Por JAVIER LAFUENTE - Madrid - (El País.com, 01/03/2009)
No debe ser fácil elegir el momento más feliz de una vida cuando se tienen 84 años. Ernesto Cardenal, poeta, sacerdote, revolucionario, y ahora también represaliado por algunos de los que un día fueron sus amigos, tiene muy claro que el sueño del que nunca quiso despertar ocurrió el 19 de julio de 1979 con el triunfo de la revolución sandinista. Tres décadas después, no queda resquicio alguno de aquellos momentos y la situación política de Nicaragua es lo más parecido a una pesadilla de la que Cardenal no consigue deshacerse.
Su libertad la ha ido coartando Daniel Ortega desde que en 1994 se desligara del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por la deriva autoritaria que empezaba a tomar el hoy presidente nicaragüense. Criticado y vilipendiado junto a quienes como él no han querido seguir el camino marcado por el sandinismo oficialista -los escritores Sergio Ramírez, Gioconda Belli y un largo etcétera-, con Cardenal han ido más allá. "Tengo libertad para todo menos para decir en público lo que pienso", se lamenta el poeta octogenario, de carácter tosco, un tanto huraño. Se siente violento al hablar de Ortega; trata de cortar en seco cualquier pregunta sobre él, como si estuviese a punto de explotar ante la imposibilidad de expresarse abiertamente.
Motivos le sobran al autor de La revolución perdida. Una de las últimas veces que criticó en público la situación política de su país fue el pasado verano. Acusó a Ortega de "ladrón", durante su visita a Paraguay con motivo de la toma de posesión del presidente Fernando Lugo. El líder nicaragüense no acudió por supuestos problemas con su avión, aunque los movimientos feministas le habían declarado la guerra por la acusación de violación a su hijastra Zoilamérica Narváez.
Acto seguido, en agosto de 2008, Cardenal fue condenado a pagar una multa de 20.000 córdobas (unos 700 euros) por injuriar al empresario alemán Inmanuel Zerger, un delito del que había sido absuelto en 2005, por una disputa de tierras en el archipiélago de Solentiname, donde el poeta fundó una comunidad casi monástica en 1965 -lo hizo con los cinco mil dólares que ganó del Premio Nacional Rubén Darío- en la que enseñó a escribir y a leer a decenas de campesinos. El juez Daniel Rojas, próximo a Daniel Ortega, fue quien reabrió el caso. El abogado de Zerger es el mismo que en 1998 defendió a Ortega cuando fue acusado por Zoilamérica. Cardenal no aceptó la condena por "injusta" e "ilegal". Sus bienes, escasos, pues durante años donó casi todo lo que recibía a la lucha sandinista, han sido embargados.
El sacerdote conoce perfectamente al presidente nicaragüense, pero se niega a dar su versión de cómo ha llegado a convertirse en el caudillo que es hoy. Ya no. No puede. No quiere. "Era muy diferente. No entendemos el cambio que ha tenido", es lo único que se atreve a decir, en plural, porque sabe que no es el único que así piensa. Inmediatamente, como si se arrepintiese de lo anterior, puntualiza: "Pero yo no tengo libertad para hablar del Gobierno de Nicaragua por las represalias que se me han hecho siempre que he hablado. Tenemos una dictadura y no puedo decir más. Tengo que callarme".
Consciente o no de ello, el silencio de Cardenal transmite mucho más que toda la verborrea que pueda lanzar contra su otrora compañero de lucha. ¿Tiene miedo? "Cuando Franco estaba vivo no se podía vivir en España, salir al extranjero, decir verdades y volver. Yo estoy en esa situación", responde con una sinceridad y rotundidad a la que poco hay que añadir.
A pesar de todo, el escritor, que esta semana ha recibido en Madrid el homenaje de la Casa de América, siempre se ha mantenido firme. En ningún caso se arrepiente de lo que dijo en Paraguay. "Tenía la obligación de hacerlo, callarse hubiese sido pecado".
Dicen los que le conocen que Cardenal es una persona que se engrandece más y lo han engrandecido más al atacarlo. Al escuchar este comentario es de las pocas veces en toda la charla que hace una mueca, lo más parecido a una sonrisa. Es momentáneo. "Es posible que así sea, pero no me gusta este tipo de engrandecimiento, no me gusta que me ataquen", se sincera.
A punto de cumplirse 30 años del derrocamiento del dictador Anastasio Somoza, Cardenal rememora cómo se unió al sandinismo. "Fue un consejo de mi mentor [el monje trapense] Thomas Merton que la vida contemplativa no debía ser indiferente a los problemas sociales y políticos. Mucho menos en América Latina, donde había dictaduras militares. El contemplativo, me decía, tiene que interesarse por los problemas de su pueblo. Eso hizo que yo me interesara por todo aquello, aunque siempre había tenido una vocación de rebeldía política". Algunos de los muchachos de su comunidad participaron en la lucha armada y murieron. "Su ausencia era terrible, terrible, terrible. Algunos caían presos y no supimos que habían sido asesinados hasta que no triunfó la revolución. Tenías la esperanza de que estuvieran vivos en alguna cárcel. Pero no era así".
No se arrepiente "en absoluto" de haber sido partícipe de aquella revolución. "Para mí fue muy bella, la apoyé de todo corazón". Y ahora, ¿sigue creyendo que la lucha armada es legítima? "El papa Pablo VI dijo que la revolución armada era legítima contra una dictadura evidente y prolongada. Ahora mismo eso no ocurre en América Latina. Hay medios de comunicación, partidos políticos, denuncia cívica. No hay por qué echarse al monte".
Consolidada la revolución, siendo Cardenal ministro de Cultura, en 1983, sucedió uno de los episodios más sonados en su vida política: el momento en el que Juan Pablo II, a su llegada a Managua, le regañó en público. "Me dijo: 'usted debe regularizar su situación', pero de una forma muy imponente, ruda. Como yo no quise responder, lo volvió a repetir". No le importó tanto. Él prefiere recordar la visita del Pontífice por la tormentosa misa que celebró en Managua. "Él llegó para derrocar la revolución. Nicaragua era un país católico, con un Gobierno de izquierdas, de orientación marxista, pero apoyado por los cristianos y los sacerdotes. Llegó a hablar en contra de la revolución ante 700.000 personas, la tercera parte del país, para que le aplaudieran, le apoyaran y cayera la revolución. Pero el pueblo se rebeló y le faltó el respeto. La gente gritaba '¡poder popular! ¡poder popular!' y el Papa '¡silencio!", enfatiza.
Muchos fueron los logros de la revolución para uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación: "El derrocamiento de la dictadura; después, la transformación del país, donde se hizo un trabajo verdaderamente voluntario, como fue la vacunación de todos los niños o la alfabetización. Estas cosas sólo son posibles en una revolución".
Su país, que en su opinión necesita otra revolución, al igual que el resto del mundo, dejó de ser un referente hace años. ¿A qué se debe ese desencanto por Nicaragua? Ernesto Cardenal, ahora sí, no lo duda, lo dice de una tacada, sin pensárselo dos veces. Quizá por eso lo hace: "A la pérdida de la revolución y la traición que los que ahora gobiernan Nicaragua hicieron de ella. Allí no hay nada de izquierda, nada de revolución, nada de sandinismo. Lo que hay es nada más corrupción y dictadura. Una dictadura fascista, familiar, de Daniel Ortega, su mujer y sus hijos".
No debe ser fácil elegir el momento más feliz de una vida cuando se tienen 84 años. Ernesto Cardenal, poeta, sacerdote, revolucionario, y ahora también represaliado por algunos de los que un día fueron sus amigos, tiene muy claro que el sueño del que nunca quiso despertar ocurrió el 19 de julio de 1979 con el triunfo de la revolución sandinista. Tres décadas después, no queda resquicio alguno de aquellos momentos y la situación política de Nicaragua es lo más parecido a una pesadilla de la que Cardenal no consigue deshacerse.
Su libertad la ha ido coartando Daniel Ortega desde que en 1994 se desligara del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por la deriva autoritaria que empezaba a tomar el hoy presidente nicaragüense. Criticado y vilipendiado junto a quienes como él no han querido seguir el camino marcado por el sandinismo oficialista -los escritores Sergio Ramírez, Gioconda Belli y un largo etcétera-, con Cardenal han ido más allá. "Tengo libertad para todo menos para decir en público lo que pienso", se lamenta el poeta octogenario, de carácter tosco, un tanto huraño. Se siente violento al hablar de Ortega; trata de cortar en seco cualquier pregunta sobre él, como si estuviese a punto de explotar ante la imposibilidad de expresarse abiertamente.
Motivos le sobran al autor de La revolución perdida. Una de las últimas veces que criticó en público la situación política de su país fue el pasado verano. Acusó a Ortega de "ladrón", durante su visita a Paraguay con motivo de la toma de posesión del presidente Fernando Lugo. El líder nicaragüense no acudió por supuestos problemas con su avión, aunque los movimientos feministas le habían declarado la guerra por la acusación de violación a su hijastra Zoilamérica Narváez.
Acto seguido, en agosto de 2008, Cardenal fue condenado a pagar una multa de 20.000 córdobas (unos 700 euros) por injuriar al empresario alemán Inmanuel Zerger, un delito del que había sido absuelto en 2005, por una disputa de tierras en el archipiélago de Solentiname, donde el poeta fundó una comunidad casi monástica en 1965 -lo hizo con los cinco mil dólares que ganó del Premio Nacional Rubén Darío- en la que enseñó a escribir y a leer a decenas de campesinos. El juez Daniel Rojas, próximo a Daniel Ortega, fue quien reabrió el caso. El abogado de Zerger es el mismo que en 1998 defendió a Ortega cuando fue acusado por Zoilamérica. Cardenal no aceptó la condena por "injusta" e "ilegal". Sus bienes, escasos, pues durante años donó casi todo lo que recibía a la lucha sandinista, han sido embargados.
El sacerdote conoce perfectamente al presidente nicaragüense, pero se niega a dar su versión de cómo ha llegado a convertirse en el caudillo que es hoy. Ya no. No puede. No quiere. "Era muy diferente. No entendemos el cambio que ha tenido", es lo único que se atreve a decir, en plural, porque sabe que no es el único que así piensa. Inmediatamente, como si se arrepintiese de lo anterior, puntualiza: "Pero yo no tengo libertad para hablar del Gobierno de Nicaragua por las represalias que se me han hecho siempre que he hablado. Tenemos una dictadura y no puedo decir más. Tengo que callarme".
Consciente o no de ello, el silencio de Cardenal transmite mucho más que toda la verborrea que pueda lanzar contra su otrora compañero de lucha. ¿Tiene miedo? "Cuando Franco estaba vivo no se podía vivir en España, salir al extranjero, decir verdades y volver. Yo estoy en esa situación", responde con una sinceridad y rotundidad a la que poco hay que añadir.
A pesar de todo, el escritor, que esta semana ha recibido en Madrid el homenaje de la Casa de América, siempre se ha mantenido firme. En ningún caso se arrepiente de lo que dijo en Paraguay. "Tenía la obligación de hacerlo, callarse hubiese sido pecado".
Dicen los que le conocen que Cardenal es una persona que se engrandece más y lo han engrandecido más al atacarlo. Al escuchar este comentario es de las pocas veces en toda la charla que hace una mueca, lo más parecido a una sonrisa. Es momentáneo. "Es posible que así sea, pero no me gusta este tipo de engrandecimiento, no me gusta que me ataquen", se sincera.
A punto de cumplirse 30 años del derrocamiento del dictador Anastasio Somoza, Cardenal rememora cómo se unió al sandinismo. "Fue un consejo de mi mentor [el monje trapense] Thomas Merton que la vida contemplativa no debía ser indiferente a los problemas sociales y políticos. Mucho menos en América Latina, donde había dictaduras militares. El contemplativo, me decía, tiene que interesarse por los problemas de su pueblo. Eso hizo que yo me interesara por todo aquello, aunque siempre había tenido una vocación de rebeldía política". Algunos de los muchachos de su comunidad participaron en la lucha armada y murieron. "Su ausencia era terrible, terrible, terrible. Algunos caían presos y no supimos que habían sido asesinados hasta que no triunfó la revolución. Tenías la esperanza de que estuvieran vivos en alguna cárcel. Pero no era así".
No se arrepiente "en absoluto" de haber sido partícipe de aquella revolución. "Para mí fue muy bella, la apoyé de todo corazón". Y ahora, ¿sigue creyendo que la lucha armada es legítima? "El papa Pablo VI dijo que la revolución armada era legítima contra una dictadura evidente y prolongada. Ahora mismo eso no ocurre en América Latina. Hay medios de comunicación, partidos políticos, denuncia cívica. No hay por qué echarse al monte".
