Por Pedro Malan, ex ministro de Finanzas brasileño y gobernador del Banco Central de Brasil, miembro del Comité de Dirección del Simposio de Mercados Emergentes en el Green Templeton College, Oxford, y presidente de la Junta Internacional de Asesores de Itaú Unibanco de Brasil (Project Syndicate, 30/03/11):
Las fuerzas detrás del crecimiento de las ciudades europeas y norteamericanas en el siglo XIX y XX hoy son el motor de la urbanización en Brasil, China, India, México, Rusia y otros países de mercados emergentes. Dado que el crecimiento de estas ciudades se vio impulsado y magnificado por tecnologías productivas, una rápida migración interna y altas tasas netas de reproducción, muchas de ellas alcanzaron un tamaño sin precedentes a una velocidad acelerada. De hecho, todas excepto tres de las 20 ciudades más grandes del mundo están en mercados emergentes.
Muchos pronósticos sugieren que para 2030, las cuatro principales economías de mercados emergentes habrán superado a todo el G-7 en tamaño, y que para 2050, las economías de mercados emergentes de hoy representarán más de la mitad de la economía global y una porción aún mayor de la población mundial. Todos estos pronósticos suponen que el crecimiento económico se generará en las ciudades.
Ahora bien, ¿las ciudades de mercados emergentes serán lo suficientemente saludables como para impulsar un rápido crecimiento económico? Las cuestiones que preocupan a los responsables de políticas sanitarias y a los profesionales de la salud en Lima, El Cairo, Kolkata y Yakarta reflejan climas, geografías, historias y culturas contrastantes. Cada ciudad, en definitiva, es un caso especial. Pero comparten algunas características genéricas.
Una es que la carga de enfermedades urbanas está mutando de enfermedades infecciosas a enfermedades crónicas –las llamadas “enfermedades de la prosperidad”-. Pero los pobres urbanos, que se enfrentan a una mala situación habitacional, una infraestructura limitada y servicios precarios, son vulnerables a epidemias, enfermedades infantiles basadas en la desnutrición, VIH/SIDA, malaria, tuberculosis y trastornos mentales. También son más proclives a verse afectados en mayor medida por desastres naturales, como las inundaciones y los derrumbes de lodo que devastaron partes de Río de Janeiro en enero.
Una segunda característica genérica de las ciudades de mercados emergentes es que las densas concentraciones de pobreza ayudan a crear entornos frágiles que dan pie a desórdenes civiles, con el consiguiente resultado de muertos y heridos. Pero en un simposio reciente en la Universidad de Oxford se llegó a la conclusión de que las ciudades de mercados emergentes podían mejorar y mantener la salud urbana si aprovecharan las ventajas inherentes de la concentración, coordinaran políticas y programas sanitarios, adoptaran innovaciones exitosas, reformaran la educación y la capacitación sanitarias y desarrollaran mejores procesos de planificación.
De hecho, muchas soluciones potenciales surgen de las oportunidades de innovación generadas por la concentración física de personas y de actividad económica. Es invariablemente más eficiente construir y mantener una infraestructura relacionada con la salud, como por ejemplo suministro de agua y sistemas sanitarios, clínicas y hospitales, y orecer atención médica especializada, donde las densidades de población son más altas –y crear redes costeables de trabajadores sanitarios comunitarios que utilicen tecnología de bajo costo-. Es invariablemente más fácil incorporar economías de escala y operación en programas de salud pública donde esas economías son más grandes.
Es más, mientras la salud de las poblaciones urbanas se ve directa o indirectamente afectada por las acciones tomadas (o no tomadas) en casi todas las ramas de gobierno, son pocos los mercados emergentes que tomaron medidas para mejorar la coordinación horizontal dentro de la administración nacional o municipal. Menos aún afrontaron la necesidad de una coordinación entre los gobiernos nacionales y municipales. Hacen falta soluciones a medida –lo que funciona en una ciudad tal vez no funcione en otras–, pero como los problemas que surgen de una coordinación débil o de una falta de coordinación están generalizados, los mercados emergentes deberían considerar modelos de gobernancia que depositen en los gobiernos municipales la responsabilidad por los resultados en materia de salud urbana –junto con la autoridad necesaria para darles forma.
Sin embargo, esta innovación no siempre empieza en casa, razón por la cual los gobiernos municipales necesitan estar al corriente de ideas y lecciones potencialmente aplicables que provengan de otras ciudades y países. Desafortunadamente, la difusión y propagación de ideas innovadoras en el campo de la salud pública y la atención sanitaria normalmente es un proceso aleatorio, desordenado e ineficiente. De manera que los mercados emergentes deberían colaborar para desarrollar redes de conocimiento en materia de salud destinadas a facilitar el aprendizaje mutuo.
También existe una necesidad urgente de abordar el hecho de que la salud pública y la educación médica en los mercados emergentes rara vez están integradas. Al haber recibido una capacitación diferente y al haber desarrollado mentalidades diferentes, las autoridades de salud pública y los médicos (y sus subordinados) suelen operar en contextos tipo búnkeres –en detrimento de la gente que atienden-. Es más, existen escasas oportunidades para que los médicos se especialicen en salud urbana. Para superar este desafío, los gobiernos de los mercados emergentes deberían considerar reformas radicales en educación y capacitación en salud pública y atención sanitaria urbanas.
El crecimiento urbano en los países de mercados emergentes –y la correspondiente concentración de pobreza- ha desafiado y algunas veces abrumado la capacidad de sus gobiernos para ofrecer vivienda sostenible y costeable, suministro de agua y saneamiento, servicios de gestión de residuos sólidos y educación –todos los cuales afectan de manera directa la salud urbana- así como servicios de atención médica básicos. Para abordar estas cuestiones las ciudades de mercados emergentes deberían poner en práctica una planificación anticipatoria, basada en pronósticos demográficos realistas, desarrollar registros de pacientes y sistemas de información de salud a nivel municipal y nacional, e intentar integrar la planificación de la salud y la atención médica con la planificación general de la ciudad.
Si las ciudades han de impulsar a los países de mercados emergentes hacia un futuro mejor, sus gobiernos deben asegurar que la vivienda, la infraestructura y los servicios urbanos estén a la altura de la demanda. Después de todo, un entorno empresario favorable a la inversión exige adultos que estén en condiciones de trabajar y niños en condiciones de aprender. En definitiva, la salud económica de los países de mercados emergentes dependerá de la reinvención de la salud pública urbana.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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