrontar el golfo Pérsico. Falta ver si será capaz de jugarlo y ganarlo.
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