Por Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del Partido Popular en el Congreso de los Diputados (EL MUNDO, 11/04/07):
El esperpéntico viaje del ministro de Asuntos Exteriores a Cuba merece un análisis en profundidad de los riesgos que regímenes radicales como el cubano representan para todo el continente americano -y para el mundo en general-, así como del error cómplice que ha supuesto el cambio de política del Gobierno en política exterior en general y hacia Latinoamérica en particular.
Es absolutamente insólito que el Ejecutivo de Zapatero no sólo se haya vuelto complaciente con brutales regímenes dictatoriales como el castrista, o en clara y preocupante deriva totalitaria como el de Hugo Chávez en Venezuela, sino que además haya tenido la escandalosa ocurrencia de tratar de imponer ese giro radical de política exterior al resto de la Unión Europea, con la consiguiente irritación en no pocas cancillerías del centro y el este de Europa, en países que conocen de sobra la barbarie de las dictaduras comunistas-estalinistas que les esclavizaron durante décadas.
Es simplemente insultante que el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, diga que se va a hablar de todo, incluso de Derechos Humanos, sin que se haga mención alguna a los presos políticos y de conciencia de Cuba. Nadie ha contestado desde el Gobierno a la repugnante declaración del ministro de Exteriores cubano, Pérez Roque, tildando a los presos políticos de «mercenarios» y «terroristas». Es triste, patético y escandaloso que el Gobierno español haya llegado hasta este nivel de entreguismo y claudicación. Convendría recordarle que hoy España -con los socialistas en La Moncloa- no va a poder jugar papel relevante alguno en la transición cubana -palabra, por cierto, proscrita y maldita por el régimen cubano, lo que confirma su inmovilismo-. Los disidentes rechazan de pleno la vergonzosa política de nuestro Gobierno hacia Cuba; el régimen castrista nos desprecia y nos da por descontados, y en Estados Unidos (republicanos y demócratas por igual) desconfían del actual Gobierno de España.
Lo peor es que el personalismo autoritario y caudillista -de cualquier color político- no es novedoso en el maltrecho continente en el que las dictaduras, de extrema izquierda o de extrema derecha, han martirizado a casi todos los países. Sin embargo, la actual variante del populismo tiene elementos novedosos que conviene desentrañar. El populismo no es propiamente de izquierdas o de derechas; en la actualidad, el fenómeno es una fusión ideológica entre los componentes más extremos de ambas.
Continuar leyendo.
El esperpéntico viaje del ministro de Asuntos Exteriores a Cuba merece un análisis en profundidad de los riesgos que regímenes radicales como el cubano representan para todo el continente americano -y para el mundo en general-, así como del error cómplice que ha supuesto el cambio de política del Gobierno en política exterior en general y hacia Latinoamérica en particular.
Es absolutamente insólito que el Ejecutivo de Zapatero no sólo se haya vuelto complaciente con brutales regímenes dictatoriales como el castrista, o en clara y preocupante deriva totalitaria como el de Hugo Chávez en Venezuela, sino que además haya tenido la escandalosa ocurrencia de tratar de imponer ese giro radical de política exterior al resto de la Unión Europea, con la consiguiente irritación en no pocas cancillerías del centro y el este de Europa, en países que conocen de sobra la barbarie de las dictaduras comunistas-estalinistas que les esclavizaron durante décadas.
Es simplemente insultante que el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, diga que se va a hablar de todo, incluso de Derechos Humanos, sin que se haga mención alguna a los presos políticos y de conciencia de Cuba. Nadie ha contestado desde el Gobierno a la repugnante declaración del ministro de Exteriores cubano, Pérez Roque, tildando a los presos políticos de «mercenarios» y «terroristas». Es triste, patético y escandaloso que el Gobierno español haya llegado hasta este nivel de entreguismo y claudicación. Convendría recordarle que hoy España -con los socialistas en La Moncloa- no va a poder jugar papel relevante alguno en la transición cubana -palabra, por cierto, proscrita y maldita por el régimen cubano, lo que confirma su inmovilismo-. Los disidentes rechazan de pleno la vergonzosa política de nuestro Gobierno hacia Cuba; el régimen castrista nos desprecia y nos da por descontados, y en Estados Unidos (republicanos y demócratas por igual) desconfían del actual Gobierno de España.
Lo peor es que el personalismo autoritario y caudillista -de cualquier color político- no es novedoso en el maltrecho continente en el que las dictaduras, de extrema izquierda o de extrema derecha, han martirizado a casi todos los países. Sin embargo, la actual variante del populismo tiene elementos novedosos que conviene desentrañar. El populismo no es propiamente de izquierdas o de derechas; en la actualidad, el fenómeno es una fusión ideológica entre los componentes más extremos de ambas.
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