Consolidada la revolución, siendo Cardenal ministro de Cultura, en 1983, sucedió uno de los episodios más sonados en su vida política: el momento en el que Juan Pablo II, a su llegada a Managua, le regañó en público. "Me dijo: 'usted debe regularizar su situación', pero de una forma muy imponente, ruda. Como yo no quise responder, lo volvió a repetir". No le importó tanto. Él prefiere recordar la visita del Pontífice por la tormentosa misa que celebró en Managua. "Él llegó para derrocar la revolución. Nicaragua era un país católico, con un Gobierno de izquierdas, de orientación marxista, pero apoyado por los cristianos y los sacerdotes. Llegó a hablar en contra de la revolución ante 700.000 personas, la tercera parte del país, para que le aplaudieran, le apoyaran y cayera la revolución. Pero el pueblo se rebeló y le faltó el respeto. La gente gritaba '¡poder popular! ¡poder popular!' y el Papa '¡silencio!", enfatiza.
Muchos fueron los logros de la revolución para uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación: "El derrocamiento de la dictadura; después, la transformación del país, donde se hizo un trabajo verdaderamente voluntario, como fue la vacunación de todos los niños o la alfabetización. Estas cosas sólo son posibles en una revolución".
Su país, que en su opinión necesita otra revolución, al igual que el resto del mundo, dejó de ser un referente hace años. ¿A qué se debe ese desencanto por Nicaragua? Ernesto Cardenal, ahora sí, no lo duda, lo dice de una tacada, sin pensárselo dos veces. Quizá por eso lo hace: "A la pérdida de la revolución y la traición que los que ahora gobiernan Nicaragua hicieron de ella. Allí no hay nada de izquierda, nada de revolución, nada de sandinismo. Lo que hay es nada más corrupción y dictadura. Una dictadura fascista, familiar, de Daniel Ortega, su mujer y sus hijos".
1 comentario:
EL POLIZONTE EN LA IZQUIERDA QUE URDIÓ UNA TRAMPA CON CARDENAL:
Diga lo que diga la falsa izquierda de las ONGs derechistas financiadas por el imperio, la realidad imposible de ocultar es que el obispo Fernando Lugo ganó las elecciones del 20 de abril con notorio respaldo de la embajada norteamericana ocupada por James Cason, y con el apoyo de la prensa vinculada a la Secta Moon. Su plataforma política la constituyeron grupos de activistas vinculados a ONGs derechistas relacionadas con el NED, IAF, USAID, etc., neoliberales como el sector de Luis Alberto Castiglioni y los partidarios del desaparecido dictador Alfredo Stroessner, todos ellos disidentes del partido colorado que presentó una candidatura que no era del agrado de estos grupos de extrema derecha.
Algunos grupos que se autoproclaman izquierdistas alegaron razones de coyuntura para seguir como furgón de cola la candidatura del obispo. La presencia de ellos constituye parte del libreto de la derecha, que los utiliza para fustigar sobre supuesta infiltración marxista en el gabinete del clérigo, aunque en realidad esté constituído en su totalidad por personeros del neoliberalismo y la embajada norteamericana.
IZQUIERDA GESTADA EN LA EMBAJADA NORTEAMERICANA
La totalidad los integrantes del gabinete del obispo Fernando Lugo provienen del sector de las ONGs financiadas por la embajada norteamericana. Se cuentan entre ellos a Gloria Rubín (referente en Paraguay del NED y la CIA), Camilo Soares (beneficiario de fondos de IAF y NED, favorecido del gobierno de George W. Bush) Rafael Filizzola (signatario de acuerdos con Alvaro Uribe a instancias de la ex operadora del plan Colombia Liliana Ayalde), Karina Rodríguez (de la Casa de la Juventud, que recibió 127 mil dólares de la Inter American Foundation), Liz Torres (referente de las logias de ONGs dependientes de la embajada norteamericana), Esperanza Martínez (del movimiento Tekojojá, financiado por USAID, hoy envuelto en escándalo por corrupción), Canciller Hamed Franco (del Pmas, un movimiento financiado por James Cason), el Vice-canciller Jorge Lara Castro (recibe dólares de la embajada a través de la ONG fantasma Alter Vida), Ministro de Defensa General Bareiro Spaini (hombre de la embajada norteamericana, educado en las escuelas de golpistas de Estados Unidos) o el ministro de Hacienda Dionisio Borda, antiguo responsable de las finanzas de los gobiernos corruptos y agente de la embajada norteamericana y del FMI.
