Bernardo Barranco
Ante el gobierno de Felipe Calderón, el episcopado mexicano se prepara, bajo la presidencia de monseñor Carlos Aguiar Retes, para consolidar el posicionamiento político de la Iglesia católica con base en una nueva estrategia e intervención social.
En reveladora entrevista (Proceso, 1574), Aguiar Retes, quien preside la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) desde noviembre pasado, pone de manifiesto el diseño de una nueva estrategia tendiente a generar una segunda generación de reformas constitucionales que satisfagan las demandas eclesiásticas y una posición eclesial de privilegio que favorezca el despliegue de sus intereses.
En términos de contenido la jerarquía demanda la posesión de medios electrónicos, impartir instrucción religiosa en las escuelas públicas y un conjunto diverso de intervenciones eclesiásticas en la sociedad englobadas bajo un concepto referencial denominado: "libertad religiosa". Para ello, la pretensión es reformar el artículo 24 introduciendo el concepto catolizado de libertad religiosa, esto es, ir aparentemente más allá de libertad en creer o no creer de un individuo a la libertad religiosa que abarcaría la capacidad de maniobra societal y de acción política de la propia institución religiosa, que en el dicho de Aguiar resalta lo siguiente: "Hace falta que las leyes mexicanas garanticen la libertad religiosa. Actualmente, la Constitución sólo garantiza la libertad de creencia y de culto; esto es, que cada quien pueda creer en lo que mejor le plazca. Pero esto es apenas una pequeña parte de la verdadera libertad religiosa... que se modifique el artículo 24 constitucional, que garantiza la libertad de culto y de creencia. Queremos que ese concepto se amplíe por el de libertad religiosa, como estipula la ONU, y donde ya se abarca todo el derecho humano a la expresión, asociación, gestión y servicio de una fe". Seguramente el episcopado se sumará al clima de cambios y reformas a nuestra Constitución, insertando añejas aspiraciones que convienen ser revisadas y analizadas a fondo.
La aspiración de la jerarquía de instaurar una concepción clericalizada de libertad religiosa no es nueva; ésta busca garantizar y favorecer nuevas formas de intervención social tendientes a la formación de valores socialcristianos como enclaves dominantes.
Ante el gobierno de Felipe Calderón, el episcopado mexicano se prepara, bajo la presidencia de monseñor Carlos Aguiar Retes, para consolidar el posicionamiento político de la Iglesia católica con base en una nueva estrategia e intervención social.
En reveladora entrevista (Proceso, 1574), Aguiar Retes, quien preside la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) desde noviembre pasado, pone de manifiesto el diseño de una nueva estrategia tendiente a generar una segunda generación de reformas constitucionales que satisfagan las demandas eclesiásticas y una posición eclesial de privilegio que favorezca el despliegue de sus intereses.
En términos de contenido la jerarquía demanda la posesión de medios electrónicos, impartir instrucción religiosa en las escuelas públicas y un conjunto diverso de intervenciones eclesiásticas en la sociedad englobadas bajo un concepto referencial denominado: "libertad religiosa". Para ello, la pretensión es reformar el artículo 24 introduciendo el concepto catolizado de libertad religiosa, esto es, ir aparentemente más allá de libertad en creer o no creer de un individuo a la libertad religiosa que abarcaría la capacidad de maniobra societal y de acción política de la propia institución religiosa, que en el dicho de Aguiar resalta lo siguiente: "Hace falta que las leyes mexicanas garanticen la libertad religiosa. Actualmente, la Constitución sólo garantiza la libertad de creencia y de culto; esto es, que cada quien pueda creer en lo que mejor le plazca. Pero esto es apenas una pequeña parte de la verdadera libertad religiosa... que se modifique el artículo 24 constitucional, que garantiza la libertad de culto y de creencia. Queremos que ese concepto se amplíe por el de libertad religiosa, como estipula la ONU, y donde ya se abarca todo el derecho humano a la expresión, asociación, gestión y servicio de una fe". Seguramente el episcopado se sumará al clima de cambios y reformas a nuestra Constitución, insertando añejas aspiraciones que convienen ser revisadas y analizadas a fondo.
La aspiración de la jerarquía de instaurar una concepción clericalizada de libertad religiosa no es nueva; ésta busca garantizar y favorecer nuevas formas de intervención social tendientes a la formación de valores socialcristianos como enclaves dominantes.
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1 comentario:
Me parece que la construcción de la "religión cívica" ha estado en peligro desde el momento mismo de la separación Iglesia-Estado y la subsecuente laicidad del ejercicio gubernamental.
Nuestras fechas festivas para honrar a los ilustres miembros del panteón cívico: Cárdenas, Juárez, Ocampo... son cada vez más un mero recuerdo fastidioso bajo el sol que una real convocatoria al compromiso cívico de los ciudadanos.
Nuestros estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato son llevados como meros expectadores a celebraciones que no comprenden ni tampoco integran en su internalidad de futuros ciudadanos.
Profesores abúlicos en su inmensa mayoría, directores de escuela que lo son por la negociación de política sindical, determinada por sus respectivos "marchómetros" y alianzas o sojuzgamiento a los líderes del momento, mientras profesores responsables y creativos son impedidos de acceder a niveles de responsabilidad por no tener el sello de la aprobación política sindical.
Padres de familia sin tiempo ni oportunidad de integrarse a la responsabilidad educativa.
Autoridades civiles desinteresadas del quehacer educativo -¿Usted sabe cómo cumple su función el Regidor de Educación en su municipio, junto a su H. C. Presidente Municipal y su cabildo?-o coludidas con las jerarquías católicas -¿Ha notado usted las imágenes religiosas aposentadas en las aulas de las escuelas públicas?
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