Por Joseph S. Nye, Jr., ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos, profesor en la Universidad de Harvard y autor de The Future of Power (Project Syndicate, 08/03/11):
Según un funcionario del Departamento de Estado norteamericano, el concepto de “poder inteligente” –la integración e interconexión inteligente de diplomacia, defensa, desarrollo y otras herramientas del llamado poder “duro” y “blando”- está en el corazón de la visión de política exterior de la administración Obama. Actualmente, sin embargo, la estrategia de poder inteligente de Obama enfrenta un duro desafío a partir de los acontecimientos de Oriente Medio.
Si Obama no respalda a los gobiernos de Egipto, Bahrain, Arabia Saudita o Yemen, puede poner en peligro importantes objetivos de política exterior como la paz en Oriente Medio, una base naval en el Golfo Pérsico, la estabilidad en los mercados petroleros o la cooperación contra los terroristas de Al Qaeda. Por otra parte, si le brinda apoyo a estos gobiernos, fastidiará a la sociedad civil de estos países que hoy cuenta con el poder de la información, poniendo en peligro así la estabilidad a más largo plazo.
Lograr un equilibrio entre las relaciones de poder duro con los gobiernos y el respaldo de poder blando a la democracia es como caminar sobre la cuerda floja. La administración Obama tambaleó en este acto de malabarismo, pero hasta ahora no cayó al vacío.
Como la administración Obama utilizó el término “poder inteligente”, algunos piensan que se refiere solamente a Estados Unidos, y los críticos se quejan de que no es más que un eslogan, como “amor duro”, usado para edulcorar la política exterior norteamericana. Pero el poder inteligente de ninguna manera se limita a Estados Unidos. Combinar poder duro y poder blando es una difícil tarea para muchos estados –pero no por ello menos necesaria.
De hecho, algunos estados pequeños demostraron ser sumamente adeptos en estrategias de poder inteligente. Singapur invirtió lo suficiente en su defensa militar como para aparentar ser tan indigerible como “un langostino envenenado” frente a los vecinos que desea disuadir. Al mismo tiempo, combinó esta estrategia de poder duro con atractivas actividades de poder inteligente en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), así como esfuerzos para utilizar sus universidades como centros de actividades regionales no gubernamentales.
De la misma manera, Suiza durante mucho tiempo utilizó el servicio militar obligatorio y la geografía montañosa como recursos de poder duro para la disuasión, al mismo tiempo que se mostró ante los demás como un país atractivo a través de redes bancarias, comerciales y culturales. Qatar, una pequeña península frente a la costa de Arabia Saudita, permitió que su territorio fuera utilizado como una base militar de Estados Unidos en la invasión de Irak, al mismo tiempo que patrocinó a Al Jazeera, el canal de televisión más popular en la región, que es muy crítico de las acciones estadounidenses. Noruega se sumó a la OTAN por cuestiones de defensa, pero desarrolló políticas progresistas en materia de asistencia al desarrollo en el exterior y mediación de paz para aumentar su poder blando.
Históricamente, los estados en ascenso utilizaron estrategias de poder inteligente de manera exitosa. En el siglo XIX, la Prusia de Bismarck empleó una estrategia militar agresiva para derrotar a Dinamarca, Austria y Francia en tres guerras que llevaron a la unificación de Alemania. Pero una vez que Bismarck hubo logrado ese objetivo, centró la diplomacia alemana en la creación de alianzas con sus vecinos e hizo de Berlín el centro de la diplomacia y la resolución de conflictos de Europa. Uno de los grandes errores del káiser Guillermo II dos décadas después fue despedir a Bismarck, no renovar su “tratado de reaseguro” con Rusia y desafiar a Gran Bretaña en cuanto a supremacía naval en altamar.
Después de la Restauración Meiji de 1867-1868, un Japón en ascenso forjó el poder militar que le permitió derrotar a Rusia en 1905. Pero también siguió una política diplomática conciliatoria hacia Gran Bretaña y Estados Unidos, e invirtió considerables recursos en mostrarse atractivo en el exterior. Después del fracaso de su plan imperialista de Mayor Coprosperidad en el Este de Asia de los años 1930 (que tenía un componente de poder blando de propaganda antieuropea) y su derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón viró hacia una estrategia que minimizó el poder militar y se basó en la alianza estratégica con Estados Unidos. El foco decidido de Japón en el crecimiento económico logró su objetivo, pero el país desarrolló un poder militar y un poder blando apenas modestos.
En sus primeras décadas, la China comunista construyó su poder militar y simultáneamente utilizó el poder blando en la doctrina revolucionaria maoísta y la solidaridad del Tercer Mundo para cultivar aliados en el exterior. Pero cuando se agotó la estrategia maoísta en los años 1970, los líderes chinos recurrieron a los mecanismos del mercado para alentar el desarrollo económico. Deng Xiaoping advirtió a sus compatriotas sobre abstenerse de aventuras externas que pudieran poner en peligro el desarrollo interno.
En 2007, el presidente Hu Jintao proclamó la importancia de invertir en el poder blando de China. Dado el creciente poder económico y militar de China, fue una decisión inteligente. Al acompañar su creciente poder duro con esfuerzos por parecer más atractiva, China se propuso frenar los temores de sus vecinos y la tendencia a equilibrar el poder chino.
En 2009, China sentía un justo orgullo por su éxito a la hora de salir de la recesión global con una tasa elevada de crecimiento económico. Muchos chinos erróneamente llegaron a la conclusión de que esto representaba un cambio en el equilibrio de poder global, y que Estados Unidos estaba en decadencia.
Sin embargo, estas situaciones pueden derivar en un conflicto. De hecho, el exceso de confianza al evaluar su poder llevó a un comportamiento de política exterior más autoritario por parte de China en la última parte de 2009 y 2010. China se equivocó al desviarse de la estrategia inteligente de una potencia en ascenso y violar el dictamen de Deng de que China debía proceder con cautela y “cuidadosamente mantener un perfil bajo”. Después de que los líderes chinos se enfrentaron a las críticas internacionales y deterioraron las relaciones con Estados Unidos, Japón, India y otros países, decidieron regresar a la estrategia de poder inteligente de Deng.
Así, mientras la administración Obama lucha por implementar su estrategia de poder inteligente en las actuales condiciones revolucionarias de Oriente Medio, vale la pena observar que Estados Unidos no es el único que enfrenta la dificultad de combinar poder duro y poder blando de manera exitosa. El poder inteligente es una estrategia importante para el éxito en la política mundial, pero nadie dijo que fuera fácil.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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