Asimismo, Fernando Lugo ha anunciado que se mantendrá la política de sometimiento al imperio nortemericano en Paraguay, y se desconoce lo tratado por Lugo en New York con referentes de la mafia ítalo-norteamericana como John Tonelli, o con el heredero del imperio petrolero que en la década de 1930 llevó a la matanza a cien mil bolivianos y paraguayos, David Rockefeller. Lo único cierto es que ofició de guía turístico en la gran manzana Conrado Pappalardo, un personaje conocido por haber operado para el Plan Cóndor y haber proveído pasaportes para el asesinato en Washington de Orlando Letelier.
Otros cónclaves nunca aclarados por parte del obispo fueron sus reuniones con James Cason y Roger Noriega, pocos segundos después que Aleida Guevara March, hija del Che Guevara, haya abandonado la misma oficina por la misma puerta por la que entraron estos grandes amigos de Cuba y los hermanos Castro.
No se sabe el motivo de las visitas de Christopher McMuller, subsecretario norteamericano de Asuntos del Hemisferio Occidental, al viceministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Jorge Lara Castro, un viejo favorecido de la embajada norteamericana de Asunción.
UNA OPERACION ENCUBIERTA DE LA CIA PERFECTA
Todo el andamiaje de la CIA y sus extensiones y derivados, como USAID, la National Endowment for Democracy y la prensa adicta al imperio, se jugó por el obispo Fernando Lugo el 20 de abril.
En Paraguay, llamó la atención que las ONGs recibieran fuertes donaciones a partir de la llegada al país del embajador James Cason, un conocido desestabilizador apadrinado por Otto Reich. El objetivo de la operación encubierta era sufragar la alternancia en el poder, ubicando al obispo Fernando Lugo en la presidencia de Paraguay.
Entre las numerosas organizaciones beneficiarias de estos dólares distribuidos por la administración de George W. Bush que apoyaron a la campaña del obispo, sobresalieron Gestión Local y la Casa de la Juventud, que financiaron con fondos de USAID e IAF a los movimientos Tekojoja y Pmas, como en Nicaragua la NED y otros organismos alternativos de la CIA propiciaron la elección de Violeta Chamorro en 1989.
Las organizaciones no gubernamentales y voluntarias –lo que hoy conocemos por sociedad civil— son conocidas como una extensión de las políticas neoliberales de EE UU en todo el mundo.
La CIA y la US Agency for International Development (USAID ó AID) tienen un protagonismo central en el esquema de promover las ideas y hechos políticos favorables al imperio, y a ellas se añadió un nuevo organismo, creado en 1983, bautizado como The National Endowment for Democracy (NED).
En Paraguay, la NED ejerce un control total sobre la prensa mediática, a la que presenta listas indicando cuáles son los referentes políticos que puede promocionar. Son los principales referentes de la NED los propietarios de ABC color y radio Ñandutí, Aldo Zucolillo y Humberto Rubín, dueños de gran parte de lo que en el país se puede decir. En Brasil, a comienzos de los 60, se utilizaron idénticas operaciones de la CIA junto a las de la sociedad civil opuesta al gobierno, con el resultado de provocar el golpe militar de 1964 contra el presidente Joâo Goulart, que dio comienzo a 20 años de una represión política indescriptiblemente brutal.
En fechas más recientes coordinaron un golpe mediático contra el gobierno de Raúl Cubas en Paraguay (marzo de 1999) y aceitaron a la sociedad civil de oposición al gobierno venezolano de Hugo Chávez, donde el papel de organismos gubernamentales estadounidenses, la CIA y otros como la AID y la NED detrás del fallido golpe de estado de abril de 2002 fue evidente.
El embajador norteamericano James Cason, como un flautista de Hamelín dedicado a cantar folklore paraguayo, fue determinante para alinear a todas las ONGs y fundaciones que reciben dólares americanos detrás del clérigo-presidente, sobrino del agente de la CIA Epifanio Méndez (delatado por Agee) y que perpetúa hoy la tradición familiar.
