Por PATRICIA R. BLANCO - Madrid - (El País.com, 05/02/2009)
La expulsión del embajador de Israel en Venezuela en protesta por la ofensiva sobre Gaza no ha sorprendido a Tel Aviv. Las relaciones diplomáticas entre ambos países eran ya prácticamente inexistentes desde la guerra de Israel en Líbano, en el verano de 2006. Sin embargo, la medida adoptada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y secundada por Bolivia no preocupa a Israel como factor desestabilizador de la situación política en Oriente Próximo, sino como un reflejo del deterioro de su imagen en Latinoamérica, que puede ir más allá del discurso antiimperialista del mandatario venezolano y que obliga a Israel a redefinir su estrategia en la región. El ataque del pasado 30 de enero contra la sinagoga Tiferet Israel en Caracas ha desencadenado la polémica.
"No es un rechazo directo contra los judíos, que tradicionalmente han sido aceptados en los países americanos, sino en su relación con Israel", apunta Iván Briscoe, especialista en Latinoamérica del think tank Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride). El experto descarta un brote de antisemitismo, aunque reconoce que la magnitud de la repulsa hacia el Estado israelí ha alcanzado una dimensión desconocida hasta ahora, no sólo en Venezuela sino también en Bolivia y en Centroamérica.
La sombra de Irán
La mayor presencia de Irán en la región, que ha abogado por "borrar del mapa al Estado judío" y ha negado el Holocausto, inquieta especialmente a Israel. En Tel Aviv no pasan inadvertidos los vínculos entre Teherán y Caracas, que amenazan con extenderse a los países afines a la ideología chavista. Según Briscoe, la relación con Irán es muy compleja, pero se pueden relativizar los comentarios que propugnan la destrucción de Israel, porque el intento de estrechar los lazos con Latinoamérica responde a prioridades estratégicas y a una búsqueda de oportunidades en el comercio de armas y en la industria del petróleo frente a la presión de Estados Unidos.
La larga tradición y el arraigo de la comunidad judía en América hacen difícil que los "Gobiernos adopten una posición clara contra Israel", continúa el especialista de Fride. En países como México, con destacadas figuras de origen judío en el mundo de la cultura, como el cineasta Arturo Ripstein o el historiador Enrique Krauze, y donde la comunidad de esta confesión ha contribuido a la construcción del país, no se han vivido hasta el momento situaciones similares a la del ataque contra la sinagoga de Caracas, por lo que Israel debe trabajar en esta línea para reforzar su imagen en el exterior. A pesar de ello, la traslación del rechazo a Israel, más marcado tras la guerra en Gaza, en un rechazo global contra quienes profesan el judaísmo, con independencia de su nacionalidad, es una realidad que las autoridades israelíes no pueden ignorar en la medida en que afecta directamente a su posicionamiento mundial.
Según Jacobo Israel Garzón, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, las actuaciones ante los ataques contra instituciones judías no surtirán ningún efecto a menos que la crítica hacia Israel deje de traspasar la arena política y quede exenta de alusiones religiosas.
Pero Tel Aviv no puede descuidar el eco de su dimensión política. El impacto mediático de las imágenes del conflicto en la franja de Gaza, que ha provocado la muerte de más de 1.300 palestinos, ha "horrorizado" a un importante sector de la opinión pública latinoamericana, un fenómeno significativo en un "pueblo poco preocupado por lo que pasa fuera de sus fronteras", considera Iván Briscoe.
En opinión del embajador de Egipto en España, Yasser Morad, Israel debería "calcular con más astucia" las consecuencias de sus acciones bélicas y evitar repetir "decisiones monumentalmente erróneas", como la ofensiva sobre Gaza, si pretende fortalecer sus relaciones diplomáticas.
La expulsión del embajador de Israel en Venezuela en protesta por la ofensiva sobre Gaza no ha sorprendido a Tel Aviv. Las relaciones diplomáticas entre ambos países eran ya prácticamente inexistentes desde la guerra de Israel en Líbano, en el verano de 2006. Sin embargo, la medida adoptada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y secundada por Bolivia no preocupa a Israel como factor desestabilizador de la situación política en Oriente Próximo, sino como un reflejo del deterioro de su imagen en Latinoamérica, que puede ir más allá del discurso antiimperialista del mandatario venezolano y que obliga a Israel a redefinir su estrategia en la región. El ataque del pasado 30 de enero contra la sinagoga Tiferet Israel en Caracas ha desencadenado la polémica.
"No es un rechazo directo contra los judíos, que tradicionalmente han sido aceptados en los países americanos, sino en su relación con Israel", apunta Iván Briscoe, especialista en Latinoamérica del think tank Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride). El experto descarta un brote de antisemitismo, aunque reconoce que la magnitud de la repulsa hacia el Estado israelí ha alcanzado una dimensión desconocida hasta ahora, no sólo en Venezuela sino también en Bolivia y en Centroamérica.
La sombra de Irán
La mayor presencia de Irán en la región, que ha abogado por "borrar del mapa al Estado judío" y ha negado el Holocausto, inquieta especialmente a Israel. En Tel Aviv no pasan inadvertidos los vínculos entre Teherán y Caracas, que amenazan con extenderse a los países afines a la ideología chavista. Según Briscoe, la relación con Irán es muy compleja, pero se pueden relativizar los comentarios que propugnan la destrucción de Israel, porque el intento de estrechar los lazos con Latinoamérica responde a prioridades estratégicas y a una búsqueda de oportunidades en el comercio de armas y en la industria del petróleo frente a la presión de Estados Unidos.
La larga tradición y el arraigo de la comunidad judía en América hacen difícil que los "Gobiernos adopten una posición clara contra Israel", continúa el especialista de Fride. En países como México, con destacadas figuras de origen judío en el mundo de la cultura, como el cineasta Arturo Ripstein o el historiador Enrique Krauze, y donde la comunidad de esta confesión ha contribuido a la construcción del país, no se han vivido hasta el momento situaciones similares a la del ataque contra la sinagoga de Caracas, por lo que Israel debe trabajar en esta línea para reforzar su imagen en el exterior. A pesar de ello, la traslación del rechazo a Israel, más marcado tras la guerra en Gaza, en un rechazo global contra quienes profesan el judaísmo, con independencia de su nacionalidad, es una realidad que las autoridades israelíes no pueden ignorar en la medida en que afecta directamente a su posicionamiento mundial.
Según Jacobo Israel Garzón, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, las actuaciones ante los ataques contra instituciones judías no surtirán ningún efecto a menos que la crítica hacia Israel deje de traspasar la arena política y quede exenta de alusiones religiosas.
Pero Tel Aviv no puede descuidar el eco de su dimensión política. El impacto mediático de las imágenes del conflicto en la franja de Gaza, que ha provocado la muerte de más de 1.300 palestinos, ha "horrorizado" a un importante sector de la opinión pública latinoamericana, un fenómeno significativo en un "pueblo poco preocupado por lo que pasa fuera de sus fronteras", considera Iván Briscoe.
En opinión del embajador de Egipto en España, Yasser Morad, Israel debería "calcular con más astucia" las consecuencias de sus acciones bélicas y evitar repetir "decisiones monumentalmente erróneas", como la ofensiva sobre Gaza, si pretende fortalecer sus relaciones diplomáticas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario