Javier Solana, ex Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común y ex Secretario General de la OTAN, es profesor distinguido de Política Exterior en la Brookings Institution y Presidente del Centro ESADE para la Economía y la Geopolítica Mundiales. Traducido del inglés por Carlos Manzano (Project Syndicate, 13/06/11):
Hace tan sólo cinco meses, Osama ben Laden estaba vivo, Hosni Mubarak tenía un dominio firme de Egipto y Zine El Abidine Ben Ali gobernaba Túnez con mano de hierro. Hoy, la rebelión popular y el cambio político se han extendido por toda la región. Hemos presenciado una represión brutal de las protestas en Siria y el Yemen, la entrada de tropas saudíes en Baréin y una batalla aún no concluida por Libia.
Para Europa, la “primavera árabe” debe hacer que se vuelva a centrar la atención en una cuestión en gran medida pasada por alto en los últimos meses: los beneficios de la adhesión plena de Turquía a la Unión Europea. Dadas las tremendas oportunidades que ofrecen las circunstancias actuales, las ventajas para Europa de la adhesión de Turquía han de resultar evidentes.
Como Recep Tayyip Erdoğan ha sido elegido para un nuevo mandato como Primer Ministro de Turquía y Polonia, país muy consciente de la importancia de la posición estratégica de Europa en el mundo, ocupará la presidencia de la UE al final de este mes, ahora es el momento de que la Unión y Turquía reanuden y recompongan sus negociaciones sobre la adhesión de Turquía.
El beneficio que Turquía puede aportar a Europa resultaba visible aun antes de la “primavera árabe”. Europa es, por definición, culturalmente diversa, por lo que la diversidad es el destino de la UE y, para que Europa pase a ser un activo protagonista mundial, y no un museo, necesita las nuevas perspectiva y energía del pueblo de Turquía.
En la actualidad Europa es a un tiempo mayor y diferente en comparación con la Europa de 1999, cuando se invitó a Turquía a iniciar el proceso de adhesión. También está experimentando una profunda crisis económica, que estalló hacia el momento en que se aprobó por fin el Tratado de Lisboa para adaptarse a la ampliación de la UE. Si se hubiera aprobado ese tratado en 2005, como se pretendía, ya se habría estado aplicando durante seis años y la presión ejercida por la crisis en la gobernación económica de la UE, tan visible en los recientes problemas de la zona del euro, habría sido mucho más abordable.
Pero la UE siempre afronta problemas, los resuelve y sigue avanzando. Hoy, no tenemos un Ministerio de Economía, pero estamos a punto de tener algo similar. Asimismo, el Banco Central Europeo tiene hoy capacidades que nadie imaginaba en 1997, pongamos por caso.
Un importante imperativo que Europa debe abordar aún es el de la migración, que sólo llegará a ser un problema mayor con el tiempo. De aquí a 2050, la fuerza laboral de Europa se reducirá en 70 millones. Para mantener nuestra economía, es necesaria la migración y unas fronteras de la UE abiertas… y afrontar los movimientos populistas en Europa deseosos de excluir a “los de fuera”.
La Turquía de hoy también ha cambiado espectacularmente desde 1999, tanto política como económicamente, cosa que tiene mucho que ver con el proceso de adhesión a la UE. De hecho, sin la atracción de la UE –su poder “blando” –, esos cambios no se habrían producido.
Económicamente, Turquía está ahora en el G-20 y está desempeñando un papel eficaz en él y, políticamente, Turquía ha surgido como una potencia con iniciativa regional, papel que se toma extraordinariamente en serio.
Concluidas las recientes elecciones parlamentarias y a punto de aprobarse una nueva constitución, Turquía está acercándose a un momento que hará época. Yo fui miembro de la Comisión Constitucional española que formuló la Constitución española en 1975 y 1976, tras la muerte de Franco, por lo que sé lo que es pasar de una dictadura a la democracia y lo importante que es que se formule una constitución por consenso.
La relación Turquía-UE comenzó con un acuerdo de asociación firmado en 1963. Ahora han comenzado las negociaciones sobre la adhesión y hay que iniciar el examen de 35 “capítulos”, que abarcan desde la agricultura hasta la energía, pasando por la competencia, el medio ambiente, el empleo, la política social y demás. Ya hemos iniciado el de 19 capítulos… menos de los que nos gustaría, pero el verdadero problema estriba en que sólo hemos dado por concluido uno y, lo que es peor, el ritmo de las negociaciones se ha aminorado. En realidad, en la segunda mitad de 2010, nada sucedió. Espero que en 2011 se logren avances sólidos.
Turquía y la UE se necesitan mutuamente. Ahora corresponden a la UE el 75 por ciento de toda la inversión extranjera en Turquía y la mitad, aproximadamente, de sus exportaciones y turismo procedente del exterior. Asimismo, la seguridad energética de Europa depende de la cooperación con Turquía en materia de tránsito del petróleo y del gas natural procedentes del Asia central y de Oriente Medio.
También nos necesitamos políticamente. Los vecinos de Turquía son nuestros vecinos; sus problemas, nuestros problemas. Los beneficios en materia de seguridad y las ventajas estratégicas para la UE de tener como miembro a Turquía serían numerosos, comenzando por la relación entre la UE y la OTAN, de la que Turquía es miembro desde hace mucho.
Asimismo, la participación de la UE en la resolución de los problemas actuales de la región mediterránea sería mucho más fácil gracias a la concertación con Turquía. En Bosnia-Herzegovina, la cooperación UE-Turquía es fundamental para lograr una solución duradera.
En 1999, Turquía no quiso pasar a ser un candidato a la adhesión, porque sus dirigentes consideraron que las condiciones serían demasiado duras. Yo estaba allí, hablé con el Primer Ministro Bülent Ecevit a medianoche y después con el Presidente Süleyman Demirel y, dos días después, Ecevit estaba en Helsinki para declarar oficialmente el deseo de Turquía de llegar a ser miembro de la UE y dijimos: Turquía será miembro de la UE. Yo apoyé la firma de aquel documento; lo mismo haría ahora.
En estos tiempos, difíciles e imprevisibles, pero cargados de esperanza, el mundo necesita que Turquía y la UE colaboren juntos. Eso no significa reunirse de vez en cuando y después decidir cómo abordar determinado problema. Significa algo mucho más profundo y muy concreto. Significa la adhesión de Turquía a la UE. Ése es mi sueño y seguiré luchando por hacerlo realidad.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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