Por Víctor Peñas, geógrafo, miembro de BAKEAZ y de la Fundación Nueva Cultura del Agua (EL CORREO DIGITAL, 22/03/07):
El 22 de diciembre de 1993 la Asamblea General de la ONU acordó que el 22 de marzo de cada año fuera considerado Día Mundial del Agua. En esta ocasión las celebraciones serán coordinadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con un tema tan sugerente como matizable: ‘Afrontando la escasez del agua’. Pudiera parecer que el problema fundamental del agua es la escasez, algo que también daban a entender los lemas elegidos en 1996 y 1997: ‘Agua para ciudades sedientas’ y ‘El agua en el mundo, ¿resulta suficiente?’, respectivamente. Es cierto que un tercio de la población mundial -cantidad que puede verse duplicada en 2025- vive en países donde la falta de agua potable es el principal problema, reforzándose con ello el binomio agua-pobreza. Pero en muchos casos no es precisamente porque el recurso sea escaso en el territorio, sino porque no existen los medios técnicos, económicos y sociales adecuados y suficientes. De hecho, algunos de estos países, como los de la franja caribeña, disponen de abundantes recursos hídricos y sin embargo en muchos lugares desconocen lo que es un grifo. Y lo peor es que no se vislumbran expectativas para el cambio.
Ahora bien, ¿qué indicador de referencia utilizamos para ‘afrontar’ la escasez a la que hace referencia el lema de este año? Es decir, ¿a partir de qué umbral decimos que el agua es escasa? La Organización Mundial de la Salud considera que la dotación mínima, por persona y día, ronda los 20 litros, mientras que en las sociedades modernas la apetencia insaciable, y en muchos casos incontrolada, de agua llega a multiplicarse por diez y más. Con la cantidad de agua que existe en el planeta azul hay más que suficiente para cubrir las necesidades humanas para subsistir, que en ningún caso sobrepasan los seis o siete litros por persona y día. La supuesta ‘escasez’ de agua es un tópico que habitualmente se utiliza para justificar políticas y estrategias de oferta. Suele estar apoyada por otros tópicos de poco fundamento, como aquél que afirma que ‘el agua está mal repartida’.
El 22 de diciembre de 1993 la Asamblea General de la ONU acordó que el 22 de marzo de cada año fuera considerado Día Mundial del Agua. En esta ocasión las celebraciones serán coordinadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con un tema tan sugerente como matizable: ‘Afrontando la escasez del agua’. Pudiera parecer que el problema fundamental del agua es la escasez, algo que también daban a entender los lemas elegidos en 1996 y 1997: ‘Agua para ciudades sedientas’ y ‘El agua en el mundo, ¿resulta suficiente?’, respectivamente. Es cierto que un tercio de la población mundial -cantidad que puede verse duplicada en 2025- vive en países donde la falta de agua potable es el principal problema, reforzándose con ello el binomio agua-pobreza. Pero en muchos casos no es precisamente porque el recurso sea escaso en el territorio, sino porque no existen los medios técnicos, económicos y sociales adecuados y suficientes. De hecho, algunos de estos países, como los de la franja caribeña, disponen de abundantes recursos hídricos y sin embargo en muchos lugares desconocen lo que es un grifo. Y lo peor es que no se vislumbran expectativas para el cambio.
Ahora bien, ¿qué indicador de referencia utilizamos para ‘afrontar’ la escasez a la que hace referencia el lema de este año? Es decir, ¿a partir de qué umbral decimos que el agua es escasa? La Organización Mundial de la Salud considera que la dotación mínima, por persona y día, ronda los 20 litros, mientras que en las sociedades modernas la apetencia insaciable, y en muchos casos incontrolada, de agua llega a multiplicarse por diez y más. Con la cantidad de agua que existe en el planeta azul hay más que suficiente para cubrir las necesidades humanas para subsistir, que en ningún caso sobrepasan los seis o siete litros por persona y día. La supuesta ‘escasez’ de agua es un tópico que habitualmente se utiliza para justificar políticas y estrategias de oferta. Suele estar apoyada por otros tópicos de poco fundamento, como aquél que afirma que ‘el agua está mal repartida’.
Continuar leyendo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario