Por Josep M. Colomer, politólogo del CSIC, autor de Grandes imperios, pequeñas naciones (EL PAÍS, 15/04/07):
La elección directa del presidente de la República fue introducida por el general De Gaulle, tras su golpe de Estado contra la IV República multipartidista, para concentrar en su persona todos los poderes. El presidente recibiría toda “la autoridad indivisible del Estado”, según sus propias palabras. Pero, después de De Gaulle, el pluralismo político ha resistido el intento. Contra el designio inicial, ha habido presidentes con una mayoría de partido en la Asamblea Nacional sólo en la mitad del tiempo total transcurrido desde el golpe de 1958 hasta hoy. Varios presidentes no contaron con un partido mayoritario en la Asamblea Nacional, por lo que tuvieron que formar gabinetes de coalición, y en tres periodos algunos de ellos tuvieron que “cohabitar” con una mayoría asamblearia y gubernamental ajena a su partido.
Los gobiernos de coalición y las cohabitaciones de los años ochenta y noventa indujeron la adopción de políticas de consenso y fueron valorados cada vez más positivamente por la mayoría de los ciudadanos franceses. Pero sólo existieron cuando se votó por la presidencia y por la Asamblea Nacional en elecciones separadas (ya que estas instituciones tenían términos diferentes, de siete y cinco años, respectivamente), lo cual dio mayores oportunidades a los ciudadanos de ponderar las ventajas de distintos partidos para distintos cargos.
La elección directa del presidente de la República fue introducida por el general De Gaulle, tras su golpe de Estado contra la IV República multipartidista, para concentrar en su persona todos los poderes. El presidente recibiría toda “la autoridad indivisible del Estado”, según sus propias palabras. Pero, después de De Gaulle, el pluralismo político ha resistido el intento. Contra el designio inicial, ha habido presidentes con una mayoría de partido en la Asamblea Nacional sólo en la mitad del tiempo total transcurrido desde el golpe de 1958 hasta hoy. Varios presidentes no contaron con un partido mayoritario en la Asamblea Nacional, por lo que tuvieron que formar gabinetes de coalición, y en tres periodos algunos de ellos tuvieron que “cohabitar” con una mayoría asamblearia y gubernamental ajena a su partido.
Los gobiernos de coalición y las cohabitaciones de los años ochenta y noventa indujeron la adopción de políticas de consenso y fueron valorados cada vez más positivamente por la mayoría de los ciudadanos franceses. Pero sólo existieron cuando se votó por la presidencia y por la Asamblea Nacional en elecciones separadas (ya que estas instituciones tenían términos diferentes, de siete y cinco años, respectivamente), lo cual dio mayores oportunidades a los ciudadanos de ponderar las ventajas de distintos partidos para distintos cargos.
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