Los antiguos persas fueron los primeros en emplear armas químicas, según ha revelado un estudio de la Universidad de Leicester, que ha identificado lo que parece ser la evidencia arqueológica más antigua de guerra química en la ciudad siria Dura-Europos. Las víctimas fueron cerca de 20 soldados romanos que protegían la ciudad del sitio persa en el año 256. Los soldados, según la última investigación llevada a cabo por el arqueólogo Simon James de la Universidad de Leicester, murieron de asfixia.
Dura-Europos, situada en las orillas del río Eufrates, fue conquistada por los romanos, que construyeron allí una fortaleza. Hacia el 256 a.C., la ciudad fue sitiada por las tropas del Imperio persa, bajo la dinastía sasánida (226-651). Ningún texto antiguo relata el enfrentamiento, del que hoy en día se tiene constancia gracias a las excavaciones arqueológicas, iniciadas en los años 20.
Los sasánidas utilizaron toda clase de técnicas, incluidas minas, para abrir una brecha en las murallas, por donde introdujeron, según la investigación, betún y cristales de azufre para asfixiar a los romanos en pocos segundos, ya que estas sustancias emiten gases venenosos en su combustión. "Para los persas, matar a 20 personas en un espacio de menos de dos metros de alto y ancho y alrededor de 11 metros de largo requería poderes de combate sobrehumanos", explica James, que deduce que "los persas habrían escuchado a los romanos abriendo un túnel, por lo que les prepararon una desagradable sorpresa".
Restos del siglo III de soldados romanos en la ciudad siria de Dura-Europos. Universidad de Leicester
Aunque las tropas sasánidas no derrumbaron los muros de la fortaleza, lograron irrumpir en Dura-Europos. Simon James ha encontrado en sus últimas excavaciones un sistema de catapultas para atacar la ciudad. Los restos encontrados parecen indicar que sus habitantes fueron o masacrados o deportados a Persia y que la ciudad fue abandonada para siempre.
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