Por PATRICIA R. BLANCO - Madrid - (El País.com, 30/01/2009)
El propósito declarado de Israel con la incursión en Gaza de "asestar un duro golpe" al movimiento de resistencia islámico Hamás para minimizar el lanzamiento de cohetes Qassam desde la franja contra las ciudades israelíes no es aún una realidad firme. El pasado 17 de enero, Tel Aviv declaró unilateralmente el alto el fuego, después de 23 días de bombardeos, al considerar cumplidos los objetivos de la Operación Plomo Fundido, en la medida en que "los disparos de cohetes" se habían reducido y "numerosos túneles empleados para el contrabando de armas fueron destruidos". Sin embargo, el "duro golpe" que pretendía debilitar y desgastar al movimiento islámico "ha reforzado su imagen" y le ha otorgado "réditos positivos", afirma Eduard Soler i Lecha, coordinador del Programa Mediterráneo y Oriente Medio de la Fundación CIDOB.
"Hamás se ha convertido a ojos de muchos palestinos y de una parte importante de la sociedad árabe en víctima y resistente de los ataques israelíes", explica Soler, que reconoce además en el movimiento el éxito de haber mejorado su posición ante la comunidad internacional: "Los líderes mundiales difícilmente podrían no avalar a Hamás si decide entrar en el juego político y acceder a un Gobierno de unidad nacional, con un perfil más técnico y menos politizado".
La ofensiva, que ha costado la vida a más de 1.300 palestinos y a 10 israelíes, cuenta, al menos en la batalla mediática, con otro ganador posible: la causa palestina. "Sensibilizó al mundo entero como pocas veces antes se había visto", sostiene Yasser Morad, embajador de Egipto en España. Según el representante diplomático del país árabe que lideró la mediación entre las partes, el movimiento civil que ha salido a las calles para exigir el fin de la ocupación obligará a los Gobiernos a reflexionar sobre la magnitud de lo que ha ocurrido en Gaza.
La primera reflexión en la que coinciden la mayoría de analistas es en la necesidad de incluir a Hamás en el proceso de paz. "Un acuerdo entre Fatah y Hamás sería el escenario deseable como primer paso para superar la crisis de Gaza", señala Eduard Soler. Y es que la ausencia de Hamás en cualquier intento de construir un futuro en paz para Gaza y Cisjordania conduciría al fracaso porque "excluiría a gran parte del pueblo palestino, que les apoyó en las urnas en 2006 en su condición de gobernantes y no como movimiento religioso", subraya Eisa Alsoweis, ex vicepresidente de la Asociación Hispano-Palestina Jerusalén.
Alsoweis apunta aún más lejos y considera que "la reconstrucción de Gaza bajo el liderazgo de Hamás sería la mejor opción", en una crítica explícita a la inacción de la Autoridad Palestina ante el ataque israelí sobre Gaza y, en especial, a su líder, Mahmud Abbas, que "ha perdido toda credibilidad". En este punto discrepa el embajador egipcio, que defiende la legalidad de "una Autoridad Palestina internacionalmente reconocida" en la que, no obstante, sí juzga esencial "encajar todas las facciones, incluida Hamás".
Sin embargo, el movimiento de resistencia islámico podría no estar interesado en formar un Gobierno de unidad nacional, más aún al sentir el respaldo mayoritario de los ciudadanos palestinos. Yossi Alpher, director del Centro Jaffe de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv y antiguo asesor del ex primer ministro israelí Ehud Barak, pone en duda el interés de Hamás por alcanzar la reconciliación política palestina, porque no está dispuesto "a aceptar las condiciones impuestas por Egipto", sin olvidar que "las pruebas que demuestran que Hamás mató a docenas de activistas de Fatah en Gaza ha oscurecido la atmósfera interna de los territorios ocupados". Sin la unidad palestina "será difícil lograr un acuerdo para las elecciones presidenciales y legislativas que deberían celebrarse este año".
Pero más allá de la configuración del nuevo escenario político en Oriente Próximo, el primer resultado que deberán arrojar las negociaciones de paz deberá materializarse en una mejora inmediata de las condiciones de vida de los ciudadanos de Gaza, ahogados por un año y medio de bloqueo israelí. "Un modo de asegurar que el frágil cese de las hostilidades permanezca es la revisión de la duras restricciones que Israel y el Cuarteto, con el apoyo de Egipto y de la Autoridad Palestina, impusieron a Hamás en la franja, estima Alpher.
En concreto, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) exige, según Raquel Martí, directora ejecutiva de la delegación española, "la apertura de los pasos fronterizos no sólo a la ayuda humanitaria, sino también a las empresas privadas, para el abastecimiento de los mercados, y a la inyección de dinero líquido", prohibida por Israel ante el temor de que Hamás pueda utilizar el dinero para comprar armamento. Martí denuncia que "la imposibilidad de realizar transferencias a través de los bancos ha hecho que los 10.000 trabajadores de la UNRWA en Gaza no puedan cobrar sus salarios" y obstaculizará el comercio "porque los palestinos no podrán acceder a las mercancías que lleguen a la franja". El resultado es que "al final quien paga las consecuencias es la población civil".
