Por Bjørn Lomborg, autor de El ecologista escéptico y En frío, director del Centro del Consenso de Copenhague y profesor adjunto de la Escuela de Negocios de Copenhague. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen (Project Syndicate, 15/09/11):
Hace treinta años, el mundo tuvo su primer indicio de una catástrofe inminente, cuando cinco hombres jóvenes gay en Los Ángeles murieron por la enfermedad que se llegó a conocer como el VIH/SIDA. Hoy en día tiene un impacto verdaderamente global, cobrándose 1,8 millones de vidas al año, el equivalente de acabar con la población de Washington, DC, tres veces al año.
Por supuesto, ha habido notables avances científicos desde 1981. Los científicos descubrieron que un retrovirus previamente desconocido era la causa del SIDA y que se transmite principalmente por contacto sexual. Crearon pruebas que pueden determinar si una persona posee o no el VIH y medir el grado de avance de la enfermedad. De igual manera, diseñaron medicamentos antirretrovirales que han hecho posible que la infección por VIH se convierta en una condición crónica de supervivencia.
Junto a estos avances, las autoridades de gobierno, los defensores de los derechos humanos y las personas que viven con VIH/SIDA han luchado intensamente para reducir el estigma y la discriminación. Y se ha invertido una cantidad sin precedentes de fondos en tratamiento y prevención del VIH. En 2008, el total de recursos para programas de VIH en países de bajos y medianos ingresos fue, increíblemente, 50 veces el nivel de apenas 12 años antes.
Sin embargo, a pesar de estos importantes avances el número de víctimas del VIH/SIDA sigue siendo inmenso. Cada año ocurren 2,4 millones de nuevas infecciones y los 34 millones de personas que viven con el VIH / SIDA necesitan tratamiento para mantenerse con vida. Existe la percepción generalizada en los países desarrollados de que ya se ha ganado la batalla. En realidad, la crisis se ha limitado a ser menos visible.
En el África subsahariana vive el 10% de la población mundial, pero el 70% de las personas que viven con VIH/SIDA. En toda África, se estima que la enfermedad ha reducido los índices medios de crecimiento nacional en 2 a 4% al año.
Los investigadores dirigidos por Bernhard Schwartländer, el director de evidencia, estrategia y resultados de ONUSIDA, calculan para el año 2015 será necesario un gasto anual de al menos 22 mil millones de dólares para lograr acceso universal a la prevención, tratamiento, atención y apoyo relacionados con el VIH.
ONUSIDA y la Fundación Kaiser Family estiman que en 2010 los donantes aportaron 6,9 mil millones de dólares para prevención, atención, tratamiento y apoyo, un 10% menos que en 2009.Como resultado de la crisis financiera mundial y la fatiga de los donantes, Dinamarca, Alemania, los Países Bajos, Noruega, España, Suecia, Estados Unidos y la Comisión Europea han reducido su gasto.
La triste realidad es que será prácticamente imposible obtener 22 mil millones de dólares de financiamiento anual para el año 2015. Por tanto, merece la pena hacerse otra pregunta: ¿qué podemos lograr con tan sólo un pequeño aumento en la financiación actual? Eso es lo que el Centro del Consenso de Copenhague y la Fundación Rush están haciendo en un nuevo proyecto, RethinkHIV.
Hay tantas opiniones como opciones sobre cuál debe ser la máxima prioridad para los donantes. Hemos hablado con personas que viven con el VIH en África y que sostienen puntos de vista totalmente diferentes. En Kawangware (Kenia) Esther, de 38 años, argumenta con pasión en favor de más reformas a las políticas sociales. Nos dijo: “Creo que el VIH no es el único asesino. También el estigma y el estrés matan más rápido”. Por otra parte, en Mungushi (Tanzania) Rehema, de 28 años, planteó que más asistencia económica marcaría la gran diferencia. “Es muy difícil tomar los medicamentos antirretrovirales sin tener nada que comer ni dónde vivir”, señaló.
En RethinkHIV, integramos a este vital debate sobre las prioridades a algunos de los principales economistas, epidemiólogos y demógrafos del VIH. Sus conclusiones serán un aporte esencial. Los equipos de investigadores han escrito 18 artículos para identificar las formas más eficaces de hacer frente a la epidemia, examinando lo que se ha demostrado que funciona y lo que se podría ampliar o repetir en otros lugares de África.
Todos ellos calculan los costos y beneficios de las soluciones que proponen, y competirán por convencer a un panel de cinco economistas de talla mundial, entre ellos tres premios Nobel, de que las suyas son las mejores soluciones. Las conclusiones de los premios Nobel apuntarán a las vías más eficaces de financiación adicional. Este enfoque, el proceso del “Consenso de Copenhague”, es el mismo que se ha aplicado cada cuatro años a los retos globales; el próximo tendrá lugar en 2012.
La premisa es simple: ningún dólar se puede gastar dos veces. Mil millones de dólares destinados a un conjunto de enfoques no se pueden utilizar para nada más. Entonces, ¿en qué es mejor gastarlos en primer lugar? A menudo se omite formular esta simple pregunta, pues hacerlo significa elegir entre muchas estrategias populares, cada una con su propia base de entusiastas partidarios.
Al poner de relieve la eficacia de algunas de las opciones -o apuntar a opciones de políticas que requieren más investigación- las conclusiones de los nuevos estudios y de los premios Nobel pueden servir de ayuda a los donantes y catalizar decisiones óptimas sobre a qué se deben destinar los fondos.
Treinta años tras el descubrimiento del VIH / SIDA, hemos visto impresionantes avances científicos y de políticas. Sin embargo, el VIH / SIDA sigue siendo una amenaza cotidiana para millones de personas, limita el desarrollo y destruye las vidas de demasiados seres humanos. Con atención y una determinación más precisa del destino de los fondos, es vital que intensifiquemos nuestra lucha contra esta enfermedad mediante la adición de las lecciones del análisis de costo-beneficio a los recursos que tenemos a nuestra disposición.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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