Por Xavier Ortega Aramburu, catedrático de Ingeniería Nuclear y profesor eméritode la UPC (LA VANGUARDIA, 18/03/11):
El concepto de seguridad tiene un cierto grado de subjetividad y puede evolucionar con el tiempo de acuerdo con la experiencia acumulada y el grado de exigencia que, de forma individual o colectiva, se aplique a una actividad o situación determinadas.
Nos referiremos en este caso a la seguridad nuclear. Según lo publicado por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, el objetivo principal de la seguridad nuclear es el de “proteger a los individuos y al medio ambiente contra los efectos nocivos de las radiaciones ionizantes”. La seguridad nuclear no es un concepto inmutable, sino que evoluciona, en gran medida, con la experiencia operativa acumulada a lo largo del funcionamiento de las instalaciones, en la que las incidencias y accidentes desempeñan un papel destacado.
Por razones de oportunidad, nos referimos a los accidentes en centrales nucleares y su influencia en la seguridad nuclear.
Si bien el historial operativo de la mayoría de las centrales nucleares ha sido altamente satisfactorio, el desarrollo de la seguridad nuclear y también el de la implantación de la energía nuclear han estado marcados principalmente por dos episodios accidentales de máximo impacto.
Nos referimos al accidente nuclear de 1979 en la central de Three Mile Island en Estados Unidos, y el de la central de Chernóbil 4 – el año 1986-en Ucrania. El primer caso provocó la fusión del núcleo, si bien no produjo daños radiológicos significativos. Mostró la necesidad de efectuar la revisión del diseño del tipo de reactor accidentado, de la implementación de mejoras en las relaciones hombre-máquina y de establecer decididamente una cultura de la seguridad.
Se evidenciaron las repercusiones mundiales que podían tener los accidentes originados en una central, lo cual obligaba a intensificar la difusión de la información para la mejora de la seguridad. La creación de un instituto (INPO) para la mejora de la seguridad nuclear en las centrales de Estados Unidos, el impulso de la preparación de normativas internacionales de seguridad por parte del OIEA y la elaboración de nuevas regulaciones de los organismos nacionales fueron algunas de las acciones realizadas por diversos organismos para mejorar la seguridad nuclear.
En el caso del accidente de Chernóbil 4, el reactor de origen ruso sufrió una excursión de potencia de origen nuclear que ocasionó la fusión del núcleo, el incendio del grafito moderador de neutrones y la propagación a larga distancia de los productos radiactivos. Fallecieron varios trabajadores y se detectaron efectos negativos para la salud de un buen número de habitantes de la zona. Se produjo una gran reacción en la población que ha repercutido en su desarrollo nuclear durante dos décadas, y las lecciones aprendidas impulsaron la mejora de la seguridad nuclear.
Esta última circunstancia ha permitido que la energía nuclear esté experimentando un renacimiento, veinticinco años después de aquel grave suceso. El análisis de las circunstancias del citado accidente llevó a fortalecer la práctica de la cultura de la seguridad y al convencimiento de que los problemas operativos de las centrales debían ser del conocimiento de todas las centrales del mundo.
Iniciativas como la creación de la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO, en sus siglas en inglés), las nuevas iniciativas del Organismo Internacional de la Energía Atómica y de los organismos reguladores, junto al desarrollo de nuevos prototipos de reactores más seguros, fueron las consecuencias de las enseñanzas derivadas de aquel accidente.
En el momento actual, el gravísimo accidente ocurrido en Japón, cuyas consecuencias finales son cambiantes y aún desconocidas, tendrá una repercusión en el desarrollo mundial de la energía nuclear y obligará a la revisión de diversos procedimientos relacionados con la seguridad de las instalaciones. Especialmente pueden adelantarse aspectos tales como la influencia de los emplazamientos frente a los riesgos naturales, los procedimientos operativos en condiciones accidentales, el desarrollo de la seguridad intrínseca de los nuevos reactores y la mejora de los planes de emergencia.
El OIEA viene anunciando una conferencia, en abril de este año, sobre las Lecciones del desastre de Chernóbil. Seguridad para el futuro. Los recientes acontecimientos en Japón necesitarán otra conferencia que ayude a analizar las lecciones de este nuevo accidente en la mejora de la seguridad nuclear.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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