Por María José Fariñas Dulce, profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III (EL CORREO DIGITAL, 30/03/07):
Angela Merkel, en su intervención ante la Asamblea General del Foro Económico Mundial celebrado en Davos del 24 a 28 de enero, pidió «dar forma política a la globalización, más allá de cualquier acto filantrópico». ¿Pero es que, realmente, la globalización no ha tenido hasta ahora una forma política? Olvidamos demasiado rápido el carácter radicalmente político del programa del neoliberalismo que ha impulsado las estrategias de este proceso que seguimos llamando globalización, cuyo objetivo político prioritario ha consistido en la totalización del mercado y en que nada ni nadie pudiera controlar la expansión global del capital. Tras el término globalización se fue construyendo una ideología política neoconservadora y neoliberal, que ha intentado ocultar o negar la cruda realidad histórica y sus injustas relaciones sociales de desigualdad y exclusión, para así abstenerse de cambiarlas. Como señaló Slavoj Zizek, estamos ante el triunfo de la ‘razón cínica’: saben lo que hacen y a pesar de todo lo hacen. Este marco político neoliberal de la globalización se ha legitimado por su pretendida inevitabilidad histórica (no hay otra alternativa posible, se decía), pero se ha convertido en la práctica en un verdadero obstáculo político de carácter antidemocrático para la integración y el desarrollo global de la Humanidad. Ha pretendido afectar al todo, pero sin integrar a todas sus partes. De ahí deriva la distribución actual del mundo: unos pocos superricos, muchos pobres y un amplio número de expulsados del sistema.
Por lo tanto, no se trata ahora de buscar simplistamente un ‘marco político’ a la globalización, sino de poner en marcha otras alternativas políticas e, incluso, otra manera de concebir la política y las relaciones internacionales, que tenga como objetivo primordial la democratización de la gestión de las decisiones internacionales que afectan a todos los ámbitos de la vida humana: social, laboral, cultural, medioambiental, educativo, energético, etcétera.
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Angela Merkel, en su intervención ante la Asamblea General del Foro Económico Mundial celebrado en Davos del 24 a 28 de enero, pidió «dar forma política a la globalización, más allá de cualquier acto filantrópico». ¿Pero es que, realmente, la globalización no ha tenido hasta ahora una forma política? Olvidamos demasiado rápido el carácter radicalmente político del programa del neoliberalismo que ha impulsado las estrategias de este proceso que seguimos llamando globalización, cuyo objetivo político prioritario ha consistido en la totalización del mercado y en que nada ni nadie pudiera controlar la expansión global del capital. Tras el término globalización se fue construyendo una ideología política neoconservadora y neoliberal, que ha intentado ocultar o negar la cruda realidad histórica y sus injustas relaciones sociales de desigualdad y exclusión, para así abstenerse de cambiarlas. Como señaló Slavoj Zizek, estamos ante el triunfo de la ‘razón cínica’: saben lo que hacen y a pesar de todo lo hacen. Este marco político neoliberal de la globalización se ha legitimado por su pretendida inevitabilidad histórica (no hay otra alternativa posible, se decía), pero se ha convertido en la práctica en un verdadero obstáculo político de carácter antidemocrático para la integración y el desarrollo global de la Humanidad. Ha pretendido afectar al todo, pero sin integrar a todas sus partes. De ahí deriva la distribución actual del mundo: unos pocos superricos, muchos pobres y un amplio número de expulsados del sistema.
Por lo tanto, no se trata ahora de buscar simplistamente un ‘marco político’ a la globalización, sino de poner en marcha otras alternativas políticas e, incluso, otra manera de concebir la política y las relaciones internacionales, que tenga como objetivo primordial la democratización de la gestión de las decisiones internacionales que afectan a todos los ámbitos de la vida humana: social, laboral, cultural, medioambiental, educativo, energético, etcétera.
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