Por Philippe Douste-Blazy, ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno francés. Traducción de José Luis Sánchez-Silva (EL PAÍS, 29/03/07):
Treinta segundos. Cada treinta segundos muere un niño de paludismo en África. Sólo 15.000 niños seropositivos tienen acceso a un tratamiento en los países menos avanzados, mientras que la vida de 600.000 depende de él. La conclusión es siempre la misma: los medicamentos están al Norte y los enfermos, al Sur. Ésta es una realidad escandalosa. Pero ¿nos hacemos cargo de la verdadera dimensión de una fractura que no es sólo sanitaria, sino sobre todo política?
Las abrumadoras imágenes del abismo que separa a los países ricos y a los pobres circulan por el mundo entero en tiempo real. ¿Somos conscientes de que el desafío sanitario y el desafío migratorio están estrechamente relacionados? ¿De que las crecientes desigualdades mundiales, con su cohorte de humillaciones y resentimiento, son un terreno abonado para el terrorismo internacional?
Hoy más que nunca, el desarrollo, la estabilidad, la lucha contra los fundamentalismos o, simplemente, la paz, deben ser considerados en conjunto. Reducir la salud a su dimensión humanitaria es un error: la fractura sanitaria es uno de los mayores desafíos políticos de nuestro tiempo. Pero ¿dónde encontrar recursos “innovadores”? Las dudas, el escepticismo, eran inmensos. Y, sin embargo, UNITAID ha aceptado ese formidable reto.
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Treinta segundos. Cada treinta segundos muere un niño de paludismo en África. Sólo 15.000 niños seropositivos tienen acceso a un tratamiento en los países menos avanzados, mientras que la vida de 600.000 depende de él. La conclusión es siempre la misma: los medicamentos están al Norte y los enfermos, al Sur. Ésta es una realidad escandalosa. Pero ¿nos hacemos cargo de la verdadera dimensión de una fractura que no es sólo sanitaria, sino sobre todo política?
Las abrumadoras imágenes del abismo que separa a los países ricos y a los pobres circulan por el mundo entero en tiempo real. ¿Somos conscientes de que el desafío sanitario y el desafío migratorio están estrechamente relacionados? ¿De que las crecientes desigualdades mundiales, con su cohorte de humillaciones y resentimiento, son un terreno abonado para el terrorismo internacional?
Hoy más que nunca, el desarrollo, la estabilidad, la lucha contra los fundamentalismos o, simplemente, la paz, deben ser considerados en conjunto. Reducir la salud a su dimensión humanitaria es un error: la fractura sanitaria es uno de los mayores desafíos políticos de nuestro tiempo. Pero ¿dónde encontrar recursos “innovadores”? Las dudas, el escepticismo, eran inmensos. Y, sin embargo, UNITAID ha aceptado ese formidable reto.
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