El propósito declarado de Israel con la incursión en Gaza de "asestar un duro golpe" al movimiento de resistencia islámico Hamás para minimizar el lanzamiento de cohetes Qassam desde la franja contra las ciudades israelíes no es aún una realidad firme. El pasado 17 de enero, Tel Aviv declaró unilateralmente el alto el fuego, después de 23 días de bombardeos, al considerar cumplidos los objetivos de la Operación Plomo Fundido, en la medida en que "los disparos de cohetes" se habían reducido y "numerosos túneles empleados para el contrabando de armas fueron destruidos". Sin embargo, el "duro golpe" que pretendía debilitar y desgastar al movimiento islámico "ha reforzado su imagen" y le ha otorgado "réditos positivos", afirma Eduard Soler i Lecha, coordinador del Programa Mediterráneo y Oriente Medio de la Fundación CIDOB.
"Hamás se ha convertido a ojos de muchos palestinos y de una parte importante de la sociedad árabe en víctima y resistente de los ataques israelíes", explica Soler, que reconoce además en el movimiento el éxito de haber mejorado su posición ante la comunidad internacional: "Los líderes mundiales difícilmente podrían no avalar a Hamás si decide entrar en el juego político y acceder a un Gobierno de unidad nacional, con un perfil más técnico y menos politizado".
La ofensiva, que ha costado la vida a más de 1.300 palestinos y a 10 israelíes, cuenta, al menos en la batalla mediática, con otro ganador posible: la causa palestina. "Sensibilizó al mundo entero como pocas veces antes se había visto", sostiene Yasser Morad, embajador de Egipto en España. Según el representante diplomático del país árabe que lideró la mediación entre las partes, el movimiento civil que ha salido a las calles para exigir el fin de la ocupación obligará a los Gobiernos a reflexionar sobre la magnitud de lo que ha ocurrido en Gaza.
La primera reflexión en la que coinciden la mayoría de analistas es en la necesidad de incluir a Hamás en el proceso de paz. "Un acuerdo entre Fatah y Hamás sería el escenario deseable como primer paso para superar la crisis de Gaza", señala Eduard Soler. Y es que la ausencia de Hamás en cualquier intento de construir un futuro en paz para Gaza y Cisjordania conduciría al fracaso porque "excluiría a gran parte del pueblo palestino, que les apoyó en las urnas en 2006 en su condición de gobernantes y no como movimiento religioso", subraya Eisa Alsoweis, ex vicepresidente de la Asociación Hispano-Palestina Jerusalén.
Alsoweis apunta aún más lejos y considera que "la reconstrucción de Gaza bajo el liderazgo de Hamás sería la mejor opción", en una crítica explícita a la inacción de la Autoridad Palestina ante el ataque israelí sobre Gaza y, en especial, a su líder, Mahmud Abbas, que "ha perdido toda credibilidad". En este punto discrepa el embajador egipcio, que defiende la legalidad de "una Autoridad Palestina internacionalmente reconocida" en la que, no obstante, sí juzga esencial "encajar todas las facciones, incluida Hamás".
Sin embargo, el movimiento de resistencia islámico podría no estar interesado en formar un Gobierno de unidad nacional, más aún al sentir el respaldo mayoritario de los ciudadanos palestinos. Yossi Alpher, director del Centro Jaffe de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv y antiguo asesor del ex primer ministro israelí Ehud Barak, pone en duda el interés de Hamás por alcanzar la reconciliación política palestina, porque no está dispuesto "a aceptar las condiciones impuestas por Egipto", sin olvidar que "las pruebas que demuestran que Hamás mató a docenas de activistas de Fatah en Gaza ha oscurecido la atmósfera interna de los territorios ocupados". Sin la unidad palestina "será difícil lograr un acuerdo para las elecciones presidenciales y legislativas que deberían celebrarse este año".
Pero más allá de la configuración del nuevo escenario político en Oriente Próximo, el primer resultado que deberán arrojar las negociaciones de paz deberá materializarse en una mejora inmediata de las condiciones de vida de los ciudadanos de Gaza, ahogados por un año y medio de bloqueo israelí. "Un modo de asegurar que el frágil cese de las hostilidades permanezca es la revisión de la duras restricciones que Israel y el Cuarteto, con el apoyo de Egipto y de la Autoridad Palestina, impusieron a Hamás en la franja, estima Alpher.
En concreto, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) exige, según Raquel Martí, directora ejecutiva de la delegación española, "la apertura de los pasos fronterizos no sólo a la ayuda humanitaria, sino también a las empresas privadas, para el abastecimiento de los mercados, y a la inyección de dinero líquido", prohibida por Israel ante el temor de que Hamás pueda utilizar el dinero para comprar armamento. Martí denuncia que "la imposibilidad de realizar transferencias a través de los bancos ha hecho que los 10.000 trabajadores de la UNRWA en Gaza no puedan cobrar sus salarios" y obstaculizará el comercio "porque los palestinos no podrán acceder a las mercancías que lleguen a la franja". El resultado es que "al final quien paga las consecuencias es la población civil".