Entre las organizaciones aparecieron incluso grupos de feministas, que se vieron obligadas a impulsar una candidatura de un obispo católico, a pesar del clásico antagonismo con el Vaticano.
Entre estas supuestas organizaciones civiles estuvieron las feministas de convicciones subsidiadas por USAID como las Mujeres Políticas en Red, Parlamento Mujer, Red de Mujeres Políticas, Red de Mujeres Munícipes del Paraguay (RMMP), Coordinadora Interpartidaria de Mujeres del Paraguay (CIMPAR),), Mujeres Políticas por la Democracia y el Desarrollo,etc.
Son sufragadas desde la embajada norteamericana además de las redes de mujeres, Ideco (Roberto Ferreira), el Partido Demócrata Cristiano, Partido Encuentro Nacional, Patria Querida, el grupo de adherentes del Partido Unace que lidera Emma Rolón, la Red de Contralorías ciudadanas del Paraguay, la Contraloría Ciudadana de Ypané, Afosci, CIDSEP, CISNI, Fedem, Transparencia Paraguay, Semillas para la Democracia, radio Los Angeles, Radio Comunitaria de Villa Elisa, Fundación Tierra Nueva y GEAM, todos estos grupos aglutinados en el Grupo impulsor para la Regulación del Financiamiento Político en Paraguay.
La nómina sigue con Sakã (transparencia, en guaraní), integrada por cinco organizaciones no gubernamentales, Gestión Local, vinculada al Moviendo Tekojoja. Los "proyectistas" son Raúl Monte Domecq y Guillermina Kanonnikoff).
Otros grupos paraguayos financiados por extensiones de la CIA son Decidamos, Instituto de Geopolítica y Estudios Internacionales (IPEGEI), Radio CARITAS, Mujeres Por la Democracia, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos Fundación Paraguaya para la Cooperación y Desarrollo, Centro de Estudios Democráticos (CED), Centro de Información y Recursos para el Desarrollo, Instituto de derecho y Economía Ambiental, Centro de Estudios y Formación para el Ecodesarrollo, Asociación de Empresarios, Comité Paraguay-Kansas, Asociación Afro Paraguaya Kamba Cua, Centro Interdisciplinario de Derecho Social y Economía Política, Fundación Arlequín Teatro", Casa de la Juventud – Paraguay, cuna del Pmas de Camilo Soares, Cooperativa La Norteña y la Escuela Agrícola de Carumbey, Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales.
En el marco de la campaña pro-obispo, maletines de George W. Bush ingresaron en forma encubierta en Paraguay, yendo a parar a los bolsillos de los partidarios del obispo de los pobres y teólogo de la liberación, el marxista clérigo-presidente Fernando Lugo.
Por ejemplo, los 45,226.96 dólares que en nombre del Plan Umbral recibió recientemente la guevarista Casa de la Juventud (ONG que recauda para el PMas) de mano de organismos imperialistas bajo control de George W. Bush, supuestamente para enseñar a estudiantes secundarios algo fundamental: "identificar la corrupción" en Paraguay. Se suma el dinero a los 127.000 con que anteriormente les benefició la IAF. Se añaden en el mismo contexto las fuertes sumas que recibe Gestión Local, ONG cuyos responsables son a la vez financistas de Tekojoja, o los 132.700 dólares que en el 2006 recibió la Fundación Arlequín Tetro (refugio de organizadores de manifestaciones contra la actual administración municipal) para objetivos tan relacionados con el arte escénico como "ayudar a adolescentes de centros educativos a identificar, estudiar, discutir y atender las prioridades de la comunidad". Debemos agregar los 116.300 dólares de George W. Bush recibidos en el 2006 por el CIDSEP, los 95.000 dólares recibidos por la Fundación paraguaya para la Cooperación y Desarrollo del ex intendente Martín Burt, los 94.000 depositados a nombre de la ADEC, los 27.500 donados a la CPES de Domingo Rivarola, los 164.404 aportados a la CED, o las importantes donaciones que reciben el CIRD de Agustín Carrizosa para "apoyar a las organizaciones de la sociedad civil", la IDEA de Patricia Abed, o los sensibles ecologistas de Alter Vida como Jorge Lara Castro.
