Por Florentino Portero, analista del Grupo de Estudios Estratégicos GEES (ABC, 10/04/07):
Las últimas declaraciones del presidente iraní Ahmadineyad han producido un gran revuelo en Occidente, lo que resulta ilustrativo de cómo enfocamos los problemas de política internacional. En realidad, las declaraciones tienen un interés muy relativo. Simplemente nos ha comunicado que las 3.000 centrifugadoras instaladas el pasado diciembre en la planta de Natanz ya están operativas. Era de esperar. Lo relevante sobre este tema lo sabíamos desde tiempo atrás, otra cosa es que no hayamos querido darnos por enterados.
Irán violó el Tratado de No proliferación Nuclear ocultando a la Agencia Internacional de la Energía Atómica la existencia de un programa de enriquecimiento de uranio. Cuando la Agencia lo descubrió, Irán lo negó. Cuando ante la evidencia de los hechos no pudo seguir negándolo, lo reconoció, pero aseguró que era sólo para fines pacíficos. No ha permitido realizar a los inspectores su trabajo con normalidad y se ha negado a cumplir las condiciones impuestas por la Agencia. Ante tal situación el tema fue remitido al Consejo de Seguridad que ha condenado con contundencia el comportamiento de Irán y ha aprobado dos resoluciones imponiendo serias sanciones económicas.
Las autoridades iraníes han rechazado de plano la idea de abandonar su programa nuclear. Lo han dicho por activa y por pasiva. Se les han ofrecido alternativas para que puedan desarrollar energía nuclear para usos civiles sin tener que producir el uranio enriquecido, pero la respuesta siempre ha sido la misma: Irán tiene derecho a tener un programa nuclear propio y va a seguir adelante hasta conseguirlo, sin importar las presiones o sanciones que se le impongan.
Hace ahora un año se instalaba en Natanz la primera cascada de 164 centrifugadoras. A fines de verano la cascada era ya capaz de enriquecer el uranio a un 4 por ciento, un nivel útil para una central nuclear de «agua ligera». Ahora el número de cascadas debe ascender a unas dieciocho. Si queremos ver la botella medio llena podemos poner en duda que de verdad estén operativas las 3.000 centrifugadoras. De la misma forma que Stalin se inventaba divisiones para dar una imagen de mayor fortaleza frente a los norteamericanos, es muy posible que el presidente iraní haya exagerado el estado en el que se encuentra el programa nuclear. Por otro lado, Irán no está reconociendo las ingentes averías que están teniendo las centrifugadoras, un plagio paquistaní de una patente alemana y fabricación iraní. Si, por el contrario, preferimos ver la botella medio vacía podemos aceptar la plena operatividad de las centrifugadoras y asumir que en un tiempo breve las averías por deficiente fabricación quedarán atrás.
En cualquier caso nuevas cascadas se irán incorporando, el enriquecimiento mejorará paulatinamente hasta llegar al 80 por ciento necesario para fabricar una bomba rudimentaria y, como muy pronto, en 2009 Irán podrá tener una bomba de fisión. Sólo necesitan tiempo y eso es lo que nosotros les estamos proporcionando.
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Las últimas declaraciones del presidente iraní Ahmadineyad han producido un gran revuelo en Occidente, lo que resulta ilustrativo de cómo enfocamos los problemas de política internacional. En realidad, las declaraciones tienen un interés muy relativo. Simplemente nos ha comunicado que las 3.000 centrifugadoras instaladas el pasado diciembre en la planta de Natanz ya están operativas. Era de esperar. Lo relevante sobre este tema lo sabíamos desde tiempo atrás, otra cosa es que no hayamos querido darnos por enterados.
Irán violó el Tratado de No proliferación Nuclear ocultando a la Agencia Internacional de la Energía Atómica la existencia de un programa de enriquecimiento de uranio. Cuando la Agencia lo descubrió, Irán lo negó. Cuando ante la evidencia de los hechos no pudo seguir negándolo, lo reconoció, pero aseguró que era sólo para fines pacíficos. No ha permitido realizar a los inspectores su trabajo con normalidad y se ha negado a cumplir las condiciones impuestas por la Agencia. Ante tal situación el tema fue remitido al Consejo de Seguridad que ha condenado con contundencia el comportamiento de Irán y ha aprobado dos resoluciones imponiendo serias sanciones económicas.
Las autoridades iraníes han rechazado de plano la idea de abandonar su programa nuclear. Lo han dicho por activa y por pasiva. Se les han ofrecido alternativas para que puedan desarrollar energía nuclear para usos civiles sin tener que producir el uranio enriquecido, pero la respuesta siempre ha sido la misma: Irán tiene derecho a tener un programa nuclear propio y va a seguir adelante hasta conseguirlo, sin importar las presiones o sanciones que se le impongan.
Hace ahora un año se instalaba en Natanz la primera cascada de 164 centrifugadoras. A fines de verano la cascada era ya capaz de enriquecer el uranio a un 4 por ciento, un nivel útil para una central nuclear de «agua ligera». Ahora el número de cascadas debe ascender a unas dieciocho. Si queremos ver la botella medio llena podemos poner en duda que de verdad estén operativas las 3.000 centrifugadoras. De la misma forma que Stalin se inventaba divisiones para dar una imagen de mayor fortaleza frente a los norteamericanos, es muy posible que el presidente iraní haya exagerado el estado en el que se encuentra el programa nuclear. Por otro lado, Irán no está reconociendo las ingentes averías que están teniendo las centrifugadoras, un plagio paquistaní de una patente alemana y fabricación iraní. Si, por el contrario, preferimos ver la botella medio vacía podemos aceptar la plena operatividad de las centrifugadoras y asumir que en un tiempo breve las averías por deficiente fabricación quedarán atrás.
En cualquier caso nuevas cascadas se irán incorporando, el enriquecimiento mejorará paulatinamente hasta llegar al 80 por ciento necesario para fabricar una bomba rudimentaria y, como muy pronto, en 2009 Irán podrá tener una bomba de fisión. Sólo necesitan tiempo y eso es lo que nosotros les estamos proporcionando.
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