Por Abraham Yehoshua, escritor israelí, inspirador del movimiento Paz Ahora. Traducción: Sonia de Pedro (LA VANGUARDIA, 14/01/09):
En esta guerra llamada Plomo Fundido, por el verso de una canción infantil que se canta en la fiesta de Januka: “Mi padre me hizo una peonza, una peonza de plomo fundido”, no debemos olvidarnos de un hecho fundamental: Gaza no es Vietnam, ni Iraq, ni Afganistán ni siquiera Líbano. Gaza es una provincia de la patria común que compartimos los israelíes y los palestinos, patria a la que nosotros llamamos Tierra de Israel y a la que ellos llaman Palestina. En Gaza vive un millón y medio de palestinos que son hermanos y compatriotas del millón trescientos mil palestinos israelíes y de los más de dos millones de palestinos que actualmente viven en Cisjordania.
Las personas que viven en la franja de Gaza son ante todo nuestros vecinos y, por lo tanto, siempre tendremos que vivir unos junto a otros, aunque nos separe una frontera. Nuestras casas y ciudades están muy cerca de sus casas y ciudades, nuestros campos lindan con sus campos. Esos gazenses a los que ahora solamente vemos a través del prisma de la guerra, ya sea como activistas o como policías de Hamas, y que en el pasado reciente seguro que fueron activistas y policías de Al Fatah; pues bien, esos gazenses, algunos refugiados de la guerra de 1948 o de otras guerras, también fueron durante años obreros que se ganaron la vida trabajando en nuestras constructoras, en nuestros restaurantes, también comerciamos con ellos, y muchos trabajaban en nuestros invernaderos, ya fuera en poblaciones como Gush Katif o en otros lugares.
Repito: esos gazenses son ante todo nuestros vecinos y siempre lo serán, por lo que debemos mirar muy bien el tipo, la forma, la potencia y la duración de nuestro enfrentamiento armado con ellos. No es posible extirpar a Hamas de la franja de Gaza, de la misma manera que no fue posible extirpar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del pueblo palestino. Menahem Begin y Ariel Sharon llegaron hasta el mismo Beirut con el fin de acabar con la OLP de Yasir Arafat y eso provocó un terrible derramamiento de sangre para ambos lados; y al final, ¿qué fue lo que ocurrió? Que tanto el propio Sharon como Beniamin Netanyahu acabaron sentándose a negociar con el propio Arafat o sus representantes para intentar llegar a un acuerdo de paz. Y ahora, el lugarteniente de Arafat, Mahmud Abas, es bien recibido entre nosotros los israelíes.
Y es que los árabes, como personas que son, pueden cambiar. Del mismo modo que también nosotros cambiamos de postura, la flexibilizamos y nos abrimos a nuevas ideas. Por consiguiente, conviene que nos olvidemos cuanto antes de la vana ilusión de liquidar a un movimiento como Hamas y erradicarlo de Gaza y trabajar con prudencia y sensatez con el fin de llegar a un acuerdo de alto el fuego rápido entre las partes en previsión de que se produzca un cambio en Hamas. Eso es posible y viable y es algo que se ha dado ya muchas veces a lo largo de la historia. Aunque empecemos desde hoy mismo a trabajar seriamente para lograr un acuerdo de alto el fuego, todavía nos esperan días de guerra y de lanzamiento de cohetes Qasam, pero al menos sepamos que no seguimos luchando por un objetivo imposible que solamente acarreará más sangre y destrucción, que pesará en la memoria de los niños de nuestros vecinos, de los que nunca nos separaremos, por mucho que ruede y ruede la peonza.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
En esta guerra llamada Plomo Fundido, por el verso de una canción infantil que se canta en la fiesta de Januka: “Mi padre me hizo una peonza, una peonza de plomo fundido”, no debemos olvidarnos de un hecho fundamental: Gaza no es Vietnam, ni Iraq, ni Afganistán ni siquiera Líbano. Gaza es una provincia de la patria común que compartimos los israelíes y los palestinos, patria a la que nosotros llamamos Tierra de Israel y a la que ellos llaman Palestina. En Gaza vive un millón y medio de palestinos que son hermanos y compatriotas del millón trescientos mil palestinos israelíes y de los más de dos millones de palestinos que actualmente viven en Cisjordania.
Las personas que viven en la franja de Gaza son ante todo nuestros vecinos y, por lo tanto, siempre tendremos que vivir unos junto a otros, aunque nos separe una frontera. Nuestras casas y ciudades están muy cerca de sus casas y ciudades, nuestros campos lindan con sus campos. Esos gazenses a los que ahora solamente vemos a través del prisma de la guerra, ya sea como activistas o como policías de Hamas, y que en el pasado reciente seguro que fueron activistas y policías de Al Fatah; pues bien, esos gazenses, algunos refugiados de la guerra de 1948 o de otras guerras, también fueron durante años obreros que se ganaron la vida trabajando en nuestras constructoras, en nuestros restaurantes, también comerciamos con ellos, y muchos trabajaban en nuestros invernaderos, ya fuera en poblaciones como Gush Katif o en otros lugares.
Repito: esos gazenses son ante todo nuestros vecinos y siempre lo serán, por lo que debemos mirar muy bien el tipo, la forma, la potencia y la duración de nuestro enfrentamiento armado con ellos. No es posible extirpar a Hamas de la franja de Gaza, de la misma manera que no fue posible extirpar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del pueblo palestino. Menahem Begin y Ariel Sharon llegaron hasta el mismo Beirut con el fin de acabar con la OLP de Yasir Arafat y eso provocó un terrible derramamiento de sangre para ambos lados; y al final, ¿qué fue lo que ocurrió? Que tanto el propio Sharon como Beniamin Netanyahu acabaron sentándose a negociar con el propio Arafat o sus representantes para intentar llegar a un acuerdo de paz. Y ahora, el lugarteniente de Arafat, Mahmud Abas, es bien recibido entre nosotros los israelíes.
Y es que los árabes, como personas que son, pueden cambiar. Del mismo modo que también nosotros cambiamos de postura, la flexibilizamos y nos abrimos a nuevas ideas. Por consiguiente, conviene que nos olvidemos cuanto antes de la vana ilusión de liquidar a un movimiento como Hamas y erradicarlo de Gaza y trabajar con prudencia y sensatez con el fin de llegar a un acuerdo de alto el fuego rápido entre las partes en previsión de que se produzca un cambio en Hamas. Eso es posible y viable y es algo que se ha dado ya muchas veces a lo largo de la historia. Aunque empecemos desde hoy mismo a trabajar seriamente para lograr un acuerdo de alto el fuego, todavía nos esperan días de guerra y de lanzamiento de cohetes Qasam, pero al menos sepamos que no seguimos luchando por un objetivo imposible que solamente acarreará más sangre y destrucción, que pesará en la memoria de los niños de nuestros vecinos, de los que nunca nos separaremos, por mucho que ruede y ruede la peonza.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario