Por Daniel Gros, director del Centro de Estudios de Política Europea. Traducción de Kena Nequiz (Project Syndicate, 06/04/11):
En 2007-2008 cuando todavía se llamaba crisis “de las hipotecas de alto riesgo” a la crisis financiera, los europeos se sentían superiores a los estadounidenses. Los banqueros europeos ciertamente sabían que no era conveniente dar créditos a las personas sin ingresos, sin empleo y sin activos. Sin embargo, actualmente los europeos no tienen mucho de qué jactarse. Sus líderes parecen no poder controlar la crisis de deuda de la eurozona.
Los bancos de España e Irlanda ven que sus clientes pierden sus empleos e ingresos a medida que la crisis de la construcción golpea las economías nacionales. Además, se puede argumentar que un crédito a los gobiernos de Grecia o Portugal no ofrece mucha más seguridad que los otorgados a las personas sin ingresos, sin empleo y sin activos. En efecto, dar créditos a los gobiernos y bancos de la periferia europea es el equivalente de los préstamos de alto riesgo de los Estados Unidos (que también se concentraron en unos pocos estados soleados).
Dadas las múltiples similitudes entre las características de las dos crisis, los líderes europeos podrían aprender mucho de la experiencia estadounidense.
La primera lección es que, a pesar del volumen general limitado de los créditos de alto riesgo, la crisis se convirtió en la mayor crisis financiera de que se tenga memoria, porque un sistema debilitado no pudo soportar ni siquiera pérdidas limitadas. De forma análoga, la deuda combinada de Grecia, Irlanda y Portugal es relativamente pequeña en relación con la economía de la eurozona, pero el sistema bancario europeo sigue estando tan débil que los problemas de deuda de esos países pueden crear una crisis sistémica.
Una segunda lección es que para encarar con éxito una crisis financiera se necesita una fuerte dosis de liquidez inmediata. Después, ya que se ha estabilizado el sistema financiero se requiere una combinación de reestructuración de deuda y recapitalización. ¿Ha aplicado la Unión Europea esta receta?
Tras ciertas vacilaciones, Europa demostró que podía aplicar la primera fase –una inyección de capital para evitar un colapso sistémico. Grecia e Irlanda recibieron financiamiento cuando se les excluyó del mercado de capital. Además, en la última cumbre de la UE se anunció la creación de un Mecanismo Europeo de Estabilidad permanente –una especie de Fondo Monetario Europeo con una capacidad efectiva de crédito de 500 mil millones de euros.
Eso equivale a 700 mil millones de dólares, la misma magnitud del Programa de Ayuda para Activos Problemáticos que se creó a finales de 2008 para evitar que se colapsaran los mercados financieros estadounidenses. El Mecanismo Europeo de Estabilidad debe ser suficiente para satisfacer las necesidades de refinanciamiento de Grecia, Irlanda y Portugal. Incluso podría bastar para hacer frente a la deuda pública española, aunque eso ya sería forzar las cosas.
Pero así como los 700 mil millones de dólares del Programa de Ayuda para Activos Problemáticos no aplacaron los nervios de los mercados financieros en 2008, los 500 mil millones de euros del Mecanismo Europeo de Estabilidad parecen no haber convencido a los inversionistas. Las primas de riesgo de las deudas soberanas de Grecia, Irlanda y otros países no han disminuido. Las que paga Portugal de hecho se han disparado desde que las principales agencias calificadoras, citando explícitamente el acuerdo alcanzado en la cumbre de la UE a finales de marzo, rebajaron la calificación de la deuda soberana del país.
En los Estados Unidos el punto decisivo fueron las pruebas de resistencia que aplicaron las autoridades a los bancos a principios de 2009. Las pruebas se consideraron creíbles; en efecto, los resultados provocaron que los funcionarios estadounidenses obligaran a varios bancos importantes a aumentar su capital.
Esto no sucedió en la versión europea de las pruebas de resistencia que se aplicaron el año pasado, y es poco probable que las que se apliquen este año sean más rigurosas. La razón es sencilla: las autoridades estadounidenses comprobaron que sus bancos podían sobrevivir el tipo de desaceleración que el mercado temía más en ese momento. En contraste, las autoridades europeas se niegan a poner a prueba el escenario que más atemoriza al mercado actualmente: las pérdidas en los créditos concedidos a los bancos y gobiernos de la periferia de Europa.
Una tercera lección procede de un aspecto poco advertido pero vital de la experiencia de los Estados Unidos: la reducción de las deudas es comparativamente fácil en ese país porque la cláusula de reembolso limitado de la mayoría de las hipotecas restringe las obligaciones de pago al valor de la casa. Además, el Código de Quiebras estadounidense puede liberar a los consumidores de sus deudas en cuestión de meses.
Por supuesto, los millones de quiebras personales y ejecuciones hipotecarias no son populares, pero siempre alivian la deuda y de ese modo permiten a las familias empezar de nuevo. Este flujo constante de alivio de la deuda está permitiendo que el gasto de consumo se recupere lentamente en los Estados Unidos.
En contraste, la restructuración de la deuda de los bancos o los gobiernos es políticamente inaceptable en Europa. Esto supone que la crisis persistirá durante un tiempo mucho más prolongado que en los Estados Unidos, porque las familias españolas e irlandesas trabajaran durante años para pagar las hipotecas de casas que ya no pueden costear. Además, el gobierno griego se enfrenta a una serie interminable de recortes presupuestales, en la que cada paso será más difícil que el anterior a medida que la economía cae en un hoyo negro.
El alivio de la deuda provocó menos problemas para los bancos en los Estados Unidos porque una proporción significativa de los créditos de alto riesgo presentados como títulos con calificación AAA se vendieron a extranjeros ingenuos. Así, una buena parte de las pérdidas derivadas de los créditos de alto riesgo fue absorbida por bancos del norte de Europa, lo que provocó que no estén en condiciones de soportar más pérdidas en sus créditos a la periferia. Esto, sin embargo, debería dar lugar a un sólido programa de recapitalización – no a débiles pruebas de resistencia.
Europa está cometiendo un error fundamental al permitir que dos de los elementos clave de cualquier solución de la crisis –a saber, la restructuración de la deuda y las pruebas de resistencia de los bancos verdaderas —sigan siendo tabú. Mientras en cumbres sucesivas de la UE se siga cometiendo este error, la crisis se agudizará y se propagará, y con el tiempo amenazará la estabilidad de todo el sistema financiero de la eurozona.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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