Por Antoni Serra Ramoneda, presidente de Tribuna Barcelona (EL PERIÓDICO, 23/11/08):
Los resultados de la primera subasta del Fondo de Adquisición de Activos financieros, arbitrada para suministrar liquidez a nuestro sistema bancario, han suscitado explicaciones muy dispares. Recordemos que el Tesoro estaba dispuesto a conceder créditos a dos años, a cambio de la pignoración de activos de elevada calidad, a las entidades que lo integran hasta un máximo total de 5.000 millones de euros. La respuesta fue muy tibia, por cuanto tan solo se han adjudicado 2.115 millones a un conjunto de 28 entidades de las 360 que podían optar a conseguir una porción del importe total.
Para algunos comentaristas, este resultado demuestra que el presidente Zapatero está en lo cierto cuando, ufano, proclama la buena salud de nuestro sistema financiero. Las quejas de los empresarios por las dificultades que encuentran cuando acuden a los bancos en solicitud de crédito no se deberían, pues, a la escasa liquidez de que estos disponen, sino a la excesiva inseguridad que muestran los proyectos de inversión por aquellos presentados. El problema residiría en la demanda de crédito y no en la oferta.
PERO ESTA explicación tropieza con dos peros. ¿Por qué, entonces, la banca española ha acudido numerosas veces al Banco Central Europeo (BCE) para lograr una cantidad importante de euros? Y, segundo, ¿por qué el propio Tesoro, que cuenta con el asesoramiento del Banco de España, ha organizado una operación tan compleja para cubrir unas inexistentes, o cuando menos muy livianas, necesidades?
También es frecuente oír que si tan pocos y con tan exiguos importes han acudido a la subasta es por pudor, por no enseñar las vergüenzas. Temerosas de que el mercado pudiera interpretar como un signo de debilidad solicitar una suma importante, y a un tipo de interés sustancioso para asegurarse su concesión, muchas entidades prefirieron pasar estrecheces antes que desvelar sus cartas. Cierto es que, en teoría, los contenidos de las ofertas eran secretos, pero el hermetismo no es una característica frecuente en las operaciones que en el país se llevan a cabo, especialmente cuando los medios de comunicación están ávidos por conocer sus entresijos.
Dos conductas son reveladoras de la solidez de este argumento. Alguna entidad de las que acudieron con éxito a la llamada ha preferido adelantarse y abiertamente explicar con detalle las condiciones de la oferta y la suma adjudicada, antes que correr el riesgo de que dimes y diretes empeoraran la realidad. Otra, en cambio, para demostrar su fortaleza, fijó por un nivel muy bajo el tipo de interés que estaba dispuesta a pagar por el crédito solicitado para que el Tesoro se viera obligado a rechazarla. Y así ocurrió, por cuanto el mínimo que finalmente se estableció fue del 3,15%.
No faltan otras explicaciones más técnicas. Unas arguyen que las condiciones a las que ofrece liquidez el BCE son superiores a las del Fondo de Adquisición de Activos en tres aspectos. Primero, aquel no desvela los nombres de las entidades que acuden a sus subastas, con lo que no hay peligro de que el remedio sea peor que la enfermedad. Segundo, la exigencia de calidad de los títulos que acepta como garantía la entidad con sede en Fráncfort es más laxa. Basta con que alcancen el nivel de A en las titulizaciones y triple B en los demás activos, mientras que en España no puede ser inferior a la doble A. Y tercero, hay una expectativa bien fundamentada de que el BCE rebaje el próximo mes al 2,75% el tipo de interés a pagar por los créditos que conceda a las entidades bancarias. Con lo que, con un poco de paciencia, la liquidez podrá lograrse a un coste menor que acudiendo a la subasta del jueves pasado. Sin embargo, no cabe olvidar que el plazo de los créditos del BCE es de seis meses, mientras que el de los que otorgaba el Fondo, como se ha dicho, es de dos años, lo que los hace menos atractivos.
¿Quiere ello decir que el sistema arbitrado por las autoridades españolas para ayudar a la banca a superar la crisis está condenado al fracaso? ¿Debería suspenderse, o cuando menos cambiar sustancialmente sus condiciones, la próxima subasta, en diciembre? Recordemos que por estas fechas el Fondo ofrecerá créditos por un importe total máximo de 7.885 millones de euros. Dos condiciones cambiarán respecto a la precedente. El plazo se alargará a tres años y la calidad de los títulos aportados como garantía no podrá ser inferior a la triple A. Mi opinión es que no hay que desanimarse por el resultado inicial, que ha sido un tanteo entre bancos y Administración. Los vencimientos de deuda de las entidades financieras hispanas en el 2009 son de una magnitud tal que no pueden permitirse el lujo de despreciar una fuente de financiación con las condiciones, que irán refinándose, de la arbitrada por el Fondo. Se estima que las necesidades netas de liquidez de nuestras entidades crediticias se situará, el venidero año, en torno a los 90.000 millones de euros y este hueco no puede ser cubierto solo con créditos a corto plazo del BCE. Poco a poco, los bancos perderán su timidez inicial al comprobar que los efectos sufridos por los que dieron el paso adelante en este mes de noviembre no han sido negativos.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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