México, 1 Abr (Notimex).-
El ombudsman capitalino, Emilio Alvarez-Icaza, externó que son los ciudadanos los que tienen derecho a manifestarse y no las instituciones, y que quienes se oponen al condón y la planificación familiar son los que promueven los abortos.
En entrevista reiteró que el aborto es un problema de salud, pues es la tercera causa de fallecimiento en el Distrito Federal y la quinta en el país, y que sólo la cifra de muertes por esa práctica en la ciudad de México representa 14 por ciento de la mortalidad materna a nivel nacional.
"Se trata de que entendamos la separación que hay de derechos sexuales y reproductivos. Se trata justamente de hacer el mismo mecanismo de educación sexual, porque justamente los que se oponen al condón y la planificación familiar son los que promueven los abortos", comentó.
El funcionario respondió al vocero del Arzobispado, Hugo Valdemar, quien el sábado le reclamó sus declaraciones contra la Iglesia Católica por su postura en torno al aborto, e informó que presentará una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En entrevista, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en el Distrito Federal (CDHDF) insistió hoy que el vocero podrá presentar la queja y manifestarse contra el aborto en su calidad de persona, pero no se puede hacer uso del poder simbólico para imponer visiones morales.
"Como ciudadanos pueden hacer lo que quieran, pero que participen en la lógica de ciudadanos, no que se use el poder simbólico en el ámbito religioso para participar en el ámbito público-político", expuso.
"Eso no es la regla de la democracia (.) Como ciudadanos tienen todo el derecho a expresarse y salir a la calle, pero que no se confunda, porque las instituciones no tienen derechos, son las personas", añadió.
Entrevistado en el marco de la conmemoración del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, el ombudsman capitalino dijo que respeta "profundamente" los derechos de los religiosos, pero que si desean interponer una denuncia o queja en su contra "antes lean la Ley de la Comisión, probablemente no la conocen".
"Hay una artículo justamente para ese tipo de actitudes, en el que se establece que no se puede sancionar al titular de la Comisión o a los visitadores por sus actos y opiniones", informó.
Alvarez-Icaza Longoria declaró que la democracia tiene reglas, instituciones y valores que se fomentan en el Estado laico, por lo que determinó que si se quiere hacer una discusión en lo público, se tiene que hacer en un ámbito laico.
"Las instituciones democráticas son las que se generan a través de la decisión popular, a través de las urnas y a través de las boletas. Los púlpitos no son urnas ni son curules. Si la gente quiere participar en la discusión de los público, que lo haga con las instituciones de la democracia", declaró.
Los valores de la democracia son el diálogo, la tolerancia y el respeto, por lo que no se pueden acompañar de imposiciones morales y tampoco que se piense que el Estado es custodio o policía de alguna concepción moral, por muy mayoritaria que se considere, añadió.
Se reconoció católico, pero dijo que tiene una clara concepción de una teología que no está fundada ni en la violencia ni en la amenaza, y que además él separa su fe de su obligación de Estado.
1 comentario:
Hola!
En la actualidad de este debate sobre el aborto y el derecho a decidir el si o el no, me parece que la postura de este hombre cuestionado por la Santísima Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana es objetivamente respetable.
Sus afirmaciones primero y sus respuestas también, dejan ver que su postura corresponde a la visión que plantea como un valor mayor la defensa del interés de nuestro todavía Estado laico.
Por supuesto que la visión del adepto religioso es respetable.
Coincido en todo caso con la opinión de que la discusión religioso-moral quede en el campo religioso-moral y lo normativo-jurídico en el campo de lo estatal.
Mera opinión,destaco la urgencia de que los ciudadanos lo sean verdaderamente, y los adeptos religiosos también, para que, juntos, rescatemos el valor de la separación de los dos oficios: el cívico y el religioso.
No excluyentes, si se quiere; vinculados, si se quiere.
Pero ciertamente separados.
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