Como puede advertirse, la lista es bastante extensa y garantiza un amplio control sobre la "sociedad civil" paraguaya. No es la victoria electoral del Obispo Fernando Lugo la primera operación exitosa de la NED, USAID y la CIA en Paraguay, que ya actuó en Paraguay con eficacia varias veces. Por ejemplo, cuando en 1989 se derrumbaba la Unión Soviética, y con ella la propaganda con que el dictador Alfredo Stroessner justificaba sus abusos, se aseguró de promover un cambio a la medida de los intereses imperialistas, limpiando expedientes y ubicando en la presidencia a un célebre narcotraficante.
El mismo año el gobierno norteamericano invirtió mil millones de dólares en el triunfo de Violeta Chamorro en Nicaragua, imponiendo así una jefa de estado con los billetes provenientes de la National Endowment for Democracy, un inofensivo organismo llamado a tomar la posta de la CIA desde 1983.
Considerando inminente el fin de Stroessner, el imperio norteamericano se movilizó en ese entonces para impedir que sus adversarios tomen las riendas a su caída, para lo cual se apresuró a ganar para su causa a los disidentes con una muy buena remuneración.
El encargado de distribuír los dólares para "el cambio" fue el Dr. Carl Gershman, presidente de la NED. La Freedom House funcionó como un embudo por donde pasaron los fondos que concedía la NED, y gran parte de ellos fueron a parar a los bolsillos de los comunicadores destacados.
Radio Ñandutí, a través de la Casa de la Libertad, recibió importantes sumas de dinero de la National Endowment for Democracy (NED). Leonard Sussman, agente de la CIA y Director Ejecutivo de la Casa de la Libertad, realizó una visita a Paraguay a fines de 1987, guiado por Humberto Rubín, estableciendo contactos con varias organizaciones que luego recibirían fondos de la NED. El objetivo era "madurar" la idea del cambio.
A partir de entonces, estos organismos promovieron la estructuración de un andamiaje que hoy controla todo lo que en Paraguay se puede decir, paradójicamente con la coartada de que defienden la libertad de expresión.
Un organismo es la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP), a la que acompaña Cerneco. Reciben con frecuencia los auspicios de USAID. Por ejemplo, el "Foro por la libertad de expresión", organizado por la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP) y CERNECO en noviembre de 2004, fue auspiciada por la USAID (Agencia Internacional de desarrollo de los Estados Unidos). A este "Foro" asistió el señor Kevin Goldberg, "experto norteamericano en Libertad de Expresión y Derecho a la Información". Otro apéndice de la embajada norteamericana es el Centro de Regulación, Normas y Estudios de la Comunicación (CERNECO), fundado en 1990. Humberto Rubin, vinculado con la Nacional Endowment for Democracy (NED), fue presidente de CERNECO entre 1992-2002.
CERNECO proclama que "Surgió como un medio para canalizar inquietudes, ideales y el espíritu de servicio y progreso de un grupo de personas vinculadas al campo de la comunicación masiva".
Se formó una línea de acción que enfocaba el tema del Código de Ética, que regulaba la conducta de los propios medios de comunicación, de las empresas anunciantes y de las agencias de publicidad. Integraron la comisión pro-Código de Ética: Carlos Jorge Biedermann, Rufo Medina e Ilde Silvero. Rufo Medina e Ilde Silvero son empleados de Aldo Zuccolillo, dueño del diario ABC Color. En cuanto a Carlos Jorge Biedermann, basta con señalar que es yerno del general de la "Operación Cóndor", Guillermo Federico Clebsch, egresado de la Escuela de las Américas, detalle que alcanza para conocer cuál es la tendencia de su "ética"
Otra organización vinculada a este grupo es CONAR: Consejo de Autorregulación Publicitaria de CERNECO, un ente privado cuyo objetivo es la autorregulación de la publicidad, proponiendo a través de sus recomendaciones, que los mensajes publicitarios se encuadren dentro de los principios de la legalidad, honestidad, decencia y veracidad".
Toda esa estructura estuvo al servicio del Obispo Fernando Lugo, en una operación magistralmente coordinada por el desestabilizador estrella de George W. Bush, James Cason, y presentada ante la prensa mediática y los incautos como "un gran triunfo de la izquierda". Lo que se dice una perfecta operación encubierta de la CIA en Paraguay.
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