Por Boban Minic, periodista (EL PERIÓDICO, 01/11/08):
Consciente de que, por varias razones, la guerra en Kosovo no es posible, su objetivo –y no solo suyo– ahora es Bosnia, el eslabón más débil del mapa balcánico. Sabiendo que el beligerante clérigo era el guía espiritual de Radovan Karadzic y que es un destacado partidario de la división de Bosnia, es obvio que sus declaraciones tienen como fin calentar los ánimos y preparar a los serbios, en particular a los serbobosnios, para una nueva aventura.
El Estado de Bosnia no funciona. La entidad serbia paraliza su funcionamiento, y con obstáculos, vetos y desobediencia civil e institucional intenta agotar la paciencia de la comunidad internacional e independizarse. Apoyados por los rusos, los serbios piden el fin de la presencia de la comunidad internacional en Bosnia. Paralelamente, preparan un referendo (por supuesto, inconstitucional) para sondear la opinión pública sobre la independencia. El resultado es más que previsible. La entidad es étnicamente limpia y los escasos bosniomusulmanes y croatas que se atreven a volver a los pueblos de su martirio son ciudadanos de segunda.
POR OTRO LADO, los insensibles políticos bosnios y croatas no hacen lo más mínimo para despertar la confianza perdida. Los musulmanes, apoyándose en la sentencia del Tribunal de La Haya, reabren la cuestión del origen genocida y criminal de la entidad serbia, lo que estos últimos interpretan como el intento de anularla, de establecer un Estado centralizado con la dominación de los musulmanes donde ellos –los serbios– serían ciudadanos de segunda categoría. El caos se agrava si se añaden las últimas elecciones locales por la victoria de los partidos nacionalistas –los mismos que empezaron la guerra en 1992– y un entorno nada favorable: Montenegro está hirviendo, Macedonia es un país desesperado, Serbia está frustrada, Croacia y parte de los croatas de Bosnia todavía sueñan con su unificación, Kosovo sigue siendo un barril de pólvora, Albania no encuentra su identidad sin la unificación con Kosovo (lo que no está en la hoja de ruta de la política internacional), etcétera.
La guinda es la crisis económica mundial, que traerá un importante, casi mortal, cese de los créditos que actualmente dan vida a la mayoría de los países de la región. Contemplando el caos económico y político, no es de extrañar que los políticos de toda la región sean corruptos o que piensen más en los símbolos y señas de identidad de su nación que en los estados que representan. El Foro Económico Mundial revela en un informe que, entre 134 estados, solo los ciudadanos de Zimbabue, Venezuela y Paraguay tienen menos confianza en los políticos que los bosnios.
A LOS EUROPEOS no les gustará, pero la mayoría de bosnios piensan que la salvación solo puede llegar de nuevo de EEUU. El embajador estadounidense dice lo que los bosnios quieren oír: con independencia de los resultados de las elecciones del 4 de noviembre, Bosnia continuará siendo un asunto de interés nacional de la política norteamericana.
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