Por Juan José Tamayo, director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid (EL PERIÓDICO, 30/12/08):
1. Defienden el matrimonio y la familia quienes no pueden casarse ni formar una familia. Los obispos y los sacerdotes del rito latino, en el momento de ser ordenados, renuncian al matrimonio y sustituyen de esta forma la paternidad humana por la paternidad espiritual, que consideran más fecunda y universal.
2. Defienden la indisolubilidad del matrimonio, conforme a lo establecido en el Código de Derecho Canónico: “El matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por ninguna causa fuera de la muerte” (n. 1141), cuando la propia Iglesia católica cuenta con tribunales especiales dedicados a la disolución del vínculo matrimonial.
3. Consideran la procreación como uno de los fines del matrimonio, son partidarios de las familias numerosas y se oponen a los métodos anticonceptivos, cuando ellos no pueden procrear por el voto del celibato que les obliga a la abstinencia sexual de por vida.
4. Defienden la vida del no-nacido y se oponen al aborto, al que califican en todos los casos de asesinato u homicidio, cuando han justificado la pena de muerte y ponen hoy objeciones a la despenalización de la homosexualidad que, al menos en ocho países, se condena con dicha pena.
5. En cuestiones relativas a la sexualidad, el matrimonio, el origen y el fin de la vida, quieren imponer a todos los ciudadanos como ley natural lo que no es más que doctrina católica sostenida por la jerarquía, muchas veces discutida dentro de la propia Iglesia.
6. Hablan de retroceso de los derechos humanos en el ordenamiento jurídico apelando a determinadas leyes que, en realidad, amplían el ejercicio de dichos derechos. Con ello demuestran una clara incoherencia al exigir reconocimiento pleno de los derechos humanos en la sociedad, cuando ellos los desconocen y no los ponen en práctica en el seno de la comunidad cristiana.
7. Se oponen a la homosexualidad, considerada pecado, desviación natural o perversión moral, haciendo una lectura fundamentalista y descontextualizada de los textos bíblicos.
8. Confunden lo moral o, mejor, su propia idea de lo moral, con lo legal, y creen que lo que para ellos es pecado debe ser considerado delito y penalizado por las leyes.
9. Presentan la familia cristiana como paradigma único de convivencia, desconociendo que hay otros modelos legítimos inspirados en valores laicos o de otras religiones y confundiendo con frecuencia la familia cristiana con la familia patriarcal.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario